Los evangelios sinópticos registran que Jesús fue transfigurado en la presencia de Sus apóstoles Pedro, Jacobo y Juan (Mateo 17:1-13; Marcos 9:2-10; Lucas 9:28-36).1 Estos relatos concuerdan entre sí en los detalles generales de lo que ocurrió en la transfiguración:
Cada uno de los evangelios ofrecen detalles ligeramente diferentes que se agregan a este episodio. Por ejemplo, el evangelio de Mateo menciona que una voz del cielo (Dios el Padre) declaró no solamente que Jesús era Su hijo amado, sino que estaba “complacido” con Él (Mateo 17:5).2 Lucas menciona que los tres discípulos estaban rendidos de sueño durante una parte del evento (tal vez debido al esfuerzo que algunas veces acompaña a las visitaciones divinas o las manifestaciones) y que los tres se despertaron para contemplar la gloria de Jesús y a los dos seres celestiales que estaban con Él (Lucas 9:32).3 Solamente Mateo dice que Jesús los tocó y les pidió que se “levantaran” (Mateo 17:7). Los evangelios de Mateo y Marcos registran que el mismo Jesús les mandó a sus discípulos que no dijeran nada de lo que sucedió en esa ocasión (Mateo 17:9; Marcos 9:9), un detalle ausente en lo que menciona Lucas, aunque Marcos y también Lucas afirman que les pidió que a “nadie dijesen lo que habían visto” (Marcos 9:9-10; Lucas 9:36, véase también 9:21).
Las Escrituras de la restauración ofrecen una idea sobre este episodio. Una revelación recibida por el profeta José Smith en 1831 aclara que no hemos recibido un relato completo de lo que ocurrió en la transfiguración, pero que aparentemente incluye una visión concedida a los discípulos del final de la celestialización de la tierra (DyC 63:20–21).
Una variante textual en la traducción de José Smith de Marcos 9 también plantea preguntas acerca de precisamente quien se apareció a Jesús en la transfiguración:
Marcos 9:4 | TJS Marcos 9:3 |
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Y se les apareció Elías, junto con Moisés, y hablaban con Jesús.
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Y les apareció Elías con Moisés, o, en otras palabras, Juan el Bautista y Moisés, y hablaban con Jesús. |
Elías fue un gran profeta del Antiguo Testamento. Sin embargo, la interpretación de la TJS de este versículo en Marcos, junto con la explicación de Mateo 17:13, indican que los “discípulos entonces entendieron que les había hablado de Juan el Bautista, y también de otro que vendría a restaurar todas las cosas”. Puede ser que Juan el bautista y Moisés fueran los únicos en la transfiguración en lugar de Elías y Moisés. Además, el nombre Elías se puede referir a varios mensajeros que son llamados en calidad de un Elías, un precursor o preparador. Quizás entonces, Juan el bautista (Elías) vino a preparar a Jesús para que sea recibido en la presencia de los profetas trasladados, Moisés y Elías.4 Esta interpretación estaría en armonía con la forma en que Elías es utilizado ampliamente como un tipo de “precursor” o para alguien que viene como restaurador en las revelaciones de José Smith (y en el Nuevo Testamento e incluso otras literaturas cristianas del siglo XIX para el tema).5
Otra ocasión de “transfiguración” se registra en el Libro de Mormón (3 Nefi 28:15,17). Aquí, el Señor resucitado no fue quien se transfiguró. Él ya había sido glorificado. Pero tres de Sus discípulos escogidos en el nuevo mundo experimentaron un evento de transfiguración similar, incluyendo una mayor plenitud de bendiciones que las circunstancias permitieron a Pedro, Jacobo y Juan para que recibieran en medio de la ministración de Jesús en Galilea.
Como se registra en 3 Nefi, después de sus apariciones previas entre las personas justas en el templo de la tierra de Abundancia, el Jesús resucitado visitó de manera privada a Sus doce apóstoles del nuevo mundo y les ofreció la oportunidad de pedirle algo antes de que regresara al Padre (3 Nefi 28:1). Tres de esos discípulos nefitas querían pedir, pero “no se atrevían a decirle [a Jesús] lo que deseaban” (3 Nefi 28:5). Sin embargo, Jesús conocía sus deseos: “He aquí, conozco vuestros pensamientos, y habéis deseado lo que de mí deseó Juan, mi amado, quien me acompañó en mi ministerio, antes que yo fuese levantado por los judíos” (v. 6). En otras palabras, Jesús sabía que estos tres discípulos deseaban “[permanecer] hasta que [Jesús] venga en [Su] gloria” y de esta manera poder “[profetizar] ante naciones, tribus, lenguas y pueblos” (DyC 7:3).
