Cuando Abinadí predicó por primera vez el arrepentimiento al pueblo del rey Noé, “se enojaron con él y trataron de quitarle la vida” (Mosíah 11:26). Después de escuchar las profecías de Abinadí, el rey Noé también trató de matarle, pero “el Señor lo libró de sus manos” (v. 26). Dos años más tarde, Abinadí volvió a predicar al pueblo, pero esta vez “vino entre ellos disfrazado, de modo que no lo conocieron” (Mosíah 12:1). Enojados por las profecías de Abinadí sobre un inminente cautiverio, aflicciones y destrucción, el pueblo lo aprehendió y lo llevaron ante el rey Noé para que lo juzgara (vv. 1-9).
Algunos han encontrado que el uso de un disfraz por parte de Abinadí es bastante desconcertante, debido a que buscó ocultar su identidad mientras que al mismo tiempo predicó abiertamente entre el pueblo.1 Es posible que el disfraz fuera utilizado solamente para entrar a la ciudad, y que después de que estuviera entre las personas ya no lo haya necesitado.2 Sin embargo, cuando la historia es comparada con las historias bíblicas que también tratan de mensajeros proféticos, reyes y disfraces,3parece que hay más en el disfraz de Abinadí de lo que inicialmente se ve a simple vista.
El erudito bíblico Richard Coggins ha explicado que en este tipo de narrativas bíblicas “una de las personas se disfraza … pero el disfraz es descubierto y la voluntad de Dios se transmite en una manera que es bastante inaceptable a quien lo buscaba”. 4 Coggins también argumentó que la aparición de disfraces proféticos en varias historias del Antiguo Testamento, todas del mismo período histórico, “seguramente no son una simple coincidencia”. Más bien, con el uso de un disfraz para profetizar, “se está haciendo un punto teológico”.5
Estas historias típicamente representan una contienda o un conflicto ente Dios y un rey terrenal. Como ha señalado Alan Goff, “[t]odos los reyes o sus herederos en las historias bíblicas donde se disfrazan se encuentran con muertes brutales, y en cada caso la dinastía fracasa”.6 El mismo resultado le ocurrió al rey Noé, que fue quemado por su propio pueblo y cuya dinastía terminó después del reinado de su hijo (Mosíah 19:20).
En cuanto al disfraz, es notable que justo antes de que se mencione en el texto, el narrador informó que “los ojos del pueblo se hallaban cegados” (Mosíah 11:29).7 Esto sugiere que el disfraz tipifica la incapacidad de las personas inicuas para discernir entre la verdad y el error.8 El mismo rey Noé preguntó arrogantemente: “¿Quién es Abinadí, para que yo y mi pueblo seamos juzgados por él? O, ¿quién es el Señor para que traiga sobre mi pueblo tan grande aflicción?” (Mosíah 11:27). Aunque la pregunta de Noé seguramente era retórica, irónicamente demuestra su falta de percepción espiritual. No pudo discernir al Señor ni a su siervo el profeta.
Curiosamente, la declaración de Noé es sorprendentemente similar al desafío de Faraón a Moisés: “¿Quién es Jehová para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?” (Éxodo 5:2).9 También hay otras conexiones importantes con Moisés. Fue Moisés quien reveló los diez mandamientos a Israel, y Abinadí reprendió severamente al rey Noé y a sus sacerdotes por no enseñar ni guardar estos mandamientos (Mosíah 13:11-26).10 Cuando Moisés regresó de la presencia del Señor, “su rostro era resplandeciente, y [las personas] tuvieron miedo de acercarse a él” (Éxodo 34:30). Por esa razón, Moisés “puso un velo sobre su rostro” cuando hablaba con los israelitas (v. 33).11
El simbolismo del velo —y su conexión con un disfraz— puede ser especialmente significativo. Es posible que el rey Noé y su pueblo no hayan identificado al principio a Abinadí como el hombre que previamente había predicado entre ellos. Incluso después de que la gente aprehendiera a Abinadí, en repetidas ocasiones se refirieron a él como “un hombre” o “este hombre” o, en palabras del rey Noé, como un “individuo” que estaba “loco”.12 El registro nunca menciona que lo reconocieron.
