Para muchos, puede ser una sorpresa saber que muchas personas en la antigüedad eran marinos. Se sabe que los antiguos egipcios, babilonios y fenicios, por ejemplo, navegaban ríos y mares por igual, mientras que las historias de Odiseo y Simbad parecen reflejar experiencias reales hasta cierto punto.
Con respecto a la antigua navegación judía en particular, el historiador no mormón Raphael Patai ha mirado de cerca la evidencia del conocimiento y la tecnología marítima de los judíos y concluye que los antiguos judíos “en la época monárquica [los tiempos del reino salomónico] estaban familiarizados con grandes buques de alta mar” y que “ellos valoraban muchos dichos buques”.1 Patai también permite que “a pesar de que las referencias bíblicas acerca de los barcos y la navegación son extremadamente escasos, esto no significa que el tráfico y el comercio marítimo haya jugado un papel menor correspondientemente en la vida de los hebreos en tiempos monárquicos”. Por lo tanto, Patai insistió que “somos justificados en asumir que… una vez que su control se extendió a la costa mediterránea, los hebreos se involucraron en el envío y la pesca a un nivel no menor que el de otras personas cuyos pueblos y aldeas bordeaban el gran mar”. 2 De manera importante, Patai incluye al Libro de Mormón como una “fuente externa inesperada” que puede ser de “interés” para aquellos que quieran saber más sobre la antigua navegación entre los judíos.3
De hecho, el Libro de Mormón registra las migraciones a través de los mares de tres antiguos grupos de personas del antiguo Cercano Oriente a la antigua América — los jareditas, lehitas y mulekitas (Éter 6, 1 Nefi 18:8, Omni 1:15-16). En cada caso el texto atribuye el paso seguro del grupo correspondiente a la divina protección y guía, destacando uno de los mensajes centrales del Libro de Mormón, de confiar en Dios al enfrentar tiempos de grandes pruebas o incertidumbres.
En el pasado, las afirmaciones de contacto transoceánico precolombino con las Américas se enfrentaban con escepticismo. Con pocas excepciones, como el contacto de los vikingos con la costa de Canadá durante el siglo XI d. C. o el posible contacto polinésico con América del Sur,4 muchos eruditos norteamericanos desestiman tales afirmaciones como extravagantes y carentes de cualquier evidencia histórica o arqueológica. Si bien este paradigma escéptico se mantiene dominante en muchos círculos académicos, se van aumentando los eruditos que han argumentado que hubo amplio contacto transoceánico precolombino.
John L. Sorenson es uno de los eruditos cuyo trabajo de toda la vida sobre los contactos transoceánicos precolombinos se ha presentado en lugares académicos de buena reputación tanto de mormones como de no mormones.5 Además de defender el contacto transoceánico, Sorenson y Martin H. Raish así mismo han catalogado una extensa bibliografía de trabajo académico no mormón que argumenta, en diferentes grados, la posible evidencia de contacto transoceánico precolombino.6 “Está claro”, Sorenson y Raish sostienen, “que la capacidad tecnológica para los viajes transoceánicos ha estado disponible en el pasado en diferentes puntos en el viejo mundo. Es tanto plausible como probable en términos náuticos que numerosos viajeros hayan cruzado los océanos en varios puntos antes de la era de descubrimiento moderno”.7 Sorenson ofrece numerosas pruebas biológicas de contactos transoceánicos, así como paralelos culturales entre los pueblos del Viejo y Nuevo Mundo.
Para no pensar que Sorenson está exagerando en su caso, Michael D. Coe, una eminente autoridad de Mesoamérica, dijo en una entrevista de 2011 sobre el Libro de Mormón: “[No] estoy totalmente en contra de la idea de contactos transoceánicos [entre el Viejo y el Nuevo Mundo]. De hecho, está empezando a haber evidencia para ello. El principal erudito de este tipo de cosas es un mormón, un amigo mío, John Sorenson, de BYU, que ha escrito extensamente sobre todas estas cosas muy interesantes”.8
En una carta escrita a Sorenson con respecto a su trabajo sobre el contacto transoceánico, Coe dijo: “Es una obra enormemente impresionante de erudición” e incluso fue tan lejos como para decir que “gran parte de esta evidencia, yo creo, es irrefutable”.9 Estos comentarios muestran gran respeto dentro de la comunidad académica para la investigación de Sorenson que está cambiando el paradigma.
