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KnoWhy #247

¿Por qué los profetas hablan de más de una Jerusalén?

noviembre 13, 2017
KnoWhy #247
La Casa de mis Padres, por Al Rounds
“[Y] de que [esta tierra] era el sitio de la Nueva Jerusalén que descendería del cielo, y el santo santuario del Señor… Y habló también concerniente a la casa de Israel, y la Jerusalén de donde Lehi habría de venir … y que sobre esta tierra se edificaría una Nueva Jerusalén para el resto de la posteridad de José”.
Éter 13:3–6

El Conocimiento

En Éter 13, Moroni continuó su compendio de los escritos del profeta jaredita, Éter, comenzando con las profecías de Éter acerca de lo que sucedería en el futuro sobre las tierras que les fueron dadas a los jareditas como “una tierra escogida” (Éter 13:2-4). Éter declaró que esta tierra, se entendía que se localizaría en el continente americano, “era el sitio de la Nueva Jerusalén” (Éter 13:3). En los siguientes versículos, Moroni presenta a Éter como hablando de tres ciudades santas, tres Jerusalén, que son aparentemente distintas:

  1. La Nueva Jerusalén que descenderá del cielo (Éter 13:3).
  2. La Jerusalén del antiguo Israel (Éter 13:5)
  3. Una nueva Jerusalén en el continente americano (Éter 13:6)

Moroni usó las palabras de Éter para enfatizar cómo estas ciudades santas tendrán un papel importante en los últimos días, cuando la tierra se renueve antes del reinado milenario de Cristo y también después del Milenio cuando la tierra sea renuevada nuevamente o se transforme en un reino celestial (Éter 13:3-8).1

Otros profetas y el mismo Salvador han mencionado estas ciudades santas de los últimos días. De hecho, la evidencia de la expectativa de Sion, la ciudad santa de Dios, se puede encontrar en todas las escrituras:

  • Cuando Jesucristo visitó al pueblo del Libro de Mormón después de Su resurrección, les reiteró el convenio que establecería con ellos sobre la tierra (el continente americano), y que “será una Nueva Jerusalén”.2
  • El Señor le dijo al apóstol Juan que escribiera “el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios” (Apocalipsis 3:12). Más adelante en su visión, Juan “vi[o] la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios” en la cual Dios habitaría con los hombres en la tierra” (Apocalipsis 21:1-5).
  • Al profeta Enoc, que vivió antes de que Jared y su hermano dejaran el Viejo Mundo, Dios le mostró que antes de la Segunda Venida, el pueblo sería congregado en el “tabernáculo [del Señor], y se llamará Sion, una Nueva Jerusalén”.
  • La Epístola a los Hebreos menciona cómo Abraham, mientras estaba errante en la tierra prometida, viviendo en tiendas, “esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10, VRA).3
  • La TJS de Génesis 14:32-35 dice que Melquisedec y “su pueblo [hicieron] justicia, y [alcanzaron] el cielo y [buscaron] la ciudad de Enoc, la cual Dios previamente había llevado, separándola de la tierra, habiéndola reservado hasta los últimos días, o sea, el fin del mundo; y ha dicho, y ha jurado con juramento, que los cielos y la tierra se han de reunir”.
  • Ezequiel vio, en una visión muy detallada, la Nueva Jerusalén y su templo como serían en los últimos días ( Ezequiel 40-48).
  • Varios textos apócrifos/Pseudepigráficos, incluidos 1 Enoc, 4 Ezra y 2 Baruc, representan la venida de la Nueva Jerusalén con su glorioso templo.
  • Un texto fragmentado etiquetado como “El Rollo de la Nueva Jerusalén”,4 encontrado entre los Rollos del Mar Muerto, da detalles de una visión de la ciudad y el templo que Dios edificará al final de los tiempos. En el texto, un ángel proporciona detalles sobre las medidas y la apariencia de la ciudad del templo, al igual que las revelaciones dadas a Ezequiel y Juan, pero con algunos detalles diferentes.