En respuesta a su justo deseo, Jesús prometió a los tres discípulos nefitas:
Estas notables promesas de transformación divina fueron seguidas por una visión gloriosa. En esta visión “se abrieron los cielos, y ellos fueron arrebatados al cielo, y oyeron y vieron cosas inefables. Y se les prohibió hablar; ni tampoco les fue dado el poder para declarar las cosas que vieron y oyeron” (3 Nefi 28:13–14).
El texto en 3 Nefi llama explícitamente este evento en dos ocasiones “transfiguración” (3 Nefi 28:15,17), y menciona que los tres discípulos nefitas “fueron cambiados de este cuerpo de carne a un estado inmortal, de modo que pudieron contemplar las cosas de Dios” (v. 15). Aunque Mormón deseaba escribir más acerca de este incidente, incluyendo los nombres de los tres discípulos nefitas, se le prohibió hacerlo (v. 25). Lo que se le permitió decir fue que los tres discípulos nefitas “son como los ángeles de Dios; y si ruegan al Padre en el nombre de Jesús, pueden manifestarse a cualquier hombre que les parezca conveniente” (v. 30).
Los elementos compartidos en estos eventos de transfiguración mencionados en los evangelios sinópicos y en 3 Nefi invitan a preguntar: ¿Se puede discernir un patrón más amplio de representaciones sagradas del templo al fondo de estos dos encuentros con lo divino? ¿Y por qué sería el templo del antiguo Israel un punto de origen común que los relaciona? Debido a que la ley de Moisés y el templo de Jerusalén eran fundamentales tanto para los judíos en Galilea como para los nefitas en la tierra de Abundancia, uno no debe sorprenderse de encontrar a Moisés y al santo templo del Israel antiguo como un precedente para estas dos esferas.
De hecho, los relatos del Nuevo Testamento sobre la transfiguración de Jesús comparten varios elementos del encuentro de Moisés con Dios sobre el monte (así como con otros motivos judíos).6 Lo más obvio de esto es el entorno de un monte alto, Jesús siendo acompañado en el monte por tres personas, una nube cubre la escena, una voz celestial venía de la nube, el cambio del rostro de Jesús y su ropa blanca.
Moisés (Éxodo 19, 24, 34) | Jesús (Mateo 17:1–13; Marcos 9:2–10; Lucas 9:28–36) |
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Moisés asciende a un monte (Éxodo 19:20). | Jesús asciende a un monte alto. |
Moisés asciende a un monte con tres personas (Aarón, Nadab, Abiú) y setenta ancianos (Éxodo 24:1,9).
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Jesús está acompañado por Pedro, Jacobo y Juan. |
La gloria de Jehová y su presencia está oculta por una nube (Éxodo 24:15).
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Una nube ensombrece la escena. |
Una voz habla “de en medio de la nube” (Éxodo 24:16).
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Una voz habla desde la nube. |
Moisés se transfigura y su piel brilla cuando termina de hablar con Dios (Éxodo 34:29). | Jesús se transfigura; Sus ropas se vuelven sumamente blancas y su apariencia cambia. |
Los hijos de Israel “tuvieron miedo de acercarse” a Moisés después de que descendió del monte (Éxodo 34:30). | Los discípulos tienen miedo durante el evento. |
El hecho de que el mismo Moisés fue uno de los personajes que aparecieron a Jesús y a los discípulos durante la transfiguración deja pocas dudas de que los autores de los evangelios deseaban que sus lectores vincularan temáticamente la experiencia sobrenatural del legislador y profeta Moisés del Antiguo Testamento con la de Jesús.7
Además, el elemento de Pedro deseando hacer “enramadas” para Jesús y Elías asocia adicionalmente este episodio con el templo. La palabra hebrea utilizada para describir las “enramadas” que Pedro deseaba hacer (skēnē) es la misma palabra utilizada en la traducción griega antigua de la Biblia hebrea para el tabernáculo de Moisés. Algunos eruditos han sugerido paralelos entre la transfiguración y la Fiesta de Tabernáculos judía.8
A lo largo de los siglos, los cristianos también han reconocido el significado que la transfiguración de Jesús tuvo en la doctrina de la theosis o la deificación (las enseñanzas de que los discípulos de Cristo tienen el potencial de llegar a ser como Dios).9 Varios elementos en la narrativa de la transfiguración fueron vinculados a la gloriosa transformación de creyentes en el tiempo del regreso de Jesús en la literatura cristiana temprana.10 Tal como un erudito lo señaló: “Este sentido de transformación, theosis, se puede detectar en [el] relato de la transfiguración”.11
De la misma manera, los temas del templo y la deificación también son inconfundibles en la transfiguración de los tres discípulos nefitas, como cuando se les prometió que disfrutarían de una “plenitud de gozo” y que se “[sentarán] en el reino [del] Padre” donde serían uno con Jesús y el Padre (3 Nefi 28:10). El detalle de que los tres discípulos nefitas “fueron arrebatados al cielo, y oyeron y vieron cosas inefables”—cosas que les fueron prohibidas hablar—adicionalmente vincularon este pasaje con el templo y con el proceso de llegar a ser como Dios.12
Aunque solamente podemos tener una pequeña idea del poder y la expansión de cada una de estas experiencias de transfiguración de Moisés, Jesús y los tres nefitas, podemos comenzar a absorber más del espíritu de la santa promesa en nuestras almas al escudriñarlas y cómo se entrelazan.
