Los zoramitas negaron la necesidad de la Expiación (Alma 31:16-17). Por lo tanto, al predicar en su ciudad, Amulek destacó la importancia de “un gran y postrer sacrificio”, un sacrificio que, dijo, “debe ser un sacrificio infinito y eterno” (Alma 34:10). Amulek se esforzó mucho en explicar lo que este sacrificio—la Expiación—no era: “[N]o un sacrificio de hombre, ni de bestia, ni de ningún género de ave; pues no será un sacrificio humano” (v. 10).1 Esta aclaración probablemente refleja específicamente las maneras en que los zoramitas “pervertían las vías del Señor en muchísimos casos” (v. 11).
Tanto los israelitas como los nefitas vivían entre las culturas que realizaban sacrificios vicarios por los pecados personales y los de la comunidad. La profesora de estudios judíos, dra. Elaine Goodfriend, explicó: “El castigo vicario—cuando la pena por un error era sufrida por alguien que no era el responsable—se encuentra en” algunas leyes mesopotámicas.2 Ze’ev Falk señaló: “[E]n la ley babilónica y tal vez también en la ley hitita, el principio de talión se aplicaba no solamente al propio criminal sino también a sus dependientes”.3
En contraste con algunas prácticas de sus vecinos, la ley israelita no permitía el castigo vicario, pero insistía que “cada uno morirá por su propio pecado” (Deuteronomio 24:16; cf. Ezequiel 18:20).4 De manera similar, Amulek preguntó a los zoramitas: “Y si un hombre mata, he aquí, ¿tomará nuestra ley, que es justa, la vida de su hermano?” La respuesta fue sencilla: “[N]o hay hombre alguno que sacrifique su propia sangre, la cual expíe los pecados de otro” (Alma 34:11).
En su divergente estado de apostasía, los zoramitas pueden haber adoptado algún tipo de sistema religioso donde practicaban sacrificios de sangre vicaria. La antigua Mesoamérica ofrece un contexto cultural potencial. Allí, “los reyes mayas derraman voluntariamente su sangre como ofrenda a favor de su pueblo”.5 Esto ocurría con el derramamiento de sangre, una práctica en la que el rey “usaba espinas, espinas de mantarraya y cuchillas de obsidiana para sacar sangre de” las partes sensibles del cuerpo.6 Si bien este es un fondo conceptual diferente al de las leyes babilónicas del Viejo Mundo, todavía era un sistema en el que un hombre “sacrificaría su propia sangre” por su pueblo.7
También había otras formas de sacrificio practicadas en Mesoamérica. Brant A. Garnder explicó: “La cultura mesoamericana también ofrece ejemplos similares de sacrificios de animales como parte de su adoración e incluso sacrificio humano”.8 Mark Alan Wright razonó: “Los pueblos del Libro de Mormón habrían estado familiarizados con los tipos de sacrificios ofrecidos por sus vecinos mesoamericanos circundantes, que a menudo incluían holocaustos de animales, como ciervos o pájaros”.9
Amulek explicó: “Porque es preciso que haya un gran y postrer sacrificio; sí, no un sacrificio de hombre, ni de bestia, ni de ningún género de ave; pues no será un sacrificio humano, sino debe ser un sacrificio infinito y eterno” (Alma 34:10). Wright señaló: “Es significativo que las tres cosas que Amulek está diciendo expresamente a los zoramitas apóstatas de no sacrificar son las tres cosas más comunes que fueron ofrecidas por los devotos mesoamericanos: humanos, bestias y aves”.10
Miqueas, un profeta israelita, aparentemente también mencionó estas tres formas de sacrificio. Él preguntó si él debía “presentar[se] ante Jehová” con “holocaustos, con becerros de un año”, si “se agradará Jehová de millares de carneros” o si debería dar a “[su] primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma”. El respondió: “[L]o que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar la misericordia y humillarte para andar con tu Dios” (Miqueas 6:6-8).
