El Libro de Mormón y la Biblia son registros antiguos los cuales testifican de Jesucristo, pero naturalmente hay diferencias y similitudes entre estas dos historias sagradas. Estudiar algunas de las diferencias, incluso cuando son menores o sutiles, puede ser interesante y esclarecedor, y algunas veces puede fortalecer el testimonio.
Tome, por ejemplo, la frase “tierra de Jerusalén”, la cual aparece cerca de 40 veces en el Libro de Mormón; cerca de la mitad aparecen en 1 y 2 Nefi.1 Sin embargo, en la Biblia, Jerusalén nunca es representada como una tierra, solamente como una ciudad. Este hecho ciertamente trajo algunas críticas en los días de José Smith. En 1838, un escritor antimormón insistió: “No hay tal tierra. Ninguna parte de Palestina lleva el nombre de Jerusalén, excepto la misma ciudad”.2
Sin embargo, ahora en día las fuentes antiguas han confirmado que Jerusalén era tanto una ciudad como una tierra.3 Tal como Hugh Nibley lo señaló hace mucho, varias de las cartas de Amarna se refieren a “la tierra de Jerusalén”.4 Estas cartas representan la correspondencia de los gobernadores de varias ciudades-estados canaanitas al faraón egipcio a mediados del siglo XIV a. C., incluyendo 6 de ʿAbdi-Ḫeba, el gobernador de Jerusalén en ese tiempo.5 “He aquí”, escribió ʿAbdi-Ḫeba, “el rey [de Egipto] ha puesto su nombre en la tierra de Jerusalén por siempre, ¡por lo que él no puede abandonar las tierras de Jerusalén!”6
En los rollos del mar Muerto, una historia acerca de Jeremías habla sobre cautivos “de la tierra de Jerusalén” siendo escoltados a Babilonia.7 Mientras que la misma historia es más probable que date alrededor del siglo I a. C., se fija en el año 587 a. C. en las secuelas de la invasión final de Babilonia y tiene algunas similitudes interesantes con los capítulos iniciales del Libro de Mormón.8
Además de esta evidencia para la expresión en sí, la evidencia arqueológica indica que la frase tierra de Jerusalén refleja con precisión los patrones de asentamiento específicos de la época de Lehi. En el siglo VII a. C., “Jerusalén estaba localizada en el centro de una especie de distrito, que abarca la capital y su periferia, incluyendo el área agrícola de los residentes de la ciudad, así como también asentamientos satelitales conectados directamente a la propia Jerusalén”.9 Estos asentamientos satelitales cosechaban bienes que se enviaban a la ciudad capital para satisfacer las necesidades de una población creciente.10
De acuerdo con Yigal Moyal y Avraham Faust, “uno puede tratar toda la región, incluyendo… asentamientos ‘satelitales’, como parte del interior de Jerusalén”.11 El uso de Nefi de la frase, tierra de Jerusalén, puede referirse apropiadamente a esta “periferia” que rodea la misma ciudad.
Significativamente, estas circunstancias fueron únicas para el siglo VII a. C. “Nunca antes en la historia de la región”, explica Yuval Gadot, “había tantos sitios de diferentes funciones y tamaños alrededor de Jerusalén”. El motivo de este crecimiento de la población alrededor de Jerusalén, de acuerdo con Gadot, fue la devastación del campo de Judea por parte del ejército asirio a finales del siglo VIII a. C. Jerusalén sobrevivió, pero el asalto asirio tuvo un impacto devastador en el reino”, forzando a las poblaciones a que se reubicaran en las regiones inmediatas que rodean Jerusalén.12
Por lo tanto, como Robert Eisenman y Michael Wise observaron, la expresión tierra de Jerusalén en la historia acerca de Jeremías en los rollos del mar Muerto “realza en gran medida el sentido de historicidad” de la narrativa, dado que en ese tiempo Judá “consistió en un poco más que Jerusalén y sus alrededores inmediatos”.13 Dado que Jeremías fue contemporáneo de Lehi, entonces lógicamente la frase tierra de Jerusalén “fortalece grandemente” el “sentido histórico” del Libro de Mormón también.14
Por supuesto, esta sutil diferencia entre las expresiones bíblicas y del Libro de Mormón para Jerusalén no son, en sí mismas, de gran valor eterno. No obstante, al dar especial atención a esta pequeña diferencia provee una oportunidad de aprender más acerca del mundo antiguo de donde provienen ambos textos—lo cual, a su vez, puede ayudarnos a comprender mejor las enseñanzas de las escrituras en su contexto. Dado que las fuentes arqueológicas antiguas que corroboran al Libro de Mormón solo llegaron a estar disponibles recientemente, esto puede ayudar a fortalecer nuestros testimonios en el Libro de Mormón como un testigo confiable de la verdad.
