La espada de Labán es uno de los objetos más emblemáticos en el Libro de Mormón. Se transmitió de generación en generación (Mosíah 1:16) y aparentemente fue utilizada en batalla durante el tiempo del rey Benjamín (Pal. de Morm. 1:13). En junio de 1829,1 el Señor dijo a Oliver Cowdery, David Whitmer y Martin Harris: “[V]eréis las planchas, y también el pectoral, la espada de Labán” (DyC 17:1). David Whitmer declaró que esta profecía se cumplió pronto.2
Sin embargo, el Libro de Mormón no da mucha información acerca de cómo era el aspecto de la espada. Nefi solamente declara que “el puño era de oro puro, labrado de una manera admirable, y vi que la hoja era de un acero finísimo” (1 Nefi 4:9).3
Sin embargo, gracias a los descubrimientos arqueológicos en décadas recientes, ahora tenemos más información acerca de cómo pudo haber sido la apariencia de esta espada.4 En la década de 1980, arqueólogos descubrieron una espada que tiene muchas similitudes a la espada de Labán.5 Se encontró en Jericó, una ciudad cerca de Jerusalén, de donde era Labán, y data alrededor del año 620 a. C., cuando vivió Labán.6 Lo más sorprendente de todo, es que fue hecha de acero, tal como la espada de Labán.7 La mayoría de las espadas que sobreviven de este periodo de tiempo en el antiguo Cercano Oriente fueron hechas de hierro o bronce, por lo que esta espada, hecha de acero, es muy parecida a la espada de Labán descrita en el Libro de Mormón.8
La espada de Jericó es de 90 cm de largo y 8 cm de ancho, lo cual es sorprendentemente larga para el antiguo Cercano Oriente.9 Sin embargo, habría sido mucho más difícil para Nefi cortar la cabeza de Labán si la espada fuera más corta que esta,10 por lo que es probable que la espada de Labán también tuviera este tamaño.11
Otro detalle interesante es que, de acuerdo con los estudios metalúrgicos de la espada de Jericó “el hierro era endurecido deliberadamente para convertirlo en acero”.12 Los herreros podían accidentalmente producir bajas cantidades de acero como parte del proceso de fundición, pero este hierro era intencionalmente templado para convertirlo en un acero de alta calidad.13 Si lo mismo fuera cierto de la espada de Labán, esto podría explicar el comentario de Nefi de que “era de un acero finísimo” (1 Nefi 4:9).14
Finalmente, es posible que la espada de Labán tuviera palabras grabadas en ella. José Smith y Oliver Cowdery una vez vieron un gran cuarto que contenía muchas planchas. “La primera vez que entraron allí la espada de Labán colgaba de la pared; pero cuando fueron de nuevo se había bajado y se encontraba en la mesa sobre las planchas de oro; estaba desenvainada y sobre ella estaban escritas estas palabras: ‘Esta espada nunca será envainada de nuevo hasta que los reinos del mundo se conviertan en el reino de nuestro Dios y su Cristo”.15
Es difícil saber si esta fue una visión simbólica, una visión de una ubicación real con cosas reales o una cueva real que visitaron en el estado de Nueva York. En cualquier caso, si ellos estaban viendo la espada real de Labán, ya sea en visión o en persona, entonces esto nos da un detalle más acerca de su apariencia.
Antes de que los arqueólogos descubrieran la larga espada de acero en Jericó, la descripción de la espada de Labán en el Libro de Mormón parecía demasiado fantástica para que fuera verdad.16 Algunas personas se reían al saber de una espada de acero de Jerusalén en el año 600 a. C.17 De manera similar, la idea de una espada del antiguo Cercano Oriente lo suficientemente larga para que Nefi decapitara a Labán de la manera en que se describe en el Libro de Mormón también parece ser increíble.18 Y entonces, 150 años después de que el Libro de Mormón fuera publicado, los arqueólogos descubrieron un artefacto que muestra que el registro del Libro de Mormón no era tan increíble después de todo.
De acuerdo con Matt Roper, “una de las primeras críticas del Libro de Mormón era que Labán no podría haber tenido una espada de acero, porque el acero todavía no era descubierto sino hasta mucho después”.19 Por lo que prácticamente por 150 años, las personas que creían en el Libro de Mormón se tuvieron que mantener la fe con esta pregunta persistente en el fondo sin respuesta.20 Sin embargo, esta pregunta finalmente fue respondida y para aquellos que creen en el Libro de Mormón, la espada de Labán y todo lo demás, finalmente han sido reivindicados.21 La arqueología aún no había alcanzado al Libro de Mormón.