Reconociendo que las aves eran a menudo ofrecidas como “holocaustos”, Amulek parece estar invirtiendo el orden de las preguntas retóricas de Miqueas, después de lo cual se lanza a una exposición de justicia y misericordia (Alma 34:15-16). Amulek, por lo tanto, parece estar empleando una técnica llamada Ley de Seidel para invocar las palabras de Miqueas y recordar a su audiencia zoramita el verdadero propósito del sacrificio de animales bajo la ley mosaica.11
Como israelitas piadosos, los nefitas habrían practicado varias formas de sacrificio animal como parte de la ley de Moisés. Lo hicieron, sin embargo, con la conciencia de que tales sacrificios eran solo un tipo y una sombra: “[T]odo ápice señala a ese gran y postrer sacrificio … [del] Hijo de Dios, sí, infinito y eterno” (Alma 34:14). En la perspectiva nefita, “la ley de Moisés fue como una gran profecía de Cristo ya que testificaba que la salvación se obtendría en y por medio de su sangre expiatoria”.12
En su apostasía, los zoramitas rechazaron la infinita y eterna expiación de Jesucristo. Influidos por la cultura circundante, parece que trataron el sacrificio de animales como un sustituto completo de la expiación, tal vez llegando a adoptar otras costumbres de sacrificios locales, como el derramamiento de sangre y el sacrificio humano.
Amulek, por lo tanto, tenía razón al explicar que “no hay hombre alguno que sacrifique su propia sangre” en nombre de otros (Alma 34:11), como sería el caso, incluso, con un rey mientras sangrara. Ningún tipo de sacrificio de sangre—animal, ave o humano— podría limpiar a los zoramitas, ni a nadie más, de sus pecados (vv. 11-14). No solo la lógica va en contra de la perspectiva zoramita, sino también el simbolismo de la ley de Moisés que prohibía tomar la vida mortal en castigo por el mal hecho de otro.
Para que cualquier sacrificio tenga fuerza y efecto eterno, dicho sacrificio debe ser más que mortal y temporal. El élder Tad R. Callister explicó:
La palabra infinita, tal como se utiliza en este contexto, puede referirse a una expiación que es infinita en su alcance y cobertura… a una expiación que se aplica simultáneamente de manera retroactiva y prospectiva, ajena a las limitaciones y mediciones del tiempo… a una expiación que se aplica a todas las creaciones de Dios, pasado, presente y futuro, y por lo tanto es infinita en su aplicación, duración y efecto.13
“Nada menos que el derramamiento de la sangre de un Ser infinito y perfecto podría” 14 lograr este tipo de sacrificio siempre duradero y de todo alcance. “En consecuencia,” explicó Callister, “la Expiación es ‘infinita’ porque su fuente es ‘infinita’”.15
Al igual que ciertos factores culturales particulares al parecer habían atraído a los zoramitas para pervertir los caminos del Señor, también pueden las tendencias sociales atraer a algunos a torcer, distorsionar, arrebatar o de alguna otra manera desviar los verdaderos principios del evangelio a las ideologías de moda. Evitar estas tentaciones requiere que tanto los individuos como las comunidades hagan lo que Alma enseñó, y Amulek reiteró: “[P]lantar la palabra en vuestros corazones, para que probéis el experimento de su bondad” (Alma 34:4). Solo dejando que la palabra eterna de Cristo se arraigue puede el evangelio eterno convertirse en la luz guía que permite a todos ver más allá de las modas temporales del día.
Mark Alan Wright and Brant A. Gardner, “The Cultural Context of Nephite Apostasy,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 1 (2012): 25–55.
Rodney Turner, “The Infinite Atonement of God,” in Book of Mormon, Part 2: Alma 30 to Moroni, Studies in Scripture: Volume 8 (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1988), 28–40.
1. Mark Alan Wright and Brant A. Gardner, “The Cultural Context of Nephite Apostasy,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 1 (2012): 52: “Tal vez estamos mirando pistas del proceso de apostasía cuando Amulek está enseñando a los zoramitas excluidos y específicamente define lo que no era el sacrificio de Cristo”.
2. Elaine Adler Goodfriend, “Ethical Theory and Practice in the Hebrew Bible,” in The Oxford Handbook of Jewish Ethics and Morality, ed. Elliot N. Dorff and Jonathan K. Crane (New York, NY: Oxford University Press, 2013), 48 n.9. Goodfriend específicamente citó “las leyes de Hammurabi 230 y 210, las leyes de Asiria Media A55”.
