El profeta Malaquías prometió a los israelitas que, si guardaban los mandamientos de Dios, serían bendecidos. En una de esas promesas, Malaquías afirmó que “nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá sanidad” (Malaquías 4:2; énfasis añadido).
La imagen de un sol con alas era algo común en el antiguo Cercano Oriente. Varias civilizaciones antiguas, como Egipto y Babilonia, emplearon durante siglos un disco solar alado como símbolo de seres divinos. Sorprendentemente, este símbolo también se utilizó en el antiguo Israel durante los siglos VIII y VII a. C.1 Quizá el ejemplo más notable se encuentre en un sello real “perteneciente a Ezequías [hijo de] Acaz, rey de Judá” que se descubrió recientemente en Jerusalén2. También se han encontrado otros ejemplos de discos solares alados utilizados como símbolo de la monarquía judaica que datan de la época de Ezequías, lo que ha llevado al biblista J. Glen Taylor a concluir que “la propia Judá debería incluirse entre las sugerencias sobre qué ámbito cultural contribuyó a la imagen de Yahvé [Jehová] como sol alado”3.
A lo largo de las Escrituras se encuentran descripciones del Señor vinculado con el sol, que a menudo evocan conexiones entre la idea del sol y la fertilidad, la rectitud o la justicia. Estas imágenes también podían aplicarse al rey de Israel, a quien se ordenaba gobernar y vivir como Dios gobernaba. En 2 Samuel 23:3-4, por ejemplo, Jehová afirma que el rey, como Él, debería “[gobernar] a los hombres con justicia, que gobierna en el temor de Dios; es como la luz de la mañana cuando sale el sol en una mañana sin nubes; como la hierba de la tierra brota por el resplandor después de la lluvia”. Conectar el gobierno de Jehová con el del rey habría sido importante en el mundo antiguo y, por lo tanto, podría explicar el uso del disco solar alado por parte del rey Ezequías.
Otra mención de Jehová sanando a su pueblo en relación con el sol puede encontrarse en Isaías 30:26: “Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día en que ponga una venda Jehová en la fractura de su pueblo y cure la llaga que él ha causado”. En otro lugar, Isaías describe las bendiciones de los justos evocando imágenes solares en relación con Jehová: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se manifestará pronto; e irá tu rectitud delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia” (Isaías 58:8)4. Es significativo que muchos de estos pasajes se refieran a la curación o la vida, al igual que Malaquías se refiere a la curación en las alas del Sol de Justicia.
Comentando específicamente sobre Malaquías, Taylor ha señalado que la frase “Sol de justicia” se utiliza específicamente para referirse a la venida del Señor en el último día5. Nefi emplea una afirmación similar con respecto a la primera venida de Jesús a la mortalidad en el Nuevo Mundo. Él vio proféticamente al Señor Jesucristo resucitado aparecer a sus descendientes y describió las bendiciones que su pueblo recibiría al disfrutar de la presencia del Señor: “el Hijo de Justicia se les aparecerá; y él los sanará” (2 Nefi 26:9)6. Este pronóstico divino le habría sido familiar a Nefi, ya sea por los pasajes del Antiguo Testamento en las planchas de bronce o por su educación como joven en Jerusalén.
Nefi también se refiere a esta idea cuando habla del ministerio mortal, la expiación y la resurrección de Jesús en 2 Nefi 25:13: “He aquí, lo crucificarán; y después de ser puesto en un sepulcro por el espacio de tres días, se levantará de entre los muertos, con sanidad en sus alas”7. El Jesucristo resucitado también empleó los dos últimos capítulos de Malaquías cuando enseñó a los nefitas acerca de Su futura venida en los últimos días (véase 3 Nefi 25:2).
Teniendo en cuenta que las representaciones de un disco solar alado eran comunes en el antiguo Cercano Oriente, Malaquías y Nefi pueden haberse inspirado independientemente en una tradición anterior común cuando utilizaron este simbolismo en sus profecías mesiánicas. Sea cual sea el camino que siguieron estas imágenes antes de acabar en sus escritos, el sol puede considerarse un símbolo excepcionalmente apropiado para el Señor.
El sol proporciona el calor necesario para la vida en la Tierra y la luz con la que vemos y comprendemos el mundo. Al igual que el amor de Dios, la luz del sol emana en todas direcciones desde un punto central y puede ser vista y sentida por millones de personas a la vez, aunque estén muy dispersas por la tierra. Como se describe en Doctrina y Convenios 88:6-7, Jesucristo es la “luz de la verdad” que “está en el sol, y es la luz del sol, y el poder por el cual fue hecho”. La revelación continúa diciendo que esta luz “la cual procede de la presencia de Dios para llenar la inmensidad del espacio, la luz que existe en todas las cosas, que da vida a todas las cosas, que es la ley por la cual se gobiernan todas las cosas, sí, el poder de Dios que se sienta sobre su trono, que existe en el seno de la eternidad, que está en medio de todas las cosas” (Doctrina y Convenios 88:12-13).
