Samuel el lamanita probablemente no fue lo que los nefitas esperaban de un profeta del Señor. Era un lamanita, no era parte de las instituciones establecidas y proclamó la ira de Dios en una manifestación radicalmente pública. Sin embargo, Samuel también es todo lo que se espera de un profeta bíblico. Citó ampliamente profecías anteriores, predicó en contra de la maldad de la sociedad y tenía el espíritu de revelación. Algunos investigadores han comparado a Samuel el lamanita con varios profetas bíblicos, pero además se puede aprender mucho al comparar a Samuel con su homónimo, el profeta Samuel del Antiguo Testamento1. Tanto Samuel el lamanita, como Samuel bíblico tenían llamados proféticos similares, predijeron un Mesías venidero, empuñaron la espada de la justicia de Dios y trastornaron las expectativas de la sociedad.
Tanto Samuel el lamanita, como Samuel bíblico comenzaron sus historias con el mismo juego de palabras en sus nombres. Ana llamó Samuel a su milagroso hijo porque “se lo [había pedido] a Jehová” (1 Samuel 1:20). Aquí es probable que Ana estuviera haciendo un juego de palabras con el nombre de Samuel que suena como la frase hebrea “oído de Dios”2. La desgarradora lucha de Ana contra la infertilidad la llevó a pedirle a Dios un hijo que sirviera a Jehová, y Él escuchó sus suplicas. Un tema similar se retoma en el capítulo 3, cuando Samuel comienza su formación con el sacerdote Elí. Al confundir la voz de Jehová tres veces seguidas, Samuel finalmente reconoció la voz de Dios y declaró: “Habla, que tu siervo escucha” (1 Samuel 3:10).
En cuanto a Samuel el lamanita, su historia inicia de manera similar con temas sobre escuchar y no escuchar un mensaje. Después de que Samuel predicara en Zarahemla por muchos días, los nefitas lo echaron de la ciudad, expresando su negativa de seguir escuchando sus palabras proféticas. Inmediatamente después, Samuel escucha la “voz del Señor” diciéndole que “volviera otra vez y profetizara al pueblo” (Helamán 13:3). En una gran ironía, los nefitas escogidos se negaron a escuchar la voz del Señor debido a su “dureza del corazón” (v.8), mientras que Samuel escuchó al Señor tan entrañablemente que fue capaz de profetizar “las cosas que el Señor le puso en el corazón” (v.4).
Una de las cosas por las que el profeta bíblico Samuel es más conocido, es por ungir a los primeros reyes de Israel. Mediante la revelación de Jehová, Samuel ungió a Saúl como el primer rey de Israel (1 Samuel 10:1). Luego, por la desobediencia de Saúl, Samuel ungió a un joven pastor, David, para que se convirtiera en el futuro rey de Israel (1 Samuel 16:13). En ese acto crucial, Samuel estableció un futuro mesías, ya que en hebreo “mesías” significa “el ungido”.
Samuel el lamanita profetizó de un futuro Mesías aún más explícitamente. Siguiendo las instrucciones de un ángel, Samuel le dijo al pueblo que “[preparara] la vía del Señor” (Helamán 14:9), quien traería la vida eterna, salvación, reconciliación debido a la caída y la resurrección a todos los que creyeran en su nombre (vv. 2, 8, 12, 15–17). El nombre sagrado del Mesías sería “el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio” (v. 12), un título real propio de un rey3. Samuel el lamanita ayudó a preparar el camino del futuro rey predicando el arrepentimiento y profetizando las señales de Su nacimiento y Su muerte.
De manera dramática, Samuel el lamanita comenzó su famoso discurso extendiendo su mano y declarando que la “la espada de la justicia” de Dios se cernía sobre los nefitas y que caería rápidamente si no se arrepentían (Helamán 13:5). Podríamos imaginar que la mano extendida de Samuel, que se cernía sobre el pueblo desde una posición elevada sobre la muralla, reflejaba simbólicamente la mano furiosa de Dios, sosteniendo la espada de la justicia sobre el pueblo endurecido4.
Un tema similar se encuentra en la historia bíblica de Samuel. Cuando el rey Saúl desobedeció las órdenes de Jehová de destruir a todos los amalecitas, el profeta bíblico Samuel literalmente blandió una espada para ejecutar las órdenes de Jehová contra Agag, el rey de los amalecitas (1 Samuel 15:33). Cuando Samuel mató al rey Agag con la espada, finalmente decidió que el destino de Saúl sería perder la monarquía, abriendo camino para que David se convirtiera en rey. De manera similar, cuando Samuel metafóricamente empuña la espada de la justicia de Dios, puede ser visto como el punto principal cuando los nefitas pierden su estatus de convenio y son finalmente destruidos para dar paso al nuevo rey, Jesucristo5.
