En la ocasión de la ascensión al trono de su hijo Mosíah al trono nefita (Mosíah 1:10-18; 2:30-31) el rey Benjamín se dirigió a su pueblo, destacando, entre otras cosas, la venida del Mesías, el “Rey Celestial” (Mosíah 2:19). Al declarar que “un ángel de Dios” (Mosíah 3:2) había estado ante él y revelado importantes verdades acerca de la venida del Mesías y su misión para expiar los pecados del mundo (Mosíah 3:2), el rey Benjamín citó al ángel como diciéndole:
Porque he aquí que viene el tiempo, y no está muy distante, en que con poder, el Señor Omnipotente que reina, que era y que es de eternidad en eternidad, descenderá del cielo entre los hijos de los hombres; y morará en un tabernáculo de barro, e irá entre los hombres efectuando grandes milagros, tales como sanar a los enfermos, levantar a los muertos, hacer que los cojos anden, y que los ciegos reciban su vista, y que los sordos oigan, y curar toda clase de enfermedades. Y echará fuera los demonios, o los malos espíritus que moran en el corazón de los hijos de los hombres. Y he aquí, sufrirá tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir; pues he aquí, la sangre le brotará de cada poro, tan grande será su angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo. Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María. (Mosíah 3:5–8)
En el punto central de este pasaje, una cosa que sobresale son los cuatro nombres o títulos, los cuales el ángel dio al Mesías venidero: (1) Jesucristo, (2) el Hijo de Dios, (3) el Padre del cielo y de la tierra, (4) el Creador de todas las cosas desde el principio. Además, el ángel agregó que el nombre de la madre de Jesús sería (5) María.
Esta declaración de los nombres o títulos de Jesús en el discurso de coronación en el templo dado por Benjamín es significativa por varias razones. En general, “era común en el mundo antiguo que el rey que ascendía al trono tomara un nuevo nombre para sí mismo”, explica un trío de eruditos bíblicos en su reciente comentario del Antiguo Testamento. El razonamiento detrás de un rey que tomaba un nombre nuevo o un conjunto de títulos en su coronación, era señalar su legítimo ascenso al poder y proclamar su nombramiento divino. Asumir un nombre nuevo o títulos por lo tanto “acreditaba al rey con diversas cualidades y virtudes” que marcaban su reinado.1
Esto se ve, de manera notable, en el antiguo Egipto, donde “una práctica formal y tradicional [era] otorgar un título de cinco nombres a un faraón que ascendía al trono como parte de la ceremonia de ascensión. Esta fue una expresión de las creencias egipcias de la deidad del faraón”.2 Tal como un egiptólogo lo explica:
Elegir un nombre en particular era un acto especialmente simbólico para un antiguo gobernante egipcio, ya que los nombres eran muy importantes dentro de la cultura. Después de todo, el acto original de creación realizado por el mismo dios primigenio estaba íntimamente vinculado al acto de nombrar las diversas entidades que creó. Como el rey era un ser humano que tenía un oficio divino, así como el vínculo entre sus súbditos y los dioses, la corte real deseaba expresar las características esenciales de esta circunstancia única. Una de las formas en que cumplió esto fue componiendo calificativos especiales que el rey asumía en su ascensión, que servirían como una breve declaración de sus cualidades o de su relación con el mundo divino y terrestre.3
Los títulos para los antiguos reyes egipcios podrían “consistir en pequeñas frases con un simple adjetivo calificando un sustantivo” o podrían ser “declaraciones largas”.4 Por ejemplo, los cinco títulos del faraón Tutmosis I (quien gobernó alrededor de los años 1506-1493 a. C.) fueron: “[1] Toro victorioso, Amante [de la justicia] Maat, [2] Aparece Ureo, grande en fuerza [como símbolo de la deidad Uadyet], el grande en poder, [3] Quien hace vivir en los corazones años agradables, [4] Grande es la manifestación del Ka (espíritu) de Ra, [5] Engendrado por Dyehuty”.5
Además de los antiguos egipcios, a los antiguos reyes semíticos y mesopotámicos también se le otorgaron importantes nombres y títulos de tronos. “El título de Niqmepa, rey de Ugarit (mediados del segundo milenio)… incluyen títulos como Señor de la Justicia, Maestro de la Casa Real, Rey que protege y Rey que construye”.6 El rey mesopotámico Pul o Pulu tomó el nombre del trono Tiglat-Pileser, que significa “mi confianza es el heredero [del templo del dios] Esharra” (cf. 2 Reyes 15:19, 29; 16:7, 10; 1 Crónicas 5:26).7
