William E. McLellin se unió a la iglesia en Illinois en el verano de 1831 y fue llamado como uno de los miembros originales del Cuórum de los Doce en 1835. Steven C. Harper observó: “Pero McLellin era inconstante, su determinación vaciló”1. En consecuencia, finalmente “tuvo problemas con sus líderes a raíz de los problemas financieros de Kirtland de 1837 y fue excomulgado en mayo de 1838”2.
Décadas después, el escritor antimormón James T. Cobb contactó a McLellin como parte de sus esfuerzos para “establecer la falsedad del Libro de Mormón por medio de un minucioso estudio de sus orígenes”3. Probablemente McLellin parecía alguien que simpatizaría con los intereses de Cobb, después de todo, no solo había sido excomulgado, sino que también “rápidamente se había convertido en un activo e incluso irascible oponente de la iglesia y particularmente hostil (en apariencia, al grado de buscar ejercer violencia) contra José Smith”4. Para 1880, cuando Cobb lo contactó, McLellin también se había distanciado de los diferentes grupos disidentes de la restauración5.
Sin embargo, la respuesta que Cobb recibió probablemente le sorprendió un poco. McLellin explicó: “Cuando examino a fondo un tema y organizo mis ideas, entonces se deben presentar mayores evidencias antes de que cambie. Atestiguo que el Libro de Mormón es un registro verdadero y divino y requerirá más evidencia de la que jamás haya visto para impresionarme en relación con su pureza”. McLellin había leído los argumentos de críticos como Cobb pero insistió: “¡Mis evidencias están por encima de todas!”6.
Entre las principales evidencias a las que apeló McLellin estaba el testimonio de los once testigos formales del Libro de Mormón. Los había conocido personalmente a la mayoría de ellos, y fueron sus testimonios lo que lo convirtieron a la iglesia en primer lugar. El 18 de julio de 1832, McLellin escuchó predicar a los misioneros Santos de los Últimos Días, uno de ellos era David Whitmer. Después de que su compañero terminara de hablar, “D[avid] Whitmer se levantó y compartió su testimonio de haber visto a un ángel santo que le hizo saber la veracidad de este registro”7.
Durante las siguientes dos semanas, McLellin continuó escuchando la predicación de los misioneros. Luego, sabiendo que se dirigían a Independence, Misuri, McLellin partió al oeste el 3 de agosto, esperando “llegar a Independence antes que ellos y ver si el testimonio de los otros testigos coincidía con el de ellos”8. El 18 de agosto, McLellin llegó al condado de Jackson, donde pronto se encontró nuevamente con David Whitmer, esta ocasión con Martin Harris, a quien conoció por primera vez. Los dos testigos acompañaron a McLellin en un viaje de 16 kilómetros hasta una de las villas donde los santos estaban reunidos9.
Al día siguiente, McLellin conoció a Hyrum Smith, hermano del profeta José y uno de los ocho testigos. McLellin y Hyrum se adentraron al bosque para mantener una conversación privada que duró cuatro horas. McLellin escribió en su diario: “Pregunté sobre los detalles de la salida a luz del registro, sobre el surgimiento de la iglesia y su progreso y sobre los testimonios que le dieron a él [Hyrum]”10.
Desde la primera vez que escuchó acerca del Libro de Mormón, McLellin había reflexionado sobre todo lo que había oído11.Luego, el 20 de agosto, “se levantó temprano y se dedicó a orar fervientemente”. Deseaba que “Dios [lo] dirigiera hacia la verdad”12. Mientras oraba, McLellin se dio cuenta que “a partir de todo el conocimiento que [pudo] obtener por medio de estudios, búsquedas e investigaciones, estaba obligado, como un hombre honesto, a reconocer la verdad y la validez del Libro de Mormón y también que había encontrado al pueblo del Señor: la Iglesia Viviente de Cristo”13. Más tarde, ese mismo día, fue bautizado por Hyrum Smith14.
En los siguientes meses y años, McLellin continuaría teniendo comunicación con estos tres y otros testigos del Libro de Mormón15. Esto se tradujo en un poderoso testimonio y un gran amor por el Libro de Mormón. Como misionero (que incluía tiempo como compañero de Samuel H. Smith, otro de los ocho testigos) el Libro de Mormón y las “evidencias a su favor” junto con los “testimonios de su divinidad” por parte de los testigos eran “por mucho los [temas] más frecuentes en sus sermones”, tal como lo registró copiosamente en sus seis diarios misionales entre 1831 y 183616.
A pesar de su posterior decepción de José Smith y la iglesia, sus numerosas experiencias con los testigos del Libro de Mormón tuvieron un impacto duradero en él. Como le escribió a Cobb: “Llegué a conocer a toda la familia Smith y la familia Whitmer y escuché todos sus testimonios, que coincidían en los principales aspectos; los creí entonces y los creo todavía”17.