Esta situación nos puede ofrecer una valiosa lección para nuestros días. Cuando tenemos preguntas acerca del Libro de Mormón para las que no tenemos buenas respuestas en ese momento, simplemente debemos recordar la espada de Labán y saber que las respuestas finalmente llegarán.22 Neal Rappleye, comentando sobre el caso de estudio esclarecedor de Sam Wineburg sobre el pensamiento histórico,23 ha explicado que “Wineburg encontró que los pensadores maduros sobre la naturaleza histórica mostraban paciencia con lo desconocido. Pudieron llamar la atención a las aparentes contradicciones sin buscar inmediatamente resolverlas”. Aunque esto es incómodo, “los pensadores maduros históricos ‘se sentaron sobre esta incomodidad’ mientras continuaban revisando fuentes adicionales”. En el proceso, “ejercieron lo que Wineburg llamó la ‘especificación de la ignorancia’: una práctica de identificar cuando no sabes lo suficiente para comprender algo”. Por lo que uno debe concluir con “‘la perplejidad cultivante’: ser capaz ‘de apartarse a las primeras impresiones, preguntar… hacer saltos de pensamiento, y hacer un seguimiento de… preguntas que juntas señalan… en la dirección del nuevo conocimiento’”.24
Si dejamos de lado algunas de nuestras preguntas, por ahora, sabiendo que al final serán contestadas, podemos desarrollar una fe madura que resistirá la prueba del tiempo.
Jeffrey R. Chadwick, “All that Glitters is Not … Steel“, Journal of Book of Mormon Studies 15, no. 1 (2005): 66–67.
William J. Adams Jr., “Nephi’s Jerusalem and Laban’s Sword“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 11–13.
Matthew Roper, “Swords and Cimeters in the Book of Mormon“, Journal of Book of Mormon Studies 8, no. 1 (1999): 34–43.
William J. Adams Jr., “Nephi’s Jerusalem and Laban’s Sword“, Journal of Book of Mormon Studies 2, no. 2 (Fall 1993): 194–195.
William J. Hamblin y A. Brent Merrill, “Swords in the Book of Mormon“, en Warfare in the Book of Mormon, ed. Stephen D. Ricks y William J. Hamblin (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1990), 329–351.
Shad Brooks, “The oldest STEEL sword in the world, Vered Jericho sword of Ancient Israel RECONSTRUCTED“, Shadiversity, 9 de septiembre de 2017, en línea en youtube.com.
1. Véase Richard O. Cowan, “Sword of Laban” en Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2003), 748.
2. Véase Reed A. Benson, “Sword of Laban“, en Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 3:1427–1428.
3. Parte de la razón por la que fue descrito como “finísimo” era por la dificultad de producir un acero utilizable durante ese periodo. Véase James D. Muhly, “Mining and Metalwork in Ancient Western Asia”, en Civilizations of the Ancient Near East, ed. Jack M. Sasson (New York: Charles Scribner’s Sons, 1995), 3:1515.
4. Para conocer un resumen sobre esta información, véase Neal Rappleye, “‘Put Away Childish Things’: Learning to Read the Book of Mormon with Mature Historical Understanding“, presentado en la conferencia de 2017 FairMormon, 3 de agosto de 2017, en línea en fairmormon.org.
5. Véase William J. Adams Jr., “Nephi’s Jerusalem and Laban’s Sword“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 11–13.
6. Adams, “Nephi’s Jerusalem and Laban’s Sword“, 11.
7. Véase Jeffrey R. Chadwick, “All That Glitters is Not … Steel“, Journal of Book of Mormon Studies 15, no. 1 (2005): 66–67.
8. Véase Adams, “Nephi’s Jerusalem and Laban’s Sword“, 12. Para una descripción de la espada, véase Jeffrey R. Chadwick, “Lehi’s House at Jerusalem and the Land of His Inheritance“, en Glimpses of Lehi’s Jerusalem, ed. John W. Welch, David Rolph Seely y Jo Ann H. Seely (Provo, UT: FARMS, 2004), 115, Figure 11.
9. Véase Hershal Shanks, “Antiquities director confronts problems and controversies”, Biblical Archaeology Review 12, no. 4 (julio-agosto de 1986): 33, 35. Véase también Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 1:117.
10. Nibley señaló que la espada debió haber sido filosa y pesada para hacer ese trabajo. Véase Hugh Nibley, Lehi in the Desert/The World of the Jaredites/There Were Jaredites, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 5 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1988), 101.
11. Véase John A. Tvedtnes, “The Workmanship thereof was Exceedingly Fine“, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 14–16.
12. Véase Avraham Eitan, “Rare Sword of the Israelite Period Found at Vered Jericho”, Israel Museum Journal 12 (1994): 61–62, citado en la p. 62. Véase también Hershel Shanks, “BAR Interviews Avraham Eitan”, Biblical Archaeology Review 12, no. 4 (1986): 33.
13. Véase Philip J. King y Lawrence E. Stager, Life in Biblical Israel (Louisville, KY: Westminster/John Knox, 2001), 169; Naama Yahalom-Mack y Adi Elyahu-Behar, “The Transition from Bronze to Iron in Canaan: Chronology, Technology, and Context”, Radiocarbon 57, no. 2 (2015): 285–305.