De lo poco que se sabe sobre el pasado antiguo, parece que pueblos antiguos se aventuraban al mar por muchas razones. Algunos viajes fueron con fines comerciales o políticos. Otras expediciones fueron para conquistas militares, como cuando los griegos dirigidos por Agamenón sitiaron Troya (c. 1100 a. C.), o cuando los persas intentaron conquistar Grecia, pero fueron derrotados en una batalla naval en la bahía de Salamina (480 a. C.). Otros, como el grupo de Lehi, se dirigieron a nuevas tierras con la esperanza de fundar colonias o estaban huyendo de sus enemigos.
Poco se sabe sobre la construcción de estos barcos antiguos. Tal vez las planchas mayores de Nefi explican tales detalles, pero ese registro no está incluido en el Libro de Mormón. Las planchas menores de Nefi contienen información de interés espiritual, y eso explica por qué solamente nos dice que la nave que llevó a Nefi y su familia a la tierra prometida fue construida según la manera que el Señor le reveló: “Y aconteció que el Señor me habló, diciendo: Construirás un barco, según la manera que yo te mostraré, para que yo lleve a tu pueblo a través de estas aguas” (1 Nefi 17:8). Aunque sufrió las burlas de sus hermanos (1 Nefi 17:17-18), Nefi había confiado en el Señor y siguió sus instrucciones en la construcción del barco.
Nefi “no labró los maderos en la forma aprendida por los hombres, ni [construyó] el barco según la manera del hombre, sino que lo [hizo] según el modo que [le] había mostrado el Señor; por lo tanto, no fue conforme a la manera de los hombres” (1 Nefi 18:2). La evidencia para contacto transoceánico antiguo y la navegación marítima de los judíos al menos muestra que la idea de viajes precolombinos entre el Viejo y Nuevo Mundo no trata de algo imposible.
Todavía, incluso con el mejor de los esfuerzos, los viajes por el mar en los tiempos antiguos debieron haber sido muy arriesgados. Esto explica varios detalles en el registro de las escrituras. La historia de Jonás, que relata un tiempo antes de la época de Lehi, refleja la posible catástrofe que debió haber ocurrido a muchas naves (Jonás 1:4). Se creía que dioses malvados y fuerzas violentas gobernaban las aguas y las profundidades, en las epopeyas cananitas y en los salmos hebreos. Al tener miedo, los marinos suplicaban protección divina y buscaban la causa de cualquier clima severo que les sobreveniera (Jonás 1:7-10).
Bajo condiciones similares, Nefi temió en extremo que la “rudeza” de sus hermanos y el hecho de olvidarse de Dios causaría que el Señor “se enojara con nosotros, nos hiriera por nuestras iniquidades y fuésemos hundidos en las profundidades del mar” (1 Nefi 18:10).
Mirando atrás a su terrible viaje, no es de extrañar que la única explicación que pudieron dar para su llegada segura a la tierra prometida fue que nada menos que el poder de Dios les pudo haber guiado (1 Nefi 18:20-21) y que únicamente “las misericordias de Dios” pudieron “salvarles la vida, para que no fuesen hundidos en el mar” (2 Nefi 1:2).
Por lo tanto, además de poder tomar aliento de la fe de Nefi y de la determinación que tuvo para construir el barco, ahora también podemos apreciar que hay evidencia de que pueblos antiguos realmente navegaron por el mar y llegaron a tierras lejanas.
John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Provo: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 150–172.
George Potter, Frank Linehan, and Conrad Dickson, Voyages of the Book of Mormon (Springville: Cedar Fort, 2011).
John L. Sorenson, “Ancient Voyages Across the Ocean to America: From ‘Impossible’ to ‘Certain’,” Journal of Book of Mormon Studies 14, no. 1 (2005): 4–17, 124–25.
John L. Sorenson and Martin H. Raish, Pre-Columbian Contact with the Americas Across the Oceans: An Annotated Bibliography , 2 volumes (Provo: FARMS, 1996).
