Mosíah 21 registra la manera en que el rey Limhi envió una pequeña fuerza de expedición de la tierra de Nefi para encontrar la tierra de Zarahemla al norte. El equipo expedicionario se perdió y terminó encontrando algunas ruinas jareditas que incluían “una historia del pueblo cuyos huesos habían hallado” grabados en “planchas de metal” (Mosíah 21:27). El equipo de búsqueda regresó con este registro y lo envió a Limhi para su inspección. Debido a que era incapaz de leer los antiguos registros por sí mismo, el texto indica que “Limhi nuevamente se llenó de alegría al saber, por boca de Ammón, que el rey Mosíah tenía un don de Dios mediante el cual podía interpretar tales grabados” (Mosíah 21:28).
Mientras las ediciones del Libro de Mormón desde 1837 han dicho que el rey Mosíah tenía el don de interpretación o traducción, este pasaje en la edición de 1830 del Libro de Mormón dice que el rey Benjamín era quien tenía el don. De acuerdo con Royal Skousen, “la edición de 1837 [del Libro de Mormón] hizo el cambio de Benjamín a Mosíah para evitar [una] aparente contradicción”, ya que Mosíah 6:4-5 indica que Benjamín murió tres años después que Mosíah llegó a ser rey, y dado que fue Mosíah, y no Benjamín, quien envió a Ammón a buscar al pueblo de Zeniff (de quien Limhi era descendiente).1 Skousen observó: “Supuestamente, esta enmendación [en la impresión de 1837] fue hecha por José Smith, aunque los cambios no están marcados en el manuscrito impreso”, y por lo tanto es imposible asegurar quién hizo el cambio.2 Después de examinar toda la evidencia, la obra de Skousen, “Book of Mormon: The Earliest Text, vuelve a poner el nombre “Benjamín” en Mosíah 21:28.
Lo que complica más el asunto es el hecho de que Éter 4:1 en la edición de 1830 así mismo dice que fue el rey Benjamín, y no Mosíah, quien no permitió que las revelaciones dadas al hermano de Jared se hicieran públicas en sus días. Esta referencia a Benjamín asimismo se cambió a “Mosíah” en 1849 por Orson Pratt, aparentemente para mantener el texto consistente con la enmienda de José Smith en 1837.3 “La incidencia de Benjamín en vez de Mosíah” originalmente en estos pasajes “no puede fácilmente explicarse como un error en las primeras transmisiones del texto”, insiste Skousen.4 Por lo tanto, los lectores se quedan con estas aparentes contradicciones en la narrativa del Libro de Mormón que José Smith y Orson Pratt intentaron resolver al ajustar el texto.
Sin embargo, las personas han continuado preguntándose. Tal vez el nombre Benjamín en estos dos pasajes no sea el problema. Hugh Nibley fue uno de los primeros en sugerir que Benjamín y su hijo Mosíah ambos tenían acceso a los registros jareditas, por lo que Nibley preguntó: “¿Era necesario cambiar el nombre de Benjamín (en la primera edición) a Mosíah en la edición posterior de Éter 4:1?” Nibley continúa:
Probablemente no, aunque es seguro que Mosíah guardaba los registros en cuestión, no es de ninguna manera seguro que su padre, Benjamín, no haya compartido el trabajo de guardarlos. Fue Benjamín quien mostró un celo de amante de la literatura de toda vida por mantener y estudiar los registros; y después de entregar el trono a su hijo Mosíah continuó su vida y bien pudo haber pasado varios días entre sus registros amados. Y entre estos registros, pudieron haber estado las [veinticuatro] planchas jareditas, las cuales fueron traídas a Zarahemla a principio del reinado de Mosíah cuando su padre todavía podría haber estado viviendo (Mosíah 8:9-15).5
Para conservar el nombre de Benjamín, Skousen siguió la sugerencia de Nibley razonando que “el rey Benjamín podría haber estado vivo cuando el pueblo de Limhi llegó a la tierra de Zarahemla, y pudo haber tenido acceso a los registros, incluyendo los registros jareditas”. En otras palabras, el problema puede reducirse a la cuestión de cómo entender la cronología del Libro de Mormón. “Antes de su muerte, el rey Benjamín aún tenía acceso a los registros, y el Señor pudo haberle dicho que las profecías de esos registros no se debían revelar en ese tiempo”.6 Si esto es así, entonces las correcciones textuales de José Smith en 1837 y Orson Pratt en 1849 no serían necesarias.