3. Ze’ev W. Falk, Hebrew Law in Biblical Times, 2nd ed. (Winona Lake, IN and Provo, UT: Eisenbrauns and BYU Press, 2001), 68. Talión es el concepto de “ojo por ojo” o en el caso del asesinato, la vida por una vida. La justicia taliónica y el Libro de Mormón serán discutidos más a fondo en Book of Mormon Central en Español “¿Por qué y cómo explicó Alma el significado de la palabra restauración? (Alma 41:1)”, KnoWhy 149 (30 de junio 2017).
4. Falk, Hebrew Law, 68 señaló que “las cortes hebreas no infligían castigo sobre los ascendentes o descendientes”, y Goodfriend, “Ethical Theory,” 48 n.9, en relación con el castigo vicario, señaló que “Éxodo 21:31 y Deut. 24:16 prohibían esta práctica.”
5. Wright and Gardner, “The Cultural Context of Nephite Apostasy,” 51.
6. Wright and Gardner, “The Cultural Context of Nephite Apostasy,” 51. Véase Mary Miller and Karl Taube, An Illustrated Dictionary of the Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya (London, Eng.: Thames and Hudson, 1993), 42, 46–47; Arthur Demarest, Ancient Maya: The Rise and Fall of a Rainforest Civilization (Cambridge, Eng.: Cambridge University Press, 2004), 184–188. Michael D. Coe and Stephen Houston, The Maya, 9th edition (New York, NY: Thames and Hudson, 2009), 89, señalaron que el derramamiento de sangre se representa en San Bartolo, que data cerca del primer o segundo siglo a. C. También mencionan el atestado de derramamiento de sangre de tiempos olmecas. Robert J. Sharer with Loa P. Traxler, The Ancient Maya, 6th edition (Stanford, CA: Standford University Press, 2006), 197 describió “un lujoso ritual que implica ayunar, derramar sangre y quemar incienso” desde “finales del Preclásico Medio” ca. 800-500 a. C. Así que el derramamiento de sangre parece estar claramente atestiguado en los tiempos del Libro de Mormón. Véase también Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué el rey Benjamín se enfocó tanto en la sangre de Cristo? (Mosíah 4:2)”, KnoWhy 82 (13 de abril de 2017).
7. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:478: “Amulek dijo que sacrificará ‘su propia sangre’ porque del derramamiento de la propia sangre del rey era ‘el eje de la vida ritual del antiguo maya’”.
8. Gardner, Second Witness, 4:477, error tipográfico corregido.
9. Mark Alan Wright, “Axes Mundi: Ritual Complexes in Mesoamerica and the Book of Mormon,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 12 (2014): 89. Véase también Miller and Taube, An Illustrated Dictionary of the Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya, 96–97, 144–146.
10. Wright, “Axes Mundi,” 89.
11. Miqueas pregunta acerca de los holocaustos (generalmente aves), luego terneros y carneros, y luego su primogénito, proporcionando así una secuencia de aves, bestia, hombre. Amulek los invierte al enfatizar que no será hombre, bestia o ave. Este tipo de inversión es lo que los eruditos llaman la Ley de Seidel. Véase David Bokovoy, “Inverted Quotations in the Book of Mormon,” Insights: A Window on the Ancient World 20/10 (October 2000): 2; David E. Bokovoy and John A. Tvedtnes, Testaments: Links Between the Book of Mormon and the Hebrew Bible (Tooele, UT: Heritage Press, 2003), 56–60.
12. Robert L. Millet and Joseph Fielding McConkie, Doctrinal Commentary on the Book of Mormon, 4 vols. (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1897–1992) 3:250.
13. Tad R. Callister, The Infinite Atonement (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2000), 59.
14. D. Kelly Ogden and Andrew C. Skinner, Verse by Verse: The Book of Mormon, 2 vols. (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2011), 2:18.
15. Callister, The Infinite Atonement, 58. Callister continuó escribiendo: “¿Por qué era esencial que la expiación fuera realizada por Jesús, quien es infinito y eterno?” (Alma 34:14) Por causa de que la expiación requiere poder, un increíble poder, inclusive un poder infinito. … Tal poder podría ser ejercido solamente por un ser que era infinito, lo que significa que un ser poseía todas las virtudes divinas de manera ilimitada, y por lo tanto fuera un Dios” (p. 67).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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