Hugh Nibley en una ocasión describió el Libro de Mormón como un “libro trágico” el cual empieza y termina con destrucción y sobrevivientes solitarios.1 Sus autores proféticos tuvieron grandes motivos para lamentarse, pero el hecho de que su mensaje de esperanza en Cristo fue transmitido por aquellos que habían presenciado y sobrevivieron a la peor depravación humana solo fortalece su poder espiritual. Tal como Steve Walker lo expresó: “Si alguna vez la esperanza triunfó, es este optimismo abrumador de la narrativa del Libro de Mormón, inclusive ante el fin de todas las cosas”.2
Cuando Lehi fue llamado como un profeta, se le mostraron “tantas cosas maravillosas… con respecto a la destrucción de Jerusalén (1 Nefi 1:18). Años después, Nefi no solo reveló que esta destrucción había tenido lugar (2 Nefi 25:10), sino que vio que en el futuro su propio pueblo sufriría un destino similar: “¡Oh, el dolor y la angustia de mi alma por la pérdida de los de mi pueblo que serán muertos! Porque yo, Nefi, lo he visto, y casi me consume ante la presencia del Señor” (2 Nefi 26:7).
Jacob, hijo de Lehi, escribió que su pueblo era “un pueblo solitario y solemne, errantes, desterrados de Jerusalén, nacidos en la tribulación, en un desierto, y aborrecidos por nuestros hermanos, cosa que ha provocado guerras y contenciones; de manera que nos hemos lamentado en el curso de nuestras vidas” (Jacob 7:26). A la luz de tales afirmaciones aleccionadoras, Lisa Hawkins y Gordon Thomasson señalaron que “toda la familia de Lehi se le puede considerar sobrevivientes presenciales de un tipo de huida de… Jerusalén para salvar la vida de Lehi”.3 Aun así Lehi, Nefi y Jacob, todos se regocijaron en Cristo y en el Plan de Salvación en varias ocasiones, inclusive en medio de las penas y el sufrimiento.4
Alma puede ser visto como un sobreviviente presencial de las profecías de Abinadí y de su trágico martirio. Después de arriesgar su propia vida al suplicar a favor de Abinadí, Alma se ocultó, escribió las palabras de Abinadí y las utilizó para reunir a sus seguidores (Mosíah 17:2-4). Tristemente, los seguidores de Alma fueron obligados a viajar hacia el desierto para escapar de los soldados del rey Noé, solo para caer en la esclavitud bajo las manos de Amulón y su ejército lamanita en un corto periodo de tiempo. En medio de estas trágicas circunstancias, el Señor declaró a Su pueblo que aliviaría sus cargas para que pudieran ser “testigos en lo futuro, y para que sepáis de seguro que yo, el Señor Dios, visito a mi pueblo en sus aflicciones” (Mosíah 24:14).5
Mientras presenciaban el terrible martirio de mujeres y niños por fuego, “Amulek dijo a Alma: He aquí, quizá nos quemen a nosotros también. Y Alma dijo: Hágase según la voluntad del Señor. Mas he aquí, nuestra obra no se ha cumplido; por tanto, no nos quemarán” (Alma 14:12–13).6 Alma y Amulek sobrevivieron a esta prueba cuando otros no lo hicieron, para que pudieran presenciar y testificar en contra del “juez superior y a los abogados y sacerdotes y maestros” quienes habían cometido tales crímenes horribles.7 Mientras que Alma y Amulek estaban siendo torturados por sus captores, un terremoto causó que las paredes de la prisión se cayeran, y “todos los que estaban dentro de sus paredes murieron, menos Alma y Amulek” (Alma 14:28).8
El lamento de Mormón por la destrucción de su pueblo está lleno de terribles angustias: “¡Oh bellos hijos e hijas, vosotros, padres y madres, vosotros, esposos y esposas, pueblo bello, cómo pudisteis haber caído! Pero he aquí, habéis desaparecido, y mi dolor no puede haceros volver” (Mormón 6:19-20).9 Como un sobreviviente presencial, Mormón declaró: “[F]ui testigo pasivo para manifestar al mundo las cosas que yo vi y oí” (Mormón 3:16).10 Aun así, a pesar de tales lamentaciones, Mormón también declaró que fue “lleno de caridad” (Moroni 8:17) la cual “se regocija en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (Moroni 7:45).