Finalmente, tanto Samuel el lamanita, como Samuel bíblico rompieron las barreras y derrocaron las expectativas de la sociedad. De joven, Samuel bíblico recibió instrucción de un sacerdote llamado Elí que servía en el tabernáculo israelita. Aunque se suponía que Elí era el sagaz guía espiritual de Israel, fue al niño Samuel a quien el Señor llamó repetidamente y a quien el Señor reveló Su voluntad. (1 Samuel 3:1–10).
La identidad de Samuel el lamanita se limita a la única descripción que el lector tiene de él: “Un lamanita”. Era un forastero, y especialmente los lamanitas no eran personas de quienes los nefitas buscaran una orientación religiosa. Los nefitas, al estar engrandecidos en orgullo en sus corazones, podrían haber asumido que eran el pueblo del convenio y elegido de Dios, y que por lo tanto eran la única fuente de luz espiritual. Así como Samuel de la Biblia inesperadamente oyó y escuchó la voz del Señor en su juventud, Samuel el lamanita escuchó y predicó la palabra del Señor a los nefitas, en contra de todas las expectativas de la comunidad del convenio establecido.
Todo esto pone de manifiesto cómo Samuel el lamanita y Samuel el israelita cumplieron con los rasgos arquetípicos de los verdaderos profetas bíblicos. Hablaron con las palabras de Dios, tuvieron un llamado profético revelador, usaron gestos proféticos, suprimieron la maldad existente y predijeron la venida de un Mesías. Samuel el lamanita desempeñó el papel de profeta bíblico justo, en oposición directa a las expectativas de los nefitas.
Estos detalles nos ayudan a ver que Samuel el lamanita no era un joven novato en el evangelio. Cuando Samuel extendió su mano como un gesto de oratoria, imitó tanto a Abinadí como a Nefi. Estos profetas nefitas usaron este gesto para invocar el sagrado poder de Dios para protegerlos de los daños. Al realizar estos gestos, Samuel asumió el manto profético nefita y fue milagrosamente protegido de las piedras y flechas de los nefitas enojados6.
En su discurso a los nefitas, Samuel también ilustró la profecía bíblica cumplida en la forma en que citó y aludió a los profetas del pasado. Utilizó un lenguaje bíblico similar al de Isaías, Ezequiel, Jeremías, Salmos, e incluso Juan el Bautista7. Al igual que Juan el Bautista, Samuel no era parte de la jerarquía institucional, sino una voz apartada en el desierto, enviada para preparar el camino del Señor. Como muchos profetas antes que él, Samuel invocó la voz de Dios con la frase arquetípica: “Así dice el Señor”, implicando la admisión del propio Samuel en el consejo divino de Dios8. Samuel también hizo un uso considerable de las profecías dichas por Nefi, Jacob, Benjamín, Alma, y por su misionero y mentor Nefi, el hijo de Helamán9.
A quien el Señor llama, claramente califica. Aunque fue llamado de joven al principio, Samuel se convirtió en un poderoso profeta en Israel. De la misma manera, el testimonio de Samuel el lamanita representa la manera en que el Señor llama según Su voluntad. Los nefitas difícilmente habrían esperado que un lamanita les diera un discurso profético tan importante. Sin embargo, los lamanitas como pueblo fueron inesperadamente más justos que los nefitas. Los lectores pueden apreciar la importancia de no asumir la justicia o la virtud basándose en la pertenencia a un grupo o en nociones preconcebidas de alguien. En última instancia, el color de la piel, los convenios o la prosperidad económica no son de ninguna importancia para el Señor cuando se comparan con la justicia personal de alguien. Las enseñanzas de Samuel eran tan importantes (y aparentemente pasadas por alto por los nefitas), que Jesucristo mismo ordenó que las profecías de Samuel fueran restauradas en los registros nefitas (véase 3 Nefi 23:7-13). En perfecta congruencia con un principio enseñado a Samuel bíblico, la historia de Samuel el lamanita muestra sorprendentemente cómo “Jehová no mira lo que el hombre mira, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Central del Libro de Mormón, “¿Por qué Samuel confió tanto en las palabras de los profetas del pasado? (Helamán 14:1)”, KnoWhy 185 (agosto 17, 2017).
Central del Libro de Mormón, “¿Por qué extendió la mano Abinadí al profetizar? (Mosíah 16:1)”, KnoWhy 94 (abril 27, 2017).
Shon Hopkin y John Hilton III, “Samuel’s Reliance on Biblical Language”, Journal of Book of Mormon Studies 24 (2015): 31–52.
