Para algunos, la salida a luz del Libro de Mormón ha parecido tan bizarra y fantasiosa de creer. Esto era especialmente cierto al tiempo de su publicación en 1830. Las personas sospechaban de la afirmación de que un libro antiguo escrito sobre planchas de oro había sido revelado a un joven granjero. Ha tomado cerca de dos siglos de descubrimientos arqueológicos para demostrar completamente que los detalles del registro nefita enterrado encajan excepcionalmente bien con los libros escondidos de todo el mundo antiguo.
Muchos pasajes en el Libro de Mormón hablan de este y de otros registros que fueron escondidos, a menudo en tierra, con el propósito de darse a conocer al mundo más adelante.1 De acuerdo con John A. Tvedtnes: “El concepto de esconder libros para futuras generaciones y descubrirlos es [también] evidente en un gran número de documentos tempranos del antiguo Cercano Oriente, de donde vienen los pueblos del Libro de Mormón”.2 Los reportes y leyendas contenidas en esos documentos se remontan al mismo tiempo de Adán.
Cuando dos rabinos, descubrieron un registro oculto por Adán, dijeron que un poder divino les impidió leerlo por completo,3 otro rabino explicó que Dios “no deseaba que fuera revelado mucho al mundo, sino cuando los días del Mesías estuvieran cerca… sería revelado todo, como está escrito”.4 En “un texto judío antiguo… Moisés instruyó a Josué sobre cómo preservar los libros (pergaminos) que estaba dejando a su cargo… y [a] depositarlos en jarras (tinajas) hasta el día de la recompensa”.5 Los Rollos del Mar Muerto (algunos de los cuales fueron encontrados en jarras) los textos Nag Hammadi y una serie de documentos descubiertos confirman que muchos registros antiguos realmente fueron preservados para futuras generaciones.6
La idea de que el Libro de Mormón fue grabado sobre planchas de oro y enterrado en una caja de piedra, junto con otras reliquias sagradas, fue ridiculizada por algunas personas del siglo XIX.7 Sin embargo, ahora en día, de acuerdo con H. Curtis Wright, “literalmente cientos de documentos de metal” han sido descubiertos en “todo el mundo antiguo”.8
Esto incluye una variedad de documentos hechos de oro y aleaciones de oro, algunos de los cuales son de la América antigua.9 El descubrimiento de reliquias antiguas escondidas, muchas de las cuales fueron hechas de metales preciosos, también es significante.10
Un texto antiguo egipcio “describe cómo inscribir un texto sobre lámina (planchas) de oro o plata y colocarla ‘en una caja limpia’”.11 Ese tipo de cajas en realidad se usaron para preservar documentos y reliquias sagradas y ahora está ampliamente confirmado en todo el mundo antiguo.12 Por ejemplo, en 1854, “seis pequeñas planchas inscritas (oro, plata, bronce, estaño y plomo con alabastro) se encontraron en una caja de piedra enterrados debajo de los cimientos del palacio [de Sargón II]”.13 En 1993 una excavación en “Persépolis, dos pares de planchas [con inscripciones] (una de plata y otra de oro en cada par) se encontraron en cajas de piedra que se colocaron en las esquinas de los cimientos del palacio”.14 Y “en 1965 un conjunto de 19 planchas de oro con inscripciones se encontraron en una caja de bronce“.15
Otra aparente peculiaridad del Libro de Mormón es que una porción de las planchas estaba sellada.16 El erudito en derecho John W. Welch ha señalado que un número de documentos antiguos también fueron preservados en dos partes—una parte sellada y otra abierta—con dos partes unidas de alguna manera.17 Estos documentos de dos partes a menudo eran de naturaleza legal, validados con testigos e intencionalmente preservados para su custodia. Estas características tienen una impresionante correspondencia con el Libro de Mormón.18
Las montañas a menudo simbolizan a los templos o santuarios sagrados.19 Probablemente en relación con este tema, el Libro de Mormón reporta que varias revelaciones sagradas—incluyendo el mismo Libro de Mormón—fueron recibidas, registradas y enterradas en asociación con montañas o cerros.20 Registros históricos indican que muchos registros nefitas fueron preservados en la cueva de un cerro,21 y el mismo Libro de Mormón enfatiza que sería “sacado de la tierra” (Mormón 8:16).22 José Smith dijo que un ángel llamado Moroni era el responsable de las planchas y lo guió al lugar donde estaban enterradas, en un cerro cerca de la granja de la familia (JSH 1:21–54).
