Durante la etapa inicial de traducción del Libro de Mormón en el invierno de 1827 a 1828, Emma, esposa de José Smith, solía escribir por él mientras traducía. Más tarde en su vida, en varias ocasiones Emma contaba la historia de la ocasión en que José se asombró por la mención de muros alrededor de Jerusalén en los tiempos de Lehi.
Edmund C. Briggs relató la versión más dramática de la historia, tal como lo había escuchado por parte de Emma en 1856:
[Una] vez mientras estaba traduciendo se detuvo súbitamente, pálido como una hoja, y dijo: “¿Emma, Jerusalén tiene muros alrededor de ella?” Cuando respondí, “Sí”, respondió “¡Oh! Tenía miedo de que me hubieran engañado”. Él tenía un conocimiento tan limitado de la historia en ese momento que él ni siquiera sabía que Jerusalén estaba rodeada de muros.1
En otro registro, ella dijo: “Él no había leído la Biblia lo suficiente para saber que había murallas en Jerusalén”, ella recordó en 1877, “y él vino y me preguntó si había murallas alrededor de la ciudad de Jerusalén”. 2
David Whitmer, también, más tarde recordó en 1885 “que en el tiempo [de traducción] Smith ni siquiera sabía que Jerusalén era una ciudad amurallada”.3 David probablemente escuchó la historia de Emma por motivo de que él no estaba cerca de la familia Smith hasta 1829, durante la etapa final de la traducción.
¿Qué importancia se puede sacar de este recuerdo de Emma? De estas fuentes tempranas, es claro que los contemporáneos más cercanos de José, incluyendo a su propia esposa, consideraron esto como una evidencia de que José no estaba bien informado sobre los temas bíblicos e históricos para escribir el Libro de Mormón.
John W. Welch, quien recolectó las primeras fuentes de la traducción del Libro de Mormón, explicó que estos “registros… se enfocaban en el hecho de que José Smith estaba muy limitado en sus estudios para producir el Libro de Mormón”.4
Dios suele magnificar las habilidades de sus siervos más allá de sus capacidades, como lo hizo con José durante la traducción del Libro de Mormón.
Daniel C. Peterson, otro erudito que ha estudiado los registros de la traducción del Libro de Mormón, había planteado otro punto, igualmente intrigante, que se apoya en esta y otras evidencias del periodo de traducción: José mismo estaba algunas veces sorprendido por el contenido del libro. “Parece haber sido un texto que era nuevo y extraño para él”, Peterson recalcó. El texto era “algo que no originaba de él mismo” y “había partes del texto que él no entendía”.5
El hecho de que los detalles del libro eran nuevos para José es una indicación de que él no era el autor del texto, más bien él aprendía mientras traducía por medios divinos.
Tal como lo era para José, muchas revelaciones descubren, abren y amplifican nueva información. La revelación nos ayuda a ver cosas que no habíamos observado antes, aunque sean perfectamente obvias una vez que sean llamadas a nuestra atención.
John W. Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon,” in Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, ed. John Welch with Erick B. Carlson (Salt Lake City/Provo, UT: Deseret Book and BYU Press, 2005), 77–117.
Daniel C. Peterson, “What the Manuscripts and the Eyewitnesses Tell Us about the Translation of the Book of Mormon,” in Uncovering the Original Text of the Book of Mormon: History and Findings of the Critical Text Project, ed. M. Gerald Bradford and Alison V.P. Coutts (Provo, UT: FARMS, 2002), 67–70.
Daniel C. Peterson, “Editor’s Introduction—Not So Easily Dismissed: Some Fact for Which Counterexplanations of the Book of Mormon Will Need to Account,” FARMS Review 17/2 (2005): xi–xlix.
1. Edmund C. Briggs, “A Visit to Nauvoo in 1856,” Journal of History 9 (October 1916): 454; se encuentra transcrito en Opening the Heavens, 129 (document 38). Briggs también relató la historia mencionándola en “Interview with David Whitmer,” Saints’ Herald 31 (June 21, 1884): 396–397; citado en Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon,” in Opening the Heavens, 106 n.23.
2. Nels Madsen, “Visit to Mrs. Emma Smith Bidamon,” 1931, Church Archives; transcrito en John W. Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon,” in Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, ed. John Welch with Erick B. Carlson (Salt Lake City/Provo, UT: Deseret Book and BYU Press, 2005), 130 (document 40).
3. “The Book of Mormon,” Chicago Tribune, (December 17, 1885): 3; cf. M.J. Hubble, entrevista, 13 de noviembre 13, 1886; ambos transcritos en Opening the Heavens, 154, 156 (documents 93 and 95). Véase también “The Golden Tables,” Chicago Times (August 7, 1875): 1; citado en Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon,” 86.
4. Welch “The Miraculous Translation of the Book of Mormon,; 86.
5. Daniel C. Peterson, “Editor’s Introduction—Not So Easily Dismissed: Some Fact for Which Counterexplanations of the Book of Mormon Will Need to Account,” FARMS Review 17/2 (2005): xxii, xxi.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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