En 2 Nefi 31, Nefi expuso sobre la doctrina de Cristo, concluyendo con una amonestación de “persevera[r] hasta el fin” al seguir “adelante con firmeza en Cristo” (v. 20).1 Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por transmitir este principio, la audiencia de Nefi aún parecía insegura acerca de lo que debía hacer después de arrepentirse y recibir el bautismo (véase 2 Nefi 32:1). En este contexto, Nefi les recordó que ellos podrían “hablar con lengua de ángeles” (v. 2). Luego, entregó su famosa enseñanza con respecto a la oración, amonestándolos a “orar siempre, y no desmayar” (v. 9).
Nefi explicó que es el Espíritu del Señor que “enseña al hombre a orar” y que si un hombre escucha esa influencia divina, sabrá que le “es menester orar” (2 Nefi 32:8). En contraste, “el espíritu malo no enseña al hombre a orar” (v. 8). Para ayudar a enfatizar la marcada diferencia entre esta influencia espiritual opuesta, Nefi emparejó terminaciones similares, aunque opuestas, al final de la parte principal de su declaración:
Porque si escuchaseis al Espíritu que enseña al hombre a orar, sabríais que os es menester orar porque el espíritu malo no enseña al hombre a orar, sino le enseña que no debe orar.2
Después de establecer la necesidad de orar, Nefi ayudó a su audiencia a comprender cómo la oración está relacionada con el concepto de perseverar hasta el fin. Querían saber lo que “[debían] hacer” después del bautismo (2 Nefi 32:1, énfasis añadido). Nefi explicó que antes de hacer cualquier cosa, ellos deberían “[orar] al Padre en el nombre de Cristo, para que él os consagre vuestra acción… para el beneficio de vuestras almas” (v. 9).
Dominio de la Doctrina 2 Nefi 32:8-9. Infografía de Book of Mormon Central.
En este sentido, la oración puede funcionar como una llave espiritual, una que pueda desbloquear o revelar las acciones que necesita hacer una persona para que persevere fielmente hasta el fin.3 Nefi veía que la oración se facilitaba por el don del Espíritu Santo, la cual puede revelar “todas las cosas que debe[mos] hacer”.4 Tal inspiración divina también habría permitido a sus receptores hablar —y por lo tanto orar— con “lengua de ángeles” (2 Nefi 32:2).5
Al permitir que el Espíritu Santo ayude a hacer las oraciones y al permitirle que las oraciones inspiradas ayuden a guiar las acciones, aquellos que buscan dicha guía no pedirán ni harán “lo que sea contrario a [la] voluntad [del Señor]” (Helamán 10:5). En esta sumisa forma de vivir, el Señor puede “consagr[ar] [n]uestra acción, a fin de que [n]uestra obra sea para el beneficio de [n]uestras almas” (2 Nefi 32:9). Como lo definió el élder D. Todd Christofferson: “Consagrar es apartar o dedicar algo como sagrado, reservado para propósitos santos”.6 Por lo tanto, aquellos que consistentemente buscan y luego hacen la voluntad del Señor pueden llegar a ser santificados y hacerse santos, si perseveran en este patrón hasta el final de sus vidas.
Nefi lamentó que su pueblo no “buscar[a] conocimiento, ni entend[iera] el gran conocimiento, cuando les es dado con claridad, sí, con toda la claridad de la palabra” (2 Nefi 32:7). Esto destaca cuán importante y fundamental fue esta doctrina en la perspectiva de Nefi. Este gran profeta, que había visto visiones extraordinarias y había estado en comunicación personal directa con el Señor, vio el claro y simple principio de la oración inspirada como la clave para recibir gran conocimiento.