14. Énfasis añadido. Resulta ser que uno puede encontrar metales preciosos como este incluso unos siglos antes: “Parece ser evidente que a principios del siglo X a. C. los herreros intencionalmente estaban forjando hierro”. Robert Maddin, James D. Muhly y Tamara S. Wheeler, “How the Iron Age Began”, Scientific American 237, no. 4 (octubre de 1977): 127. “El hierro forjado caliente en contacto con las brazas calientes (carbón) a altas temperaturas produce hierro o acero carbonizado el cual es más moldeable que el hierro fundido”. King y Stager, Life in Biblical Israel (Louisville, KY: Westminster/John Knox Press, 2001), 169.
15. Brigham Young, Journal of Discourses (Liverpool, UK: George Q. Cannon, 1878), 19:38. Para un análisis de los distintos relatos y reportes de esta experiencia, véase Cameron J. Packer, “Cumorah’s Cave“, Journal of Book of Mormon Studies 13, no. 1–2 (2004): 50–57, 170–71.
16. Véase Matthew Roper, “‘To Inflict Wounds of Death’: Mesoamerican Swords and Cimeters in the Book of Mormon“, 2016 presentación en FairMormon, en línea en fairmormon.org.
17. Véase Roper, “‘To Inflict Wounds of Death,’” en línea en fairmormon.org.
18. Véase Roper, “‘To Inflict Wounds of Death,’” en línea en fairmormon.org.
19. Roper, “‘To Inflict Wounds of Death,’” en línea en fairmormon.org.
20. Tendrían que haberse aferrado a sus creencias frente a los críticos diciendo cosas como esta: “Este es el primer registro del acero que se han encontrado en la historia”. E. D. Howe, Mormonism Unvailed (1834), 25–26. “La espada de Labán era de acero, aunque es un hecho notable que los israelitas no sabían nada del acero por cientos de años después. ¿Quién sino una persona ignorante como Rigdon había perpetrado todos estos errores? Clark Braden en Public Discussion, 1884, 109. ¡”Labán es representado como asesinado por Nefi, algunos seiscientos años antes de Cristo, con una espada ‘de un acero finísimo’, cientos de años antes de que el acero fuera conocido por el hombre!” Daniel Bartlett, The Mormons or, Latter-day Saints (1911), 15. “El Libro de Mormón habla de un ‘acero finísimo’, antes de que se hubiera soñado con el más común”. C. Sheridan Jones, The Truth about the Mormons (1920), 4–5. “Nefi… manejando una espada ‘de un acero finísimo’. Pero el acero no era conocido por el hombre por aquellos días”. Stuart Martin, The Mystery of Mormonism (1920), 44. “Labán tenía una espada de acero mucho antes de que el acero se usara”. George Arbaugh, Revelation in Mormonism (1932), 55. “Cada analista sobre el Libro de Mormón ha señalado los muchos anacronismos culturales e históricos, como la espada de acero de Labán en el año 600 a. C.” Thomas O’Dea, The Mormons (1957), 39. “Nadie cree que el acero estuviera disponible para Labán o cualquier otra persona en el año 592 a. C.”. William Whalen, The Latter-day Saints in the Modern World (1964), 48.
21. Por último, aquellos que conservaron su fe en el Libro de Mormón fueron ampliamente reivindicados, porque muchos ejemplos del acero antiguo se pueden encontrar en el Cercano Oriente. Véase, por ejemplo, Erik Tholander, “Evidence of the Use of Carburized Steel and Quench Hardening in Late Bronze Age Cyprus”, Opuscula Atheniensia 10 (1971): 15–22; Anthony M. Snodgrass, “Iron and Early Metallurgy in the Mediterranean”, en The Coming Age of Iron, ed. Theodore A. Wertime y James D. Muhly (New Haven, CT: Yale University Press, 1980), 341; D. Davis, R. Maddin, J.D. Muhly, y T. Stech, “A Steel Pick from Mt. Adir in Palestine”, Journal of Near Eastern Studies 4 (1985): 41–51; James D. Muhly, “How Iron technology changed the ancient world and gave the Philistines a military edge”, Biblical Archaeology Review 8, no. 6 (noviembre a diciembre de 1982): 50; Amihai Mazar, Archaeology of the Land of the Bible 10,000–586 B.C.E. (New York, NY: Doubleday, 1990,) 361; Herbert Maryon, “Early Near Eastern Steel Swords”, American Journal of Archaeology 65, no. 2 (abril de 1961): 173–184.
22. Para conocer más ejemplos como este, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué se mencionan caballos en el Libro de Mormón? (Enós 1:21)“, KnoWhy 75 (5 de abril de 2017); Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo puede la cebada del Libro de Mormón alimentar la fe? (Mosíah 9:9)“, KnoWhy 87 (19 de abril de 2017); Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué el Libro de Mormón utiliza la frase ‘combinaciones secretas’? (3 Nefi 7:6)“, KnoWhy 377 (12 de junio de 2018).
23. Sam Wineburg, Historical Thinking and Other Unnatural Acts (Philadelphia, PA: Temple University Press, 2001), 20–22.
24. Rappleye, “‘Put Away Childish Things,’” 19, en línea en fairmormon.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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