No es de extrañar que el Salvador, Moisés, Elías y otro Elías (¿Juan el Bautista?) eligieran aparecer a José Smith y Oliver Cowdery en el templo de Kirtland cuando llegó el tiempo de restaurar las llaves importantes del sacerdocio (DyC 110). Estas llaves permitirían al profeta restaurar las ordenanzas del templo, reunir a la casa de Israel y poner a disposición las bendiciones de Abraham, brindando así a los hijos de Dios la oportunidad de regresar a la presencia del Padre y participar de la vida eterna, la exaltación y una plenitud de gozo (DyC 124:37–44; 132:7–24).13
Este KnoWhy fue posible gracias al generoso apoyo de la familia Dow y Lynne Wilson.
Robert L. Millet, “Make Your Calling and Election Sure“, en The Ministry of Peter, the Chief Apostle, ed. Frank F. Judd Jr., Eric D. Huntsman y Shon D. Hopkin (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2014), 267–282.
Kenneth L. Alford, “I Will Send You Elijah the Prophet“, en You Shall Have My Word: Exploring the Text of the Doctrine and Covenants, ed. Scott C. Esplin, Richard O. Cowan y Rachel Cope (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2012), 34–349.
Clyde J. Williams, “The Three Nephites and the Doctrine of Translation“, en 3 Nephi 9–30, This Is My Gospel, Book of Mormon Symposium Series, Volume 8, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, 1993), 237–251.
1. Mateo y Marcos mencionan que la transfiguración tuvo lugar cerca de Cesarea de Filipo no mucho después de que Pedro testificara que Jesús era el Cristo y recibiera el poder sellador (Mateo 16:13-20; Marcos 8:27-33). Lucas no da ninguna indicación geográfica de la transfiguración pero menciona que tuvo lugar poco después del mismo incidente (Lucas 9:18-22).
2. Los otros ejemplos registrados en las Escrituras donde el Padre declara la divina filiación de Jesús incluyen el bautismo de Jesús (Mateo 3:17; Marcos 1:11; Lucas 3:22), cuando aparece a los nefitas (3 Nefi 11:7) y la primera visión de José Smith (JSH 1:17). Las pequeñas variaciones entre estos testimonios son dignas de mencionarse. En el bautismo de Jesús, la voz del Padre declaró que Él estaba “complacido” con Su hijo. Cuando el Salvador apareció a los nefitas, el Padre testificó que Jesús era “en quien [el Padre había] glorificado [su] nombre” por medio de la expiación y resurrección que su hijo había realizado. Él también mandó a los nefitas que escucharan a Su hijo. De la misma manera, cuando el Padre y el Hijo aparecieron al joven José Smith, el Padre mandó a José que escuchara las palabras de Su hijo, una similitud con la instrucción dada en la transfiguración en 3 Nefi. Estas variaciones parecen indicar que el contenido del testimonio del Padre acerca de Su hijo estaba supeditado al entorno y a la audiencia que recibe el testimonio.
3. Compárese con la primera visión de José Smith donde él registró: “Cuando otra vez volví en mí, me encontré de espaldas mirando hacia el cielo. Al retirarse la luz, me quedé sin fuerzas, pero poco después, habiéndome recobrado hasta cierto punto, volví a casa”.(JSH 1:20).
4. Es interesante señalar que José Smith no hizo los mismos cambios a los versículos en Mateo y Lucas identificando a Elías y a Moisés como aquellos que conversaron con Jesús.
