La necesidad de que los seguidores de Cristo nazcan de nuevo como se describe en Juan 3:3, es una de las doctrinas más conocidas en el Nuevo Testamento.1 Da a entender la necesidad universal que tiene la humanidad de una transformación espiritual y ofrece esperanza de que tal cambio puede llegar a todo el que lo busque. Sin embargo, esta doctrina ha llegado a ser un tema de debate y controversia entre los cristianos. Afortunadamente, el Libro de Mormón menciona “nacer de nuevo” o “nacer de Dios” en varias ocasiones. Estos pasajes relevantes, cuando se correlacionan con otras escrituras y las revelaciones de los últimos días, ofrecen ejemplos vívidamente interesantes y explicaciones espiritualmente impresionantes que aclaran y profundizan la comprensión de cualquier lector de lo que significa “nacer de nuevo”.2
Un ejemplo fascinante viene de la historia de Alma hijo. Después de ser reprendido por un ángel, Alma cayó en una condición débil e indefensa donde él no podía hablar y sus miembros perdieron su fuerza. Cuando Alma despertó de este estado, declaró:
[M]e he arrepentido de mis pecados, y el Señor me ha redimido; he aquí, he nacido del Espíritu. Y el Señor me dijo: No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas; y así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan esto, de ningún modo pueden heredar el reino de Dios. (Mosíah 27:24–26)3
El lenguaje de Alma se remite al famoso discurso del rey Benjamín donde declara a su pueblo:
Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas. … quisiera que tomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo, todos vosotros que habéis hecho convenio con Dios de ser obedientes hasta el fin de vuestras vidas. (Mosíah 5:7–8)4
Finalmente, cuando Alma estaba predicando al pueblo de Zarahemla, les hizo varias preguntas con respecto al renacimiento espiritual. La experiencia angustiosa de Alma con el renacimiento espiritual hace que estas preguntas sean especialmente esclarecedoras:
Y ahora os pregunto, hermanos míos de la iglesia: ¿Habéis nacido espiritualmente de Dios? ¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros? ¿Habéis experimentado este potente cambio en vuestros corazones? ¿Ejercéis la fe en la redención de aquel que os creó? … Os digo: ¿Podréis mirar a Dios en aquel día con un corazón puro y manos limpias? (Alma 5:14–15,19)5
Entre los muchos puntos que se pueden tomar de estos pasajes del Libro de Mormón están los siguientes:
Si bien los pasajes antes mencionados no representan todo lo que el Libro de Mormón enseña acerca de nacer de nuevo, dan una buena descripción de sus enseñanzas sobre el tema. Lo que debe ser claro es que, en lugar de ser un evento singular u ocurrencia, nacer de nuevo es un proceso de renacimiento y refinamiento espiritual.8 Comienza con un convenio sagrado o un compromiso de cambiar nuestras vidas, el cual se formaliza con el bautismo,9 y luego requiere una fe duradera, arrepentimiento y pureza espiritual de nuestra parte—tanto en nuestras acciones como intenciones.10 Con el fin de facilitar el proceso de refinamiento espiritual, el don del Espíritu Santo se confiere (por la imposición de manos) sobre todos aquellos que son bautizados (véase Moroni 2; 3 Nefi 19:20–22).