La profecía mesiánica de Isaías sobre la venida de Emanuel (“Dios con nosotros”) incluye la famosa declaración: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isaías 9:6).8 Algunos eruditos han visto esta profecía teofórica como un reflejo o imitación específicamente de una práctica egipcia de asignar nombres importantes o títulos al nuevo rey y es “probable, aunque incierto, que los reyes de Judá tomaron un nombre nuevo cuando llegaban al trono”.9
La costumbre de otorgar un nombre de trono o títulos reales a los reyes también es detectable en la Mesoamérica precolombina. “Entre los mayas clásicos”, explica un erudito, “los gobernantes recibían nuevos nombres y títulos al momento de la ascensión, lo que establecería sus relaciones con el reino humano y divino”.10 Una práctica certificada sobre esto era que los reyes adoptaran “el nombre de la deidad del sol, K’inich, identificándose así con la autoridad celestial de un potente ser sobrenatural”.11 Estos nuevos “títulos y nombres proporcionan… evidencia de que los gobernantes mayas se consideraban así mismos divinos. Los nombres de las deidades fueron asignados por los gobernantes en el momento de su ascensión para asociarse con dioses específicos y así enfatizar su autoridad divina”.12
Este contexto arroja un conocimiento importante sobre el por qué el ángel reveló estos nombres a Benjamín específicamente en el momento de la coronación de su hijo Mosíah. Para empezar, es importante tener en cuenta la ambivalencia personal de Benjamín hacia la institución terrenal de la realeza (una ambivalencia compartida por su hijo Mosíah, quien luego abdicaría el trono al igual que su padre [Mosíah 2:29; 29]). En lugar de proclamarse a sí mismo o a su hijo como un rey divino, como se hubiera esperado y acostumbrado en el mundo antiguo, Benjamín afirmó que era simplemente mortal, como sus súbditos, y solo reinó como rey porque Dios lo había concedido (Mosíah 2:11). Benjamín también cambió el enfoque lejos de sí mismo como rey y hacia el Rey celestial tanto de sí mismo como de su pueblo (v. 19).13
Todo esto explicaría por qué el rey Benjamín enfatizó los nombres y títulos del Mesías, el Rey Eterno, el Señor Dios Omnipotente, en su discurso en lugar de nombrar al rey ascendiente, su hijo Mosíah, como normalmente se esperaría en este contexto. Benjamín conocía el lenguaje egipcio y las tradiciones hebreas, las cuales había enseñado a su hijo y heredero, Mosíah (Mosíah 1:4). Al igual que los reyes antiguos asumieron nuevos nombres y títulos, los nombres y títulos para un rey Celestial declarados por Benjamín resaltaban Sus funciones y atributos diferentes, por lo tanto, desviar la atención de su pueblo hacia toda la obra que cumpliría cuando venga a “[morar] en un tabernáculo de barro” (Mosíah 3:5). Esto puede verse en los mismos elementos que componen los nombres y títulos mencionados por el ángel:
Antes de su discurso, Benjamín había anunciado que uno de sus propósitos principales era proclamar a su hijo Mosíah para ser el siguiente rey (Mosíah 1:10; 2:30), pero también para dar “a los de este pueblo un nombre, para que de ese modo se destaquen sobre todos los pueblos que el Señor Dios ha traído de la tierra de Jerusalén” (Mosíah 1:11). Ese nombre era el quinto nombre que había revelado en Mosíah 3:8.
Para puntualizar la importancia de otorgar este nombre nuevo y sus títulos, el discurso de Benjamín concluye con sus oyentes tomando sobre ellos mismos el nombre de Cristo por convenio (Mosíah 5:7–14). Como Benjamín declaró: “[N]o hay otro título por medio del cual podáis ser librados. No hay otro nombre dado por el cual venga la salvación; por tanto, quisiera que tomaseis sobre vosotros el nombre de Cristo, todos vosotros que habéis hecho convenio con Dios de ser obedientes hasta el fin de vuestras vidas” (v. 8).
Sorprendentemente, unos 116 años después, las primeras diez palabras sustantivas en este nombre de coronación del Rey Celestial15 fueron recitados e invocados precisamente en Helamán 14:12 por Samuel el lamanita, mientras profetizaba más sobre este mismo Señor a quien Benjamín había dicho que “viene a los suyos” (Mosíah 3:9), de pie en los muros de Zarahemla, que había sido la ciudad del templo del rey Benjamín.
