El profeta José Smith recibió una revelación acerca de los diezmos el 8 de julio de 1838 en Far West, Misuri. En la revelación, el Señor anunció “el principio del diezmo de mi pueblo” y explicó que los miembros de la iglesia “pagarán la décima parte de todo su interés anualmente” después de que hayan dado del excedente de sus propiedades como parte de la Ley de Consagración (DyC 119:3-4).1
Además, una revelación dada por medio del profeta José Smith en 1831 instruía a los santos a usar el “día del Señor” como un día para “ayunar y orar” (DyC 59:13, 14). En otra ocasión, el Señor dio a los santos un mandamiento de “perseverar en la oración y el ayuno desde ahora en adelante” (DyC 88:76).
Los primeros miembros de la iglesia estaban claramente al tanto de las directivas bíblicas con respecto al pago de los diezmos, como en Malaquías 3:8-12,2 y probablemente también estaban familiarizados con pasajes como Isaías 58:3–12 que enseña acerca de la manera apropiada de ayunar. El Libro de Mormón también proveyó a los primeros santos con conocimientos valiosos sobre cómo el pueblo del Señor en otros tiempos había entendido el pago de los diezmos y el concepto de ayunar.
Los nefitas sabían sobre la ley del diezmo. El profeta Alma conocía la historia que se encuentra en Génesis 14 acerca de Abraham pagando “como diezmo una décima parte de todo lo que poseía” a Melquisedec, el sumo sacerdote (Alma 13:15). Durante su visita en 3 Nefi, el mismo Salvador compartió a los nefitas las instrucciones del Padre a Malaquías con respecto a los diezmos. Recitó las palabras de Malaquías 3 y mandó que los escribas nefitas las registraran (3 Nefi 24).
Después de la visita del Salvador a los pueblos del Libro de Mormón, ellos “tenían en común todas las cosas; por tanto, no había ricos ni pobres” (4 Nefi 1:3). El hecho de que ellos “tenían en común todas las cosas” (una referencia a “sus bienes y posesiones” mencionados en 4 Nefi 1:25) sugiere que estaban viviendo lo que se ha llegado a conocer en esta dispensación como “la ley de consagración”. Para los primeros Santos de los Últimos Días, la ley del diezmo era una parte de la ley de la consagración.3
El Libro de Mormón contiene muchos ejemplos de personas que ayunaron y oraron con el propósito de suplicar al Señor bendiciones especiales y revelaciones. El profeta Amalekí describió que el camino a la salvación incluye el ayuno y oración así como también estar dispuestos a ofrecer sus “almas enteras como ofrenda” (Omni 1:26). El registro de los nefitas durante la época de paz después de la visita de Cristo implica que uno de los mandamientos del Señor fue que continuaran en “ayuno y en la oración” (4 Nefi 1:12). Los nefitas ayunaron en tiempos de duelo (Alma 28:6) y como una expresión de agradecimiento al Señor (Alma 45:1).
Algunos de los grandes misioneros nefitas y maestros confiaron en el ayuno para recibir guía del Señor. Alma declaró que sabía que las profecías concernientes a Cristo eran verdaderas porque había “ayunado y orado muchos días para poder saber estas cosas por mí mismo” (Alma 5:46).
Los hijos del rey Mosíah tuvieron éxito y permanecieron fieles durante una difícil misión a los lamanitas porque “se habían dedicado a mucha oración y ayuno” pidiendo “que el Señor concediera que una porción de su Espíritu los acompañase y estuviese con ellos, a fin de que fuesen un instrumento en las manos de Dios” (Alma 17:3, 9).4
Por medio de revelaciones divinas, los primeros santos de esta dispensación entendieron que la ley del diezmo y el ayuno son principios que brindan grandes bendiciones. Conocían la promesa de Malaquías, de que el Señor “abrir[á] las ventanas de los cielos y derramar[á] sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” y que Dios reprenderá “también por vosotros al devorador”—una promesa de que Él protegerá los medios usados para que pudieran sostenerse (Malaquías 3:10-11; 3 Nefi 24:10-11). El Señor declaró a José Smith que esta dispensación era “un día de sacrificio y de requerir el diezmo de mi pueblo, porque el que es diezmado no será quemado en su venida” (DyC 64:23).