Aunque la descripción de la Nueva Jerusalén celestial que descendió a la tierra y que se encuentra en el libro de Apocalipsis del Nuevo Testamento es, quizás, la más conocida por los lectores modernos, el hecho de que varios de los textos antes mencionados fueron escritos antes de Apocalipsis indica que una creencia en una Jerusalén celestial o “nueva” no se limita a ese libro, sino que se ha celebrado entre los creyentes durante mucho más tiempo.

El Porqué

El hecho de que haya múltiples referencias en las Escrituras a las ciudades santas llamadas “Sion” o “Nueva Jerusalén” puede ser confuso para los lectores. Puede haber varias razones para este fenómeno. Aquí hay cuatro posibilidades:

1.      La “Nueva Jerusalén” es un ejemplo de la tipología. La tipología representa una clase, una cosa que simboliza o ejemplifica un ideal. Los modelos son repetibles. Así, vemos la ciudad de Enoc, Salem de Melquisedec, Jerusalén, la Nueva Jerusalén, Sion—todas estas ciudades santas son ciudades de templos donde el pueblo elegido del Señor puede vivir como uno, unidos en su amor a Dios y al prójimo.

2.      La esperanza de “Sion”, la ciudad de Dios, ha sido sostenida por muchos profetas y creyentes a lo largo del tiempo (como se discutió anteriormente). El autor de Hebreos conocía la creencia tradicional de que Abraham y otros patriarcas y profetas habían estado buscando o esperando “porque esperaba[n] la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10, RVR1960). Es natural, entonces, que la idea de una Nueva Jerusalén se encuentre en múltiples fuentes.

3.      Éter 13 debe verse no como un mero eco de una tradición, como la que se encuentra en Apocalipsis 21, sino como una representación de la variedad de las tradiciones de la Nueva Jerusalén que se pueden encontrar a lo largo de los textos religiosos antiguos. Por ejemplo, aunque Éter menciona la Nueva Jerusalén que sale del cielo, el cielo nuevo y la tierra nueva, y los habitantes cuyos vestidos se vuelven blancos a través de la sangre del Cordero (véase Apocalipsis 7:14), que se mencionan en la revelación de Juan, hay muchas diferencias entre los dos textos. Las imágenes nupciales que se encuentran en Apocalipsis no están presentes en Éter, ni tampoco las descripciones de la apariencia de la ciudad. Juan no incluye ninguna de las referencias al remanente de la simiente de José, que ellos heredarían la Nueva Jerusalén, para ser edificada en el continente americano (Éter 13:6-8). El motivo de la Nueva Jerusalén en Éter debe verse como una representación única de esta tradición que, de alguna manera, es paralela a otras.

4.      La Nueva Jerusalén es el nombre de un lugar divino, un nombre que refleja las características de otros nombres y títulos divinos. Las cualidades y títulos divinos a menudo se expresan en plural y superlativos. Por ejemplo, un título divino para Dios el Padre es Elohim. Sin embargo, la palabra elohim en hebreo es plural y en realidad significa “dioses”—aquellos que comparten la característica de ser divino. Llamar al Padre “Elohim” puede hacer referencia a la pluralidad que existe en la Trinidad, o el concilio divino, y también puede ser una referencia a la naturaleza superlativa de las cualidades divinas de Dios. Del mismo modo, la Nueva Jerusalén puede referirse a un lugar específico—la ciudad de Dios—pero también es un título que se puede aplicar a múltiples sitios que comparten la característica de ser una ciudad santa.

