El 27 de junio de 1844, un populacho enfurecido irrumpió en la cárcel de Carthage y asesinaron a José Smith y su hermano Hyrum.1 Este acontecimiento fue profundamente impactante para los primeros santos. “En los días, semanas y meses posteriores al martirio”, explicó Jeffrey Mahas, “los santos tuvieron dificultades para encontrar la manera de describir su reacción a las muertes”.2 De acuerdo con el historiador Richard Bushman, ellos “apenas sabían cómo reaccionar a [tal] odio y violencia”.3
Por otro lado, parecía que tanto José como Hyrum sentían el brutal resultado que les esperaba. En sus horas finales, buscaron comprender el propósito de su “inminente martirio” al leer Éter 12:37-38 en el Libro de Mormón.4 De acuerdo con el élder Jeffery R. Holland, “Hyrum dobló la esquina de la hoja de la que había leído, marcándola como parte del testimonio sempiterno por el cual esos dos hermanos estaban a punto de morir”.5
Varias historias del Libro de Mormón pueden ayudar a explicar el por qué Dios algunas veces permite que sus seguidores fieles sufran el martirio. Abinadí fue el primer profeta nefita “de quien se tiene registro, que murió como mártir”.6 Por predicar el mensaje del Señor al pueblo, Abinadí fue torturado con brasas.7 En sus últimos momentos antes de morir, maldijo al rey Noé y a sus sacerdotes con un destino similar al suyo.8 Luego declaró: “Así ejecuta Dios su venganza sobre aquellos que destruyen a su pueblo. ¡Oh Dios, recibe mi alma!” (Mosíah 17:19). Mormón describió a Abinadí como “habiéndosele ejecutado porque no quiso negar los mandamientos de Dios, habiendo sellado la verdad de sus palabras con su muerte” (v. 20).9
En otra historia, los anti-nefi-lehitas enterraron sus espadas como convenio de que nunca “más volverían a usar armas para derramar sangre humana” (Alma 24:18).10 Como parte de esta ceremonia del convenio, su rey declaró que “si nuestros hermanos nos destruyen, he aquí, iremos a nuestro Dios y seremos salvos” (v. 16). Trágicamente, un grupo de lamanitas malvados atacaron y “sin encontrar resistencia alguna, mataron a mil y cinco de ellos” (v. 22). Sin embargo, por causa de que no enfrentaron resistencia, los lamanitas agresores se conmovieron de ellos y arrojaron sus propias armas de guerra. Al final, “el número de los que se unieron al pueblo de Dios aquel día fue mayor que el de los que habían sido muertos” (v. 26).11
Quizás, el episodio de martirio más trágico del Libro de Mormón, los hombres de Ammoníah que creyeron en las enseñanzas de Alma y Amulek, fueron expulsados de su ciudad. Luego, en el “lugar del martirio” sus esposas, hijos y las Sagradas Escrituras fueron arrojadas al fuego” (Alma 14:9). “Y cuando Amulek vio los dolores de las mujeres y los niños que se consumían en la hoguera, se condolió también, y dijo a Alma: ¿Cómo podemos presenciar esta horrible escena?” (v. 10). Amulek quería usar el poder de Dios para salvar a las mujeres y a los niños, pero Alma declaró:
El Espíritu me constriñe a no extender la mano; pues he aquí, el Señor los recibe para sí mismo en gloria; y él permite que el pueblo les haga esto, según la dureza de sus corazones, para que los juicios que en su ira envíe sobre ellos sean justos; y la sangre del inocente será un testimonio en su contra, sí, y clamará fuertemente contra ellos en el postrer día. (Alma 14:11)12
En la historia de Alma y Amulek, en particular, podemos ver la confusión que a menudo acompaña a los amigos y familias de aquellos que han sido perseguidos o asesinados por sus creencias.13 “¿Cómo es posible”, pregunto Charles Swift, “que Alma y Amulek pudieran simplemente estar allí y mirar a esas inocentes personas morir, especialmente porque están muriendo por causa de creer en sus palabras?”14 La respuesta inspirada de Alma fue que (1) los juicios de Dios son justos y (2) los inocentes pueden presentarse como testigo en contra de los inicuos.