Tomar el tiempo para investigar pacientemente otras diferencias aparentemente importantes en la historia, la doctrina y las verdades espirituales enseñadas por estos dos testigos de Cristo puede ser incluso más esclarecedor. Tome, por ejemplo, la declaración de Alma de que el Salvador “nacerá de María, en Jerusalén” (Alma 7:10), en lugar de Belén, como lo indican los evangelios (véase Mateo 2; Lucas 2). Algunos han visto esto como una contradicción principal entre los testimonios de Cristo que se encuentran en el Libro de Mormón y la Biblia.
Sin embargo, la declaración completa de Alma hace referencia a “Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados”, indicando que Alma tenía en mente la tierra y no la ciudad de Jerusalén. En una de sus cartas al faraón, Abdi-Ḫeba mencionó “una ciudad en la tierra de Jerusalén, que se llama Bit-Lahmi“, quien el fallecido W.F. Albright creía era “una referencia casi segura de la ciudad de Belén”.15 Además, un sello impreso del siglo VII a. C. de Belén fue encontrado en Jerusalén, indicando que era uno de los “asentamientos satelitales” al interior de Jerusalén, enviando sus bienes excedentes a Jerusalén.16
Belén era evidentemente parte de la “tierra de Jerusalén” en la antigüedad. En lugar de ver la declaración de Alma como una gran contradicción con la Biblia, investigaciones detalladas revelan que realmente representa un entendimiento preciso de la relación de Belén con Jerusalén en la época de Lehi.17 Alma probablemente utilizó una referencia más general porque la audiencia de su nuevo mundo no habría estado familiarizada con “las regiones circunvecinas” de Jerusalén (2 Nefi 25:1–6).
Gracias al testimonio adicional de la arqueología y otras fuentes antiguas, ahora sabemos que tanto la biblia como el Libro de Mormón comparten un testimonio preciso del nacimiento de Cristo desde una perspectiva antigua.
Neal Rappleye, “Nephite History in Context 2: Special Issue“, Studio et Quoque Fide (diciembre de 2017).
Daniel C. Peterson, Matthew Roper y William J. Hamblin, “On Alma 7:10 and the Birthplace of Jesus Christ” (FARMS Papers, 1995).
Gordon C. Thomasson, “Revisiting the Land of Jerusalem“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 139–141.
Robert F. Smith, “The Land of Jerusalem: The Place of Jesus’ Birth“, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 170–172.
1. Véase 1 Nefi, el encabezado; 1 Nefi 2:11; 3:9–10; 5:6; 7:2,7; 16:35; 17:14,20,22; 18:24; 2 Nefi 1:1,3,9,30; 25:11; Jacob 2:25,31–32; Omni 1:6; Mosíah 1:11; 2:4; 7:20; 10:12; Alma 3:11; 9:22; 10:3; 22:9; 36:29; Helamán 5:6; 7:7; 8:21; 16:19; 3 Nefi 5:20; 16:1; 20:29; Mormón 3:18–19; y Éter 13:7. Alma 24:1 utiliza la frase en referencia a una nueva tierra llamada Jerusalén por los lamanitas posteriores.
2. Origen Bacheler, Mormonism Exposed Internally and Externally (New York, NY: 1838), 14.
3. Para conocer una discusión más completa de la expresión “tierra de Jerusalén” desde una perspectiva del Antiguo Cercano Oriente, véase Daniel C. Peterson, Matthew Roper y William J. Hamblin, “On Alma 7:10 and the Birthplace of Jesus Christ” (FARMS Papers, 1995).
4. Véase W. F. Albright, trans., “The Amarna Letters”, en The Ancient Near East: An Anthology of Texts and Pictures, ed. James B. Pritchard (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2011), 437–440. Para conocer más ensayos relevantes, véase Neal Rappleye, “Letters of ʿAbdu-Ḫeba of Jerusalem (EA 285–290)“, Nephite History in Context 2 (December 2017): 7. Para conocer la edición más reciente de las cartas de Amarna, véase Anson F. Rainey, trans., The El-Amarna Correspondence: A New Edition of the Cuneiform Letters from the Site of El Amarna based on Collations of all Extent Tablets, 2 vols., ed. William Schniedewind y Zipora Cochavi-Rainey (Boston, MA: Brill, 2015). Para conocer el trabajo de Hugh Nibley sobre este tema, véase Hugh Nibley, Lehi in the Desert/The Word of the Jaredites/There Were Jaredites, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 5 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1988), 6–7; Hugh Nibley, An Approach to the Book of Mormon, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 6 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1988), 100–102.
5. Para conocer los antecedentes sobre las cartas de Amarna, véase Richard S. Hess, “Amarna Letters”, en Eerdmans Dictionary of the Bible, ed. David Noel Freedman (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans, 2000), 50–51; Nadav Naʾaman, “Amarna Letters”, en Anchor Bible Dictionary, 6 vols., ed. David Noel Freedman (New York, NY: Double Day, 1992), 1:174–181.