Como recordó más tarde en vida, una conversación en particular con David Whitmer y Oliver Cowdery lo dejó bastante convencido de la honestidad y la veracidad de su testimonio. Fue a finales de julio de 1833, “cuando el populacho reinó triunfante en el condado de Jackson”. El populacho estaba buscando específicamente a McLellin y a Oliver, y se acordó una recompensa por sus cabezas. Los dos hombres habían “huido de [sus] hogares, por temor a represalias personales” y ambos estaban buscando refugio en el poblado de los Whitmer18.
McLellin recordó más tarde: “Allí, en el bosque solitario” a las fueras de la granja de los Whitmer, “me reuní con David Whitmer y Oliver Cowdery”19. McLellin confrontó a los dos testigos directamente:
“Hermanos, nunca he tenido una visión manifiesta en mi vida, pero ustedes dicen que sí, y por lo tanto lo saben realmente. Ahora saben que sus vidas están en peligro cada hora, si acaso el populacho nos atrapara. Díganme, con temor de Dios, ¿Es verdadero ese Libro de Mormón?”20
Oliver Cowdery “miró a [McLellin] con solemnidad reflejada en su rostro” y respondió: “Hermano William, Dios envió a su ángel santo para declarar la verdad de la traducción a nosotros, y por eso lo sabemos. Y aunque el populacho nos mate, aún así debemos morir declarando su verdad”21. David corroboró lo que Oliver dijo. “Oliver les ha dicho la solemne verdad, pues no podíamos dejarnos engañar. ¡Debo declararles con toda sinceridad que es verdad!”22 Después de escuchar a ambos hombres, McLellin respondió: “Les creo. No veo ningún motivo para que ahora me digan mentiras, cuando nuestras vidas están en peligro”23.
Habiendo recibido un poderoso testimonio de primera mano de hombres que había conocido y con los que había servido por años, cuyo carácter e integridad había observado personalmente, McLellin tenía razón al exigir una evidencia más convincente de aquellos que criticaban el Libro de Mormón. Apreciaba el libro con un profundo amor y alta estima y tomaba el contenido y doctrinas del mismo muy seria y personalmente. Por lo que, en respuesta a Cobb, McLellin con mucha confianza y expresamente comenzó a defenderlo.
Cuando una persona ataca el Libro de M[ormón], toca la niña de mis ojos. Lucha en contra de la verdad, contra la pureza, contra la luz, contra el más puro, o uno de los libros más verdaderos y puros sobre la tierra. ¡Tengo más confianza en el Libro de Mormón que en cualquier otro libro en esta vasta tierra! Y no es porque no conozca su contenido, pues lo he leído probablemente 20 veces. Lo he leído detalladamente en un año y he hecho muchas anotaciones sobre él. ¡¡Porque un hombre no ama la pureza cuando encuentra fallas en el Libro de Mormón!!24.
En la actualidad, la oportunidad de conocer e interrogar a los Testigos del Libro de Mormón, como lo hizo McLellin, ha desaparecido. Por lo tanto, los escritos y registros de personas como McLellin, quien conocía bien a los testigos y los cuestionaba acerca de sus experiencias, son de gran valor.
Tal como Steven C. Harper observó: “Es difícil imaginar a alguien en mejores condiciones para evaluar las declaraciones de los testigos del Libro de Mormón que William McLellin”. No tenía “ningún interés en sostener” a la iglesia, pero cuando se trataba del Libro de Mormón, “estaba obligado por la evidencia a reconocer su veracidad y validez”25. Harper continuó agregando:
[McLellin] no solo conocía las declaraciones de los testigos del Libro de Mormón, sino que conocía de cerca a algunos de los testigos y les preguntaba personalmente. No era tonto, no era un ingenuo. Y estaba en posición de saber si los testigos eran tontos, ingenuos o conspiradores. Al estar bien informado, McLellin escogió creer que las declaraciones de los testigos eran verdaderas26.
Gracias a los relatos documentados de manera convincente de las declaraciones de los testigos que McLellin y muchos otros dejaron, los investigadores de hoy también pueden escoger de manera racional y espiritual, abrazar las declaraciones de los testigos del Libro de Mormón y disfrutar y apreciar eternamente este fruto del árbol de la vida de Dios.
Daniel C. Peterson, “A Witness for the Book of Mormon Witnesses”, Deseret News, 3 de abril de 2014, en línea en deseretnews.com.
Mitchell K. Shaefer, “‘The Testimony of Men’: William E. McLellin and the Book of Mormon Witnesses”, BYU Studies 50, no. 1 (2011): 99–110.
Mitchell K. Shaefer, William E. McLellin’s Lost Manuscript (Salt Lake City, UT: Eborn Books, 2011).
Jan Shipps y John W. Welch, eds., The Journals of William E. McLellin, 1831–1836 (Provo, UT: BYU Studies; Urbana y Chicago, IL: University of Illinois Press, 1994).
