En su primera entrevista con el ángel Moroni, se le dijo a José Smith que “se tomaría [su] nombre para bien y para mal, o sea, que se iba a hablar bien y mal de [él] entre todo pueblo” (JSH 1:33). José, quien tenía solamente 17 años de edad en ese momento, debió haberle sorprendido dicha revelación.1 ¿Qué parte de su vida evocaría simultáneamente tal devoción y escarnio? Además, ¿cómo pueden los investigadores honestos de la verdad conocer qué creer realmente acerca de su carácter personal frente a estas perspectivas contrapuestas?
Por medio de los esfuerzos del proyecto de The Joseph Smith Papers, varios documentos históricos relacionados con la vida y el ministerio del profeta, se encuentran disponibles recientemente al público en general.2 Ahora más que nunca, la vida de José Smith está en plena exhibición ante todo el mundo.
En sus propias declaraciones, José reconocía que no era un hombre perfecto. En respuesta a las acusaciones de mala conducta, él confesó que cuando era joven “cometía muchas imprudencias… [y] la naturaleza humana… [lo] condujo a diversas tentaciones”.3 Sin embargo, él aclaró que no había “pecados graves o malos”4 pero en su lugar tenía imperfecciones que eran “frívolas pero no graves y en muchas ocasiones vanas, al tener conversaciones insensatas y sin sentido”.5 En una ocasión, José explicó: “Aunque yo hago mal, no cometo los errores de los cuales se me acusan haber hecho”.6
La devoción cristiana y el carácter ético se pueden demostrar por medio de varios documentos personales de José. En una carta de 1832 a su esposa Emma, José informó que “con la ayuda del Señor, he visitado una arboleda… casi cada día… para descargar todos los sentimientos de mi corazón en meditación y oración”.7 Escribiendo desde el cuarto de un hotel en Nueva York varios meses después, José mencionó que en lugar de estar paseando, él prefería “leer y orar y mantener una comunicación con el Espíritu Santo”.8 Después de examinar este y otros documentos personales, el historiador Richard Anderson explicó: “El primer José es, sobre todo, el José de fe, de gran humildad y de oraciones constantes”.9
Los informes de aquellos que conocían a José Smith íntimamente ayudaron a confirmar la evidencia de su rectitud ética de sus documentos privados. Por ejemplo, William el hermano de José recordó cómo su familia respondió después de que José les dijera acerca de la visita del ángel Moroni.
Toda la familia estaba derretida en lágrimas y creyeron todo lo que les dijo. Sabiendo que era muy joven, que no había disfrutado las ventajas de una educación común; y conociendo también, todo su carácter y disposición, estaban convencidos que él era totalmente incapaz de presentarse ante sus padres ancianos, sus hermanos y hermanas y solemnemente expresar nada más que la verdad. Por lo tanto, todos nosotros le creímos.10
Anderson explicó: “Los dos padres, cinco hermanos y tres hermanas del profeta José Smith vivían cuando vino Moroni y cada uno llegó a ser un devoto creyente de la realidad de las revelaciones. Ellos constituyeron un jurado virtual calificado para evaluar la consistencia de las primeras historias de José y su credibilidad personal al contarla. Sin disentir, estos once dieron total aceptación”.11 Docenas de otros testimonios vinieron de aquellos que fueron testigos de la integridad y bondad del profeta durante el resto de su vida.12
Otra huella de la sinceridad de José Smith y el noble carácter fue su voluntad para sufrir persecución e incluso la muerte por sus creencias y por aquellos que lo amaron. En un periódico británico, un columnista no SUD señaló en 1851 que José Smith
vivió por catorce años en medio de enemigos vengativos, quienes nunca perdían una oportunidad para difamar, hostigar y destruirlo; y por último tuvo una muerte prematura y miserable, envolviendo en su destino a un hermano a quien estaba tiernamente unido. Si algo puede alentar la suposición de que José Smith era un entusiasta sincero… es la notabilidad de que a menos que fuera respaldado por tales sentimientos [de una creencia sincera], él habría renunciado a la tarea improductiva e ingrata y buscado refugio de la persecución y la miseria en una vida privada e industria honorable.13
Finalmente, hay revelaciones del mismo Señor las cuales confirman que José Smith fue divinamente escogido como profeta y que él permaneció como el siervo del Señor hasta el fin de su vida. En 1841, el Señor declaró: “De cierto, así te dice el Señor, mi siervo José Smith, estoy bien complacido con la ofrenda y los reconocimientos que has hecho; porque para este fin te he levantado, para manifestar mi sabiduría por medio de las cosas débiles de la tierra. Tus oraciones son aceptas delante de mí”.14
Y en 1843, el Señor declaró: “[D]e cierto te digo, mi siervo José… sello sobre ti tu exaltación y te preparo un trono en el reino de mi Padre, con Abraham tu padre. He aquí, he visto tus sacrificios, y perdonaré todos tus pecados”.15
Sin embargo, algunos podrían preguntarse que si José Smith era un hombre tan honorable, entonces ¿por qué hay tantas cosas malas que se dicen acerca de él? Las respuestas a estas preguntas pueden ser tan numerosas como las críticas al profeta. Para algunos, la razón es que su conducta o revelaciones contradicen sus convicciones teológicas, morales o sociales. Para otros, la idea de que Dios puede hablar de una manera tan directa con alguien en tiempos modernos parece improbable. Y un número creciente de personas simplemente no creen en Dios para nada y por lo tanto cualquier afirmación profética es vista ya sea fraudulenta o delirante desde el principio.