Sin embargo, sus ojos seguramente se abrieron cuando el disfraz de Abinadí (sea cual sea su naturaleza física) fue simbólicamente develado y “su rostro resplandecía con un brillo extraordinario, aun como el de Moisés en el monte de Sinaí” (Mosíah 13:5). Ya sea que lo hayan identificado o no como Abinadí el predicador, en este momento no habría dudas de que estaban tratando con el profeta Abinadí. El pueblo “no se atrevió a echarle mano”, y el mismo rey Noé estaba tan perturbado que “estaba a punto de soltarlo, porque temía su palabra” (Mosíah 17:11). Trágicamente, los sacerdotes de Noé lo persuadieron a ejecutarlo sabiendo que era un profeta verdadero de Dios y en el proceso, selló su propio destino terrible.13
Siglos antes, Isaías profetizó que Jehová “derramó sobre vosotros espíritu de profundo sueño, y cerró vuestros ojos; cubrió a los profetas, y a vuestros gobernantes y a los videntes” (Isaías 29:10). Al utilizar un disfraz para cubrir u oscurecer literalmente su identidad, Abinadí simbólicamente demostró la ceguera espiritual del pueblo—especialmente su inhabilidad de reconocer a un profeta verdadero.14 Es posible que hayan aceptado exteriormente a Moisés y las leyes que reveló, pero Abinadí declaró, “percibo que no están escritos en vuestros corazones” (Mosíah 13:11). Cuando se trataba de las cosas de Dios, estaban espiritualmente dormidos.
Taylor Halverson comentó: “Para los sacerdotes de Noé que tenían a Moisés en alta estima, es increíble que fueran insensibles a un profeta que vino en nombre del Señor con un rostro que resplandecía como Moisés. Si realmente siguieron a Moisés, ¿por qué no estaban dispuestos a seguir a un profeta que se parecía y enseñaba como Moisés?”15
De alguna manera, el disfraz de Abinadí también puede ser un símbolo de Jesucristo y Su ministerio terrenal.16 Para el rey Noé y sus sacerdotes, Abinadí citó las profecías de que el mismo Mesías sería irreconocible para su pueblo porque aparecería como un hombre ordinario. Él no tendría “parecer ni hermosura” o “parecer para que lo deseemos” (Mosíah 14:2; cf. Isaías 53:2). En cambio, sería “despreciado” porque la gente “no lo estima[ba]” (v. 3).17 Como está registrado en el evangelio de Juan, Jesucristo “[e]n el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él; pero el mundo no le conoció” (Juan 1:10, énfasis agregado). De manera similar, Abinadí “vino entre [el pueblo] disfrazado, de modo que no lo conocieron” (Mosíah 12:1, énfasis agregado).
Hugh Nibley explicó: “Dios había visitado la tierra en tiempos remotos; había hablado a Abraham y a Moisés. … Pero pedirles a los hombres que creyeran que ese mismo Dios había hablado en sus propios días, y a un hombre sencillo que caminaba por sus calles— ¡era simplemente mucho para aceptar! … Fue una prueba que pocos han pasado: la prueba humillante de reconocer a un verdadero profeta y recibir instrucción de las cosas débiles y humildes de la tierra”.18
El mundo de hoy está pasando por esta misma prueba. Los verdaderos profetas y apóstoles están entre la gente, y sin embargo, en su mayoría permanecen “escondidos del mundo” (DyC 86:9).19 Como en tiempos pasados, los profetas modernos pueden parecer hombres ordinarios y hablar como hombres ordinarios, pero sus llaves proféticas y sus enseñanzas inspiradas trascienden la sabiduría y la autoridad mortales.20
Entre todos los sacerdotes del rey Noé, solo Alma “creyó las palabras que Abinadí había hablado” (Mosíah 17:2), y por medio de él se estableció la iglesia de Dios entre los nefitas (Mosíah 18:17-18). Aquellos que igualmente despiertan a la influencia del Espíritu Santo discernirán la voz del verdadero pastor hablando a través de sus profetas y apóstoles modernos (véase Juan 10:27).21 Y al igual que Alma, aquellos que reconocen a estos mensajeros verdaderos por lo que realmente son a veces deben “atreve[rse] a lo correcto” en defensa de sus enseñanzas.22
Taylor Halverson, “Mosiah 12–16. Martyr in Disguise”, The Interpreter Foundation, May 11, 2016, en línea en mormoninterpreter.com.
Alan Goff, “Abinadi’s Disguise and the Fate of King Noah”, Insights 20, no. 12 (2000): 2.
Alan Goff, “Uncritical Theory and Thin Description: The Resistance to History”, Review of Books on the Book of Mormon 7, no. 1 (1995): 170–207.
1. Véase Matthew Roper, “Abinadi: Master of Disguise (Howlers #3)”, en Ether’s Cave: A Place for Book of Mormon Research, June 13, 2013, en línea en etherscave.blogspot.com.
2. La historia de Samuel predicando desde la muralla de la ciudad es otro ejemplo donde un profeta tuvo que encontrar una manera inusual de llegar a las personas con el propósito de predicar su mensaje (véase Helamán 13:2-4).