También para apoyar la retención del nombre Benjamín, Brant A. Gardner sugirió otra explicación. En lugar de que Benjamín tuviera acceso a los registros jareditas al mismo tiempo que su hijo Mosíah, Gardner teoriza que Mormón, al abreviar los registros del pueblo de Limhi, perpetuó un error en ese registro subyacente que Benjamín era el rey del cual hablaba en lugar de Mosíah.
El pueblo de Limhi habría recordado solamente a Benjamín, su primer líder, habiendo salido Zeniff durante su reinado (Omni 1:24-29). Los registradores de la historia de Limhi introdujeron su propia idea de quién era su nuevo rey y escribieron Benjamín en su registro. Mormón usó ese registro y por lo tanto ese nombre.7
Esto a su vez explica como Moroni, “un testigo independiente” que “simplemente usa la información que estaba en el texto de su padre”, confundió el nombre al preparar el libro de Éter.8 Si Gardner está en lo correcto, entonces la corrección de José Smith en 1837 puede ser vista como una corrección profética a un error en el informe de Limhi que simplemente no fue corregido por Mormón.
Al desconcertarse por la lectura o el significado de cualquier texto de escritura, ayuda saber que no todas las preguntas quedan sin respuesta. En la mayoría de los estudios textuales históricos o antiguos, la información concluyente raramente existe. Algunas veces es aleccionador o aún doloroso admitir que no sabemos tanto como nos gustaría.
Después de identificar todas las soluciones previamente propuestas, y aún de considerar nueva información, varias resoluciones pueden ser entretenidas. Algunas explicaciones serán más plausibles que otras, y un consenso prevaleciente puede surgir. Aún así, una respuesta definitiva a la pregunta nos puede evadir. Sin embargo, mientras que una respuesta definitiva a esta pregunta sigue siendo difícil de alcanzar, los lectores no necesitan abandonar la confianza en la credibilidad del Libro de Mormón, especialmente después de ver este tema solamente por la superficie.
Los lectores están mejor servidos al probar más profundamente en el registro nefita con el fin de tratar y discernir ideas que pudieron haber sido pasadas por alto. En lugar de llegar a ser un obstáculo para la fe, el luchar con aparentes contradicciones como la pregunta de qué rey nefita tradujo el registro jaredita en Mosíah 21:28, paradójicamente, nos guía a más confianza y apreciación al Libro de Mormón.
Después de todo, las contradicciones aparentes como esta no les quita valor a los mensajes doctrinales divinos del Libro de Mormón. Aun cuando alguien comete un error, los autores del Libro de Mormón no claman ser infalibles o impecables.9 Como el mismo Moroni escribió en la portada: “Y ahora bien, si hay faltas, estas son equivocaciones de los hombres; por tanto, no condenéis las cosas de Dios”. Los lectores deberían, por tanto, enfocarse en cómo ellos pueden personalmente beneficiarse de las profundas enseñanzas y las doctrinas eternas encontradas en el Libro de Mormón. Ya sea que lo haya realizado Benjamín o Mosíah, los registros jareditas fueron traducidos y sacados a luz por el don y el poder de Dios para nosotros hoy en día.
Royal Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon: Part 3, Mosiah 17–Alma 20 (Provo, UT: FARMS, 2005), 1418–1421.
Hugh Nibley, Since Cumorah, The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 7 (Provo, UT: FARMS, 1981), 6–7.
Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City: Greg Kofford Books, 2007), 3:374–376.
J. Cooper Johnson, “King Benjamin or Mosiah: A Look at Mosiah 21:28,” FairMormon.
L. Ara Norwood, “Benjamin or Mosiah? Resolving an Anomaly in Mosiah 21:28,” presentation given at the 2001 FAIR Conference.
1. Royal Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon: Part 3, Mosiah 17–Alma 20 (Provo, UT: FARMS, 2006), 1418.
2. Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon, 1418.
3. Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon, 1419.
4. Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon, 1420–1421.
5. Hugh Nibley, Since Cumorah, The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 7 (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1988), 7.
6. Skousen, Analysis of Textual Variants of the Book of Mormon, 1420.
7. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 3:375.
8. Gardner, Second Witness, 3:376.
9. Véase el Book of Mormon Central en Español, “¿Hay errores en el Libro de Mormón? (Portada)” KnoWhy 3 (23 de diciembre de 2016).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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