Para proteger la tierra de Zarahemla de la invasión lamanita, los nefitas establecieron el pueblo de Ammón (también conocido como anti-nefi-lehitas1) “en la tierra de Jersón” con un ejército nefita para protegerlos (Alma 28:1).2 La paz no duró mucho. Poco después de que el pueblo de Ammón se estableciese, “los ejércitos de los lamanitas” comenzaron “una batalla tremenda” (vv. 1-2).
La matanza, según Mormón, fue tan terrible que “nunca se había conocido entre todos los habitantes de la tierra, desde el día en que Lehi salió de Jerusalén; sí, y decenas de millares de los lamanitas fueron muertos y esparcidos” (Alma 28:2). Aunque fueron victoriosos, el pueblo de Nefi no escapó ileso. “Sí, y también hubo una matanza tremenda entre el pueblo de Nefi” (v. 3).
Después de esta gran batalla, y después de que el pueblo de Nefi “volvió otra vez a su tierra”, hubo un “gran llanto y lamentación por toda la tierra, entre todo el pueblo de Nefi” (Alma 28:4). Este tiempo de duelo, lo que Mormón llamó “un día lúgubre”, fue acompañado de “mucho ayuno y oración” (v. 6). Declarar un período público de ayuno como parte del luto de una pérdida nacional parece haber sido una parte regular de las prácticas fúnebres nefitas (véase Helamán 9:10).3
Es lógico que los lectores esperen que Mormón detalle este período de ayuno y luto. De repente, sin embargo, cambia el estado de ánimo e indica que, a pesar de este gran dolor, hubo gran regocijo y exultación por parte del pueblo de Nefi. Esto, dijo Mormón, fue porque aquellos que vivían el evangelio sabían que sus descendientes caídos serían “levantados para morar a la diestra de Dios, en un estado de felicidad perpetua” (Alma 28:12).
Mormón menciona que la oración y el ayuno acompañados de esta época de luto ofrecen un importante vistazo a la cultura religiosa nefita. Específicamente, una vez más, vincula la práctica religiosa nefita con el antiguo Israel.
Como los eruditos Santos de los Últimos Días han observado: “El ayuno se asociaba comúnmente con tiempos de dolor o pena entre los antiguos”.4 En una inspección cercana, este punto sutil es muy claro en casos dispersos en la Biblia hebrea que abarcan siglos de la historia de Israel.
Aunque generalmente no se pensaba de esta manera hoy en día, el ayuno era una respuesta religiosa y cultural israelita a los incidentes de tristeza, humillación, solemnidad y entierro.5 Después de recuperar el cuerpo del rey Saúl de los filisteos, por ejemplo, los israelitas, incluyendo a David, ayunaron y lamentaron su muerte (1 Samuel 31:8-13; 2 Samuel 1:11-12).
Los nefitas estaban específicamente ayunando y orando en un momento de gran tragedia nacional, lo cual sería totalmente apropiado desde una perspectiva israelita antigua.6 Después de todo, el pueblo de Nefi estaba “llorando por sus parientes que habían perecido” en la batalla con los lamanitas (Alma 28:5). Con una angustia sincera, Mormón alaba que este “llanto y lamentación” había sido “por toda la tierra”, y “entre todo el pueblo de Nefi” (v. 4).
Aquellos que lloran y buscan el espíritu del Señor pueden encontrarse particularmente bendecidos con la esperanza, tranquilidad y conocimiento espiritual en su momento de angustia. Tal ayuno en los tiempos bíblicos podría ser realizado en privado o como una comunidad como una forma de mostrar “dependencia de Dios y sumisión a su voluntad”.7 El ayuno desempeñó un papel prominente durante un momento crucial en la historia de Ester y Mardoqueo cuando todo el pueblo lloró y ayunó por la liberación debido al decreto del rey Asuero de dar muerte a todos los judíos (Ester 4:1-3, 15-17). Los salmos también presentan el ayuno como una fuente de consuelo y solaz divino: “[C]uando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y a mi pecho mi oración volvía” (Salmo 35:13).