1. Véase Shon Hopkin y John Hilton III, “Samuel’s Reliance on Biblical Language”, Journal of Book of Mormon Studies 24 (2015): 31–52; Quinten Barney, “Samuel the Lamanite, Christ, and Zenos: A Study of Intertextuality”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 18 (2016): 159–170. A partir de un análisis estilométrico y narrativo, Hopkin y Barney han rechazado una importante similitud con el profeta Samuel del Antiguo Testamento. Un desafío al comparar Samuel el lamanita con el de la Biblia, es que Samuel 1 y 2 podrían haber sido parte de la historia deuteronomista, un documento fuente teórico redactado para los libros de Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel y Reyes. Neal Rappleye y otros investigadores Santos de los Últimos Días han argumentado que los autores del Libro de Mormón rechazaron las ideologías de estos textos reformados. Mientras que las historias de Samuel y David de la Biblia, seguramente eran conocidas por los autores del Libro de Mormón, no es una sorpresa que los textos específicos de Samuel 1 y 2 no aparezcan en este relato. Véase Neal Rappleye, “The Deuteronomist Reforms and Lehi’s Family Dynamics: A Social Context for the Rebellions of Laman and Lemuel”, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 16 (2015): 87–99.
2. La etimología del nombre Samuel en hebreo es “su nombre es Dios” o “nombre de Dios”, pero Ana empleó un sonido similar de la frase hebrea utilizando las palabras shma y el como una paranomasia del nombre Samuel: “Escuchado por Dios”. Ludwig Koehler y Walter Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament (Leiden: Brill, 2001), 2:1554–1555; Francis Brown, S. R. Driver y Charles A. Briggs, eds. y comps., A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament (Oxford: Clarendon Press, 1978), 1028.
3. Central del Libro de Mormón, “¿Por qué Benjamín dio múltiples nombres a Jesús en la coronación de su hijo Mosíah? (Mosíah 3:8)”, KnoWhy 536 (noviembre 15, 2019); John W. Welch, “Textual Consistency”, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 21–23. El énfasis de Samuel en creer en el nombre de Cristo puede ser otro posible juego de palabras sobre el nombre de Samuel, que significa “nombre de Dios”.
4. Central del Libro de Mormón, “¿Por qué la mano del Señor ‘aún está extendida’? (2 Nefi 19:12)”, KnoWhy 49 (marzo 2, 2017).
5. Esta idea proviene de Hales Swift en el programa de radio de The Interpreter Foundation, “Audio Roundtable: Come, Follow Me Book of Mormon Lesson 35 (Helaman 13–16)”, disponible en línea en interpreterfoundation.org.
6. Extender la mano es un gesto de importancia profética tanto en la Biblia hebrea como en el Libro de Mormón. El gesto a menudo indica un discurso profético e invoca el poder de Dios (por ejemplo, 1 Nefi 17:54; Mosíah 12:2; 3 Nefi 11:9). Véase David Calabro, “’Stretch Forth Thy Hand and Prophesy’: Hand Gestures in the Book of Mormon”. Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 21, no. 1 (2012): 46–59; Central del Libro de Mormón, “¿Por qué extendió la mano Abinadí al profetizar? (Mosíah 16:1)”, KnoWhy 94 (abril 27, 2017). La mano extendida es también un gesto de alocución atestiguado en la antigua América; véase Kirk A. Magleby, “Mesoamerican Speech Gesture”, Book of Mormon Resources Blog (marzo 22, 2019), disponible en línea en https://bookofmormonresources.blogspot.com/2019/03/mesoamerican-speech-gesture.html.
7. Central del Libro de Mormón, “¿Por qué Samuel confió tanto en las palabras de los profetas del pasado? (Helamán 14:1)”, KnoWhy 185 (agosto 17, 2017); Hopkin y Hilton, “Samuel’s Reliance on Biblical Language”, 31–52; Barney, “Samuel the Lamanite, Christ, and Zenos”, 159–170; S. Kent Brown, “The Prophetic Laments of Samuel the Lamanite”, en From Jerusalem to Zarahemla: Literary and Historical Studies of the Book of Mormon (Provo, UT: Religious Studies Center, 1998), 163–180; Donald W. Parry, “‘Thus Saith the Lord’: Prophetic Language in Samuel’s Speech”, Journal of Book of Mormon Studies 1, no. 1 (1992): 181–183.
8. Hopkin y Hilton, “Samuel’s Reliance on Biblical Language”, 44.
9. Véase John W. Welch, “Helaman 13–16”, John W. Welch Notes (Springville, UT: Book of Mormon Central, 2020).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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