Según el apóstol Pablo, cuando el Salvador administró por primera vez la Santa Cena a Sus discípulos en Judea, tomó el pan y dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:24, énfasis añadido). En su evangelio, Lucas usó un lenguaje algo más suave: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19, énfasis añadido).1 Ambos, sin embargo, evocan la imagen del sacrificio. Para los discípulos en el antiguo mundo, el pan representaba el cuerpo que fue dado y partido en sacrificio por ellos.
En contraste, cuando el Señor administró primero la Santa Cena a los nefitas, Él instruyó: “Y haréis esto en memoria de mi cuerpo que os he mostrado” (3 Nefi 18:7, énfasis añadido). El cuerpo que se mostró a los nefitas no fue el cuerpo mortal quebrantado, sacrificado y mortal de Jesús, sino más bien fue el cuerpo glorificado del Señor resucitado. Como John W. Welch señaló: “[C]uando participamos del pan, debemos recordar que comemos no solamente en memoria del cuerpo que fue quebrantado por nosotros—eso es el lenguaje del Nuevo Testamento” sino también “en memoria de su cuerpo físico y tangible” con el que los nefitas tuvieron la experiencia física directa.2
Aquí el Salvador estaba llamando a los nefitas a recordar su sacrificio físico y doloroso, así como también Su resurrección triunfante. Como S. Kent Brown señaló: “Su cuerpo, por supuesto, es lo primero a lo que tuvieron acceso”, acceso de “tocar las cicatrices en sus manos, en sus pies y en su costado”,3 todo lo cual era un recordatorio físico que su glorioso cuerpo había sido quebrantado y sacrificado.
Además, parece que el Salvador se basó en las enseñanzas culturales de los nefitas con el propósito de hacer el momento más memorable e impactante como fuera posible. Como señaló Mark Wright, “les mandó a que primero metieran sus manos en su costado y después que sintieran las marcas en sus manos y pies” (3 Nefi 11:14). En contraste, cuando apareció a Sus apóstoles después de Su resurrección “les invitó a tocar solamente sus manos y pies” (Lucas 24:39-40).4 Aunque este detalle tan pequeño parece trivial, Wright explicó que, en las culturas mesoamericanas, los humanos eran sacrificados al extraer sus corazones mientras estaban vivos, a través de “una larga incisión directamente debajo de la caja torácica”.5
De esta manera Wright explicó: “A los pueblos inmersos en las culturas mesoamericanas, la señal de que una persona había sido ritualmente sacrificada sería una incisión en su costado—sugiriendo que habría sido extraído su corazón”.6 Mientras que los mismos nefitas justos no habrían participado en los sacrificios humanos, su prevalencia dentro de las culturas circundantes podrían haber tenido algún efecto en su comprensión de esta sorprendente experiencia.7
Por lo tanto, Wright razonó que al invitar a los nefitas a que primero “[metieran sus] manos en [su] costado” (3 Nefi 11:14), Cristo se “habría estado comunicando con ellos de acuerdo a su lenguaje cultural”.8 Cuando se les pidió que recordaran el cuerpo que les mostró, seguramente los nefitas no podían dejar de recordar esta experiencia vivida, cuando tocaron las señas tangibles que el cuerpo resucitado de Jesús aun tenía como resultado de Su sacrificio expiatorio infinito.