Larry C. Porter, “William E. McLellan’s Testimony of the Book of Mormon”, BYU Studies 10, no. 4 (1970): 485–487.
1. Steven C. Harper, “McLellin, William E.”, en Doctrine and Covenants Reference Companion, ed. Dennis L. Largey y Larry E. Dahl (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2012), 396.2. Daniel C. Peterson, “A Witness for the Book of Mormon Witnesses”, Deseret News, 3 de abril de 2014, en línea en deseretnews.com. Para conocer más sobre los problemas financieros en Kirtland, véase Central del Libro de Mormón, “¿Por qué fracasó la Sociedad de Seguridad Financiera de Kirtland? (Doctrina y Convenios 64:21)”, KnoWhy 604 (mayo 26, 2021).
3. Larry C. Porter, “William E. McLellan’s Testimony of the Book of Mormon”, BYU Studies 10, no. 4 (1970): 485.
4. Peterson, “Witness for the Book of Mormon Witnesses”.
5. Sobre la vida de McLellin, véase Larry C. Porter, “The Odyssey of William Early McLellin: Man of Diversity, 1806–83”, en The Journals of William E. McLellin, 1831–1836, ed. Jan Shipps y John W. Welch (Provo, UT: BYU Studies; Urbana y Chicago, IL: University of Illinois Press, 1994), 291–358.
6. William E. McLellin to J. T. Cobb, August 14, 1880, en Porter, “William E. McLellan’s Testimony”, 486; mayúsculas modificadas a discreción.
7. William E. McLellin, Journal, July 18, 1831, en Journals of William E. McLellin, 29. Algunas fuentes indican que Samuel H. Smith (otro de los testigos del Libro de Mormón) y Reynolds Cahoon se detuvieron en el pueblo de McLellin días antes de que David Whitmer y su compañero Harvey Whitlock estuvieran ahí, y que fueron Samuel y Cahoon a quienes McLellin escuchó predicar por primera vez. Véase Porter, “Odyssey of William Early McLellin”, 296.
8. McLellin, Journal, August 3, 1831, en Journals of William E. McLellin, 31.
9. McLellin, Journal, August 18, 1831, en Journals of William E. McLellin, 31.
10. McLellin, Journal, August 19, 1831, en Journals of William E. McLellin, 31.
11. McLellin, Journal, July 18, 1831, en Journals of William E. McLellin, 29.
12. McLellin, Journal, August 20, 1831, en Journals of William E. McLellin, 31; gramática corregida.
13. McLellin, Journal, August 20, 1831, en Journals of William E. McLellin, 31; algunos signos de puntuación se han añadido a discreción para facilitar la lectura.
14. McLellin, Journal, August 20, 1831, en Journals of William E. McLellin, 32.
15. Para conocer las interacciones de McLellin con los testigos del Libro de Mormón, véase William G. Hartley, “The McLellin Journals and Early Mormon History”, en Journals of William E. McLellin, 264–267; Mitchell K. Shaefer, “‘The Testimony of Men’: William E. McLellin and the Book of Mormon Witnesses”, BYU Studies 50, no. 1 (2011): 99–102.
16. John W. Welch, “The Acts of the Apostle William E. McLellin”, en Journals of William E. McLellin, 19. Para conocer más sobre su tiempo como compañero misional de Samuel H. Smith, véase Hartley, “McLellin Journals”, 266–267.
17. McLellin a Cobb, en Porter, “William E. McLellan’s Testimony”, 486.
18. William E. McLellin, “The Testimony of Men”, ca. 1871, en Shaefer, “Testimony of Men”, 109; algunos signos de puntuación fueron agregados para facilitar la lectura, se omitieron las palabras tachadas y se modificaron las mayúsculas para adaptarlas a las convenciones modernas. Véase también Mitchell K. Shaefer, William E. McLellin’s Lost Manuscript (Salt Lake City, UT: Eborn Books, 2011), 166.
19. McLellin, “Testimony of Men”, 109. Compare Shaefer, McLellin’s Lost Manuscript, 166.
20. McLellin, “Testimony of Men”, 109; negritas añadidas en la transcripción original de BYU Studies. Compárese con Shaefer, McLellin’s Lost Manuscript, 166–167.
21. McLellin, “Testimony of Men”, 109; subrayado en el original. Compárese con Shaefer, McLellin’s Lost Manuscript, 167.
22. McLellin, “Testimony of Men”, 109. Compárese con Shaefer, McLellin’s Lost Manuscript, 167.
23. McLellin, “Testimony of Men”, 109. Compárese con Shaefer, McLellin’s Lost Manuscript, 167.
24. McLellin to Cobb, en Porter, “William E. McLellan’s Testimony”, 486; mayúsculas y gramática modificadas.
25. Steven C. Harper, “The Eleven Witnesses”, en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, ed. Dennis Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III, Kerry Hull (Salt Lake City, UT: Deseret Book; Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 129.
26. Harper, “Eleven Witnesses”, 129.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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