Por muchos años, Éter se escondió en la “cavidad de la roca” mientras presenciaba y registraba toda la destrucción de su pueblo (Éter 13:18-24). De manera similar, Moroni explicó: “[Y]o quedo solo para escribir el triste relato de la destrucción de mi pueblo” (Mormón 8:3).11 Sin embargo, al final, estos fieles testigos vieron un brillante futuro más allá de la muerte.
Éter podría decir: “Si el Señor quiere que yo sea trasladado, o que sufra la voluntad del Señor en la carne, no importa, con tal que yo me salve en el reino de Dios” (Éter 15:34). Y en sus palabras finales, Moroni recalcó: “Pronto iré a descansar en el paraíso de Dios, hasta que mi espíritu y mi cuerpo de nuevo se reúnan, y sea llevado triunfante por el aire” (Moroni 10:34).
En un estudio extraordinario sobre aquellos que han sobrevivido a terribles atrocidades, Terrence Des Presa explicó que al contar su historia es “inmensamente importante para las personas que enfrentan la extinción. En el propio caso de un sobreviviente… se convierte en una manera para trascender la impotencia que marchita la esperanza y el respeto por sí mismo”.12 Esto parece ser el caso con los profetas de Libro de Mormón quienes, en medio de episodios trágicos de dolor y sufrimiento, diligentemente registraron sus experiencias para las futuras generaciones.13
En nuestros propios días, millones sufren de haber experimentado o presenciado cosas terribles. Los soldados que experimentaron la guerra a menudo sufren de trastorno por estrés postraumático (TEPT).14 Innumerables personas sufren los sentimientos de depresión, soledad, angustia, decepción, desinterés y un número de otras penas personales, limitaciones mentales y cicatrices emocionales. Algunas de estas luchas se deben a desequilibrios químicos severos. Otros pueden ser causados por diferentes circunstancias fuera del control individual. Y algunas veces aquellos que sufren simplemente no tienen buenas respuestas del por qué se sienten tan infelices.15
El Libro de Mormón ofrece un mensaje poderoso de esperanza para aquellos que, por cualquier razón, tengan motivos para lamentarse. Demuestra que mientras el sufrimiento de sus sobrevivientes proféticos fue real y profundo, sus tristezas abrumadoras por último fueron “consumidas en el gozo de Cristo” (Alma 31:38). Se lamentaron por el dolor y el sufrimiento de su pueblo, pero también vieron al futuro con esperanza. Ellos sabían que al presenciar y registrar estas tristes experiencias, ellos podrían ayudar a las generaciones futuras evitando las lamentaciones innecesarias. El élder Dallin H. Oaks ha enseñado que “el Señor no solo consagrará nuestras aflicciones para nuestro provecho, sino que Él las utilizará para bendecir la vida de innumerables personas más”.16
En cada caso, las historias tristes del Libro de Mormón de las atrocidades humanas nos ayudan a reenfocar nuestras mentes y corazones en Jesucristo —cuyo sacrificio infinito da significado y propósito a nuestra misma existencia. No solo Cristo experimentó Sus propias pruebas insoportables, sino que a través de Su divino poder, Él voluntariamente presenció y participó en nuestro sufrimiento de una manera que es personal para cada uno de nosotros.17 Él es el principal testigo sobreviviente. Él descendió por debajo todas las cosas, presenció lo peor de la muerte y el infierno,18 y aun así resucitó de nuevo con esperanza y con “sanidad en sus alas”.19
El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “Solo el agradecimiento a ese amor divino es lo que hará que nuestro propio sufrimiento, en menor escala, sea, en primer lugar soportable, luego comprensible, y finalmente redentor”.20
Jeffrey R. Holland, “Como una vasija quebrada“, Liahona, noviembre 2013, 40–42, en línea en lds.org.
Gordon C. Thomasson, “The Survivor and the Will to Bear Witness“, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Provo, UT: FARMS, 1992), 266–268.
