Uno de los primeros convenios con promesa que el Señor dio a Lehi y a su posteridad poco después de llegar al hemisferio occidental fue: “En tanto que tus descendientes guarden mis mandamientos, prosperarán en la tierra de promisión” (1 Nefi 4:14; cf. 1 Nefi 2:20). Esta declaración y promesa se repite en todo el Libro de Mormón—de que Lehi y sus descendientes heredarían una “tierra de promisión” en el nuevo mundo. Este convenio fue ligado con el convenio del Señor con este remanente de la casa de Israel y fue fundamental para la visión nefita de la tierra y su historia (2 Nefi 1)1.
El Libro de Mormón describe la identidad e importancia de esta “tierra de promisión” de varias maneras. Estas incluyen:
DESCRIPCIÓN | Referencia |
---|---|
“Una tierra que [el Señor ha] preparado” | 1 Nefi 2:20 |
“una tierra escogida sobre todas las demás” | 2 Nefi 1:5 |
“preciosa” | 2 Nefi 1:10 |
“la tierra de tu herencia” | 2 Nefi 10:10 |
“una tierra de libertad” | 2 Nefi 10:11 |
“preservado” | Éter 2:7 |
Los profetas Éter y Moroni profetizaron que una “Nueva Jerusalén” sería edificada en la tierra de promisión (Éter 13:3-6; cf. 3 Nefi 21:23–24). Sin embargo, estos profetas dejaron en claro que la Nueva Jerusalén solamente podría ser edificada sobre los principios de rectitud y guardando los mandamientos del Señor, aquellos que vivan en la tierra de promisión recibirán las bendiciones del convenio. De otra manera, “los juicios del que es justo descenderán sobre ellos… y les quitará la tierra de sus posesiones” y “serían exterminados cuando cayera sobre ellos la plenitud de su ira” (2 Nefi 1:10-11; Éter 2:8).
Debido a que el Libro de Mormón no menciona dónde se ubicó específicamente la “tierra de promisión” en el nuevo mundo o su rango o extensión, los lectores interesados en el libro han intentado contestar estas preguntas. Históricamente, los líderes de los santos de los últimos días han entendido que la tierra de promisión dada a Lehi y a sus descendientes abarca el espacio de América del Norte y del Sur. Por ejemplo, el élder Orson Pratt, escribiendo en 1840, enseñó que “el Señor dio a la [semilla de Lehi] todo el continente, como una tierra de promisión y Él prometió que ellos y sus hijos después de ellos, la heredarían, en condición de su obediencia a sus mandamientos”2. El élder B. H. Roberts de manera similar declaró: “El Libro de Mormón enseña que los dos continentes americanos [Norte y Sur América] son la tierra de promisión, consagrada para los justos y la libertad y especialmente dedicada a la semilla del patriarca José, hijo de Jacob, de fama bíblica y a la raza de los gentiles, que en los últimos días serán congregados en la tierra así como también los descendientes de José”3. En 1968 el presidente Alvin R. Dyer de la misma manera enseñó: “América o el continente americano, es la tierra de promisión y escogida, escogida sobre todas las demás”4.
Sion está relacionado con el concepto de la tierra de promisión y la Nueva Jerusalén. La revelación moderna identifica al condado de Jackson, Missouri como la tierra “la cual [el Señor ha] señalado y consagrado para el recogimiento de los santos” como “la tierra prometida y el sitio para la ciudad de Sion” (DyC 57:1-2). Mientras que este uso de la tierra de Sion hace referencia a una localización específica (como se identifica a Sion con la vieja ciudad de Jerusalén en la Biblia hebrea), el concepto más amplio de Sion puede tomar varios significados dependiendo el contexto5.
