“[A]l principiar el año cuarenta del gobierno de los jueces”, Mormón reportó de manera preocupante que “empezó a surgir una grave dificultad entre el pueblo nefita” (Helamán 1:1). Líderes importantes como Helamán (Alma 62:52), Moroni (Alma 63:3) y Shiblón (v. 10) habían muerto recientemente.
A causa de ese vacío, cuando Pahorán falleció durante el cuadragésimo año del reinado de los jueces (Helamán 1:2), al menos una causa de su preocupación se hace evidente: En cinco años los nefitas habían perdido varios de sus mejores y más admirables líderes, hombres que habían sido fundamentales en mantener a su nación unida durante la larga campaña militar defensiva contra los lamanitas.
Como era de esperar, la muerte del juez superior, Pahorán, causó no poca perturbación entre el pueblo. La posición de juez superior era mucho más parecida a la de un rey de lo que muchos lectores se pueden dar cuenta,1 y cuando Pahorán murió, sus tres hijos—Pahorán, Paanqui y Pacumeni2—todos “disputaban el asiento judicial; por tanto, ocasionaron tres divisiones entre el pueblo” (Helamán 1:4 ).
Este escenario coincide casi precisamente con lo que el rey Mosíah temía que sucedería si no transformaba la monarquía nefita en un sistema de jueces (Mosíah 29:7). Richard L. Bushman, sin embargo, ha señalado que las reformas de Mosíah no fueron totalmente exitosas: “La institución de los jueces, en lugar de comenzar una era republicana en la historia del Libro de Mormón, retrocedió de inmediato hacia la monarquía”.3
Por otra parte, Brant A. Gardner ha explicado que las sucesiones monárquicas en realidad podrían ser algo benéficas: “Una ventaja de las monarquías en las que el rey muerto tiene un hijo mayor da claridad del proceso, con el hijo teniendo un mandato divinamente autorizado para reemplazar al padre”.4 Desafortunadamente, la situación después de la muerte de Pahorán fue un cumplimiento completo de los temores de Mosíah sin la ventaja que en ocasiones proporcionan las sucesiones monárquicas.
De acuerdo con Gardner:
No solo fue la muerte del juez superior una época de transición, sino que era la primera vez que el juez superior sobreviviente no había declarado a su gobernante. … Lo que complicó las cosas aún más, la crisis de sucesión llegó en un momento de creciente división interna entre los nefitas. La muerte de Pahorán se convirtió en una chispa que desató las divisiones que ya ardían.5
Reconociendo que esta ausencia de liderazgo presentaba una oportunidad para una insurgencia, la banda secreta de Kishkumen (que pronto llegó a ser la banda de Gadiantón) comenzó a afirmar su influencia. Después, Pahorán, hijo de Pahorán, fue escogido por la voz del pueblo como juez superior (Helamán 1:7), Paanqui no aceptó esta decisión.
Cuando él estaba “a punto de… que se sublevaran”, fue detenido, juzgado por rebelión y condenado a muerte (Helamán 1:7-8). Los seguidores de Paanqui entonces enviaron a “un tal Kishkumen” el cual “asesinó a Pahorán mientras ocupaba el asiento judicial” (Helamán 1:9).
Pacumeni fue elegido para ocupar el lugar de Pahorán como juez superior, pero poco después fue asesinado durante una invasión lamanita en Zarahemla (Helamán 1:21). Después de esto, Helamán hijo de Helamán fue nombrado juez superior, y entonces Kishkumen intentó asesinar a Helamán.6 A partir de esta narrativa de intriga y disturbios sociales, podemos ver que los ladrones de Gadiantón jugaron un papel importante en la desestabilización del gobierno nefita. Gardner concluyó:
Mucho más allá del simple reporte de la historia, Mormón está incluyendo este evento porque de esto él traza los inicios de las combinaciones secretas en la sociedad nefita. Para Mormón, este convenio entre conspiradores es más importante que el propio asesinato. Los asesinatos políticos se convertirán en un rasgo característico de los ladrones de Gadiantón.7
Es importante que los lectores modernos del Libro de Mormón reconozcan cuán peligrosos eran los ladrones de Gadiantón para la seguridad y estabilidad de la sociedad nefita. Mormón escribió: “Y he aquí, a la conclusión de este libro veréis que este Gadiantón probó ser la ruina, sí, casi la completa destrucción del pueblo de Nefi” (Helamán 2:13).8
Este episodio al principio del libro de Helamán demuestra y advierte que tales sociedades secretas prosperan en la división interna de una sociedad y son propensas a dirigirse a líderes clave y figuras políticas, especialmente en los tiempos de transición de poder o debilidad en el liderazgo.