En respuesta a nuestros sinceros y persistentes esfuerzos de ejercitar la fe y el arrepentimiento, nuestros corazones serán espiritualmente transformados por medio del poder de Cristo para que “ya no [tengamos] más disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente” (Mosíah 5:2). Como S. Michael Wilcox ha señalado: “Siempre que el Libro de Mormón habla de nacer de nuevo, el propósito es que cambie el corazón”.11 Entonces esta transformación interna actúa como un precursor de una transformación eterna y permanentemente externa de nuestros cuerpos físicos, que se facilitará por medio de la resurrección de Cristo.12
Este proceso dual de transformación, primero espiritual y luego físico,13 esta acertadamente representado por la ordenanza del bautismo, el cual de varias maneras simboliza el nacimiento, la muerte y resurrección.14 Si bien el bautismo de hecho es un evento, el proceso de volver a nacer el cual inicia simbólicamente es un esfuerzo de toda la vida.15 Aunque en ocasiones algunas personas pueden experimentar un cambio espiritual dramático y rápido, como el apóstol Pablo y Alma hijo, ellos todavía debían “ser obedientes hasta el fin de [sus] vidas” (Mosíah 5:8). De otra manera, la transformación espiritual positiva que experimentaron se revertirá. Tal como Mormón advirtió, su estado “llega a ser más empedernido, y así su condición es peor que si nunca hubiese conocido [o experimentado] estas cosas” (Alma 24:30).16
Con estos principios en mente, los lectores pueden preguntarse dónde se encuentran personalmente en este proceso de renacimiento espiritual. El élder Bruce R. McConkie enseñó que la respuesta se puede encontrar en el Libro de Mormón:
Lea el quinto capítulo de Alma para la recitación de las pruebas que le indican a una persona si ha nacido de nuevo y cómo lo sabe. Usted sabe si ha nacido de nuevo o conoce el grado en que ha nacido de nuevo; es la medida en la que usted guarda los mandamientos y alimenta las ovejas del Señor y fortalece a sus hermanos. En otras palabras, es la medida en que usted se relaciona en las cosas del Espíritu, en las cosas de la iglesia.17
Es cierto que lo que hacemos de manera externa ciertamente es importante, el Libro de Mormón demuestra que lo que llegamos a ser internamente tiene un significado más grande.18 Finalmente, cuando verdaderamente venimos a Cristo, el cambio interior que tanto deseamos será permanentemente “grabad[o]” sobre nosotros (Alma 5:19). Llegamos a ser “nuevas criaturas” en Cristo (Mosíah 27:26), quien nos “sellar[á] como suyos” por medio del poder infinito de Su expiación y resurrección (Mosíah 5:15). Mejor que cualquier otro libro de escrituras, el Libro de Mormón describe este proceso de una profunda transformación espiritual, proporcionando a los lectores un claro camino hacia la vida eterna.
Este KnoWhy fue posible gracias al generoso apoyo de The Welch Family Trust.
D. Todd Christofferson, “Nacer de nuevo“, Liahona, mayo de 2008, en línea en lds.org.
Jerome M. Perkins, “Alma the Younger: A Disciple’s Quest to Become“, en Living the Book of Mormon: Abiding by Its Precepts, ed. Gaye Strathearn y Charles Swift (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2007), 151–162.
Brent L. Top, “Spiritual Rebirth: Have Ye Been Born of God?quot; en The Book of Mormon and the Message of The Four Gospels, ed. Ray L. Huntington y Terry B. Ball (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2001), 201–217.
James E. Faust, “Nacer de nuevo“, Liahona, mayo de 2001, en línea en lds.org.
S. Michael Wilcox, “Spiritual Rebirth“, en Mosiah, Salvation Only Through Christ, Book of Mormon Symposium Series, Volume 5, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1991), 247–260.
1. Para conocer otras referencias de “nacer de nuevo” o “nacer de Dios” en el Nuevo Testamento, véase 1 Pedro 1:23; 1 Juan 3:9–10; 1 Juan 4:7; 1 Juan 5:1,4.
2. Para una descripción general de este tema, véase Ed J. Pinegar, “Born of God“, Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 1:218–219.
3. Para conocer más análisis sobre la conversión de Alma, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué se convirtió Alma? (Alma 36:21)“, KnoWhy 144, (24 de junio de 2017); S. Kent Brown, “Alma’s Conversion: Reminiscences in His Sermons“, en Alma, The Testimony of the Word, Book of Mormon Symposium Series, Volume 6, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1992), 141–156; reimpreso en S. Kent Brown, From Jerusalem to Zarahemla: Literary and Historical Studies of the Book of Mormon (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1998), 113–127; John W. Welch, “Three Accounts of Alma’s Conversion“, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 150–153; John W. Welch y J. Gregory Welch, Charting the Book of Mormon: Visual Aids for Personal Study and Teaching (Provo, UT: FARMS, 199), tablas 106–107; Jerome M. Perkins, “Alma the Younger: A Disciple’s Quest to Become“, en Living the Book of Mormon: Abiding by Its Precepts, ed. Gaye Strathearn y Charles Swift (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2007), 151–162.
4. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué el rey Benjamín dijo que su pueblo serían hijos e hijas a la diestra de Dios? (Mosíah 5:7)“, KnoWhy 307, (7 de febrero de 2017); Matthew L. Bowen, “Becoming Sons and Daughters at God’s Right Hand: King Benjamin’s Rhetorical Wordplay on His Own Name“, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 21, no. 2 (2012): 2–13; Robert L. Millet, “The Ministry of the Father and the Son“, en The Book of Mormon: The Keystone Scripture, ed. Paul R. Cheesman, S. Kent Brown y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1988), 57–60.
5. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Alma les preguntó a los miembros de la iglesia cincuenta preguntas interrogatorias? (Alma 5:14–15)“, KnoWhy 112, (18 de mayo de 2017).
6. Al contrario, aquellos que permanecen en sus pecados y nunca renacen espiritualmente son los “hijos del reino del diablo” (Alma 5:25; cf. Mosíah 5:10).
7. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué preguntó Alma sobre tener la imagen de Dios grabada en el semblante? (Alma 5:19)“, KnoWhy 295, (22 de enero de 2018).
8. Para conocer los comentarios de varios malentendidos cristianos sobre el proceso del renacimiento espiritual, véase Robert L. Millet, “Joseph Smith Encounters Calvinism“, BYU Studies Quarterly 50, no. 4 (2011): 23–24: “Cuando los hombres y mujeres sinceramente clavan sus pecados en la cruz de Cristo, su identidad cambia y su naturaleza es transformada. Y sin embargo, como la mayoría de los escritores cristianos han señalado recientemente, muchos que profesan ser cristianos han caminado por un pasillo, han firmado una tarjeta, han orado y aún no han abandonado lo mundano. Sus acciones no corresponden con sus palabras: ellos no viven esencialmente de manera diferente que las personas del mundo. ¿Por qué? El consenso entre muchos de estos recientes autores cristianos es que se ha dado mucho énfasis en que la salvación es gratis, por la gracia de la deidad y en la advertencia en contra de la obediencia legalista, y se ha dado poco énfasis en el discipulado asociado con la invitación del Salvador: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23), o: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). La salvación ha sido apartada del discipulado. La conversión y el nacer de nuevo han sido separados de la obediencia. Se ha construido un muro no deseado entre la justificación y la santificación”.
9. Brent L. Top ha descrito el bautismo como la “puerta al renacimiento espiritual”. Brent L. Top, “Spiritual Rebirth: Have Ye Been Born of God?” en The Book of Mormon and the Message of The Four Gospels, ed. Ray L. Huntington y Terry B. Ball (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2001), 202.
10. Véase élder D. Todd Christofferson, “Nacer de nuevo“, Liahona, mayo de 2008, en línea en lds.org: “Se preguntarán: ‘¿Por qué no se produce ese gran cambio más rápido en mí?’. Deben recordar que los sorprendentes ejemplos del pueblo del rey Benjamín, de Alma y de otras personas en las Escrituras son solo eso: extraordinarios y no comunes. Para la mayoría de nosotros los cambios son graduales y llevan tiempo. Volver a nacer, a diferencia del nacimiento físico, es más un proceso que un acontecimiento, y el dedicarnos a ese proceso es el propósito central de la vida terrenal”.
11. Véase S. Michael Wilcox, “Spiritual Rebirth“, en Mosiah, Salvation Only Through Christ, Book of Mormon Symposium Series, Volume 5, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1991), 251.
12. Véase 3 Nefi 28:39; DyC 76:70.
13. En un pasaje que explica esta dualidad en todas las creaciones de Dios, el Señor declaró que “tal como las palabras han salido de mi boca, así se cumplirán, para que lo primero sea postrero, y lo postrero sea primero en todas las cosas que he creado por la palabra de mi poder, que es el poder de mi Espíritu” (DyC 29:30).
14. Véase Noel B. Reynolds, “Understanding Christian Baptism through the Book of Mormon“, BYU Studies Quarterly 51, no. 2 (2012): 3–37.
15. Véase Joseph Fielding McConkie y Robert L. Millet, Doctrinal Commentary on the Book of Mormon, Volume Two: Jacob through Mosiah (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1988), 174.
16. Véase también, DyC 20:32.
17. Bruce R. McConkie, “Be Ye Converted”, discurso dado en la conferencia de estaca de BYU First Stake Quarterly (11 de febrero de 1968), como se cita en Larry E. Dahl, “The Doctrine of Christ: 2 Nephi 31–32“, en Second Nephi, The Doctrinal Structure, Book of Mormon Symposium Series, Volume 3, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1989), 367.
18. Por ejemplo, los profetas del Libro de Mormón reconocieron en varias ocasiones que llegar a ser interiormente “vivificados en Cristo” tiene un gran valor que simplemente cumplir con desarrollar las ordenanzas exteriores (véase 2 Nefi 25:25; cf. Mosíah 13:27–32).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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