El libro de Rut narra la historia de Rut, una moabita que se había mudado a la ciudad de Belén con su suegra Noemí (Rut 1:19). Mientras estuvo allí, Rut conoció a un pariente de Noemí llamado Booz (2:3), con quien finalmente se casó. Al casarse con Rut, Booz llevó a cabo la parte de “redentor” para ella (3:13). El tipo de “redención” que vemos en el libro de Rut puede ayudarnos a entender cómo Cristo nos redime, como se explica en el Libro de Mormón.1
De acuerdo con un erudito de la Iglesia, Benjamín Spackman, una de las claves para entender el tema de la redención en el Antiguo Testamento y en el Libro de Mormón es, por extraño que parezca, nombres israelitas.2 El Antiguo Testamento contiene nombres como Abías, “[Yavé] es mi Padre”,3 Joa, “[Yavé] es (mi) hermano”4 e incluso Elián, “Dios es mi tío”.5 Después de estudiar estos nombres, Spackman se dio cuenta que todos estos expresan la idea de los antiguos israelitas de que todos estamos en una relación de parentesco con Dios.6 Spackman explicó que el parentesco era una de las cosas principales que dictaba cómo funcionaba una sociedad y “los parientes tenían responsabilidades particulares entre ellos dentro de esa estructura”.7
Una de las funciones más importantes, como Spackman lo ha observado, fue comprar (redimir) las tierras de la familia que habían vendido porque eran muy pobres (Levítico 25:25-34). Los miembros de la familia que habían sido vendidos como esclavos por la misma razón, también eran readquiridos (vv. 47-50).8 Otro elemento de ser redimido era la ley del levirato de un matrimonio en la que un hombre se casa con la viuda de su hermano cuyos hijos nacerán a nombre del hermano fallecido, como se puede ver en el libro de Rut.9 Estos deberes de parentesco también se extendieron por convenio a aquellos que no formaban parte de la tribu, lo cual también se ve en Rut.10
Esto significa, de acuerdo con Spackman, que términos como padre, hermano o tío que reflejan esta idea de convenio de parentesco, términos que usualmente pensamos como meramente biológicos ahora en día, adquirieron un significado ligeramente diferente: “[E]stos a menudo identifican personas que son parientes por medio de un convenio”.11 De esta manera, aquellos fuera de la familia pueden ser simbólicamente llevados a la familia por medio de un convenio, como si siempre hubieran sido parte de la familia.12
Esta idea israelita de que los convenios pueden establecer un tipo de relación familiar entre personas que no están biológicamente relacionadas también se extendió a Dios, lo cual explica los nombres raros en el Antiguo Testamento.13 Los antiguos israelitas, bien pudieron haber pensado en esta relación cuando se acercaban a Dios en oración, y “cuando necesitaban ayuda, llamaban a Dios y esperaban que les respondiera porque eran familiares”.14 Por último, ya sea que alguien fuera realmente un familiar o pasara a ser parte de la familia por medio de un convenio, era responsabilidad de la familia redimir o comprar tanto la tierra como los miembros de la familia que habían sido vendidos.15 Y cuando los antiguos israelitas pedían a Dios que los redimiera, lo estaban considerando su familiar por medio de la relación de convenio que tenían con Él.16
Con este contexto, las enseñanzas del Libro de Mormón acerca del Redentor tienen más sentido.17 2 Nefi 2:3, por ejemplo, declara: “Por tanto, yo sé que tú estás redimido a causa de la justicia de tu Redentor”. Spackman ha observado que en el libro de Rut, el pariente que estaba más estrechamente relacionado con Noemí que Booz no cumplió su obligación de redimir a Rut. 18 Booz tuvo que llenar este papel en su lugar. Con esta historia en mente de un pariente poco confiable, Spackman parafrasea las palabras de Lehi diciendo “‘porque Dios es tu pariente redentor y no es como los parientes redentores humanos que no siempre son confiables y fieles en cumplir sus obligaciones por convenios[;] Dios es justo. Por tanto, tú, Jacob, seguramente estás redimido, adquirido, readquirido’”.19
