El profeta Mormón, en su relato del pueblo de Nefi, describió una serie de eventos destructivos que ocurrieron en la tierra prometida en las Américas en el momento de la muerte de Cristo en Jerusalén (3 Nefi 8–10). Los eruditos santos de los últimos días han argumentado que estos eventos son consistentes con los fenómenos asociados con una o más erupciones volcánicas de la antigua Mesoamérica, el área más probable en el hemisferio occidental donde tales actividades catastróficas hayan ocurrido.1 Los trabajos recientes de arqueólogos mexicanos señalan a un gran desastre volcánico en el centro de México durante la primavera a principios del primer siglo d.C.
Patricia Plunket y Gabriela Urunuela documentaron una erupción importante del volcán Popocatépetl.2 Durante ese evento el lugar de Tetimpa fue descubierto bajo una gran capa de tierra volcánica.3 El cataclismo creó una columna de ceniza de 20 a 30 km de alto y se cree que causó “un desastre ecológico de proporciones sin precedentes”.4
Plunket y Urunuela argumentan que esta erupción masiva fue una de las principales causas de cambios demográficos significativos en la cuenca de México, lo que resultó en el abandono de la mayoría de los asentamientos en la región sur del valle en los que se concentró alrededor del 80-90% de la población alrededor del sitio de Teotihuacán.5 Calculan que hasta 20,000 personas en la cuenca de México pudieron haber perecido en el desastre, mientras que hasta 50.000 se mudaron más al norte de la ciudad.6
Los incendios, el humo, los flujos de lava y otros fenómenos durante la erupción tuvieron un efecto desastroso similar en el lado este de las montañas, donde las poblaciones se redujeron en “hasta un 30%” y “se concentraron en Cholula y algunos otros asentamientos”.7 Este desastre y la reubicación e incorporación de hasta cien mil refugiados en centros importantes como Cholula y Teotihuacán probablemente habría “acelerado los procesos sociales e ideológicos ya en marcha” en el centro de México impactando significativamente el desarrollo de estas culturas mesoamericanas.8
Los arqueólogos han caracterizado esta erupción del Popocatépetl como “una de las catástrofes más grandes del periodo prehispánico” y piensan que el trauma del evento pudo haber dejado ecos en las historias de Mesoamérica como la “Leyenda de los soles” de los aztecas.9 La historia describe la destrucción de las primeras épocas de la siguiente manera:
Llovió fuego, de modo que los que estaban allí fueron quemados. También llovió grava. Dicen que la grava que encontramos estaba esparcida en ese momento. También la piedra de lava hirvió. Y las diferentes rocas que son rojas fueron depositadas luego.10
El relato de Mormón nombra a seis ciudades que fueron destruidas por fuego en ese tiempo. Una de ellas, la ciudad de Zarahemla, estaba ubicada en la tierra hacia el sur (3 Nefi 8:8,24; 9:3). La ubicación de las otras ciudades es menos clara (3 Nefi 9:9–11), aunque se dice que una se encuentra en “la parte más lejana del norte” (3 Nefi 7:12). La región de Puebla y la cuenca de México están más hacia el norte en los modelos actuales de Mesoamérica de la geografía del Libro de Mormón, pero algunos han sugerido que grupos de migrantes nefitas al norte (Alma 63:4–8; Helamán 3:3–16) también pudieron haberse establecido en esa región.11
Informes iniciales del equipo arqueológico colocaron tentativamente la erupción hacia finales del siglo I d.C.12 Ahora, evidencia de fechas del carbono 14 y material cultural extraídos de las cenizas de las casas enterradas en Tetimpa muestra que la erupción “probablemente ocurrió durante la primera mitad del siglo I d.C.”13 Además, evidencia de cultivos, los patrones de cocción estacionales y la dirección del viento en la temporada seca e invernal, les permite sugerir que “el tiempo más probable [de la erupción] es a finales de marzo o abril”.14
La datación de la erupción puede ser significativa en comparación con las estimaciones recientes de eruditos bíblicos que datan la muerte de Jesús en Jerusalén el 14 de Nisan (calendario de Judea) que corresponde con el 6 de abril (calendario juliano) del año 30 d.C.15 Nuestro conocimiento de historia natural, incluyendo los eventos volcánicos en la antigua Mesoamérica, es por supuesto limitado y las perspectivas e interpretaciones pueden cambiar basados en información y descubrimientos futuros. Aún así, la magnitud del desastre del Popocatépetl, sus probables efectos en el centro de México, a la luz de la evidencia de la fecha de la erupción, y su momento a principios de la primavera del año parecen ser una correlación notable con la descripción en el registro nefita.
