Uno de los aspectos más distintivos del Libro de Mormón es su forma física. Aquellos que vieron el antiguo registro nefita lo describen como si estuviera grabado en planchas de oro finas las cuales estaban unidas entre sí con anillos en forma de la letra D.1 El libro también menciona otros registros de metal, como las planchas de bronce, las 24 planchas de oro las cuales contenían el registro jaredita y los registros nefitas subyacentes de los cuales Mormón creó su compendio.2 Claramente, los nefitas tenían una tradición extensa y perdurable de mantener registros sobre planchas de metal.3 Explicando la razón de la manera en que guardaban registros, Jacob declaró que “lo que escribamos sobre cualquiera otra cosa que no sea planchas, ha de perecer y desvanecerse” (Jacob 4:2).
De acuerdo con H. Curtis Wright, un bibliógrafo con experiencia en epigrafía antigua,4 “literalmente cientos de documentos de metal”—escritos sobre metales como el plomo, el bronce, el cobre, la plata y el oro—han sido descubiertos “en todo el mundo antiguo”.5 Por lo que, el medio sobre el cual se escribió el Libro de Mormón está bien atestiguado por la antigüedad. Sin embargo, algunos se podrían preguntar, más específicamente, cuánto se parecen el Libro de Mormón y varias planchas, que se mencionan, a otros documentos de metal del mundo antiguo.
De varias maneras, el Libro de Mormón tiene sorprendentes similitudes con otros ejemplos.6 Por ejemplo, al igual que el Libro de Mormón, se conocen otros documentos antiguos de metal (o se mencionan en la antigüedad) han sido
William J. Hamblin, un erudito de historia antigua, encontró que los géneros de escritura sobre metal en el “mundo meditarráneo de la época de Lehi” encajan de manera general en las siguientes categorías: rituales, leyes, profecías e historias.14 “Estos géneros”, escribió Hamblin, “encajan ampliamente con el contenido descrito de las planchas de bronce en el Libro de Mormón” (véase 1 Nefi 5:11–13), el cual refleja “la ley (Torah), los profetas (nevi’im) y los escritos (ketuvim) que se encuentran en la tradición judía.15
Hamblin también ha señalado que los documentos de metal de las regiones del Mediterráneo han sido escritas en varios caracteres semíticos (incluyendo el hebreo), así como también formas adaptadas del egipcio.16 Esto da un contexto plausible para la perpetuación del hebreo nefita y lo que ellos llamaron el “egipcio reformado” en su tradición de registro de metales (véase Mormón 9:32–33).
Cuando se trata de longitud, el Libro de Mormón es bastante único. Sus grabados antiguos fueron traducidos en más de 500 páginas de texto en inglés. En contraste, la cantidad de texto que se encuentra en la mayoría de documentos de metal es muy pequeña, que a menudo ocupaban pocas páginas o menos cuando se traducían al inglés.17
Sin embargo, documentos metálicos antiguos extensos no son completamente desconocidos. En el sur de Corea, un registro profético de enseñanzas de sabiduría fue encontrado en un juego de 19 planchas de oro que datan del siglo VIII d. C.18 Aún más notable, un documento de oro, que registra “una porción importante del Corán” fue encontrado en la tumba de un emperador chino. Sus “120 planchas de oro doradas” fueron “articuladas juntas” en “6 juegos separados de 20 páginas’”.19
También se dice de una obra filosófica llamada The Perfection of Wisdom Sutra fue escrita en planchas de oro. De acuerdo con David B. Honey y Michael P. Lyon, el texto de “6,400,000 caracteres chinos” ocupan “tres volúmenes completos de estilo occidental en su edición crítica moderna”.20 Asumiendo que el informe de su existencia antigua es correcta, “copiarlo en planchas de oro debió haber necesitado una cantidad extraordinaria de oro así como también una gran inversión de recursos humanos y monetarios”.21
Hay un informe de testigos antiguos de que un poema de alrededor el siglo VIII a. C., llamado Works and Days, fue grabado en un libro de plomo.22 Wright describió el poema como una “obra literaria de algunas treinta páginas de Oxford”.23 Un registro antiguo hitiita, llamado Deeds of Suppiluliuma, que data del siglo XIV a. C., fue escrito probablemente en tablas de bronce.24 Aunque muchas secciones del documento están pobremente preservadas, las porciones restantes sugieren que habría sido bastante largo.