Donald W. Parry y Brant A. Gardner también han apreciado la sutil característica literaria empleada en este texto. “Mormón usa el dispositivo literario de un paralelo opuesto”, observó Gardner. “Él contrasta a los dolientes que temen por el alma de su amado con aquellos que también lloran por sus muertos, pero que tienen esperanza en las promesas de Jehová”.
Además, “el contraste es entre aquellos que abrazan el evangelio de la expiación del Mesías con su promesa de resurrección y los que siguen el orden de los nehores y que, por lo tanto, “tienen motivo para temer” (Alma 28:11).8 Más específicamente, Parry clasifica el paralelismo en este versículo como un buen ejemplo de “detalle”, o un dispositivo literario que “presenta una frase u oración introductoria, seguida de una o más líneas subsiguientes que ‘detallan’ lo que se dijo en la primera línea”.9 Esto queda claro en este esquema:
(A) Y así vemos el gran motivo del dolor,
(B) como también del gozo—
(A) dolor a causa de la muerte y destrucción entre los hombres,
(B) y gozo a causa de la luz de Cristo para vida. (Alma 28:14)
Hablando específicamente de los que han fallecido, el profeta José Smith testificó: “Estoy facultado para declarar, por la autoridad del Espíritu Santo, que no tienen razón para temer… No se lamenten ni lloren. Lo sé por el testimonio del Espíritu Santo que hay dentro de mí; y ustedes podrán esperar que sus amigos salgan para recibirlos en la mañana del mundo celestial”.10 La misma esperanza de redención de la muerte física y espiritual a través de la expiación del Hijo de Dios que inspiró a los antiguos nefitas en Alma 28 continúa inspirando a hombres y mujeres de todo el mundo hoy.
Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:390–394.
Stephen D. Ricks, “Fasting in the Book of Mormon and the Bible,” in The Book of Mormon: The Keystone Scripture, ed. Paul R. Cheesman (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1988), 127–136.
Joseph Fielding McConkie and Robert L. Millet, Doctrinal Commentary on the Book of Mormon, 4 vols. (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1987–1992), 3:191–193.
1. Sobre los orígenes de los anti-nefi-lehitas, véase Book of Mormon Central, “¿Por qué los lamanitas convertidos se llamaron anti-nefi-lehitas? (Alma 23:17)”, KnoWhy 131, (9 de junio 2017)
2. Para la probable etimología de Jersón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué fue llamado Jersón una tierra de herencia? (Alma 27:22)”, KnoWhy 134 (13 de junio, 2017).
3. Véase Stephen D. Ricks, “Fasting in the Book of Mormon and the Bible,” in The Book of Mormon: The Keystone Scripture, ed. Paul R. Cheesman (Provo: Religious Studies Center, 1988), 129-130.
4. Joseph Fielding McConkie and Robert L. Millet, Doctrinal Commentary on the Book of Mormon, 4 vols. (Salt Lake City, UT: Bookcraft, 1987–1992), 3:192. Véase también Ricks, “Fasting in the Book of Mormon and the Bible,” 129-130; John W. Welch, Legal Cases in the Book of Mormon (Provo: BYU Press, 2008), 327
5. Véase1 Samuel 31:8–13; 2 Samuel 1:11–12; 12:16; 1 Reyes 21:9–12; Isaías 58:3–5; Jeremías 36:9; Esdras 8:21; Roland de Vaux, Ancient Israel (New York, NY: McGraw-Hill, 1965), 1:59–61; H. A. Brongers, “Fasting in Israel in Biblical and Post-Biblical Times,” in Instruction and Interpretation, ed. A. S. van der Woude (Leiden: Brill, 1977), 3–7.
6. Véase Stephen D. Ricks, “Fasting,” in Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2003), 268–269.
7. John N. Suggit, “Fasting,” in The Oxford Companion to the Bible, ed. Bruce M. Metzger and Michael D. Coogan (New York, NY: Oxford University Press, 1993), 225; compare John G. Gammie, “Fasting,” in Harper’s Bible Dictionary, ed. Paul J. Achtemeier (San Francisco, CA: Harper and Row, 1985), 304.
8. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:393.
9. Donald W. Parry, Poetic Parallelisms in the Book of Mormon (Provo, UT: The Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2007), xxxiii.
10. Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: José Smith (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2007), 184.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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