En los versículos 44-47 de Alma 5, el sumo sacerdote de la iglesia, Alma hijo, afirma saber las verdades que predica por el poder del Santo Espíritu. Uno podría decir que Alma no explica cómo es que las aprendió. Sin entrar en detalle, solo dice que el Señor Dios se “las ha manifestado por su Santo Espíritu” (Alma 5:46). El lector recuerda seguramente la conversión de Alma que le dejó mudo en Mosíah 27, donde se le apareció un ángel. Pero Alma aquí no indica que la manifestación que recibió del Espíritu Santo sea lo mismo que la aparición del ángel. Incluso, Alma agrega que parte del proceso de adquirir su conocimiento era ayunar y orar mucho: “He aquí, he ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo. Y ahora sé por mí mismo que son verdaderas; porque el Señor Dios me las ha manifestado por su Santo Espíritu” (Alma 5:46). Parece indicar que supo la verdad como resultado de haber “ayunado y orado muchos días”. ¿En qué momento pasó eso? Mosíah 27 da a entender que Alma hijo fue “un hombre muy malvado e idólatra” y difícilmente podemos imaginarlo así: ayunando y orando. Sin embargo, para Alma, este fue el momento en que recibió su testimonio. Todos sabemos de la aparición del ángel. Sin saber cómo y cuándo haya sido la segunda experiencia (resultado de su ayuno y oración), quizá podemos ver unas pistas en la descripción que dio Alma al cobrar fuerza días después de la visión angelical. En Mosíah 27 , Alma testificó que el Señor le dijo:
“No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios…” (Mosíah 27:25).
Cabe mencionar que hasta este punto, aún después de ver al ángel y escuchar la voz del Señor, Alma no había nacido de nuevo. Eso pasó después. Alma explica:
“No obstante, después de pasar mucha tribulación, arrepintiéndome casi hasta la muerte, el Señor en su misericordia ha tenido a bien arrebatarme de un fuego eterno, y he nacido de Dios” (Mosíah 27:28).
El contexto indica que esa “mucha tribulación” arrepintiéndose pasó durante “el espacio de dos días y dos noches” en el que Alma se encontraba inerte (Mosíah 27:23). Esos dos días de “mucha tribulación” pudieron haber parecido como “muchos días” de tormento para Alma (Alma 5:46).
Ahora, ¿es posible que Alma haya relacionado ese tiempo inerte y desmayado con un momento de ayuno y oración? No lo sabemos, pero el historiador Mormón sí nos informa que Alma padre “hizo que se reunieran los sacerdotes; y empezaron a ayunar y a rogar al Señor su Dios” (Mosíah 27:22). En inglés, la palabra para “orar” y “rogar” es la misma: pray. Además, Mormón dice que esto hicieron los sacerdotes durante todo el tiempo que Alma estuvo mudo.
“Y aconteció que después que hubieron ayunado y orado por el espacio de dos días y dos noches, los miembros de Alma recobraron su fuerza” (Mosíah 27:23).
Alma pudo haber combinado la “mucha tribulación” arrepintiéndose y los dos días de oración y ayuno (junto con los sacerdotes) para que levantándose pudiera decir: “…he nacido de Dios” (Mosíah 27:28). A los ojos de Alma, cuando terminó de ayunar y orar con los sacerdotes, recibió su testimonio.
Con su nueva fe Alma hijo declaró que el Redentor “vendrá” y que “se manifestará a todos” y “entonces confesarán que él es Dios” (Mosíah 27:30-31). Y como sumo sacerdote, Alma testifica y amonesta con la mismas palabras del Santo Espíritu:
“Arrepentíos todos vosotros, extremos de la tierra, porque el reino de los cielos está cerca; sí, el Hijo de Dios viene en su gloria, en su fuerza, majestad, poder y dominio. Sí, amados hermanos míos, os digo que el Espíritu dice: He aquí la gloria del Rey de toda la tierra; y también el Rey del cielo brillará muy pronto entre todos los hijos de los hombres” (Alma 5:50).
Viéndolo de esta manera, Alma da testimonio no de la visión del ángel sino de la convicción que tuvo en el Señor Jesucristo, el Rey y Redentor. Hubo dos partes en la conversión de Alma: 1) ver y ser amonestado por el ángel , y 2) recibir su testimonio del Señor Jesucristo.
En el Nuevo Testamento, Jesucristo dice que primero uno debe nacer de nuevo para “ver” el reino de Dios (Juan 3:3). Después agrega que también debe nacer de agua y del Espíritu para luego “entrar” en el reino de Dios (Juan 3:5). Hay dos partes. El profeta José Smith explicó que “Una cosa es ver el reino de Dios y otra, entrar en él. Debemos tener un cambio de corazón para ver el reino de Dios y seguir los artículos de adopción para entrar en él”1. Aquel lenguaje de “cambio de corazón” también lo usó Alma (Alma 5:7, 12-14, 26). Los mensajes de Jesucristo, Alma y José Smith son el mismo: debemos por nosotros mismos saber la verdad con certeza por medio del Santo Espíritu.
“Y, ¿cómo suponéis que yo sé de su certeza?” (Alma 5:45).
1. Consulte Joseph Smith Papers.
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