Muchos documentos antiguos también fueron encontrados o supuestamente escondidos en montañas o cuevas. Por ejemplo, El códice de Maniqueo de Colonia indica que “un ángel trajo a Enós a una montaña y le instruyó a escribir en tablas de bronce y esconder su registro”. En Rusia, se reportó que “doce pequeñas planchas de oro” se encontraron “en un cerro”.23 En la tradición masónica, el profeta Enós “inscribió su revelación en planchas de oro que ocultó en un templo que construyó dentro de una montaña”.24 Y en varios textos antiguos, reliquias o registros enterrados o escondidos fueron guardados por un ángel o algún tipo de poder divino.25
El gran conjunto de documentos identificados colectivamente como los Rollos del Mar Muerto, fueron encontrados en cuevas que rodean el mar Muerto. En la antigua Mesoamérica, las cuevas tenían un profundo simbolismo y a menudo se consideraban sagradas.26 En el 2005, Holley Moyes y James Brady señalaron que “solamente en la última década se había reconocido ampliamente por los arqueólogos mesoamericanos que las cuevas eran espacios rituales. Dado que las cuevas en Mesoamérica fueron usadas casi exclusivamente para rituales, estas proveen un contexto inigualable para estudiar la religión precolombina”.27 El énfasis del Libro de Mormón sobre las cuevas y registros sagrados saliendo de la tierra concuerda con estos descubrimientos (Éter 13:13–14).
A la luz de los descubrimientos después de 1830 en todo el mundo y especialmente en el Medio Oriente, se puede ver que el Libro de Mormón encaja en el mundo antiguo. Documentos legales duplicados y atestiguados, planchas de oro con inscripciones, registros sellados, cajas de piedra, repositorios sagrados en cerros, escondites de reliquias preciosas—todas estas cosas están abundantemente atestiguadas en la antigüedad, tanto arqueológica como textualmente.
No solo dichos descubrimientos fortalecen nuestra fe en el Libro de Mormón, sino que también pueden ayudarnos a comprenderlo y apreciarlo mejor. ¡Por ejemplo, en nuestros días solo toma unos momentos cargar o descargar digitalmente lo que habría sido un vagón completo de documentos en el mundo antiguo! Reconocer que los profetas nefitas tenían que encontrar minerales preciosos, forjar sus propias planchas, grabar cuidadosamente cada carácter, cargar las pesadas planchas a lugares seguros y crear contenedores duraderos para protegerlos debería de incrementar nuestra gratitud por los escritos sagrados que registraron y preservaron.
El Libro de Mormón es un testimonio a la fe y el amor a los profetas nefitas. El profeta Enós dijo que oró para que el Señor “preservara una historia de mi pueblo, los nefitas… para… algún día futuro” (Enós 1:13). En respuesta, el Señor prometió cumplir su petición en Su “debido tiempo” (v. 16). Él también reveló a Enós que “[s]us padres también [le] han solicitado esto; y les será concedido según su fe; porque su fe fue semejante a la [s]uya” (v. 18).
Estos versículos demuestran que el Libro de Mormón existe hoy porque los profetas antiguos estaban preocupados por las futuras generaciones a quienes nunca conocerían en vida. Ellos verdaderamente se preocuparon por nosotros. A cambio, debemos preocuparnos profundamente por ellos. Solo cuando reconocemos y aceptamos el Libro de Mormón como un registro antiguo podemos obtener la más completa comprensión y aprecio por sus mensajes sagrados y los profetas que lo escribieron.
John A. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books: Out of Darkness Unto Light (Provo, UT: FARMS, 2000).
John W. Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents: From the Ancient World to the Book of Mormon“, en Mormons, Scripture, and the Ancient World: Studies in Honor of John L. Sorenson, ed. Davis Bitton (Provo, UT: FARMS, 1998), 391–444.
H. Curtis Wright, “Ancient Burials of Metal Documents in Stone Boxes“, en By Study and Also By Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley, Volume 2, ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 273–334.
Paul R. Cheesman, Ancient Writing on Metal Plates: Archaeological Findings Support Mormon Claims (Bountiful, UT: Horizon, 1985).
1. Véase 1 Nefi 20:6; 2 Nefi 27:12, 22, 26–27; 4 Nefi 1:48–49; Mormón 1:2; 4:23; 5:8, 12; 6:6; 8:4; Éter 4:3, 13, 15; 15:11, 33. Véase también, Book of Mormon Central en Español, “¿Cuáles fueron los ‘otros registros’ que Nefi vio en su visión? (1 Nefi 13:39)“, KnoWhy 376 (11 de junio de 2018).
2. John A. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books: Out of Darkness Unto Light (Provo, UT: FARMS, 2000), 11.
3. José al principio no podía obtener las planchas de oro porque su corazón no era justo ante el Señor. Después de localizar el registro, él “intentó en tres ocasiones sacarlos de la caja, pero fue sacudido cada vez más fuerte, privándolo de su fuerza natural, hasta que en su frustración exclamó: ‘¿Por qué no puedo obtener el libro’? H. Donl Peterson, “Moroni—“, Ensign, enero 1992, en línea en lds.org. Tomaron cuatro años antes de que estuviera preparado para recibirlos. Véase JSH 1:53.
4. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 137.
5. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 20.
6. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 21, 167–174.
7. Véase William J. Hamblin, “Metal Plates and the Book of Mormon“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 20. Aunque algunos ejemplos de planchas de metal han sido descubiertos en los días de José Smith, es probable que el conocimiento de estos descubrimientos haya sido realizado principalmente por eruditos educados y no por el público en general. Véase William J. Hamblin, “An Apologist for the Critics: Brent Lee Metcalfe’s Assumptions and Methodologies“, Review of Books on the Book of Mormon 6, no. 1 (1994): 462–470.
8. H. Curtis Wright, “Introduction“, en Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 20.
9. Véase William J. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates in the Ancient Mediterranean“, FARMS Review 19, no. 1 (2007): 37–54; H. Curtis Wright, “Ancient Burials of Metal Documents in Stone Boxes“, en By Study and Also By Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley, Volume 2, ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 273–334; Paul R. Cheesman, Ancient Writing on Metal Plates: Archaeological Findings Support Mormon Claims (Bountiful, UT: Horizon, 1985); Paul R. Cheesman, “Ancient Writing on Metal Plates“, Ensign, octubre 1979, en línea en lds.org; H. Curtis Wright, “Metallic Documents of Antiquity“, BYU Studies Quarterly 10, no. 4 (1970) 457–477; Daniel Johnson, “Metals and Gold Plates in Mesoamerica“, presentación para BMAF, 2010, en línea en bmaf.org; Franklin S. Harris Jr., The Book of Mormon: Message and Evidences (Salt Lake City, UT: Deseret News Press, 1953), 95–105; John A. Tvedtnes y Matthew Roper, “One Small Step“, FARMS Review 15, no. 1 (2003): 160–169; H. Curtis Wright, Modern Presentism and Ancient Metallic Epigraphy (Salt Lake City, UT: Wings of Fire Press, 2006).
10. Véase Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 109–126. La razón adicional por la cual las reliquias son relevantes es porque las planchas fueron preservadas con los intérpretes nefitas y el pectoral. Y cuando los tres testigos se les permitió ver las planchas, ellos también vieron otras reliquias nefitas, incluyendo el pectoral, los intérpretes, la liahona y la espada de Labán (véase DyC 17:1).
11. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 36.
12. Véase Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 31–58.
13. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 43.
14. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 44.
15. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 36.
16. Véase Portada; 2 Nefi 26:17; 27:7–21; 30:3; Éter 3:27; 4:5; 5:1; Moroni 10:2.
17. Véase John W. Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents: From the Ancient World to the Book of Mormon“, en Mormons, Scripture, and the Ancient World: Studies in Honor of John L. Sorenson, ed. Davis Bitton (Provo, UT: FARMS, 1998), 391–444; John W. Welch y Kelsey D. Lambert, “Two Ancient Roman Plates“, BYU Studies 45, no. 2 (2006): 55–76.
18. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué razón se habrá sellado un libro? (2 Nefi 27:10)“, KnoWhy 53 (7 de marzo de 2017).
19. Véase 2 Nefi 12:2–3; cf. Isaías 2:2–3.
20. Véase 1 Nefi 11:1; 1 Nefi 18:3; 2 Nefi 4:25; Mormón 1:3; Mormón 4:23; Mormón 6:6; Éter 4:1; Éter 15:11.
21. Un número de personas ha afirmado que José Smith y Oliver Cowdery visitaron una cueva que estaba llena de registros y artefactos nefitas. Sin embargo, es difícil decir, de estos reportes, si la experiencia fue una visión o si visitaron una cueva en persona. Véase Cameron J. Packer, “Cumorah’s Cave“, Journal of Book of Mormon Studies 13, no. 1–2 (2004): 50–57, 170–71.
22. Énfasis añadido.
23. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 129.
24. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 129.
25. Tvedtnes, The Book of Mormon and Other Hidden Books, 75–108.
26. Véase Diane E. Wirth, “Revisiting the Seven Lineages of the Book of Mormon and the Seven Tribes of Mesoamerica“, BYU Studies Quarterly 52, no. 4 (2013): 77–88.
27. Holley Moyes y James E. Brady, “The Heart of Creation, the Heart of Darkness: Sacred Caves in Mesoamerica”, Expedition 47, no. 3 (2005): 31. Véase también Holley Moyes, ed., Sacred Darkness: A Global Perspective on the Ritual Use of Caves (Boulder, CO: University Press of Colorado, 2012).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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