En otras palabras, la luz física que emite el sol es una metáfora adecuada de la luz espiritual que emana de Jesucristo. Jesús mismo proclamó: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Las conexiones entre la luz, la vida, el sol y Jesús pueden tener incluso significados metafísicos más profundos que actualmente están más allá de la capacidad de la ciencia o de las escrituras para describirlos plenamente.
Cualesquiera que sean las relaciones textuales o culturales, es comprensible que en los textos antiguos se describa al sol como poseedor de una cualidad curativa. Cada primavera, cuando la luz y el calor del sol crecen en las zonas afectadas por el cambio estacional, la tierra parece renovarse. Las plantas vuelven a florecer. Los animales se vuelven más activos. Es como si el sol proporcionara el ingrediente activo que resucita toda la vida dormida, curando y rejuveneciendo el mundo.
Como ha enseñado el élder Jeffrey R. Holland: “[E]n última instancia, tal sanación espiritual solo puede llegar de nuestro divino Redentor, Aquel que se apresura a auxiliarnos con ‘sanidad’ ‘en sus alas’. Le agradecemos a Él, y a nuestro Padre Celestial que lo envió, que la renovación y el renacimiento, y un futuro libre de viejos pesares y de errores pasados, no solo sean posibles, sino que ya se hayan pagado a un costo muy doloroso, simbolizado mediante la sangre del Cordero que la derramó”8.
Richard D. Draper, “The Book of Malachi”, en Studies in Scripture: 1 Kings to Malachi, vol. 4 of 8, ed. Kent P. Jackson (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1993), 365–372.
John W. Welch, John W. Welch Notes (Springville, UT: Book of Mormon Central, 2020), 1006–1008.
Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, vol. 5 of 6 (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 564–565.
1. Para un análisis más completo de cómo se empleaba la imagen del sol relacionada con lo divino en el antiguo Israel, véase Othmar Keel y Christoph Uehlinger, Gods, Goddesses, and Images of God in Ancient Israel, trans. Thomas H. Trapp (Minneapolis, MI: Fortress Press, 1998), 68, 78, 88, 111, 137, 164n36, 249, 256 y 387.
2. Nir Hasson, “Seal Impression with King Hezekiah’s Name Discovered in Jerusalem“, Archaeology, HaAretz, December 2, 2015.
3. J. Glen Taylor, Yahweh and the Sun: Biblical and Archeological Evidence for Sun Worship in Ancient Israel (Sheffield, UK: Sheffield Academic Press, 1993), 212.
4. Un análisis más detallado de los antecedentes del antiguo Cercano Oriente del lenguaje solar relativo al Señor puede encontrarse en Mark S. Smith, “The Near Eastern Background for Solar Language for Yahweh”, Journal of Biblical Literature 109, no. 1 (Spring 1990): 29–39; y Leland Ryken, James C. Wilhoit, y Tremper Longman III, eds., Dictionary of Biblical Imagery (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1998), 827.5. Véase Taylor, Yahweh and the Sun, 212–216.
6. La ortografía sigue a Royal Skousen, ed., The Book of Mormon: The Earliest Text, 2da. ed. (New Haven, CT: Yale University Press, 2022), 134. Es probable que Oliver Cowdery escuchara mal “sol” por “hijo” (“sun” y “son” respectivamente en inglés) cuando transcribía el Libro de Mormón mientras José Smith lo traducía.
7. Neal Rappleye ha señalado que esta frase, aunque comparte conexiones temáticas con Malaquías 4:2, precede de cerca a la discusión de Nefi sobre la serpiente de bronce de Moisés (2 Nefi 25:20). Algunos estudiosos han señalado que la imagen de las serpientes de fuego aladas puede haber estado relacionada con la imagen de un disco solar alado en el antiguo Israel; por tanto, Nefi puede estar inspirándose en ambas tradiciones. Véase Neal Rappleye, “Serpents of Fire and Brass: A Contextual Study of the Brazen Serpent Tradition in the Book of Mormon“, Interpreter: A Journal of Latter-day Saint Faith and Scholarship 50 (2022): 280–281n119. Véase también Trevor D. Cochell, “An Interpretation of Isaiah 6:1–5 in Response to the Art and Ideology of the Achaemenid Empire” (PhD diss., Baylor University, 2008), 115–173.
8. Jeffrey R. Holland, “El ministerio de la reconciliación“, Conferencia general, octubre de 2018.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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