La invitación del Salvador a los nefitas de recordar el cuerpo que se les mostró es otro ejemplo donde Él de manera sutil pero adecuadamente adaptó Sus instrucciones para reflejar los aspectos únicos de la experiencia nefita. Esta adaptación empezó en el mismo momento en que mostró Su cuerpo a ellos—con la invitación de sentir primero la herida en su costado, personalizando y maximizando el impacto de su experiencia con Su cuerpo resucitado.9
Tal vez al meter sus manos en el costado del Salvador, algunos nefitas recordaron las palabras de Amulek, quien enseñó que la expiación traería “las entrañas de misericordia, que sobrepujan a la justicia y proveen a los hombres la manera de tener fe para arrepentimiento” (Alma 34:15).10 Para los seguidores de Cristo ahora en día, la herida en Su costado, enfatizada en 3 Nefi 11, puede servir como recordatorio de que, como el élder D. Todd Christofferson enseñó, “[pone] en efecto las entrañas de misericordia” era “el propósito del sufrimiento de Cristo, que es la manifestación suprema de Su amor”.11
El llamado a recordar el cuerpo mostrado también evoca a los nefitas como testigos de la resurrección. Era un cuerpo físico, tangible—que ellos habían sentido y experimentado, uno por uno.12 Él no había dejado su cuerpo físico después de su ascensión, como algunos cristianos creen (cf. 3 Nefi 15:1). De esta manera, 3 Nefi provee un testimonio escrito de que Jesús retuvo su cuerpo físico. Welch señaló: “Eso sí es incomparable, y hay muchas cosas como esa en 3 Nefi que solo tomamos de 3 Nefi”.13
Para los Santos de los Últimos Días de hoy, la administración de la Santa Cena del Salvador a los nefitas es la fuente directa de las oraciones sacramentales que se escuchan cada domingo.14 Por lo tanto, cuando participamos del pan y el agua cada semana, “celebramos el sacramento, no solamente la cena del Señor, sino también la aparición del Señor en 3 Nefi”.15 Los lectores del Libro de Mormón, por lo tanto, tienen el privilegio de recordar no solamente el cuerpo partido y sacrificado del Señor, sino también el cuerpo victorioso y resucitado que se mostró a las personas en la tierra de Abundancia.
Daniel C. Peterson, John W. Welch, Robert L. Millet, Richard Dilworth Rust, Grant Hardy, and S. Kent Brown, “3 Nephi Conference Panel Discussion,” in Third Nephi: An Incomparable Scripture, ed. Andrew C. Skinner (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2012), 373–391.
John W. Welch, “Our Nephite Sacrament Prayers,” in Reexploring the Book of Mormon: A New Decade of Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1992), 286–289.
1. Tanto Mateo como Marcos dijeron: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26:26; Marcos 14:22).
2. John W. Welch, in “3 Nephi Conference Panel Discussion,” in Third Nephi: An Incomparable Scripture, ed. Andrew C. Skinner (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2012), 381–382.
3. S. Kent Brown, in “3 Nephi Conference Panel Discussion,” 381.
4. Mark Alan Wright, “Axes Mundi: Ritual Complexes in Mesoamerica and the Book of Mormon,” Interpreter: A Journal of Mormon 12 (2014): 91. En Juan, Tomás mencionó que no creería a menos que pudiera sentir las huellas de los clavos y metiera sus manos en el costado de Jesús, lo cual le fue permitido hacer (Juan 20:25-28). Observe que meter sus manos en el costado de Jesús, sin embargo, viene después de primero sentir las marcas de los clavos en las manos y pies. En 3 Nefi, Jesús tomó la iniciativa e invitó a todos a que primero metieran sus manos en su costado, luego a sentir las marcas de los clavos en sus manos y pies.
5. Wright, “Axes Mundi,” 89.
6. Wright, “Axes Mundi,” 91.
7. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué debe haber un sacrificio infinito y eterno? (Alma 34:12)”, KnoWhy 142 (22 de junio, 2017).
8. Wright, “Axes Mundi,” 90–91.
9. Sentir las huellas de los clavos en Sus manos y pies podría haber atestiguado el cumplimiento de las profecías, conocidas hace tiempo por los nefitas, de que el Señor Jesucristo sufriría la muerte por crucifixión. Véase 1 Nefi 11:33; 19:10, 13.
10. Para las personas en la antigüedad, la emoción no se sentía en el corazón, sino más bien en sus intestinos, o sus entrañas (splanchnizomai significa sentir compasión o piedad, y proviene de splanchna, o las partes internas y las entrañas). Por lo que Cristo mostró la incisión en su costado no solamente para declarar su ritual de sacrificio, sino que demuestra su sacrificio emocional y de amor.
11. D. Todd Christofferson, “Permaneced en mi amor“, Liahona, octubre de 2016, disponible en línea en lds.org.
12. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Jesucristo ministró al pueblo uno por uno? (3 Nefi 17:21)”, KnoWhy 209.
13. Welch, in “3 Nephi Conference Panel Discussion,” 378: “Él aun tenía su cuerpo cuando dijo esto y eso fue después de la ascensión. Tenemos una escritura que nos dice eso. Eso sí es incomparable, y hay muchas cosas como esa en 3 Nefi que solo se obtiene de 3 Nefi”.
14. John W. Welch, “Our Nephite Sacrament Prayers,” in Reexploring the Book of Mormon: A New Decade of Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1992), 286–289.
15. Welch, in “3 Nephi Conference Panel Discussion,” 381.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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