Aún más cerca de Jerusalén, el famoso Rollo de Cobre (parte de los rollos del Mar Muerto) es un documento hebreo importante que data del siglo I y II d. C. Fue inscrito en planchas separadas que fueron remachadas en dos rollos continuos.25 Este y otros ejemplos demuestran que los documentos metálicos largos, aunque raros, están seguramente atestiguados en el mundo antiguo.26
Finalmente, hay una pregunta de espacio físico. ¿Podrían haberse derivado realmente cerca de más de quinientas páginas de texto en inglés de los caracteres inscritos sobre las planchas de oro del Libro de Mormón? Una vez más, las comparaciones con otros documentos antiguos e inscripciones proporcionan información valiosa. Hamblin, por ejemplo, ha comparado las 24 planchas de Éter con las tablas Euguvinas (del siglo 3ro.-1ro. a. C.) descubiertas en Italia, que fueron hechas de siete planchas largas, cinco de las cuales tienen escrituras en ambos lados.27 Después de varios cálculos, Hamblin concluyó “que es bastante razonable para las veinticuatro planchas de Éter que hayan contenido tanto el libro de Éter como Génesis 1–10“, como lo indica el Libro de Mormón.28
En la década de 1920, Janne M. Sjodahl encontró que todo el texto del Libro de Mormón podría haber sido constituido por solamente 21 planchas (18×20 centímetros) cuando se escribió en una escritura compacta de hebreo.29 En 2017, Bruce E. Dale comparó el Libro de Mormón a una gran pintura del Corán, escrito en árabe.30 Después de calcular el número de variables, él concluyó que el texto del Libro de Mormón probablemente ocupó “alrededor de 40 planchas individuales”.31 Mientras que tales conclusiones solamente son estimaciones,32 ellos sugieren que todo el texto del Libro de Mormón, de hecho, podría haber estado contenido en relativamente pocas planchas de metal.
Los documentos de metal antiguos eran conocidos entre los eruditos33 y probablemente incluso un buen número de amigos regulares durante los días de José Smith.34 Sin embargo, es incierto cuanto sabían José Smith o sus asociados acerca de tales descubrimientos antes de que el Libro de Mormón fuera publicado.
Lo que está claro es que el Libro de Mormón y sus comentarios de las planchas de metal encajan notablemente bien con otros hallazgos del mundo antiguo, incluyendo muchos documentos de metal del Mediterráneo y el Cercano Oriente. Incluso la longitud inusual del libro no es tan sorprendente cuando se compara con otros documentos raros y largos de la antigüedad.35
Si el mundo de hoy poseyera las planchas sobre las que el Libro de Mormón fue escrito, su valor material e histórico, en lo que respecta a la riqueza del mundo, habría sido asombroso. Sin embargo, como el profeta Moroni declaró, “las planchas en que se halla no tienen ningún valor, por causa del mandamiento del Señor. Porque él ciertamente dice que nadie las obtendrá para lucrar; mas la historia que contienen es de gran valor” (Mormón 8:14; énfasis añadido). Mientras que el Libro de Mormón comparte similitudes físicas con otros documentos antiguos de metal, su poderoso testimonio de Jesucristo—la medida más importante de su valor—es realmente sin precedentes. 36
William J. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates in the Ancient Mediterranean“, FARMS Review 19, no. 1 (2007): 37–54.
John A. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books: Out of Darkness Unto Light (Provo, UT: FARMS, 2000).