Desafortunadamente, debido a tales puntos de vista, muchos han difundido información falsa o errónea acerca del profeta ya sea intencional o inadvertidamente. Esta situación solo ha perpetuado críticas inmerecidas.16 Cualesquiera que hayan sido las razones, el simple hecho de la oposición no desaprueba o confirma la legitimidad de José Smith como profeta.17 Después de todo, muchos otros profetas e incluso Jesucristo mismo fueron despreciados y rechazados por multitudes de su pueblo.18
Anticipando a futuros profetas, tanto verdaderos como falsos, Jesús proveyó el único método seguro de filtrar todas las opiniones enfrentadas de los hombres: “Por sus frutos los conoceréis… No puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos” (Mateo 7:16, 18).19 Con estos versículos en mente, el élder Neil L. Andersen explicó: “Cada creyente necesita una confirmación espiritual de la misión divina y del carácter del profeta José Smith. Esto es cierto para cada generación. Las preguntas espirituales merecen respuestas espirituales de Dios”.20 Tal confirmación a menudo viene por medio de un estudio sincero, oración diligente y adhesión fiel a las revelaciones—o frutos del profeta.21
El élder Andersen más adelante advirtió: “Los comentarios negativos sobre el profeta José Smith irán en aumento conforme se acerque la Segunda Venida del Salvador. Las verdades a medias y los engaños sutiles no disminuirán. Tendrán parientes y amigos que necesitarán su ayuda”.22
Ninguno de nosotros comprenderá plena y completamente a otro individuo en nuestro propio periodo de tiempo, mucho menos a uno que vivió hace dos siglos. El registro histórico de la vida de José Smith es fragmentario y siempre habrá preguntas sin respuesta acerca de qué, por qué, cómo, cuándo y dónde hizo o dijo algo. Por esta razón, la revelación personal de Dios debe ser nuestro factor decisivo en discernir su carácter moral y llamamiento divino.
El Libro de Mormón enseña que “no había hombre alguno que pudiera hacer un milagro en el nombre de Jesús, a menos que estuviese enteramente limpio de su iniquidad” (3 Nefi 8:1). Lo mismo se sostiene para José Smith y su llamamiento profético.23 Como un apóstol del Señor, el élder Andersen testificó: “Les dejo mi testimonio de que Jesús es el Cristo, nuestro Salvador y Redentor. Él escogió a un hombre santo, un hombre justo, para dirigir la restauración de la plenitud de Su evangelio. Escogió a José Smith”.24 Este mismo testimonio espiritual está disponible para cualquiera que lo busque diligentemente.
Neil L. Andersen, “José Smith“, Liahona, Noviembre 2014, en línea en lds.org.
Richard Lloyd Anderson, “The Credibility of the Book of Mormon Translators“, en Book of Mormon Authorship: New Light on Ancient Origins, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1982), 213–237.
Richard Lloyd Anderson, “The Trustworthiness of Young Joseph Smith“, The Improvement Era 73, no. 10 (1970): 82–89.
1. Véase JSH 1:23.
2. Véase “Joseph Smith and His Papers: An Introduction“, en línea en josephsmithpapers.org.
3. Letter to Oliver Cowdery, December 1834, p. 40, accedido el 18 de noviembre de 2017, en línea en josephsmithpapers.org.
4. José Smith —Historia 1:28.
5. Letter to Oliver Cowdery, December 1834, p. 40, accedido el 17 de noviembre de 2017, en línea en josephsmithpapers.org.
6. History, 1838–1856, volume D-1 [1 de agosto de 1842-1 de julio de 1843], p. 2, accedido el 18 de noviembre de 2017, en línea en josephsmithpapers.org. Para las evaluaciones de la reputación de José Smith en Nueva York, véase Richard Lloyd Anderson, “Joseph Smith’s New York Reputation Reappraised“, BYU Studies 10, no. 3 (1970): 283–314; Richard Lloyd Anderson, Review of “Joseph Smith’s New York Reputation Reexamined“, Review of Books on the Book of Mormon 3, no. 1 (1991): 52–80; Hugh Nibley, Tinkling Cymbals and Sounding Brass, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 11 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1991), 103–406.