3. Estas historias incluyen las siguientes narrativas: (1) El rey Saúl se disfrazó con el propósito de recibir guía de la adivina de Endor (1 Samuel 28), (2) un profeta se disfrazó con el propósito de condenar al rey Acab por no ejecutar al rey de Siria (1 Reyes 20), (3) un rey israelita se disfrazó para evitar ser lastimado en batalla, solo para ser asesinado por un arquero (1 Reyes 22), (4) Josías se disfrazó a fin de encontrarse con un faraón egipcio (2 Crónicas 35; 2 Reyes 23) y (5) la esposa de Jeroboam se disfrazó para visitar a un profeta ciego para ver la enfermedad de su hijo (1 Reyes 14).Para obtener resúmenes detallados de cada una de estas historias, véase Richard Coggins, “On Kings and Disguises”, Journal for the Study of the Old Testament 50 (1991): 56–59; Alan Goff, “Uncritical Theory and Thin Description: The Resistance to History”, Review of Books on the Book of Mormon 7, no. 1 (1995): 194-196.
4. Coggins, “On Kings and Disguises”, 55.
5. Coggins, “On Kings and Disguises”, 55.
6. Alan Goff, “Abinadi’s Disguise and the Fate of King Noah”, Insights 20, no. 12 (2000): 2.
7. Para un análisis de los documentos fuente y las capas narrativas de esta historia, véase John W. Welch, The Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), 140–145.
8. Véase Goff, “Abinadi’s Disguise and the Fate of King Noah”, 2 para una discusión más profunda sobre la ceguera simbólica.
9. Goff, “Uncritical Theory and Thin Description”, 193 hizo esta conexión, señalando que “el vocabulario de Abinadí no invoca solo los enfrentamientos entre el profeta y el rey de la historia deuteronomista, sino también entre Moisés y Faraón”.
10. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Profetizó Abinadí durante la fiesta de Pentecostés? (Mosíah 13:5)”, KnoWhy 90 (Abril 22, 2017).
11. Para más información sobre este uso del velo en la Biblia y el antiguo Cercano Oriente, véase Stephen D. Ricks y Shirley S. Ricks, “‘With Her Gauzy Veil before Her Face’: The Veiling of Women in Antiquity”, en Bountiful Harvest: Essays in Honor of S. Kent Brown, ed. Andrew S. Skinner, D. Morgan Davis, Carl W. Griffin (Provo, UT: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2011), 347–352.
12. Véase Mosíah 12:9, 13–14; 13:1.
13. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué fue Abinadí torturado con brasas? (Mosíah 17:13)”, KnoWhy, 96 (Abril 29, 2017); Welch, Legal Cases, 201–205.
14. Aunque los detalles específicos del disfraz de Abinadí están ausentes en la narrativa, es posible que haya utilizado cenizas para cubrir su cara. En el Antiguo Testamento, las cenizas a menudo se relacionaban con el luto o la destrucción (véase Jeremías 6:26; 25:34), y el utilizar cenizas para oscurecer la identidad era un método de disfraz utilizado por un profeta en 1 Reyes 20:38-41. Considerando que Abinadí estaba profetizando sobre inminentes calamidades y destrucción, sería simbólicamente apropiado para él haber usado cenizas como parte de su propio disfraz.
15. Taylor Halverson, “Mosiah 12–16. Martyr in Disguise”, The Interpreter Foundation, May 11, 2016, en línea en mormoninterpreter.com.
16. Jesús era el gran Jehová del Antiguo Testamento, el “Dios de Israel, y el Dios de toda la tierra” (3 Nefi 11:14), y sin embargo, condescendió a habitar entre los hombres en un tabernáculo de carne (DyC 93:4). En cierto sentido, entonces, su propio cuerpo mortal se puede ver como un disfraz o una cobertura de su naturaleza divina.
17. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué habló Abinadí del Mesías sufriente? (Mosíah 14:4)”, KnoWhy 91 (Abril 24, 2017).
18. Hugh Nibley, The World and the Prophets, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 3 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1987), 7.
19. Véase Boyd K. Packer, “Los Doce”, Liahona, Mayo 2008, en línea en lds.org.
20. Véase David A. Bednar, “‘Escogidos para dar testimonio de mi nombre’”, Liahona, Noviembre 2015, 129, en línea en lds.org: “Estos hombres ordinarios han pasado por un proceso de desarrollo extraordinario que ha agudizado su visión, mejorado su conocimiento, generado amor por las personas de todas las naciones y circunstancias, y han afirmado la realidad de la restauración”. Véase también, Boyd K. Packer, “The Mantle Is Far, Far Greater Than the Intellect”, BYU Studies 21, no. 3 (1981): 1–18.
21. Para el imperativo de despertar uno mismo a las gloriosas verdades de la Restauración, véase Dieter F. Uchtdorf, “¿Están durmiendo durante la Restauración?”, Liahona, Mayo 2014, 59, en línea en lds.org.
22. Thomas S. Monson, “Atrévete a lo correcto aunque solo estés”, Liahona, Noviembre 2011, 60–67, en línea en lds.org. Véase también, Carol F. McConkie, “Vivir de acuerdo con las palabras de los profetas”, Liahona, Noviembre 2014, 77–79, en línea en lds.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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