Lisa Bolin Hawkins y Gordon Thomasson, “I Only Am Escaped Alone to Tell Thee: Survivor Witnesses in the Book of Mormon” FARMS reporte preliminar (1984): 1–13.
1. Hugh Nibley, Teachings of the Book of Mormon, 4 vols. (Provo, UT: FARMS, 1993), 1:62. En una perspectiva literaria, una comedia es una historia donde todo comienza bien, desciende al caos, pero luego al último termina bien, siguiendo un modelo de la letra “V” o “W” (si hay varias caídas y regresos). La tragedia, por otro lado, es donde todo va de mal en peor, a lo inimaginablemente terrible, y la historia no va muy bien, siguiendo el modelo de la letra “Z”.
2. Steve Walker, “Last Words: 4 Nephi–Moroni“, en The Reader’s Book of Mormon, ed. Robert A. Rees y Eugene England, Volume 7 (Salt Lake City, UT: Signature Books, 2008), xvii.
3. Lisa Bolin Hawkins y Gordon Thomasson, “I Only Am Escaped Alone to Tell Thee: Survivor Witnesses in the Book of Mormon“, FARMS reporte preliminar (1984): 8.
4. Para conocer ejemplos, véase 2 Nefi 2:25; 2 Nefi 4:30; 2 Nefi 9:18. Véase también, Allan D. Rau, “Cheer Up Your Hearts: Jacob’s Message of Hope in Christ“, Religious Educator 14 no. 3 (2013): 49–63.
5. Énfasis añadido. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué es lo que hace el Señor para que nuestras cargas sean más ligeras? (Mosíah 24:15)“, KnoWhy 102 (6 de mayo de 2017).
6. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué permite Dios en algunas ocasiones que personas inocentes sean mártires? (Alma 14:11)“, KnoWhy 351 (25 de abril de 2018).
7. John W. Welch, Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), 262–263.
8. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué tipo de terremoto causó la caída de las paredes de la prisión? (Alma 14:29)“, KnoWhy 121 (29 de mayo de 2017).
9. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Mormón escribió muy poco acerca de su propio periodo de tiempo? (Mormón 2:18)“, KnoWhy 227 (16 de octubre de 2017).
10. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué sabemos sobre la educación de Mormón? (Mormón 5:14)“, KnoWhy 226 (13 de octubre de 2017).
11. Véase Book of Mormon Central, “¿Por qué Moroni escribió tantas despedidas? (Mormón 8:1)“, KnoWhy 233 (24 de octubre de 2017); Mark D. Thomas, “Moroni: The Final Voice“, Journal of Book of Mormon Studies 12, no. 1 (2003): 88–99, 119–120.
12. Terrence Des Pres, “Survivors and the Will to Bear Witness”, Social Research 40 no. 4 (1973): 678.
13. Véase Hawkins y Thomasson, “I Only Am Escaped Alone to Tell Thee“, 1–13; Gordon C. Thomasson, “The Survivor and the Will to Bear Witness“, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Provo, UT: FARMS, 1992), 266–268.
14. Para conocer la posibilidad de que varios profetas del Libro de Mormón experimentaron las cicatrices emocionales y psicológicas de la guerra, véase Morgan Deane, “Experiencing Battle in the Book of Mormon“, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 23 (2017): 250–252.
15. Para conocer más sobre enfermedades mentales, depresión y esperanza en Cristo, véase Jeffrey R. Holland, “Como una vasija quebrada“, Liahona, noviembre 2013, 40–42, en línea en lds.org
16. Dallin H. Oaks, “Demos las gracias en todas las cosas“, Liahona, 2003, en línea en lds.org.
17. Véase Dallin H. Oaks, “Fortalecidos por la expiación de Jesucristo“, Liahona, noviembre 2015, 61–64, en línea en lds.org.
18. Véase Salmo 116:3; 2 Nefi 9:10–26; Apocalipsis 1:18.
19. Véase 2 Nefi 25:13; 3 Nefi 25:2; Malaquías 4:2.
20. Jeffrey R. Holland, “Como una vasija quebrada“, Liahona, noviembre 2013, 40, en línea en lds.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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