6. Albright, “The Amarna Letters”, 438, énfasis añadido. Véase también Rainey, El-Amarna Correspondence, 1113: “Vean, el rey ha establecido su nombre en la tierra de Jerusalén por siempre y él simplemente no puede abandonarla, a saber: la ciudad-estado de Jerusalén”. William L. Moran, ed. y trans., The Amarna Letters (Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press, 1992), 328: “Como el rey ha colocado su nombre en Jerusalén para siempre, él no puede abandonarla—la tierra de Jerusalén”.
7. Véase Kipp Davis, The Cave 4 Apocryphon of Jeremiah and the Qumran Jeremianic Traditions: Prophetic Persona and the Construction of Community Identity (Boston, MA: Brill, 2014), 132, énfasis añadido. Para el extracto relevante, véase Neal Rappleye, “Apocryphon of Jeremiah (4Q385a)“, Nephite History in Context 2 (diciembre de 2017): 2.
8. Véase Rappleye, “Apocryphon of Jeremiah (4Q385a)“, 2–3.
9. Nadav Naʾaman, “Josiah and the Kingdom of Judah”, en Good Kings and Bad Kings: The Kingdom of Judah in the Seventh Century BCE, ed. Lester L. Grabbe (New York, NY: T&T Clark, 2005), 198–199. Véase también Robert F. Smith, “The Land of Jerusalem: The Place of Jesus’ Birth“, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 170–172.
10. Yigal Moyal y Avraham Faust, “Jerusalem’s Hinterland in the Eighth-Seventh Centuries BCE: Towns, Villages, Farmsteads, and Royal Estates”, Palestine Exploration Quarterly 147, no. 4 (2015): 284: “Aquellas granjas, junto con otros asentamientos rurales, distribuían sus excedentes agrícolas a los pueblos cercanos y principalmente a Jerusalén. Este último, naturalmente, sirvió como un centro administrativo, social y religioso para toda la región”.
11. Moyal y Faust, “Jerusalem’s Hinterland”, 284. La expresión de Jeremías, “Jerusalén y contra todas sus ciudades” (Jeremías 34:1 VRV 1960), parece reflejar esta situación.
12. Yuval Gadot, “In the Valley of the King: Jerusalem’s Rural Hinterland in the 8th–4th Centuries BCE”, Tel Aviv: Journal of the Institute of Archaeology of Tel Aviv University 42, no. 1 (2015): 17–18.
13. Robert Eisenman y Michael Wise, The Dead Sea Scrolls Uncovered: The First Complete Translation and Interpretation of 50 Key Documents withheld for over 35 Years (Rockport, MA: Element, 1992), 57.
14. Véase Gordon C. Thomasson, “Revisiting the Land of Jerusalem“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 139–141.
15. Albright, “Amarna Letters”, 440 n.15. Mientras que otros han discutido esta conexión, muchos eruditos bíblicos todavía aceptan la identificación. Véase, por ejemplo, Markus Bockmuehl, This Jesus: Martyr, Lord, Messiah (New York, NY: T&T Clark, 2004), 25; Eugen J. Pentiuc, Jesus the Messiah in the Hebrew Bible (New York/Mahwah, NJ: Paulist Press, 2006), 137 n.67; Denis Baly, “Bethlehem”, en HarperCollins Bible Dictionary, rev. y actualizado, ed. Mark Allen Powell (New York, NY: HarperOne, 2011), 92; Jerome Murphy-O’Connor, Keys to Jerusalem: Collected Essays (New York, NY: Oxford University Press, 2012), 5.
16. Véase Ronny Reich, “A Fiscal Bulla from the City of David”, Israel Exploration Journal 62, no. 2 (2012): 200–205; Martin Heide, “Some Notes on the Epigraphical Features of the Phoenician and Hebrew Fiscal Bullae”, en Recording New Epigraphic Evidence: Essays in Honor of Robert Deutsch on the Occasion of his 65th Birthday, ed. Meir Lubetski y Edith Lubetski (Jerusalem: Leshon Limudim, 2015), 72. Véase también Neal Rappleye, “Bethlehem Bulla“, Nephite History in Context 2 (diciembre de 2017): 14–17.
17. Véase Neal Rappleye, “Why Did Alma Say Christ Would Be Born in Jerusalem? Surprising Evidence of the Book of Mormon“, LDS Living, 21 de diciembre de 2017, en línea en ldsliving.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
Construimos una fe duradera en Jesucristo al hacer que el Libro de Mormón sea accesible, comprensible y defendible para todo el mundo.
Copyright 2017-2022 Book of Mormon Central: A Non-Profit Organization. All Rights reserved. Registeres 501(c)(3).EIN:20-5294264