Este KnoWhy fue posible gracias a las generosas contribuciones de Bill y Linda Perry.
Book of Mormon Central en Español, “¿Qué causó la oscuridad y destrucción en el año 34? (3 Nefi 8:20)” KnoWhy # 197 (4 de septiembre de 2017).
Neal Rappleye, “‘The Great and Terrible Judgments of the Lord’: Destruction and Disaster in 3 Nephi and the Geology of Mesoamerica“, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 15 (2015): 143–57.
John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City: Deseret Book, 2013), 641–649.
Benjamin Jordan, “Volcanic Destruction in the Book of Mormon: Possible Evidence from Ice Cores“, Journal of Book of Mormon Studies 12, no. 1 (2003): 78–87, 118–119.
Bart J. Kowalis, “In the Thirty and Fourth Year: A Geologist’s View of the Great Destruction in 3 Nephi“, BYU Studies 37, no. 3 (1997–1998): 136-90.
1. Hugh Nibley, Since Cumorah (Salt Lake City: Deseret Book, 1988), 231–38; Bart J. Kowalis, “In the Thirty and Fourth Year: A Geologist’s View of the Great Destruction in 3 Nephi”, BYU Studies 37, no. 3 (1997–1998): 136–90; Benjamin Jordan, “Volcanic Destruction in the Book of Mormon: Possible Evidence from Ice Cores”, Journal of Book of Mormon Studies 12, no. 1 (2003): 78–87, 118–19; Matthew Roper, “A Note on Volcanism and the Book of Mormon”, Insights: An Ancient Window 29, no. 4 (2009): 4; John L. Sorenson, Mormon’s Codex (Provo: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 641–53; Jerry D. Grover Jr., Geology of the Book of Mormon (United States: By the Author, 2014); Brant Gardner, Traditions of the Fathers: The Book of Mormon as History (Salt Lake City: Kofford Books, 2015), 343–51; Neal Rappleye, “‘The Great and Terrible Judgments of the Lord’: Destruction and Disaster in 3 Nephi and the Geology of Mesoamerica”, Interpreter: a Journal of Mormon Scripture 15 (2015): 143–57; Book of Mormon Central en Español, “ ¿Qué causó la oscuridad y destrucción en el año 34? (3 Nefi 8:20)” KnoWhy, 197 (4 de septiembre de 2017).
2. Esta fue una erupción plínica VEI-6. Esta clasificación, similar a una escala de Richter para los terremotos, “significa una catástrofe de grandes proporciones como Krakatoa en 1883, que solo ocurre aproximadamente una vez cada siglo a escala mundial, estos son altamente explosivos y 100% fatales”. Plunket y Urunuela, “Social and Cultural Consequences”, 20.
3. Patricia Plunket y Gabriela Urunuela, “Preclassic Household Patterns Preserved Under Volcanic Ash at Tetimpa, Puebla, Mexico”, Latin American Antiquity 9, no. 4 (1998): 287–309; Patricia Plunket y Gabriela Urunuela, “The Archaeology of a Plinian Eruption of the Popocatepetl volcano”, en The Archaeology of Geological Catastrophes, ed. W.G. McGuire, D.R. Griffiths, P.I. Hancock, I.S. Stewart (London: Geological Society of London, 2000), 195–203; Patricia Plunket y Gabriela Urunuela, “Recent Research in Puebla Prehistory”, Journal of Archaeological Research 13, no. 2 (junio de 2005): 89–127; Patricia Plunket y Gabriela Urunuela, “Social and Cultural Consequences of a Late Holocene Eruption of Popocatepetl in Central Mexico”, Quaternary International 151 (2006): 19–28; Patricia Plunket y Gabriela Urunuela, “Mountain of Sustenance, Mountain of Destruction: The Prehispanic Experience with Popocateptl Volcano”, Journal of Volcanology and Geothermal Research 170 (2008): 111–120; Patricia Plunkett Nagoda y Gabriela Urunuela Ladron de Guevara, “El Popocatépetl y la Legendaria Lluvia de Fuego”, Arqueologia Mexicana 16 (Enero-Febrero 2009):59-63.