5.      La Nueva Jerusalén se refiere a la morada de Dios. Los creyentes cristianos mencionados en la Epístola a los Hebreos buscaban—y llegaron—a la ciudad celestial de Dios, donde moran el Padre y el Hijo (Hebreos 12:22-23). Enoc y su ciudad fueron arrebatados al cielo, al “seno del Padre” (Moisés 7:24, 31, 69). Los que son llevados a la morada de Dios están en Sion, la Nueva Jerusalén. Del mismo modo, cuando Dios condesciende a habitar con la humanidad, ese lugar es también Sion, la Nueva Jerusalén.5

Los eruditos mormones Richard D. Draper y Michael D. Rhodes, en su comentario sobre el libro de Apocalipsis, enfatizaron el papel de la comunidad y la familia, específicamente la familia de Dios, en el concepto de la Nueva Jerusalén. Ellos explican:

Un punto necesita ser enfatizado. En el centro de la nueva visión de Juan se encuentra una ciudad, un lugar donde habitan las familias. De hecho… la ciudad realmente representa la sociedad celestial. … El reino celestial es una comunidad o sistema de comunidades presididas por un Padre eterno y habitadas por sus hijos, organizadas según unidades familiares bajo el orden divino patriarcal. Los seres celestiales, la Iglesia de los Primogénitos, funcionan dentro de este orden familiar. Por lo tanto, la ciudad representa la comunidad ideal y perfecta que es la familia eterna de Dios.6

La preservación de estas ciudades santas, desde antes de la Segunda Venida y hasta la eterna existencia celestial de esta tierra, es un gran cumplimiento de las promesas del Señor a Abraham, Isaac y Jacob, a su familia. El Señor había prometido que redimiría a Israel, tanto espiritual como físicamente, al devolverlos de su dispersión a las tierras que les habían sido prometidas como herencia.

La historia de estas múltiples Jerusalén es la historia de Sion. Ya sea viejo o nuevo, en las Américas, en la antigua Tierra Santa, o esperando en el cielo, Sion es el epítome de lo bendecidos que pueden ser los hijos de Dios cuando viven en armonía según las leyes de Dios. Si las personas aprenden a vivir como “uno” a la manera de Sion, entonces pueden estar seguros de la protección y preservación que el Señor le ha prometido a la gente de que en el futuro heredará estas ciudades santas.

Otras Lecturas

Jeff O’Driscoll, “Zion Zion Zion: Keys to Understanding Ether 13”, en The Book of Mormon: Fourth Nephi Through Moroni, From Zion to Destruction, eds. Monte S. Nyman y Charles D. Tate, Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1995), 215–234.

Graham W. Doxey, “New Jerusalem,” The Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 3:1009.

 

 

1. Véase por ejemplo, Bruce R. McConkie, Doctrinal New Testament Commentary, 3 vols. (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1973), 3:582.
2. Además, indicó que los gentiles que se unieran a la Iglesia serían contados entre “el resto de Jacob” y ayudarían a construir la ciudad llamada “la Nueva Jerusalén” (3 Nefi 21:23-24).
3. El texto continúa implicando que todos los patriarcas estaban tratando de alcanzar, o regresar a, un país o una ciudad—una ciudad celestial (Hebreos 11:13-16). Hebreos 12:22 asocia esta ciudad con el monte Sion. Dirigiéndose a una comunidad de creyentes cristianos, el autor declara: “sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo… a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Hebreos 12:22-23, VRV 1960).
4. Partes de este texto en varios fragmentos de las cuevas de Qumrán, incluidos 4Q554555, 5Q15, 11Q18, 1Q32 y 2Q24. Un tema similar se encuentra en el “Pergamino del Templo” (11Q19). Para obtener más información al respecto, consulte a Michael O. Wise, Martin G. Abegg, Jr., y Edward M. Cook, The Dead Sea Scrolls: A New Translation (New York, NY: HarperOne, 2005), 557–563.
5. Véase, por ejemplo, Apocalipsis 21:3; Moisés 7:62-64; Ezequiel 48:35; Éter 13:3.
6. Richard D. Draper y Michael D. Rhodes, The Revelation of John the Apostle (BYU New Testament Commentary; Provo, UT; BYU Studies, 2016), 793–794.

Traducido por Central del Libro de Mormón