De hecho, el profeta José Smith en una ocasión declaró que “todo el norte y el sur de América es Sion. El monte de la casa del Señor está en el centro del norte y el sur de América”6. Él también enseñó que mientras Sion “consiste en todo el norte y el sur de América”, también incluye “cualquier lugar donde los santos se reúnan”7. Por lo tanto, él incluyó en sus trece artículos de fe la creencia “en la congregación literal del pueblo de Israel y en la restauración de las diez tribus” y que Sion (en otras palabras, la Nueva Jerusalén) “será edificada sobre el continente americano; que Cristo reinará personalmente sobre la tierra” (A. de F. 10). Esta comprensión ha sido compartida ampliamente por los profetas incluyendo a Brigham Young8, Wilford Woodruff,9 Heber J. Grant10, David O. McKay11, Spencer W. Kimball12 y Ezra Taft Benson13.
En cualquier lugar que uno piense que la “tierra de promisión” de Lehi pudo haberse localizado en el hemisferio occidental, el convenio y promesa de refugio y herencia dependían de las condiciones de rectitud y fidelidad a los mandamientos del Señor (Éter 2:8)14. Como fue el caso del convenio de Jehová con el padre Abraham, los convenios del Señor con el padre Lehi también dependían de la fidelidad. Por lo tanto, todos pueden saber con seguridad que lo más importante acerca de cualquier “tierra de promisión” es tener en cuenta que la plenitud de las bendiciones del Señor vienen por ser diligentes en guardar los sagrados convenios.
Este punto ha sido enfatizado por el presidente Russell M. Nelson. “La opción de venir a Cristo no depende del lugar donde se viva”, él enseñó, “sino que es asunto de dedicación individual”.
Las personas pueden “[ser llevadas] al conocimiento del Señor” sin dejar sus hogares. Es verdad que, en los primeros días de la iglesia, la conversión también significaba que debían emigrar también. Pero ahora el recogimiento ahora tiene lugar en cada nación. El Señor ha decretado el establecimiento de Sion en cada reino donde Él ha dado a sus santos su nacimiento y nacionalidad. Las Escrituras predicen que las personas “[serán reunidas] en las tierras de su herencia, y [serán establecidas] en todas sus tierras de promisión”. “Cada nación es el lugar de recogimiento de su propia gente”. El lugar del recogimiento de los santos brasileños es Brasil; el lugar de recogimiento de los nigerianos es Nigeria, el lugar de recogimiento de los santos coreanos es Corea, etc. Sion es “los puros de corazón”. Sion está dondequiera que estén los santos justos. Las publicaciones, comunicaciones y congregaciones son de tal manera que casi todos los miembros tienen acceso a las doctrinas, llaves, ordenanzas y bendiciones del evangelio, independientemente de su ubicación.
El presidente Nelson concluyó: “La seguridad espiritual siempre dependerá de la forma en que se viva y no de dónde se viva. Los santos de todos los países tienen el mismo derecho a recibir las bendiciones del Señor”15. Por lo que, mientras que el Libro de Mormón enseña que lo que ahora es llamado el continente americano era la “tierra de promisión” para la descendencia de Lehi y que los eventos posteriores sobre esta tierra de promisión tendrían una función importante en la restauración del evangelio, los ideales y bendiciones de Sion son universales y aplican a los hombres y mujeres en todas las tierras o países que hacen convenio de servir al Señor o hacer Su voluntad. Esto incluye recordar al Señor y Su bondad, respetar la tierra y toda Su creación, mantener las cosas sagradas puras y protegidas, obedecer todos sus mandamientos, amarlo con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza (Deuteronomio 6:5) y a nuestro prójimo como a uno mismo (Levítico 19:18).
A nivel individual, a cada miembro del convenio del Señor se le ha prometido una “tierra de promisión” personal. El élder L. Whitney Clayton declaró que esta tierra personal “usualmente no es un lugar” sino que es una manera de ser que se encuentra “en la forma en que vivimos cada día, enfrentamos cada desafío y seguimos adelante con fe”. Aunque a veces nos desanimamos por pruebas personales u oposición mundana, “La tierra prometida, su tierra prometida, realmente está ahí. Si sigues la admonición del Señor, realmente habitaras esa tierra rica y cosecharas bendiciones”16.
W. D. Davies, “Israel, the Mormons and the Land”, en Reflections on Mormonism: Judaeo-Christian Parallels, ed. Truman G. Madsen (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1978), 79–97.
