Para José Smith, un joven que vivía en la frontera oeste de Nueva York a principios de la década de 1800, en medio de una cacofonía de fervor religioso de varias denominaciones establecidas en los alrededores, la pregunta importante de aquellos días era: ¿a qué iglesia debería unirse? ¿Cuál era la verdadera? (José Smith—Historia 1:7-10). Para muchos jóvenes de hoy en América, que dan por hecho una sólida y larga tradición de libertad religiosa y la gran variedad religiosa que proporciona, la pregunta de José empieza a sonar extraña y anticuada.
Sin embargo, en 1820 era una pregunta emocionante y vanguardista para la generación naciente de la aún joven república americana. Nunca antes en la historia, unirse a una iglesia por propia elección había sido una opción tan fácil y accesible. Los comentarios históricos sobre la Primera Visión de José Smith y las primeras inclinaciones religiosas se han enfocado generalmente en el momento y el contexto inmediato (el “Distrito de fuego” del norte del estado de Nueva York durante el Segundo Gran Despertar) de la pregunta de José1. Sin embargo, para entender y apreciar plenamente por qué había tantas iglesias diferentes para elegir y cómo respondió José a sus circunstancias, es necesario examinar de manera más profunda el desarrollo de la libertad religiosa en las colonias americanas y la herencia de independencia religiosa de la familia de José Smith.
A partir de la década de 1620, los Padres peregrinos llegaron a América del Norte en busca de un refugio religioso. Creían que la Iglesia de Inglaterra estaba en un error y querían una oportunidad para edificar una sociedad basada en leyes y principios bíblicos2. Sin embargo, al hacerlo, ellos (tal como sus perseguidores en Inglaterra) “eran de la opinión… de que las autoridades civiles deben ayudar a la iglesia a mantener la uniformidad religiosa”. De esta manera, como James H. Hutson, Director de la División de Manuscritos de la Biblioteca del Congreso, ha explicado: “Los puritanos no tenían nada en contra de la política del gobierno inglés, bajo la cual sufrieron, de imponer en el reino una religión verdadera; solamente estaban en desacuerdo sobre cuál era la religión verdadera3.
Fue Roger Williams, un disidente puritano expulsado de Massachusetts, quien nombró a Rhode Island por primera vez como un refugio “donde el gobierno no interferiría con las creencias y prácticas religiosas”4. En la década de 1680, William Penn, un cuáquero, escribió de manera similar “la libertad religiosa en la ley de la tierra” al establecer Pensilvania5. Con el tiempo, a medida que más y más personas fueron incorporándose a las colonias británicas del Nuevo Mundo, muchas colonias siguieron patrocinando iglesias específicas, pero también permitieron una mayor tolerancia de personas con diferentes puntos de vista religiosos.
Después de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, la libertad religiosa se consagró en la ley de la recién establecida república a través de la Carta de Derechos en 1791, que prohibía al gobierno federal, a través del Congreso, hacer cualquier “ley que respetara el establecimiento de una religión, o que prohibiera el libre ejercicio de la misma”. Sin embargo, esto no eliminó de manera inmediata la participación de los gobiernos estatales y federales en asuntos religiosos. La ley aún se estaba desarrollando a medida que la nueva nación y los diversos estados seguían tratando de entender las relaciones iglesia-estado. Muchos seguían pensando que solo una sociedad profundamente religiosa podía funcionar y florecer, por lo que abiertamente se creía que el gobierno tenía la responsabilidad de actuar como un “ayo” para la iglesia6. El gobierno federal podía apoyar a las iglesias de varias maneras, incluso a través de medios económicos, siempre que no favoreciera exclusivamente a una secta por encima de las demás.
Además, la Carta de Derechos solamente limitaba los poderes del gobierno federal. A nivel estatal y local, algunas iglesias fueron abiertamente patrocinadas y financiadas por medio de impuestos. Estos avances legales tuvieron un impacto directo sobre la adoración y prácticas de la familia y los progenitores de José Smith7.