El Libro de Mormón demuestra el poder del ayuno cuando Alma es levantado de un estado semejante a la muerte. Este milagro solamente ocurrió después de que su familia y otros “empezaron a ayunar y a rogar al Señor su Dios que abriera la boca de Alma para que pudiera hablar, y también para que sus miembros recibieran su fuerza” (Mosíah 27:22). Cuando los hijos de Mosíah ayunaron y oraron, les fue dado “el espíritu de profecía y el espíritu de revelación, y cuando enseñaban, lo hacían con poder y autoridad de Dios” (Alma 17:3). Después de que Alma ayunó y oró, el Señor le dio “el espíritu de revelación” también, y recibió un poderoso testimonio de la verdad, que se manifestó por el Espíritu Santo (Alma 5:46).
Como con muchos de los mandamientos que el Señor da a sus hijos, las grandes promesas acompañan los principios del diezmo y el ayuno. Los santos de los últimos días ahora pueden cosechar las bendiciones de vivir la ley del diezmo como se demuestra en el Libro de Mormón. Como los hijos de Mosíah, los lectores pueden ayunar para experimentar el “espíritu de revelación” y pueden ser testigos de milagros como el de Alma hijo. Doctrina y Convenios y el Libro de Mormón contienen muchos ejemplos de estas bendiciones prometidas de las cuales los lectores pueden sacar provecho.
Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué el ayuno y la oración acompañó el duelo nefita? (Alma 28:6)”, KnoWhy 135 (Junio 14, 2017).
Alexander L. Baugh, “Tithing”, en Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largely (Salt Lake City, UT: Deseret Book Company, 2003), 757.
Stephen D. Ricks, “Fasting”, en Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largely (Salt Lake City, UT: Deseret Book Company, 2003), 268–269.
Stephen D. Ricks, “Fasting in the Book of Mormon and the Bible”, en The Book of Mormon: The Keystone Scripture, ed. Paul Cheesmen, S. Kent Brown y Charles D. Tate Jr., The Book of Mormon Symposium Series, Volume 1 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1988), 127–136.
1. Para los primeros líderes SUD, la revelación significaba que los santos deberían dar el diez por ciento de lo que ganaban en intereses si invertían su patrimonio neto durante un año. Véase Steven C. Harper, “‘El diezmo de mi pueblo’” (DyC 119, 120), Revelaciones en contexto, 13 de enero de 2016, en línea en history.lds.org. La Iglesia ha interpretado posteriormente la palabra “interés” como “ingreso”. Véase “La ley del diezmo y la ley del ayuno”, Doctrina y Convenios y la Historia de la Iglesia Doctrina del Evangelio: Manual para el maestro (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1999), 109.
2. Por ejemplo, el Obispo Newel K. Whitney, en 1837, usó Malaquías 3:10 en una carta “a los santos esparcidos en el extranjero”. Newel K. Whitney, et al., “History, 1838–1856, volume B-1 [1 September 1834–2 November 1838] [addenda],” p. 8 [addenda], en línea en josephsmithpapers.org.
3. Alexander L. Baugh, “Tithing” en Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largely (Salt Lake City, UT: Deseret Book Company, 2003), 757 declara: “No se sabe si los pueblos del Libro de Mormón vivieron la ley del diezmo o no. Sin embargo, sí tenían ‘todas las cosas en común entre ellos’ (lo que indica que estaban viviendo la ley de consagración) durante casi doscientos años después de la aparición del Salvador”.
4. Para más información sobre este tema, véase Stephen D. Ricks, “Fasting in the Book of Mormon and the Bible”, en The Book of Mormon: The Keystone Scripture, ed. Paul R. Cheesman, S. Kent Brown y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: BYU Religious Studies Center, 1988), 127–136.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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