Nefi anticipó algunas de las objeciones que los lectores de los últimos días pudieran tener contra el Libro de Mormón. Algunos podrían exclamar: “¡Una Biblia! ¡Una Biblia! ¡Tenemos una Biblia, y no puede haber más Biblia!” (2 Nefi 29:3). En respuesta a esta crítica, Nefi hizo hincapié en que Dios puede hablar con quien él quiera y cuando lo hace los registros hechos por aquellas personas quienes ha hablado serán de beneficio a Sus hijos. “¿Por qué murmuráis por tener que recibir más de mi palabra?” Nefi presenta al Señor diciendo: “[H]ablo las mismas palabras, así a una como a otra nación. Y cuando las dos naciones se junten, el testimonio de las dos se juntará también” (2 Nefi 29:8).
El testimonio de Nefi de las “dos naciones” que se juntarán trae a la mente el pasaje de Ezequiel 37, bien conocido por los Santos de los Últimos Días. “Y vino a mí la palabra de Jehová, diciendo: Y tú, hijo de hombre, toma ahora un palo y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel, sus compañeros. Toma después otro palo y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel, sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano” (Ezequiel 37:15-17).
Los Santos de los Últimos Días han interpretado tradicionalmente los dos palos (en hebreo, literalmente “árbol” o “madera”) como la Biblia y el Libro de Mormón. Mirando más el contexto de Ezequiel 37, uno encuentra que estos palos son un símbolo de las tribus de Israel siendo consecuentemente reunidas y restauradas.1 “Y haré de ellos [los palos de vv. 16-17, 19] una sola nación en la tierra, en los montes de Israel; y un mismo rey será el rey de todos ellos; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más estarán divididos en dos reinos” (Ezequiel 37:22).
Después de los días de Salomón, Israel se dividió en dos reinos, el reino de Judá en el sur, y el reino de Israel en el norte, donde se encuentran las tierras de Efraín y Manasés (hijos de José). Lehi era de la tribu de Manasés. Profetas como Ezequiel, que fueron tomados de Jerusalén a Babilonia poco después del tiempo en que Lehi salió de Arabia, esperaban el tiempo en que todas las partes de los dos reinos de Israel se reunieran física y espiritualmente.
Además de simbolizar los registros y las tribus, los palos que Ezequiel proféticamente utilizó también pueden simbolizar el poder del Señor de guiar y gobernar sobre estos reinos. Zacarías 11:7 dice que el Señor tomó “dos cayados”, o cayados de pastor. Uno se llama “Gracia” (o favor) y los otros “Ataduras” (o unión), y con ellos alimentó su rebaño. Pero luego él corta a uno de sus cayados, para romper el convenio que había hecho con el pueblo (Zacarías 11:10), y él corta el otro para romper la hermandad entre Judá e Israel (Zacarías 11:14). Mientras no hay un consenso general sobre la fecha de esta parte del libro de Zacarías, parece incluir una referencia temprana sobre el esparcimiento de Israel y más adelante la reunión y restablecimiento del pueblo de Dios.
Por lo tanto, los lectores deben tener cuidado en distinguir los símbolos de los palos (las tribus), el registro de los palos (las escrituras escritas), y los convenios entre Jehová y su antiguo pueblo. Esta distinción entre los palos y el registro de los palos se hace en las escrituras de la restauración: “He aquí. . . la hora viene cuando beberé del fruto de la vid con vosotros en la tierra; y con Moroni, a quien he enviado para revelaros el Libro de Mormón, que contiene la plenitud de mi evangelio eterno, y a quien he encomendado las llaves de los anales del palo de Efraín” (Doctrina y Convenios 27:5, énfasis añadido).
El testimonio de las dos naciones que se menciona en 2 Nefi 29 indudablemente incluye un testimonio del plan redentor de Dios para Israel en los últimos días. Esto incluye la unificación de los registros de las dos naciones, y por lo tanto, Nefi está explicando que cuando se reúnen las dos naciones, sus registros también se juntarán. Por lo tanto, el Libro de Mormón puede ser visto como parte del cumplimiento de las profecías como la de Ezequiel 37, porque es parte del proceso de recogimiento y reunificación.