John W. Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents: From the Ancient World to the Book of Mormon“, en Mormons, Scripture, and the Ancient World: Studies in Honor of John L. Sorenson, ed. Davis Bitton (Provo, UT: FARMS, 1998), 391–444.
H. Curtis Wright, “Ancient Burials of Metal Documents in Stone Boxes“, en By Study and Also By Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley, Volume 2, ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 273–334.
H. Curtis Wright, “Metallic Documents of Antiquity“, BYU Studies Quarterly 10, no. 4 (1970) 457–477.
1. Véase Kirk B. Henrichsen, “How Witnesses Described the ‘Gold Plates’“, Journal of Book of Mormon Studies 10, no. 1 (2001): 16–21, 78.
2. Véase John A. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books: Out of Darkness Unto Light (Provo, UT: FARMS, 2000), 148.
3. Sin embargo, esto no significa que solamente los nefitas tuvieran registros en planchas de metal.
4. Véase H. Curtis Wright y Elisabeth R. Sutton, “Evidence of Ancient Writing on Metal: An Interview with H. Curtis Wright“, Religious Educator 9, no. 3 (2008): 161–168.
5. H. Curtis Wright, “Introduction“, en The Book of Mormon and Other Hidden Books: Out of Darkness Unto Light, x.
6. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Hay otros registros antiguos como el Libro de Mormón? (Mormón 8:16)”, KnoWhy 407, (13 de agosto de 2018); Book of Mormon Central en Español, “¿Son creíbles las descripciones de las planchas? (Testimonio de los Ocho Testigos)”, KnoWhy 403, (2 de agosto de 2018); Book of Mormon Central en Español, “¿Qué clase de metal utilizó Nefi para hacer las planchas? (1 Nefi 19:1)”, KnoWhy 22, (26 de enero de 2017).
7. Para conocer varias fuentes que resaltan los documentos de oro antiguos, véase H. Curtis Wright, Modern Presentism and Ancient Metallic Epigraphy (Salt Lake City, UT: Wings of Fire Press, 2006); Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books; William J. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates in the Ancient Mediterranean“, FARMS Review 19, no. 1 (2007): 37–54; H. Curtis Wright, “Ancient Burials of Metal Documents in Stone Boxes“, en By Study and Also By Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley, Volume 2, ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 273–334; Paul R. Cheesman, Ancient Writing on Metal Plates: Archaeological Findings Support Mormon Claims (Bountiful, UT: Horizon, 1985); Paul R. Cheesman, “Ancient Writing on Metal Plates“, Ensign, octubre de 1979, en línea en ChurchofJesusChrist.org; H. Curtis Wright, “Metallic Documents of Antiquity“, BYU Studies Quarterly 10, no. 4 (1970) 457–477; Daniel Johnson, “Metals and Gold Plates in Mesoamerica“, BMAF presentation, 2010, en línea en bmaf.org.
8. Véase Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 75–108.
9. Véase Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 31–58; Wright, “Ancient Burials of Metal Documents in Stone Boxes“, 273–334.
10. Véase John A. Tvedtnes, “Etruscan Gold Book from 600 B.C. Discovered“, Insights 23, no. 167 (2003): 1, 6; “Out of the Dust“, Journal of Book of Mormon Studies 14, no. 2 (2006): 65; Warren P. Aston, “The Rings That Bound the Gold Plates Together“, Insights 26, no 3. (2006): 3–4; Jeff Lindsay, “A ‘D’ for Plausibility of the Gold Plates: The Book of Mormon in an Interesting Bind“, en línea en mormanity.blogspot.com.
11. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué razón se habrá sellado un libro? (2 Nefi 27:10)”, KnoWhy 53, (7 de marzo de 2017); John W. Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents: From the Ancient World to the Book of Mormon“, en Mormons, Scripture, and the Ancient World: Studies in Honor of John L. Sorenson, ed. Davis Bitton (Provo, UT: FARMS, 1998), 391–444; John W. Welch y Kelsey D. Lambert, “Two Ancient Roman Plates“, BYU Studies 45, no. 2 (2006): 55–76.
12. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué razón se habrá sellado un libro? (2 Nefi 27:10)”, KnoWhy 53, (7 de marzo de 2017); Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 59–74; Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents“, 391–444; Welch and Lambert, “Two Ancient Roman Plates“, 55–76.
13. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué razón se habrá sellado un libro? (2 Nefi 27:10)”, KnoWhy 53, (7 de marzo de 2017); Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents“, 391–444.
14. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates“, 53.
15. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates“, 53.
16. Véase Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates“, 39–46, 48.
17. Para conocer una biografía extensa de registros de metales antiguos, véase Wright, Modern Presentism and Ancient Metallic Epigraphy, 133–346. Por su misma naturaleza, los documentos metálicos más grandes, como las historias u obras de literatura, habrían sido más costosas y largas de crear que, por ejemplo, pequeñas inscripciones monumentales. Probablemente hubieran tomado un conjunto único de circunstancias para que un antiguo gobernante o persona comisionara o inscribiera personalmente tales registros extensos. Para conocer comentarios sobre el Libro de Mormón como un documento de metal extenso, véase John A. Tvedtnes y Matthew Roper, “One Small Step“, FARMS Review 15, no. 1 (2003): 160–169; Kevin L. Barney, “A More Responsible Critique“, FARMS Review 15, no. 1 (2003): 104–111.
18. Véase David B. Honey y Michael P. Lyon, “An Inscribed Chinese Gold Plate in Its Context: Glimpses of the Sacred Center“, en The Disciple as Scholar: Essays on Scripture and the Ancient World in Honor of Richard Lloyd Anderson, ed. Stephen D. Ricks, Donald W. Parry y Andrew H. Hedges (Provo, UT: FARMS, 2000), 43. Curiosamente, el documento fue “encontrado en una caja de bronce dentro de una caja de piedra enterrado bajo una pagoda de cinco pisos” (p. 43).
19. Caroline Sorensen, “The Metallurgical Plausibility of the Gold Plates“, Summer Seminar on Mormon Culture, Working Papers (2011).
20. Honey y Lyon, “An Inscribed Chinese Gold Plate“, 42.
21. Honey y Lyon, “An Inscribed Chinese Gold Plate“, 42.
22. Véase Wright, “Metallic Documents of Antiquity“, 461.
23. Véase Wright, “Metallic Documents of Antiquity“, 461.
24. Véase Hans Gustav Güterbock, ed. “The Deeds of Suppiluliuma as Told by His Son, Mursili II”, Journal of Cunieform Studies 10, no. 2 (1956): 41–68, 75–98, 107–130. La implicación de que este registro fue grabado antiguamente en bronce viene del mismo texto. Uno de los colofones en el fragmento 28 dice: “Todavía no se ha hecho en una tabla de bronce”.
25. Véase Wright, “Metallic Documents of Antiquity“, 461; Cheesman, “Ancient Writing on Metal Plates“, en línea en ChurchofJesusChrist.org; Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 112. También se debe notar que una bendición del libro de Deuteronomio fue descubierta en hojas enrolladas de plata. Aunque son algo cortos, la inscripción hebrea en los pergaminos datan del siglo VII a. C., calificando como los fragmentos más antiguos del texto bíblico jamás descubierta. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Jesús hizo referencia a la bendición sacerdotal mencionada en el libro de Números capítulo 6? (3 Nefi 19:25)”, KnoWhy 212, (25 de septiembre de 2017); Dana M. Pike, “Israelite Inscriptions from the Time of Lehi“, en Glimpses of Lehi’s Jerusalem, ed. John W. Welch, David Rolph Seely y Jo Ann H. Seely (Provo, UT: FARMS, 2004), 213–215; William J. Adams Jr., “Lehi’s Jerusalem and Writing on Silver Plates“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 23–26; “Research and Perspectives: Scriptures on 2,600-Year-Old Silver Scrolls Found in Jerusalem“, Ensign, junio de 1987, en línea en ChurchofJesusChrist.org.