En cada una de estas historias del Libro de Mormón, se afirma o implica que la salvación será dada a aquellos que voluntariamente sufrieron el martirio por sus creencias.15 También es aparente que los propósitos de Dios se cumplían más por medio de las acciones valientes de estos mártires. El mensaje de Abinadí termina conduciendo al establecimiento de la iglesia de Cristo entre los nefitas.16 Los anti-nefi-lehitas ayudaron a salvar a más lamanitas que los que fueron mártires, y sus hijos fieles en varias ocasiones ayudaron a liberar al pueblo de Nefi durante una gran guerra entre los lamanitas.17 El ministerio de Alma y Amulek llevó a la completa desolación de Ammoníah, lo cual cumplió con la ley del Señor en contra de las ciudades apóstatas.18
El élder Dallin H. Oaks ha explicado que “Dios rara vez infringe el albedrío de alguno de Sus hijos interviniendo contra unos para aliviar a otros”.19 Si la divina intervención fuera la regla en lugar de la excepción, entonces el libre albedrío de la humanidad estaría en gran medida comprometida. En cambio, Dios a menudo permite que los malvados actúen de acuerdo al deseo de sus corazones, mientras que al mismo tiempo permite que los justos muestren coraje y valor al enfrentar el dolor y la persecución.
Desafortunadamente, los casos de persecución religiosa y aún los martirios se están incrementando ahora en el mundo de hoy.20 Como lo señaló David Marsh: “La tecnología moderna nos permite presenciar el sufrimiento y la muerte de personas en todo el mundo. Mientras lloramos por los inocentes y los justos que están atrapados en la fuerza destructiva y mortal de la guerra, la violencia y los desastres naturales, tal vez podamos apreciar aún más la perspectiva divina que el Señor provee en el Libro de Mormón”.21
Ningún otro libro de las Escrituras explica tan adecuada y profundamente los propósitos subyacentes de Dios para la mortalidad,22 incluyendo el sufrimiento y la persecución que ayuda a proveer la “oposición en todas las cosas” (2 Nefi 2:11).23 Tal como José y Hyrum Smith, también podemos encontrar consuelo, propósito y entendimiento en las páginas del Libro de Mormón —un libro por el que voluntariamente sacrificaron sus vidas.24
Jeffrey Mahas, “Recuerdos del martirio“, Revelaciones en contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), en línea en lds.org.
Charles Swift, “When Less is More: The Reticent Narrator in the Story of Alma and Amulek“, Religious Educator 13, no. 1 (2012): 88–101.
Jeffrey R. Holland, “Seguridad para el alma”, Liahona, Noviembre 2009, 88–90, en línea en lds.org.
John W. Welch, Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), 237–271.
1. Joseph I. Bentley, “Martyrdom of Joseph and Hyrum Smith“, en Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 1:860–862.
2. Jeffrey Mahas, “Recuerdos del martirio“, Revelaciones en contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), en línea en lds.org.
3. Richard Lyman Bushman, Joseph Smith: Rough Stone Rolling (New York, NY: Knopf, 2005), 553.
4. Jeffrey R. Holland, “Seguridad para el alma“, Liahona, Noviembre 2009, 88, en línea en lds.org.
5. Holland, “Seguridad para el alma“, 89.
6. Robert J. Matthews, “Abinadi: The Prophet and Martyr“, en Mosiah, Salvation Only Through Christ, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Book of Mormon Symposium Series, Volume 5 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1991), 91.
7. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué fue Abinadí torturado con brasas? (Mosíah 17:13)“, KnoWhy 96 (29 de abril de 2017); Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué habló Abinadí del Mesías sufriente? (Mosíah 14:4)”, KnoWhy 91 (24 de abril de 2017).
8. John A. Tvedtnes, “Notes and Communications: ‘As a Garment in a Hot Furnace’“, Journal of Book of Mormon Studies 6, no. 1 (1997): 76–79; Mark J. Morrise, “Simile Curses in the Ancient Near East, Old Testament, and Book of Mormon“, Journal of Book of Mormon Studies 2, no. 1 (1993): 124–138; Donald W. Parry, “Hebraisms and Other Ancient Peculiarities in the Book of Mormon“, en Echoes and Evidences of the Book of Mormon, ed. Donald W. Parry, Daniel C. Peterson y John W. Welch (Provo, UT: FARMS, 2002), 156–159.