Nefi destacó específicamente que los judíos y los nefitas producirían registros (la Biblia y el Libro de Mormón, respectivamente) que llegarían juntos para “manifes[tar] a los que luchen contra mi palabra y contra mi pueblo, que es de la casa de Israel, que yo soy Dios, y que hice convenio con Abraham de que me acordaría de su posteridad para siempre” (2 Nefi 29:14). Este convenio incluía la promesa de que la simiente de Abraham llegaría a ser grande, recibiría el evangelio de salvación y heredaría una tierra prometida (Génesis 17:1-8; Abraham 2:9-11). La Biblia y el Libro de Mormón juntos afirman que esto de alguna manera ocurrirá para el remanente moderno de la Casa de Israel.
Nefi entendía que varios testigos eran cruciales para autentificar sus enseñanzas. Por lo tanto, él alistó profetas como Isaías y a su propio hermano Jacob, y evidentemente otros aliados como Ezequiel y Zacarías, como testigos de sus enseñanzas sobre el Mesías y la redención de Israel.2 Al hacer esto, Nefi se estaba manteniendo en armonía con la ley bíblica, que establecía la necesidad de testigos (tanto mortales como divinos) para ejecutar adecuadamente las decisiones legales y autentificar las afirmaciones religiosas (cf. Deuteronomio 17:6; 19:15; Mateo 18:16; 2 Corintios 13:1; Hebreos 10:28; 1 Timoteo 5:19).3
Además, Nefi hizo alusión a la historia de Israel y la monarquía dividida que habría sido conocida por y significativa para su propio pueblo. Viniendo de una de las tribus del reino del norte de Israel, estas promesas proféticas habrían asegurado al pueblo de Nefi que Dios no los olvidaría y que serían restaurados y reunidos.
En otro nivel, este ejemplo de múltiples testimonios de diferentes fuentes anima a pueblos modernos a buscar la verdad en más que un solo libro o fuente. “Así que no por tener una Biblia debéis suponer que contiene todas mis palabras; ni tampoco debéis suponer que no he hecho escribir otras más” (2 Nefi 29:10). Mientras que este versículo se aplica particularmente al Libro de Mormón, su significado se expande más allá incluso del registro nefita a todos los libros y otras fuentes de edificación e iluminación (cf. Doctrina y Convenios 88:118).
Bruce A. Van Orden, “The Law of Witnesses in 2 Nephi,” in Second Nephi, The Doctrinal Structure, ed. Monte S. Nyman and Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1989), 307–21.
1. Hugh Nibley, An Approach to the Book of Mormon, The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 6 (Salt Lake City, UT and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1988), 311–328; Keith Meservy, “Ezekiel’s Sticks and the Gathering of Israel,” Ensign (February 1987); “Ezekiel, Prophecies of,” in The Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York: Macmillan, 1992), 1:480–81; “Ephraim, stick of/Joseph, stick of,” in Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2003), 246–47; Kevin Barney, “OT: Ezekiel’s Sticks,”.
2. Véase Bruce A. Van Orden, “The Law of Witnesses in 2 Nephi,” in Second Nephi, The Doctrinal Structure, ed. Monte S. Nyman and Charles D. Tate Jr. (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1989), 307–21.
3. El tema de los testigos en la ley bíblica es complejo. Para un resumen general, véase Bruce Wells, The Law of Testimony in the Pentateuchal Codes, Beihefte zur Zeitschrift für Altorientalische und Biblische Rechtsgeschichte 4 (Wiesbaden: Harrassowitz Verlag, 2004). John W. Welch ha explorado las ramificaciones de la ley bíblica para el Libro de Mormón, incluyendo la ley de los testigos, en John W. Welch, The Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: Brigham Young University Press and the Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), passim. Sobre el uso de testigos divinos en una antigua configuración religiosa israelita que es directamente relevante para el Libro de Mormón, véase en general David E. Bokovoy, “‘Thou Knowest that I Believe’: Invoking the Spirit of the Lord as Council Witness in 1 Nephi 11, “Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 1 (2012): 1-23; “Invoking the Council as Witness in Amos 3:13,” Journal of Biblical Literature 127, no. 1 (2008): 37-51; Stephen O. Smoot, ” The Divine Council in the Hebrew Bible and the Book of Mormon,” Studia Antiqua: A Student Journal for the Study of the Ancient World 12, no. 2 (Fall 2013): 15-16 n. 62.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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