26. Algunos podrían argumentar que la amplitud del Libro de Mormón por sí misma hace improbable que sea el resultado de la sociedad antigua que heredó la tradición literaria hebrea. Sin embargo, los documentos metálicos antiguos son únicos por su tiempo y lugar. Siendo ese el caso, no hay razón lógica para descartar la posibilidad de que un documento metálico largo haya sido producido en Israel o por los israelitas desplazados de sus hogares.
27. Véase Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates“, 51–52.
28. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates“, 52.
29. Véase Janne M. Sjodahl, “The Book of Mormon Plates“, Journal of Book of Mormon Studies 10, no. 1 (2001): 22–24, 79. Se debe señalar que Henry Miller, la persona que escribió los caracteres hebreos para el experimento de Sjodahl, sugiere que incluso si él hubiera utilizado “caracteres más grandes” todo el texto del Libro de Mormón haya podido caber en 48 planchas (p. 23). En el año 2001, John Gee confirmó que las letras minúsculas hebreas utilizadas en el experimento de Sjodahl son, en promedio, aproximadamente equivalente en tamaño a una muestra de inscripciones hebreas antiguas. Gee reconoció que la escritura hebrea utilizada en el experimento de Sjodahl no fue el hebreo escrito en los días de Lehi, pero descubrió que era un “asunto menor”. John Gee, “Epigraphic Considerations on Janne Sjodahl’s Experiment with Nephite Writing“, Journal of Book of Mormon Studies 10, no. 1 (2001): 25. Esto es, al menos en parte, debido al hecho de que la mayoría, si no es que todo el Libro de Mormón fue escrito en caracteres de “egipcio reformado” que, por su propia naturaleza, era mucho más compacto que las letras hebreas preservadas entre los nefitas.
30. Véase Bruce E. Dale, “How Big A Book? Estimating the Total Surface Area of the Book of Mormon Plates“, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 25 (2017): 261–268.
31. Dale, “How Big A Book?” 268.
32. Estas son estimaciones debido a que el tamaño actual y la compacidad literaria de los caracteres utilizado sobre las planchas del Libro de Mormón son desconocidos, ni los lectores pueden estar seguros acerca de las dimensiones específicas de las mismas planchas.
33. Véase William J. Hamblin, “An Apologist for the Critics: Brent Lee Metcalfe’s Assumptions and Methodologies“, Review of Books on the Book of Mormon 6, no. 1 (1994): 462–470.
34. Véase Michael G. Reed, “The Notion of Metal Records in Joseph Smith’s Day“, Summer Seminar on Mormon Culture, Working Papers (2011).
35. Los autores proféticos del Libro de Mormón escribieron sobre metal porque estaban preocupados de que las verdaderas doctrinas e historia religiosa se transmitieran a generaciones futuras (véase, por ejemplo, 1 Nefi 4:15–17; 1 Nefi 5:19; 1 Nefi 9:2–5; 2 Nefi 27:9; Enós 1:13,16–18; Alma 37:8; Mormón 8:23; Moroni 10:27). Por lo tanto, los documentos de metal cortos típicamente utilizados para monumentos, tratados, decretos reales o memoriales no habrían sido suficientes. Los propósitos espirituales y literarios del Libro de Mormón requerían que sus autores no utilizaran conjuntos más grandes de registros de metal que son comúnmente conocidos en el mundo antiguo. Todo lo que se necesitaba para los autores del Libro de Mormón era utilizar un método ya conocido para guardar registros para sus propósitos únicos.
36. Véase Russell M. Nelson, “El Libro de Mormón: ¿Cómo sería su vida sin él?” Liahona, noviembre de 2017, en línea en ChurchofJesusChrist.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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