1. Raphael Patai, The Children of Noah: Jewish Seafaring in Ancient Times (Princeton: Princeton University Press, 1998), 21.
2. Patai, The Children of Noah, 19.
3. Patai, The Children of Noah, 21. Patai refiere a los lectores al apéndice del erudito Santo de los Últimos Días John M. Lundquist, “Biblical Seafaring and the Book of Mormon,” 171–176, para un tratado más profundo de la descripción del Libro de Mormón sobre la antigua marítima judía.
4. Véase por ejemplo Marissa Fessenden, “Ancient Easter Islanders Likely Sailed Back And Forth to South America,” en linea en https://www.smithsonianmag.com/smart-news/ancient-easter-islanders-likely-sailed-back-and-forth-south-america-180953178/?no-ist (Accessed October 5, 2015). Véase también Andrew Lawler, “Beyond Kon-Tiki: Did Polynesians Sail to South America?,” Science 328, no. 5984 (June 11, 2010): 1344–1347; Andrew Lawler, “Changing Time in the South Pacific,” Science 328, no. 5984 (June 11, 2010): 1346; Andrew Lawler, “Northern Exposure in Doubt,” Science 328, no. 5984 (June 11, 2010): 1347; Andrew Lawler, “Epic pre-Columbian voyage suggested by genes: South American DNA found in Easter Islanders,” Science 346, no. 6208 (October 24, 2014): 406–406.
5. Véase John L. Sorenson, “Some Mesoamerican Traditions of Immigration by Sea,” El México antiguo 8 (1955): 425–38; “The Significance of an Apparent Relationship between the Ancient Near East and Mesoamerica,” in Man Across the Sea: Problems of Pre-Columbian Contacts, ed. Carroll L. Riley et al. (Austin: University of Texas Press, 1971), 219–41; “Scientific Evidence for Pre-Columbian Transoceanic Voyages to and from the Americas,” Sino-Platonic Papers 133 (Philadelphia: Department of East Asian Languages and Civilizations, University of Pennsylvania, 2004); “Ancient Voyages Across the Ocean to America: From ‘Impossible’ to ‘Certain’,” Journal of Book of Mormon Studies 14, no. 1 (2005): 4–17, 124–25; John L. Sorenson and Carl L. Johannessen, “Biological Evidence for Pre-Columbian Transoceanic Voyages,” in Contact and Exchange in the Ancient World, ed. Victor H. Mair (Honolulu: University of Hawai’i Press, 2006), 238–97; John L. Sorenson, World Trade and Biological Exchanges before 1492 (New York and Bloomington, IN: iUniverse, 2009); Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Provo: Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 150–172.
6. John L. Sorenson and Martin H. Raish, Pre-Columbian Contact with the Americas Across the Oceans: An Annotated Bibliography , 2 volumes (Provo: FARMS, 1996).
7. Sorenson and Raish, Pre-Columbian Contact with the Americas Across the Oceans, 1:xii.
8. John Dehlin, “Dr. Michael Coe – An Outsider’s View of Book of Mormon Archaeology,” una entrevista con Michael Coe, Mormon Stories, August 12, 2011. Podcast disponible en https://mormonstories.org/?p=1880 (accedido 31 de enero, 2012). El podcast se divide en tres partes, la parte citada se encuentra en la segunda parte. La cita está basada en la transcripción de la entrevista preparada por voluntarios de FairMormon, corchetes y signos de puntuación se han agregado. Coe continúa diciendo que Sorenson es un “verdadero erudito”, pero también expresa su punto de vista de que está “mirando en la dirección equivocada” y que la evidencia apoya el contacto entre Asia Oriental, pero no el Medio Oriente. Si bien es cierto que la gran mayoría de la evidencia apoyan los lazos con Asia Oriental, hay pruebas conectando a las Américas y el Medio Oriente también. Véase los artículos por Sorenson citados arriba para más detalles.
9. “‘Ask the Scholar’,” John L. Sorenson edition (part 3 of 3),” Maxwell Institute Blog, February 21, 2014, at https://maxwellinstitute.byu.edu/ask-the-scholar-sorenson-3/ (accedido 21 de febrero, 2014).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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