En 1820, mientras José Smith oraba en la Arboleda Sagrada, vio a Dios Padre y a Su Hijo, Jesucristo. José, que había estado buscando saber dónde podría encontrar la verdadera iglesia, preguntó a los personajes divinos “cuál de todas las sectas era la verdadera (porque hasta ese momento nunca se me había ocurrido pensar que todas estuvieran en error), y a cuál debía unirme” (José Smith-Historia 1:18). La respuesta que recibió José fue sorprendente para él y comenzaría su preparación como profeta: “Se me contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en error; y el Personaje que me habló dijo que todos sus credos eran una abominación a su vista” (José Smith-Historia 1:19). Por causa de esto, José Smith sería llamado por Dios para restaurar Su Iglesia en la tierra.
La creencia en la gran apostasía es fundamental para las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días, es decir, que hubo un alejamiento real del evangelio tal como fue enseñado originalmente por Jesucristo y Sus apóstoles, por lo que es necesaria una restauración. Si bien esto puede parecer una afirmación audaz, una revisión más detallada del Nuevo Testamento muestra que los apóstoles sabían de la próxima apostasía y advirtieron ampliamente a la Iglesia contra los falsos maestros que vendrían a su paso.
La palabra apostasía procede del griego apostasia, que significa literalmente “rebelión” y en el Nuevo Testamento connota un pueblo que se rebela de Dios1. Sin embargo, el significado de esta palabra desafortunadamente queda oculto con frecuencia en las traducciones al inglés. Por ejemplo, la versión King James de 2 Tesalonicenses 2:3 traduce apostasia como “falling away”, o sea, “alejamiento”: “Let no man deceive you by any means: for that day shall not come, except there come a falling away first, and that man of sin be revealed, the son of perdition” (“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga [el alejamiento], y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”)2. Aunque no siempre está claro en las traducciones de la Biblia, la connotación de la apostasía como rebelión contra Dios se describe claramente en el Libro de Mormón (véase 3 Nefi 6:18; 4 Nefi 1:38).
Noel B. Reynolds ha señalado que, a la luz de las pruebas del Nuevo Testamento y basándose en el significado de apostasía como “rebelión”, es un mito que “la apostasía se produjera a causa de la persecución exterior”3. Más bien, el Nuevo Testamento describe sistemáticamente la apostasía venidera como una rebelión interna de los miembros de la Iglesia primitiva contra Dios y sus líderes elegidos, una rebelión que se hizo cada vez más prominente a medida que los apóstoles escribían intensamente con la esperanza de que las comunidades se arrepintieran4.
Por ejemplo, cuando Pablo regresaba a Jerusalén de su tercer viaje misional, advirtió a los dirigentes de Éfeso: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño; y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para arrastrar a los discípulos tras sí” (Hechos 20:29-30). Aunque los santos de Éfeso no eran ajenos a la persecución del mundo grecorromano (véase Hechos 19:24-41), a Pablo le preocupaba mucho más que los santos de Éfeso permanecieran leales al Señor y a sus convenios. Además, gran parte de las epístolas de Pablo fueron escritas en parte para corregir las falsas creencias y actitudes que estaban surgiendo en las diversas iglesias, tal como él había predicho5.
Poco antes de ser ejecutado bajo el mando de Nerón, Pablo advirtió a Timoteo que la rebelión profetizada estaba entonces cerca, ya que muchas iglesias que Pablo estableció le habían abandonado a él y al evangelio: “[Q]ue me han abandonado todos los que están en Asia, entre quienes están Figelo y Hermógenes” (2 Timoteo 1:15). Esta rebelión alcanzó incluso a algunos de los compañeros misioneros de mayor confianza de Pablo: “Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica; Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Solo Lucas está conmigo” (2 Timoteo 4:10-11).
Desafortunadamente, esta rebelión contra el evangelio no haría sino empeorar, porque llegará el “tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán el oído de la verdad y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4). Incluso el propio Jesucristo profetizó la apostasía de la Iglesia del Nuevo Testamento, como en la parábola del trigo y la cizaña6, lo que sin duda influyó en la forma en que sus apóstoles elaboraron sus mensajes7.
El concepto de apostasía como rebelión contra el Señor tiene profundas raíces en la tradición judía y cristiana. De hecho, como ha observado James E. Faulconer, tanto “la fidelidad a Dios como la apostasía de Él se mencionan a menudo en términos de convenio [en todo el Antiguo Testamento]. Ser fiel es cumplir con el convenio; apostatar es violar el convenio”8. Además, en la Septuaginta griega la palabra apostasía se usa para describir la idolatría y el abandono al Señor. Del mismo modo, la misma palabra se utiliza para describir el divorcio, especialmente cuando el matrimonio se utilizaba como metáfora del convenio de Dios con Israel. Los primeros textos cristianos describen de forma similar la Apostasía como una corrupción de los líderes del sacerdocio y un rechazo de las ordenanzas y los convenios9. Como tal, la apostasía marca la pérdida de los convenios y de la autoridad del sacerdocio que solo puede ser restaurada a través de un profeta de Dios.
Aunque es evidente que los apóstoles del Nuevo Testamento sabían y advirtieron a otros sobre la inminente apostasía, sabían que ese no era el final de la historia. Como Pedro dijo a los Santos en Jerusalén, “hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempos antiguos” (Hechos 3:21). Esta restitución de todas las cosas fue iniciada por Dios el Padre y Jesucristo por medio del profeta José Smith.