9. Matthews, “Abinadi: The Prophet and Martyr“, 91–111.
10. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cuál es el simbolismo de las espadas manchadas de los anti-nefi-lehitas? (Alma 24:12)”, KnoWhy 132 (10 de junio 10 de 2017).
11. Hay una segunda masacre del pueblo de Ammón en Alma 27:1-4. Para un estudio más profundo del pueblo de Ammón y su convenio de no tomar armas, véase Duane Boyce, “The Ammonites Were Not Pacifists“, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 20 (2016): 293–313; Duane Boyce, “Were the Ammonites Pacifists?” Journal of Book of Mormon and Other Restoration Scripture 18, no. 1 (2009): 32–47.
12. Para un estudio sobre esta historia en su contexto legal antiguo, véase John W. Welch, Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), 260–263.
13. En este caso, es muy probable que Amulek y Alma tuvieron que mirar el sufrimiento de la muerte por fuego de la propia familia de Amulek. Véase Charles Swift, “When Less is More: The Reticent Narrator in the Story of Alma and Amulek“, Religious Educator 13, no. 1 (2012): 97; John W. Welch, Legal Cases, 263.
14. Charles Swift, “When Less is More“, 97.
15. Véase Mosíah 13:9; Alma 24:26; Alma 14:11. Véase también 3 Nefi 12:10-12; cf. Mateo 5:10–12. Después de leer acerca de los primeros mártires cristianos del libro Fox’s Book of the Martyrs, José Smith relató que había visto en una visión que “eran seguidores honestos y devotos de Cristo, de acuerdo a la luz que poseían, y que [también] se salvarán”. Edward Stevenson, Reminiscences of Joseph, the Prophet, (Salt Lake City, UT: publicado por el autor, 1893), 6.
16. Rodney Turner, “The Three Nephite Churches of Christ“, en The Keystone Scripture, ed. Paul R. Cheesman, Book of Mormon Symposium Series, Volume 1 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1988), 105–110.
17. Véase Richard G. Scott, “La fortaleza personal mediante la expiación de Jesucristo“, Liahona, Noviembre 2013, 82–84, en línea en lds.org.
18. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué la ciudad de Ammoníah fue destruida y desolada? (Alma 16:9–11)“, KnoWhy 123 (31 de mayo de 2017).
19. Dallin H. Oaks, “Oposición en todas las cosas“, Liahona, Mayo 2016, 114, en línea en lds.org.
20. Véase “Nearly all Muslims, Jews, Hindus live in Countries Where Their Group Was Harassed in 2015“, Pew Research Center: Religion and Public Life, April 11, 2017, accedido 9 de junio de 2007, en línea en pewforum.org. Moroni profetizó que el Libro de Mormón vendrá “en un día en que la sangre de los santos clamará al Señor, por motivo de las combinaciones secretas y las obras de obscuridad” (Mormón 8:27). Véase también DyC 87:7.
21. David Brent Marsh, “Peace Through Christ: The Book of Mormon’s Divine Perspective on War“, en The Fulness of the Gospel: Foundational Teachings from the Book of Mormon, 2nd edition (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2003), 257.
22. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Dónde es el mejor lugar para aprender sobre el plan de salvación de Dios? (Alma 24:14)“, KnoWhy 272 (18 de diciembre de 2017).
23. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Lehi enseñó sobre los ‘dos caminos’? (2 Nefi 2:27)“, KnoWhy 287 (10 de enero de 2018).
24. Para la propia explicación del Señor con respecto al propósito del martirio de José y Hyrum, véase DyC 136:35-45. Véase también, Book of Mormon Central en Español, “¿Qué significa ser un mártir? (Éter 12:37)“, KnoWhy 1 (24 noviembre de 2016); Anthony D. Perkins, “The Path to Martyrdom: The Ultimate Witness“, Ensign, August 2009, 52–57, en línea en lds.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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