5. Véase la discusión completa en Robert Boylan, “‘Elias’ as a ‘forerunner’ in LDS Scripture“, Scriptural Mormonism blog (10 de agosto de 2014), en línea en www.scripturalmormonism.blogspot.com. Véase también el comentario en Grant Underwood, “Joseph Smith and the King James Bible”, en The King James Bible and the Restoration, ed. Kent P. Jackson (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2011), 223–224. “Aunque José Smith estaba familiarizado limitadamente con el griego del Nuevo Testamento, él ocasionalmente llegaba a nuevas ideas con respecto a ciertas palabras griegas en la Biblia. ‘Elías’, por ejemplo, es la transliteración griega del nombre hebreo Elijah o Eliyahu. Sin embargo, debido a que los traductores de la versión King James (KJV) consistentemente emitieron o transcribieron los nombres al inglés directamente del idioma con el cual estaban trabajando, Elijah, tal como aparece en el Antiguo Testamento, nunca aparece en el Nuevo Testamento, creando dos versiones del mismo nombre: Elijah y Elias. Incluso en pasajes en la KJV como Santiago 5:17 o Romanos 11:2, donde el texto adjunto hace referencia inequívocamente al profeta Elijah del Antiguo Testamento, los traductores de King James utilizaron la transliteración Elias. La contemplación semi ambigua a las referencias de Elías en el Nuevo Testamento de la KJV llevó al profeta a la novedosa realización de que Elías era más que una simple persona, que Elías era en realidad el título de diferentes personas que, al igual que Juan el bautista, servían en ‘el espíritu y el poder de Elías… a fin de preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto’ (Lucas 1:17) o que ayudó en la ‘restauración de todas las cosas’ (DyC 27:6). Además de Juan el bautista, José Smith aprendió que el ángel Gabriel, quien visitó a Zacarías era un Elías (véase DyC 27:7) y que la misión final de Juan el revelador de ayudar a reunir a las tribus de Israel lo calificaba a él también para ser un Elías de los últimos días (véase DyC 77:14). Además, antes de la visita de Elías al profeta José Smith y a Oliver Cowdery en el templo de Kirtland, incluso apareció otro Elías ‘y entregó la dispensación del evangelio de Abraham” (DyC 110:12).
6. Herbert W. Basser, “The Jewish Roots of the Transfiguration”, Bible Review, junio de 1998, 30–35.
7. Véase adicionalmente Scott Connell, “Implications for Worship from the Mount of Transfiguration”, Artistic Theologian 4 (2016): esp. 33–39. Armand Puig Tàrrech, “The Glory on the Mountain: The Episode of the Transfiguration of Jesus”, New Testament Studies 58 (2012):154–156, señala que las similitudes con Moisés no deben ser exageradas, pero sin embargo reconocidas por ellos. Para conocer una discusión más amplia de los temas literarios y teológicos compartidos en la historia de la transfiguración con la escritura del Antiguo Testamento y otros escritos judíos, véase A. D. A. Moses, Matthew’s Transfiguration Story and Jewish-Christian Controversy (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1996), esp. 50–113.
8. Margaret Barker, Temple Mysticism: An Introduction (London: SPCK, 2011), 58; Tàrrech, “The Glory on the Mountain”, 156–158.
9. Véase por ejemplo el análisis en Norman Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition (New York, NY: Oxford University Press, 2004), 200, 259, 292–293, 295, 311. Para conocer la perspectiva santo de los últimos días sobre esta enseñanza, véase “Llegar a ser como Dios“, Ensayos sobre Temas del Evangelio, en línea en www.lds.org.
10. Simon S. Lee, Jesus’ Transfiguration and the Believers’ Transformation: A Study of the Transfiguration and Its Development in Early Christian Writings (Tübingen: Mohr Siebeck, 2009), 213–214. Véase también el análisis en Crispin H. T. Fletcher-Louis, Luke-Acts: Angels, Christology, and Soteriology (Tübingen: Mohr Siebeck, 1997), 38–50, 222–224.
11. Margaret Barker, Temple Themes in Christian Worship (London: T&T Clark, 2007), 114.
12. Clyde J. Williams, “The Three Nephites and the Doctrine of Translation“, en 3 Nephi 9–30, This Is My Gospel, Book of Mormon Symposium Series, volumen 8, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, 1993), 237–251.
13. En un mensaje pronunciado entre el 26 de junio y el 4 de agosto de 1839, el profeta enseñó: “El sacerdocio es sempiterno. El Salvador, Moisés y Elías le dieron las llaves a Pedro, Santiago y Juan en el monte cuando se transfiguraron ante él. El Salvador, Moisés y Elías entregaron las llaves a Pedro, Santiago y Juan en el monte, cuando ellos se transfiguraron ante Él. El sacerdocio es sempiterno; es sin principio de días ni fin de años, sin padre ni madre, etc”. Sermón, entre cerca del 26 de junio y cerca del 4 de agosto 1839–A, tal como fue reportado por Willard Richards, en línea en www.josephsmithpapers.org, puntuación y deletreo actualizado. Véase también El sacerdocio sempiterno, “José Smith: Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia”, en línea en www.lds.org. Por lo tanto, se puede trazar una clara línea de las llaves dadas a Pedro, Jacobo y Juan en la transfiguración con las llaves restauradas a José Smith en el templo de Kirtland.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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