Al igual que el pueblo de Nefi, hoy muchos pueden malinterpretar o no aplicar el mandato de Nefi de “orar siempre” (2 Nefi 32:9). Al exponer sobre este tema, el élder David A. Bednar enseñó que el patrón del Señor de crear el mundo (con la creación espiritual primero y luego la creación física) puede relacionarse y aplicarse a la oración:
De igual manera, la ferviente oración por la mañana es un importante elemento de la creación espiritual de cada día, y precede la creación temporal o las labores del día. Al igual que la creación temporal estaba unida a la creación espiritual y era una continuación de ella, así también las fervientes oraciones por la mañana y por la noche están unidas mutuamente y son una extensión la una de la otra. … Las oraciones de la mañana y de la noche —y todas las intermedias— no son acontecimientos aislados que no guardan relación entre sí, sino que están unidas la una a la otra cada día y a lo largo de días, semanas, meses e incluso años.7
En parte, este vínculo entre las oraciones ocurre cuando, como enseñó Amulek, “[n]uestros corazones, [están] entregados continuamente en oración [al Señor]” (Alma 34:27). Por otro lado, el Señor se sentirá como “un extraño” para la persona que lo mantiene “lejos de los pensamientos y de las intenciones de su corazón” (Mosíah 5:13). Aquellos que llegan a ser casuales, complacientes o desinteresados en orar, se separarán trágicamente de esta vital “cuerda de salvamento entre el género humano y Dios”.8 Esto parece ser parte de la actitud endurecida entre el pueblo de Nefi, que le causó pesar y “lamentar a causa de la incredulidad, y la maldad, y la ignorancia y la obstinación de los hombres” (2 Nefi 32:7).
En contraste, la oración constante crea una relación duradera con el Señor y, a su vez, lo lleva a uno a perseverar con éxito hasta el fin. El élder Richard G. Scott describió el plan del Señor para la vida de cada individuo como “maravillosamente sencillo e incomparablemente hermoso. Al continuar viviendo con rectitud, siempre sabrás qué hacer”.9 Se aumentará la capacidad personal, los desafíos de la vida se podrán soportar con paciencia y el camino hacia la vida eterna se iluminará paso a paso. Tales son las bendiciones para todos los que permanecen en oración con el Señor, “permanentemente, de continuo, firmemente, [y] para siempre”.10
Élder David A. Bednar, “Ora siempre”, Liahona, Noviembre 2008, 41–44, en línea en lds.org.
Élder Richard G. Scott, “Utilizar el don supremo de la oración”, Liahona, Mayo 2007, 8–11, en línea en lds.org.
Élder Russell M. Nelson, “El sereno poder de la oración“, Liahona, Mayo 2003, en línea en lds.org.
1. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué es la doctrina de Cristo? (2 Nefi 31:21)”, KnoWhy 58 (Marzo 13, 2017).
2. Formato adaptado de Donald W. Parry, ed., Poetic Parallelisms in the Book of Mormon: The Complete Text Reformatted (Provo, UT: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2007), 129.
3. Véase Presidente Marion G. Romney, “Prayer is the Key”, Ensign, January 1976, en línea en lds.org.
4. Este principio es enseñado bellamente en 3 Nefi, donde se registra que los discípulos del Salvador oraron “sin cesar; y no multiplicaban muchas palabras, porque les era manifestado lo que debían suplicar, y estaban llenos de anhelo” (3 Nefi 19:24). Para obtener más información sobre las enseñanzas del Salvador sobre la oración, véase Robert L. Millet, “The Praying Savior: Insights from the Gospel of 3 Nephi”, en Third Nephi: Incomparable Scripture, ed. Andrew C. Skinner y Gaye Strathearn (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2012), 131–146; Donald W. Parry, “‘Pray Always’: Learning to Pray as Jesus Prayed”, en 3 Nephi 9–30, This Is My Gospel, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Book of Mormon Symposium Series, Volume 8 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1993), 137–148.
5. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Qué significa hablar con lengua de ángeles? (2 Nefi 32:2)”, KnoWhy 60 (Marzo 15, 2017).
6. Élder D. Todd Christofferson, “Reflexiones sobre una vida consagrada“, Liahona, Noviembre 2010, 16, en línea en lds.org.
7. Élder David A. Bednar, “Ora siempre”, Liahona, Noviembre 2008, 41–42, en línea en lds.org.
8. Presidente James E. Faust, “La cuerda de salvamento de la oración“, Liahona, Mayo 2002, en línea en lds.org.
9. Élder Richard G. Scott, “¡Él vive!“, Liahona, Noviembre 1999, en línea en lds.org.
10. Élder Jeffrey R. Holland, “‘Permanecer en mí’“, Liahona, Mayo 2004, en línea en lds.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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