De esta manera, Moroni advirtió directamente a los lectores de los últimos días sobre el surgimiento de combinaciones secretas:
Por consiguiente, el Señor os manda que cuando veáis surgir estas cosas entre vosotros, que despertéis a un conocimiento de vuestra terrible situación… Porque sucede que quien la establece [una sociedad secreta] procura destruir la libertad de todas las tierras, naciones y países; y lleva a cabo la destrucción de todo pueblo, porque la edifica el diablo, que es el padre de todas las mentiras. (Éter 8:24-25).9
Afortunadamente, cuando se trata de liderazgo, gobierno y sucesión en la presidencia de Su iglesia, el Señor mismo ha establecido salvaguardias y protecciones cruciales. El élder Russell M. Nelson declaró:
El llamamiento de quince hombres al santo apostolado nos proporciona gran protección como miembros de la Iglesia. … El Señor mismo organizó la Iglesia de hoy en día. Él ha establecido un extraordinario sistema de gobierno que proporciona continuidad y respaldo. El sistema proporciona liderazgo profético a pesar de que con la edad avanzada surjan enfermedades y discapacidades inevitables. Hay suficientes medidas de contrapeso y protección a fin de que nadie pueda llevar a la Iglesia por mal camino.10
A pesar de las complejidades y peligros del mundo moderno, a pesar del aumento de las combinaciones secretas y de los ladrones modernos de Gadiantón; a pesar de la vulnerabilidad que las naciones y sus líderes pueden enfrentar en el creciente caos y agitación—a pesar de todas estas cosas, aquellos que ponen su fe en Jesucristo pueden confiar en que Su iglesia establecida y Sus líderes designados están salvaguardando las llaves del reino.
Como el élder Gary E. Stevenson declaró: “Sí, las llaves están seguras en manos de profetas, videntes y reveladores”.11 Este pensamiento debe dar consuelo y solaz a todos los que tienen fe en Cristo, pues en estos últimos días Sión ha sido establecida “para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira, cuando sea derramada sin mezcla sobre toda la tierra” (DyC 115:6).
Richard Dilworth Rust, “‘I Know Your Doing’: The Book of Mormon Speaks to Our Times,” Ensign, diciembre 1988, en línea en LDS.org.
Hugh Nibley, Lehi in the Desert/The World of the Jaredites/There Were Jaredites, en The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 5 (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1988) 253–282.
Daniel C. Peterson, “The Gadianton Robbers as Guerrilla Warriors,” en Warfare in the Book of Mormon, ed. Stephen D. Ricks and William J. Hamblin (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1990), 147–173.
1. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo fueron seleccionados los jueces en el Libro de Mormón? (Mosíah 29:39)“, KnoWhy 107 (12 de mayo, 2017).
2. Como fue señalado por Hugh Nibley, estos tres nombres tienen etimologías egipcias plausibles. Véase Hugh Nibley, Lehi in the Desert/The World of the Jaredites/There Were Jaredites, in The Collected Works of Hugh Nibley: Volume 5 (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1988), 22–23.
3. Richard L. Bushman, “The Book of Mormon and the American Revolution,” in Book of Mormon Authorship: New Light on Ancient Origins, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1982; reimpreso por FARMS, 1996), 201.
4. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 5:41.
5. Gardner, Second Witness, 5:41–42.
6. Para un análisis legal de estos eventos y procedimientos, véase “The Case of Paanchi,” in John W. Welch, The Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008) 311-322.
7. Gardner, Second Witness, 5:45.
8. Grant Hardy ha observado que la manera en que Mormón aclaró la relación entre los ladrones de Gadiantón y toda la destrucción de su gente es inusualmente explícita. Véase Grant Hardy, Understanding the Book of Mormon: A Reader’s Guide (New York, NY: Oxford University Press, 2010), 162–163.
9. Véase también Richard Dilworth Rust, “‘I Know Your Doing’: The Book of Mormon Speaks to Our Times,” Ensign, December 1988, en línea en LDS.org.
10. Russell M. Nelson, ” Sostengamos a los profetas“, Liahona, octubre 2014, 74, en línea en lds.org
11. Gary E. Stevenson, ” ¿Dónde están las llaves y la autoridad del sacerdocio?” Liahona, Mayo 2016, 29, en línea en lds.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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