Por ejemplo, en 1813 el tío de José, Jesse Smith, vivía en Turnbridge, Vermont, donde la iglesia local había contratado a un ministro congregacionalista con quien Jesse tenía serios desacuerdos. La ley de Vermont no solamente permitía que la población local nombrara a sus propios ministros, sino que también permitía que los pueblos recaudaran impuestos por mayoría de votos con el propósito de ayudar a los ministros locales. El incumplimiento de este impuesto podría resultar en la ejecución hipotecaria de la propiedad para ayudar a pagar el salario atrasado de un ministro8.
Sin embargo, en consonancia con cierta medida de libertad religiosa, la ley de Vermont puso excepciones a disposición de las personas que tenían una ideología religiosa diferente de la que apoyaba el voto mayoritario. Para quedar exento del impuesto, una persona tenía que “presentar su disentimiento, por escrito, en los registros de la ciudad o la parroquia”9. Conforme a esta ley, Jesse Smith redactó formalmente un certificado de disidencia, presentando su “protesta” contra la elección del ministro de la Iglesia y articulando las convicciones teológicas detrás de su decisión de retirarse10.
En 1813, justo cuando Jesse estaba en el proceso de protesta en contra del nuevo ministro, el joven José Smith viajó con él a Salem, Massachusetts. José se estaba recuperando de su dolorosa operación en la pierna, y se creía que el aire de mar sería terapéutico. John W. Welch señaló: “Aunque no existe evidencia de lo que estos dos viajeros hablaron… no es difícil imaginar que los temas religiosos se mencionaron”.
Sus conversaciones podrían haber girado en torno a los temas que a Jesse le preocupaban fuertemente en ese momento y que expresó tan claramente en su protesta de 1814. Uno puede imaginar el impacto que la audaz acción de Jesse pudo haber tenido en las opiniones del joven José sobre muchos asuntos relacionados con la libertad religiosa y el menester doctrinal11.
Para el año 1820, la libertad religiosa se había esparcido y desarrollado en Norteamérica por casi doscientos años. Estos siglos de desarrollo permitieron cada vez más a la gente seguir su propia conciencia religiosa, como a Jesse, el tío de José. Sin restricciones gubernamentales sobre la libertad religiosa, surgieron nuevas iglesias y denominaciones a un ritmo sin precedentes, haciendo más fácil que nunca encontrar una iglesia y unirse a ella. También había abierto una nueva frontera de desarrollo religioso. Las iglesias competían entre sí por el apoyo popular y económico. Los ministros debatían aspectos de doctrina basados en la tradición, la lógica y la interpretación; y las diversas denominaciones adoptaban o se suscribían a credos particulares, que a menudo trazaban líneas de batalla religiosas más que ofrecer expresiones de fe12.
Si bien esto es exactamente lo que llevó a José a la confusión y al desconcierto, también es lo que le dio la libertad de reflexionar y considerar, sin temor a repercusiones legales: “¿Cuál de todos estos grupos tiene razón; o están todos en error? Si uno de ellos es verdadero, ¿cuál es, y cómo podré saberlo? (José Smith—Historia 1:7-10). No solo era libre de hacer estas preguntas, sino que también era libre de buscar respuestas y seguirlas hacia donde sea que lo condujeran.
Estas libertades religiosas legalmente otorgadas hicieron posible la Restauración. Eso también hizo posible que muchos otros prestaran atención y oyeran el mensaje de la Restauración, y siguieran su propia conciencia e impulsos espirituales para unirse a la Iglesia restaurada de Jesucristo.
John W. Welch, “The Smiths and Religious Freedom: Jesse Smith’s 1814 Church Tax Protest”, en Sustaining the Law: Joseph Smith’s Legal Encounters, ed. Gordon A. Madsen, Jeffrey N. Walker y John W. Welch (Provo, UT: BYU Studies, 2014), 39–50.
John W. Welch, “‘All Their Creeds Were an Abomination’: A Brief Look at Creeds as Part of the Apostasy”, en Prelude to the Restoration: From Apostasy to the Restored Church (Salt Lake City y Provo: Deseret Book y the BYU Religious Studies Center, 2004), 228–249.