Philip M. Flammer, “A Land of Promise Choice above All Other Lands”, en First Nephi, The Doctrinal Foundation, Book of Mormon Symposium Series, Volume 2, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1988), 217–229.
Alan K. Parrish, “Lehi and the Covenant of the Promised Land: A Modern Appraisal”, en Second Nephi, The Doctrinal Structure, Book of Mormon Symposium Series, Volume 3, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1989), 39–59.
Douglas Brinley, “The Promised Land and Its Covenant Peoples”, en The Book of Mormon: Helaman Through 3 Nephi 8, According To Thy Word, Book of Mormon Symposium Series, Volume 7, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, Utah: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1992) 39–64.
Steven L. Olsen, “Prospering in the Land of Promise”, FARMS Review 22, no. 1 (2010): 229–232.
1. Véase más adelante, Steven L. Olsen, “Prospering in the Land of Promise”, FARMS Review 22, no. 1 (2010): 229–45; “The Covenant of the Promised Land: Territorial Symbolism in the Book of Mormon“, FARMS Review 22, no. 2 (2010): 137–154.
2. Orson Pratt, A[n] Interesting Account of Several Remarkable Visions (Edinburgh, Scotland: Ballantyne and Hughes, 1840): 17, en línea en josephsmithpapers.org. El élder Pratt, en la misma publicación (pp. 16, 21), entendió que el Libro de Mormón describe a la colonia de Lehi desembarcando en Sudamérica y que siglos después “los lamanitas… habitaron en Sudamérica y los nefitas en América del Norte”, dejando en claro que Pratt tiene en mente al hemisferio de la geografía del nuevo mundo en sus comentarios. Esto tiene sentido basándonos en la forma en que el inglés contemporáneo del siglo XIX definía el concepto del “continente americano”. Véase “America“, en American Dictionary of the English Language, en línea en webstersdictionary1828.com.
3. B. H. Roberts, Defense of the Faith and the Saints, 2 vols. (Salt Lake City, UT: Deseret News, 1907), 1:403.
4. Alvin R. Dyer, Conference Report, octubre de 1968, 110.
5. Esto incluye: El convenio del Señor con su pueblo (DyC 97:21, Moisés 7:18); la ciudad de Enoc (DyC 38:4; Moisés 7:18–69); la Jerusalén del viejo mundo (2 Samuel 5:6–7; 1 Reyes 8:1); la Nueva Jerusalén en el condado de Jackson (DyC 84:1–4); todo el norte y el sur de América (Enseñanzas del profeta José Smith, 362, DyC 133); la morada de seres exaltados (Hebreos 12:22-24). Véase Bruce R. McConkie, Doctrina Mormona, 2da. ed. (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1966), 854–855.
6. “Discourse, 8 de abril de 1844, como lo informó Wilford Woodruff“, 241, gramática estandarizada, en línea en josephsmithpapers.org.
7. “Discourse, circa 19 July 1840, as Reported by Unknown Scribe–A,“, 1, gramática estandarizada, en línea en josephsmithpapers.org.
8. Brigham Young, 15 de agosto de 1852, Journal of Discourses, 6:296.
9. Wilford Woodruff, 16 de septiembre de 1877, Journal of Discourses 19:223.
10. Heber J. Grant, Conference Report, octubre de 1937, 97–98.
11. David O. McKay, Conference Report, abril de 1943, 17.
12. Spencer W. Kimball, “‘Why Call Me Lord, Lord, and Do Not the Things Which I Say?’“, General Conference, abril de 1975, en línea en lds.org.
13. Ezra Taft Benson, Conference Report, octubre de 1944, 128.
14. Véase más adelante a Douglas Brinley, “The Promised Land and Its Covenant Peoples”, en The Book of Mormon: Helaman Through 3 Nephi 8, According To Thy Word, Book of Mormon Symposium Series, Volume 7, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, Utah: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1992) 39–64.
15. Russell M. Nelson, “El recogimiento del Israel disperso“, Liahona, noviembre de 2006, énfasis en el original, en línea en lds.org.
16. L. Whitney Clayton, “The Promised Land,” BYU Commencement Speech, 12 de agosto de 2010, en línea en speeches.byu.edu.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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