4. Plunket y Urunuela, “Recent Research in Puebla Prehistory”, 100.
5. Plunket y Urunuela, “Social and Cultural Consequences”, 22. “Antes del año 100 a.C., la mayoría de la población de la cuenca vivía en ciudades y pueblos a las orillas del lago entre Cuicuilco y Chalco, pero después del año 100 d.C. casi todos estos asentamientos desaparecieron”. Plunket y Urunuela, “Mountain of Sustenance”, 116.
6. Plunket y Urunuela, “Social and Cultural Consequences”, 23-24.
7. Plunket y Urunuela, “Social and Cultural Consequences”, 25–26.
8. Plunket y Urunuela, “Mountain of Sustenance”, 116. Otra erupción en las laderas suroccidentales de la cuenca de México también cubrió varios sitios y “borró unas 60 millas cuadradas de tierra productiva y, sin duda, destruyó muchos hogares y aldeas”. Byron Cummings, “Cuicuilco and the Archaic Culture of Mexico”, University of Arizona Bulletin, Social Science 4/8 (15 de noviembre de 1933): 12. Durante ese evento, los flujos de lava cubrieron partes de los sitios de Cuicuilco y Copilco y aún hoy pueden ser vistos por los visitantes. Durante décadas, los mesoamericanistas, enfrentados con datos divergentes, no estuvieron de acuerdo con la datación de esa erupción, algunos favorecieron una fecha dentro del primer siglo d. C. y otros la colocaron varios cientos de años después. Una reexaminación reciente y análisis de más de treinta fechas de radio carbono, ahora parece ubicar esa erupción también en el siglo I d. C. Jamime Urrutia-Fucugauchi, Avto Goguitchaichvili, Ligia Perez-Cruz, Juan Morales, “Archaeomagnetic Dating of the Eruption of Xitle Volcano, Basin of Mexico: Implications for the Mesoamerican Centers of Cuicuilco and Teotihuacan”, Arqueologia Iberoamericana 30 (2016): 23-29.
9. Plunket y Urunuela, “Social and Cultural Consequences”, 26.
10. John Bierhorst, History and Mythology of the Aztecs: The Codex Chimalpopoca (Tuscon: University of Arizona Press, 1992), 26. En una relato que probablemente contiene elementos de influencias post-colombinas cristianas, el cronista nativo Ixtlilxóchitl habló de un tiempo “cuando el sol y la luna eclipsaron y la tierra tembló y las rocas se quebraron y ocurrieron muchas otras señales, aunque no hubo calamidades hacia los hombres. Esto sucedió en el año de ce Calli, que, ajustando este recuento con el nuestro, ocurre al mismo tiempo que sufrió Cristo nuestro Señor, y dicen que sucedió durante los primeros días del año”. Alfredo Chavero, Obras Historicas de Don Fernando de Alva Ixtlilxochitl (Mexico: Editora Nacional, 1952), 1:14.
11. Sorenson, Mormon’s Codex, 628–29.
12. Plunket y Urunuela, “Preclassic Household Patterns”, 290.
13. Plunket y Urunuela, “Mountain of Sustenance,” 114.
14. Plunket y Urunuela, “The Archaeology of a Plinian Eruption”, 201–202.
15. Thomas A. Wayment, ”The Birth and Death Dates of Jesus Christ”. Richard Neitzel Holzapfel y Thomas A. Wayment, eds., The Life and Teachings of Jesus Christ: From Bethlehem Through the Sermon on the Mount (Salt Lake City: Deseret Book, 2005), 394; Lincoln H. Blumell y Thomas Wayment,”When Was Jesus Born? A Response to a Recent Proposal,” BYU Studies 51/3 (2012): 53-81; Jeffrey R. Chadwick, “Dating the Death of Jesus Christ,” BYU Studies 54, no. 4 (2015): 135–191.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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