Por estas y muchas otras razones: “Este sermón se ubica como uno de los más importantes en las Escrituras. Sirve para cumplir uno de los propósitos principales del Libro de Mormón al dar atención principal y dar la más alta importancia en la vida, misión, expiación y reinado eterno del rey celestial, Jesucristo, el Señor Dios Omnipotente”.16
Este KnoWhy fue posible gracias a las generosas contribuciones de Dow & Lynne Wilson.
Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué el rey Benjamín dijo que su pueblo serían hijos e hijas a la diestra de Dios?” KnoWhy #307
Stephen D. Ricks, “Kingship, Coronation, and Covenant in Mosiah 1–6,” en King Benjamin’s Speech: “That Ye May Learn Wisdom”, ed. John W. Welch y Stephen D. Ricks (Provo, UT: FARMS, 1998), 233–275.
Stephen D. Ricks y John J. Sroka, “King, Coronation, and Temple: Enthronement Ceremonies in History,” en Temples of the Ancient World: Ritual and Symbolism, ed. Donald W. Parry (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1994), 236–271.
1. John H. Walton, Victor H. Matthews y Mark W. Chavals, The IVP Bible Background Commentary: Old Testament (Downers Grove, IL.: IVP Academic, 2000), 597.
2. Walton, Matthews y Chavals, The IVP Bible Background Commentary, 597.
3. Ronald J. Leprohon, The Great Name: Ancient Egyptian Royal Titulary (Atlanta, GA: Society of Biblical Literature, 2013), 5, 7.
4. Leprohon, The Great Name, 5, and 7–19.
5. Leprohon, The Great Name, 10, 96–97.
6. Walton, Matthews y Chavals, The IVP Bible Background Commentary, 597.
7. Douglas B. Miller y Mark Shipp, An Akkadian Handbook: Paradigms, Helps, Glossary, Logograms, and Sign List (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1996), 68–69.
8. Tal como se indica en la versión King James (Rey Santiago), el niño mesiánico tenía cinco nombres o títulos. Sin embargo, los traductores modernos reconocen la probabilidad de que las primeras dos palabras hebreas en esta cadena de calificativos no son descripciones separadas, por lo que interpretan la frase como “Admirable Consejero” en lugar de “Admirable, Consejero”, haciendo cuatro títulos en lugar de cinco.
9. Roland de Vaux, Ancient Israel: Its Life and Institutions, trans. John McHugh (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 1997), 107–108; cf. J. J. M. Roberts, “Whose Child Is This? Reflections on the Speaking Voice in Isaiah 9:5”, The Harvard Theological Review 90, no. 2 (1997): 115–129; Richard H. Wilkinson, “The ΣΤΥΛΟΣ of Revelation 3:12 and Ancient Coronation Rites”, Journal of Biblical Literature 107, no. 3 (1988): 498–501. Los textos como el Salmo 2 parecen referirse a una unción y al nuevo nombre como parte de la ceremonia tradicional de coronación israelita.
10. Mark Alan Wright, “A Study of Classic Maya Rulership”, PhD dissertation (University of California–Riverside, 2011), 53–54.
11. Pierre Robert Colas, “K’inich and King: Naming Self and Person Among the Classic Maya Rulers”, Ancient Mesoamerica 14 (2003): 269.
12. Mark Alan Wright, Wright, “A Study of Classic Maya Rulership”, 54.
13. Véase, por ejemplo, las referencias en John W. Welch y Stephen D. Ricks, eds., King Benjamin’s Speech: “That Ye May Learn Wisdom” (Provo, UT: FARMS, 1998), 32, 64, 73, 234-237, 472.
14. Estos puntos invitan a reflexiones y comparaciones adicionales, aún por explorar y desarrollar.
15. A saber: Jesús, Cristo, Hijo, Dios, Padre, Cielo, Tierra, Creador, Todo, Principio.
16. Stephen D. Ricks, “Kingship, Coronation, and Covenant in Mosiah 1–6”, en King Benjamin’s Speech, 265.
Traducido por Central del Libro de Mormón
Construimos una fe duradera en Jesucristo al hacer que el Libro de Mormón sea accesible, comprensible y defendible para todo el mundo.
Copyright 2017-2022 Book of Mormon Central: A Non-Profit Organization. All Rights reserved. Registeres 501(c)(3).EIN:20-5294264