Como explicó Faulconer: “No podemos entender lo que significa la apostasía para los cristianos del Nuevo Testamento sin entender que incluía la pérdida del templo y, por tanto, del sacerdocio, ya que, en última instancia, la rebelión de la apostasía implica la ruptura de la relación de convenio con Dios, una relación que se manifiesta a través del sacerdocio, al estar en la presencia de Dios”10. Una parte importante de la Restauración consistió en restaurar los convenios y los templos, proporcionando así un curso correctivo a esta rebelión que corrompió muchas de las doctrinas y creencias de los primeros cristianos. Los convenios son esenciales para el evangelio de Jesucristo, y nos permiten acercarnos más a nuestro Salvador y parecernos más a Él.
James E. Faulconer, “The Concept of the Apostasy in the New Testament”, en Early Christians in Disarray: Contemporary LDS Perspectives on the Christian Apostasy, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2005), 133–162.
Noel B. Reynolds, “Appendix C: New Testament Evidences and Prophecies of Apostasy in the First-Century Church”, en Early Christians in Disarray, 355–369.
Kent P. Jackson, “New Testament Prophecies of Apostasy”, en Sperry Symposium Classics: The New Testament, ed. Frank F. Judd Jr. y Gaye Strathearn (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2006), 394–406.
Tad R. Callister, The Inevitable Apostasy and the Promised Restoration (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2006), 24–49.
1. Véase James E. Faulconer, “The Concept of the Apostasy in the New Testament”, en Early Christians in Disarray: Contemporary LDS Perspectives on the Christian Apostasy, ed. Noel B. Reynolds (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies [FARMS], 2005), 133–134.
2. Es interesante observar que algunos cristianos del siglo II reconocieron el estado de la Iglesia tras la muerte de los apóstoles. Por ejemplo, citando este versículo, Cirilo de Jerusalén comentó: “Así escribió Pablo, y ahora es la apostasía. Porque los hombres se han apartado de la fe correcta… Y antes los herejes eran manifiestos; pero ahora la Iglesia está llena de herejes disfrazados”. Cyril of Jerusalem, Catechetical Lectures 15:9.
3. Noel B. Reynolds, “Introduction: What Went Wrong for the Early Christians?”, en Early Christians in Disarray, 7.
4. Para consultar una lista y un breve análisis de más de cuarenta pasajes del Nuevo Testamento en los que se habla de la apostasía de la Iglesia cristiana primitiva, véase Noel B. Reynolds, “Appendix C: New Testament Evidences and Prophecies of Apostasy in the First-Century Church”, en Early Christians in Disarray, 355–369.
5. Para una lista de pasajes relevantes de las epístolas de Pablo, véase Reynolds, “Appendix C: New Testament Evidences”, 360–366.
6. Véase Central del Libro de Mormón, “¿Qué enseña la parábola del trigo y la cizaña sobre la apostasía? (Mateo 13:24–25)”, KnoWhy 660 (3 de marzo de 2023); John W. Welch y Jeannie S. Welch, The Parables of Jesus: Revealing the Plan of Salvation (American Fork, UT: Covenant Communications, 2019), 60–67, 148–151.7. Véase, por ejemplo, Mateo 24:5, 24, en el que Jesús advierte sobre falsos profetas y falsos Cristos que engañarían a mucha gente. También es probable que la apostasía fuera un tema clave en el ministerio de cuarenta días de Jesús. Véase Central del Libro de Mormón, “¿Qué enseñó Jesús a sus apóstoles durante cuarenta días? (Hechos 1:3)”, KnoWhy 678 (julio 7, 2023). Algunos intérpretes han afirmado erróneamente que la entrega de las llaves a Pedro por parte de Jesús, tal y como se registra en Mateo 16:18, demuestra que Jesús enseñó que no podía haber apostasía. Sin embargo, cuando se lee en su contexto apropiado, las puertas del infierno se refieren específicamente a los reinos de los muertos—así, Jesús enseñó que la autoridad del sacerdocio dada a los apóstoles sería instrumental en la obra de salvación para los muertos a través de ordenanzas por representación (véase Mateo 16:19). La idea de que las puertas del infierno se referían al poder y dominio de Satanás (que llevó a la interpretación de que Jesús prometió que la Iglesia no sería vencida por la apostasía) es una adición tardía al texto que sería totalmente ajena a la Iglesia del Nuevo Testamento. Para un análisis detallado de las puertas del infierno en este contexto, véase Hugh Nibley, “Baptism for the Dead in Ancient Times”, in Mormonism and Early Christianity (Provo, UT: FARMS; Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1987), 105–109; véase también Central del Libro de Mormón, “¿Cuál es el propósito del bautismo por los muertos? (1 Corintios 15:29)”, KnoWhy 687 (septiembre 12, 2023).
8. Faulconer, “Concept of the Apostasy”, 137.
9. Véase Faulconer, “Concept of the Apostasy”, 137–138, 143–155. Ejemplos de apostasía como descripción de abandono del Señor incluyen Josué 22:22 y 2 Crónicas 29:19.
10. Faulconer, “Concept of the Apostasy”, 162.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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