7. Letter to Emma Smith, 6 June 1832, p. 1, accedido el 18 de noviembre de 2017, en línea en josephsmithpapers.org.
8. Letter to Emma Smith, 13 October 1832, p. 3, accedido el 18 de noviembre de 2017, en línea en josephsmithpapers.org.
9. Richard Lloyd Anderson, “The Credibility of the Book of Mormon Translators“, en Book of Mormon Authorship: New Light on Ancient Origins, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1982), 228. Véase también, Richard Bushman, “The Character of Joseph Smith: Insights from His Holographs“, Ensign, Abril de 1977, en línea en lds.org.
10. William Smith, William Smith on Mormonism: A True Account of the Origin of the Book of Mormon (Lamoni, IA, Herald Steam Book y Job Office, 1883), 9–10. En otra ocasión, cuando a William se le preguntó si él por medio de José podría haber estado mintiendo a su familia, él respondió: “No, todos teníamos la confianza más implícita en lo que decía. Él era un joven sincero. Papá y Mamá le creyeron. ¿Por qué no deberían los niños? Supongo que si hubiera contado historias deshonestas sobre otras cosas, podríamos haber dudado de su palabra acerca de las planchas, pero José era un joven sincero. Que papá y mamá creyeran su informe y sufrieran persecución por esa creencia, demuestra que fue sincero. No señor, nunca dudamos de su palabra ni un minuto”. J. W. Peterson, “William B. Smith’s Last Statement”, Zion’s Ensign 5, no. 3 (1894): 6; como se cita en Richard Lloyd Anderson, “The Trustworthiness of Young Joseph Smith“, The Improvement Era 73, no. 10 (1970): 89.
11. Richard Lloyd Anderson, “The Trustworthiness of Young Joseph Smith“, The Improvement Era 73, no. 10 (1970): 82. Para conocer más sobre la vida familiar de José Smith, véase Richard Lloyd Anderson, “Joseph Smith’s Home Environment“, Ensign, julio de 1971, en línea en lds.org; Richard Lloyd Anderson, “The Early Preparation of the Prophet Joseph Smith“, Ensign, diciembre de 2005, en línea en lds.org.
12. Para un ejemplo de tales declaraciones, véase “Character of Joseph Smith: Gentleness and Meekness and Love Unfeigned“, 11 de septiembre de 2013, en línea en josephsmith.net. Para un estudio más completo, véase Mark McConkie, ed., Remembering Joseph Smith: Personal Recollections of Those Who Knew the Prophet Joseph Smith (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2003).
13. “The Mormons” The Morning Chronicle, June 1851, como se cita en George Q. Cannon, The Life of Joseph Smith the Prophet (Salt Lake City, UT: Juvenile Instructor Office, 1888), 336. Énfasis añadido.
14. (DyC 124:1–2).
15. (DyC 132:48–50).
16. Para conocer más sobre la inconsistencia de muchas afirmaciones hechas en contra de José Smith y el Libro de Mormón, véase Daniel C. Peterson, “Editor’s Introduction: ‘In the Hope That Something Will Stick’: Changing Explanations for the Book of Mormon“, FARMS Review 16, no. 2 (2004): xi–xxxv.
17. Véase Hugh Nibley, The World and the Prophets, The Collected Works of Hugh Nibley, Volume 3 (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1987), 9–16.
18. Véase Mateo 13:57; Marcos 6:4; Helamán 13:25–26. Para una comparación de la vida de José Smith y Jesucristo, véase Richard Lloyd Anderson, “Probing the Lives of Christ and Joseph Smith“, FARMS Review 21, no. 2 (2009): 1–29.
19. Véase también Moroni 7:14–16.
20. Neil L. Andersen, “José Smith“, Liahona, noviembre 2014, en línea en lds.org.
21. Para conocer la importancia de probar las palabras de los profetas actuando sobre ellas, véase Juan 7:16-17: “Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de él conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mí mismo”.
22. Andersen, “José Smith“, en línea en lds.org.
23. Por ejemplo, a menos que José fuera humilde y orara, la piedra vidente no funcionaría durante la traducción del Libro de Mormón. Véase John W. Welch, “The Miraculous Timing of the Translation of the Book of Mormon“, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations 1820–1844, 2nd edition, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y BYU Press, 2017), 173–174, doc. 96. Como otra evidencia de la necesidad de una conducta moral, el don de José para traducir fue completamente retirado por un tiempo porque él y Martin Harris no habían escuchado el consejo del Señor. Véase William J. Critchlow III, “Manuscript, Lost 166 Pages“, Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 2:854–855.
24. Andersen, “José Smith“, en línea en lds.org.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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