Ben Spackman ha observado que “hay una especie de cuasi parentesco entre los santos de los últimos días”.20 Formalmente, los deberes de los miembros de la iglesia “a menudo se resumen en Mosíah 18:8-10, ‘llorar con los que lloran’ y demás, pero de manera informal, los santos de los últimos días llevan a cabo sus deberes con la comunidad o incluso de parentesco con otros compañeros santos a quienes por mucho solo conocen esporádicamente”.21 Aunque en estos días los tiempos son diferentes de como lo eran en el antiguo Israel, “fundamentalmente tanto los miembros de la iglesia de Jesucristo como las ideas israelitas de parentesco y las responsabilidades mutuas están ligadas al parentesco. En un nivel básico, tal vez podemos aplicar algo del parentesco divino de Dios con nuestras ideas de la expiación”.22
Recordar nuestra relación de parentesco con Dios puede cambiar como lo vemos a Él: “Si nuestra relación con Dios no se caracteriza principalmente como deudor y acreedor, sino como de pariente a pariente (ya sea pariente por convenio o por naturaleza), entonces quizás podamos hacer como los israelitas y pedirle su ayuda en términos de esa relación”.23 Por último, “pensar en Dios como un miembro de la familia a quien recurrimos por ayuda en lugar de ir como si fuera un banquero preocupado principalmente porque se le reintegre la deuda, significa que es más probable que busquemos esa ayuda”.24
Spackman concluyó al declarar que Hebreos 4:15-16 cambia la forma en que comprendemos y nos acercamos a Dios “sobre la base de cómo lo concebimos a Él: ‘[N]o tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia, y hallar gracia para el oportuno socorro’”.25 Que podamos recordar el poder redentor de Dios y acercarnos a Él como nuestro pariente, sabiendo que nos ayudará “en tiempos de necesidad”.26
T. Benjamin Spackman, “The Israelite Roots of Atonement Terminology“, BYU Studies Quarterly 55, no. 1 (2016): 39–64.
Gerald N. Lund, “Plan of Salvation, Plan of Redemption“, en Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow, 4 vols. (New York, NY: Macmillian Publishing, 1992), 3:1088–1091.
1. Para conocer más sobre el concepto de redención en el Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo se vinculan la Expiación, la Resurrección, el Juicio y la Redención? (Mosíah 3:17)“, KnoWhy 275, (21 de diciembre de 2017).
2. T. Benjamin Spackman, “The Israelite Roots of Atonement Terminology“, BYU Studies Quarterly 55, no. 1 (2016): 52.
3. Spackman, “The Israelite Roots“, 52.
4. Spackman, “The Israelite Roots“, 53.
5. Spackman, “The Israelite Roots“, 53.
6. Spackman, “The Israelite Roots“, 53.
7. Spackman, “The Israelite Roots“, 53.
8. Spackman, “The Israelite Roots“, 54.
9. Spackman, “The Israelite Roots“, 54.
10. Spackman, “The Israelite Roots“, 54.
11. Spackman, “The Israelite Roots“, 54.
12. Spackman, “The Israelite Roots“, 55.
13. Spackman, “The Israelite Roots“, 55.
14. Spackman, “The Israelite Roots“, 56.
15. Spackman, “The Israelite Roots“, 56.
16. Spackman, “The Israelite Roots“, 57.
17. Para conocer más sobre la función del Redentor en el Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué hay tantos nombres diferentes para el Plan de Salvación en el Libro de Mormón?(Alma 42:5, 8, 13, 15)“, KnoWhy 312, (14 de febrero de 2018).
18. Spackman, “The Israelite Roots“, 59.
19. Spackman, “The Israelite Roots“, 59.
20. Spackman, “The Israelite Roots“, 62.
21. Spackman, “The Israelite Roots“, 62.
22. Spackman, “The Israelite Roots“, 62.
23. Spackman, “The Israelite Roots“, 62–63.
24. Spackman, “The Israelite Roots“, 63.
25. Spackman, “The Israelite Roots“, 63.
26. Véase Gerald N. Lund, “Plan of Salvation, Plan of Redemption“, en Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow, 4 vols. (New York, NY: Macmillian Publishing, 1992), 3:1088–1091.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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