James H. Hutson, “‘Nursing Fathers’: The Model for Church-State Relations in America from James I to Jefferson”, en Lectures on Religion and the Founding of the American Republic, ed. John W. Welch (Provo, UT: BYU Press, 2003), 7–23.
Richard Lloyd Anderson, Joseph Smith’s New England Heritage: Influence of Grandfathers Solomon Mack and Asael Smith, 2a. ed. (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y BYU Press, 2003).
1. Véase, por ejemplo, Milton V. Backman, Joseph Smith’s First Vision: Confirming Evidences and Contemporary Accounts, ed. rev. y ampliada (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1980).
2. Para conocer más sobre la influencia de las leyes bíblicas en América, véase John W. Welch, “Biblical Law in America: Historical Perspective and Potentials for Reform”, en Lectures on Religion and the Founding of the American Republic, ed. John W. Welch (Provo, UT: BYU Press, 2003), 49–66.
3. James H. Hutson, Religion and the Founding of the American Republic (Washington, D.C.: Library of Congress, 1998), 7.
4. Hutson, Religion and the Founding, 8. Véase también Jeffrey R. Holland, “Profetas, Videntes y Reveladores”, Conferencia General, abril de 2004: “En los años tumultuosos de las primeras colonias de esta nación, Roger Williams, temperamental y decidido antepasado de mi bisabuelo, aunque no completamente por su voluntad, abandonó la colonia de Massachusetts Bay y se estableció en lo que ahora es el estado de Rhode Island. Dio a su nueva localidad el nombre ‘Providencia’, que en sí mismo revela su búsqueda de toda la vida en procura de intervenciones divinas y manifestaciones celestiales. Pero nunca encontró lo que pensaba que sería la verdadera Iglesia de los primeros tiempos del Nuevo Testamento. El legendario Cotton Mather [clérigo y escritor norteamericano] dijo esto del desilusionado indagador: ‘El señor Williams… [al fin] dijo a [su congregación] que, por haberse dejado engañar él mismo, [los] había [engañado a ellos], y que estaba seguro de que no había nadie en la tierra que pudiera llevar a cabo el bautismo [ni ninguna ordenanza del Evangelio]… así que les aconsejó renunciar a todo… y esperar la venida de nuevos apóstoles’. Roger Williams no llegó a ver en vida a los esperados nuevos apóstoles, pero en un día futuro espero poder decirle personalmente que su posteridad llegó a verlos.
5. Hutson, Religion and the Founding, 11.
6. Véase James H. Hutson, “‘Nursing Fathers’: The Model for Church-State Relations in America from James I to Jefferson”, en Lectures on Religion and the Founding of the American Republic, ed. John W. Welch (Provo, UT: BYU Press, 2003), 7–23.
7. Véase Richard Lloyd Anderson, Joseph Smith’s New England Heritage: Influence of Grandfathers Solomon Mack and Asael Smith, 2a. ed. (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y BYU Press, 2003).
8. John W. Welch, “The Smiths and Religious Freedom: Jesse Smith’s 1814 Church Tax Protest”, en Sustaining the Law: Joseph Smith’s Legal Encounters, ed. Gordon A. Madsen, Jeffrey N. Walker y John W. Welch (Provo, UT: BYU Studies, 2014), 41–42.
9. 1801 Vermont Laws, November 3, 1801, Section 3, Proviso 2, como se cita en Welch, “Smiths and Religious Freedom”, 43.
10. Puede ver el certificado de disidencia de Jesse Smith en Welch, “Smiths and Religious Freedom”, 45–50.
11. Welch, “Smiths and Religious Freedom”, 44.
12. John W. Welch, “‘All Their Creeds Were an Abomination’: A Brief Look at Creeds as Part of the Apostasy”, en Prelude to the Restoration: From Apostasy to the Restored Church (Salt Lake City y Provo: Deseret Book y the BYU Religious Studies Center, 2004), 228–249.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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