En 1831, John Whitmer se convirtió en el primer historiador oficial de la iglesia SUD.1 Recibió este llamamiento en una revelación formal, la cual declara que él debería “llev[ar] una historia sistemática” de la iglesia y que debería mantenerla “continuamente” (DyC 47:1, 3). Con diversos grados de éxito,2 Whitmer y otros primeros santos hicieron esfuerzos por cumplir con este mandamiento divino. Ellos llevaron diarios personales, registraron sermones, tomaron notas durante las reuniones, registraron ordenanzas del sacerdocio y bendiciones, y recopilaban reportes de la persecución de su pueblo (véase DyC 123:1-7).3
La importancia de guardar registros se destacó aún más cuando José Smith introdujo la doctrina de los bautismos para los muertos.4 En una carta con respecto a las ordenanzas vicarias, instruyó a los encargados del registro a tomar “notas precisas” y con “esmero y exactitud al levantar un acta de todo lo transcurrido, dando fe en su registro que vio con sus ojos y oyó con sus oídos, haciendo constar la fecha, los nombres, etcétera” (DyC 128:3). El profeta explicó que cada vez que el pueblo de Dios actúe “con autoridad, en el nombre del Señor, y lo [hicieran] verdadera y fielmente, y [llevaran] un registro adecuado y fiel de ello, esto [llegaría] a ser una ley en la tierra y en los cielos, y, de acuerdo con los decretos del gran Jehová, no podía anularse” (v. 9).
Los profetas del Libro de Mormón seguramente pueden ser contados entre los santos justos que “llevaron un registro adecuado y fiel” de revelaciones y eventos importantes.5 Ellos atesoraban sus propios registros sagrados, particularmente las planchas de bronce, porque esos escritos habían “ensanchado la memoria de [su] pueblo” (Alma 37:8).6 En su preocupación por futuras generaciones, continuaron la tradición de escribir sobre planchas de metal porque ellos conocían que cualquier “otra cosa que no sea planchas, ha de perecer y desvanecerse” (Jacob 4:2).7
Más que eso, los profetas nefitas llevaron de manera cuidadosa registros porque el Señor explicitamente les mandó hacerlo, a menudo sin saber por qué. Nefi, por ejemplo, escribió que el Señor le mandó hacer un juego de planchas pequeñas “para un sabio propósito suyo, el cual me es desconocido” (1 Nefi 9:5).8 De manera similar, Mormón dijo que aunque no sabía “todas las cosas”, incluyó ciertos registros “para un sabio propósito; pues así se me susurra, de acuerdo con las impresiones del Espíritu del Señor que está en mí” (P. de Morm. 1:7).
Al igual que los diversos tipos de registros entre los primeros Santos, el Libro de Mormón se compuso a partir de una variedad de registros diferentes. Estos incluyen elementos tales como cartas, historias militares, relatos de líderes o héroes, historias políticas, historias de migración, ceremonias registradas, profecías, recuentos de años e historias calendáricas, anales, listas de tributos o impuestos, genealogías e historias de linaje.9 Sin los detalles, tanto sagrados como ordinarios, de una variedad de registros, Mormón habría tenido muy poco a qué recurrir para presentar la historia de su pueblo a las audiencias modernas. Su preservación fue esencial para la composición del Libro de Mormón.
Los registros hacen posible escuchar las voces de las personas del pasado y hablar con las audiencias de un futuro distante. Nefi declaró que su pueblo hablaría “desde la tierra” y que sus “palabras susurrarán desde el polvo” (2 Nefi 26:16). De esta manera, los registros están disponibles para vincular a las generaciones que de otra manera estarían muy apartadas. Como lo describió el élder Richard G. Scott, las Escrituras —y por implicación los profetas que las escribieron— pueden convertirse en “amigas incondicionales que no están limitadas por la geografía ni el calendario”.10
“El guardar registros”, explicó Anita Wells, “tiene más que un interés meramente histórico; tiene un significado y consecuencias eternas”.11 Cuando el Salvador estaba entre los nefitas, enseñó que “por los libros que se han escrito, y los que se escribirán, será juzgado este pueblo”, como también el “mundo” entero (3 Nefi 27:25-26). Esto indica que, debido a su autoridad divina, el Libro de Mormón es verdaderamente un registro vinculante,12 y seremos juzgados por cómo respondemos a sus verdades. 13
Como los profetas del Libro de Mormón, también tenemos una responsabilidad de registrar y preservar nuestras experiencias sagradas, tanto por nosotros mismos como para las futuras generaciones. El élder Scott enseñó: “La inspiración que se registra con cuidado demuestra a Dios que Sus comunicaciones son sagradas para nosotros. El registrarlas aumentará nuestra capacidad de recordar la revelación. Esos registros de la dirección del Espíritu deben protegerse para que no se pierdan y para evitar la intromisión de otras personas”.14
Las generaciones futuras seguramente querrán conocer cómo habría sido vivir en la “hora undécima” antes de la segunda venida de Cristo (DyC 33:3). Por lo tanto, como Nefi y Mormón, debemos seguir los impulsos espirituales para registrar eventos sagrados y verdaderos, incluso si no podemos discernir de inmediato los propósitos de Dios para que lo hagamos. Tampoco estaría de más recordar algunas de las características más cotidianas de nuestras vidas. A veces, estos detalles proporcionan un contexto importante para nuestros momentos más sagrados, al igual que los diversos tipos de registros del Libro de Mormón que proporcionan los antecedentes necesarios para dar sentido a sus historias.
Por medio de registros sagrados, los hijos de Dios de diferentes lugares y tiempos pueden tener sus “corazones con unidad y amor el uno para con el otro” (Mosíah 18:21). Mientras estudiemos diligentemente los registros sagrados de pueblos y dispensaciones anteriores, nuestros corazones se volverán a ellos con gratitud. Y mientras preservemos nuestros propios registros sagrados para futuras generaciones y posteridad, miraremos hacia adelante con caridad y esperanza para que las bendiciones de Dios descansen sobre ellos. Al final, la voluntad de Dios honrará los registros sagrados de las ordenanzas del sacerdocio llevadas a cabo por Su pueblo, como un “eslabón conexivo”, estas bendiciones autorizadas nos unirán para la eternidad (DyC 128:18).15
Anita Wells, “Bare Record: The Nephite Archivist, The Record of Records, and the Book of Mormon Provenance”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 24 (2017): 99–122.
Matthew McBride, “Las cartas en cuanto al bautismo por los muertos”, en Revelaciones en contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), en línea en history.lds.org.
John L. Sorenson, “Mormon’s Sources”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 20, no. 2 (2011): 2–15.
Louis Midgley, “The Book of Mormon as Record”, FARMS Review 21, no. 1 (2009): 45–51.
“El diario: ‘De mucho más valor que el oro’”, en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Wilford Woodruff (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2004), 131-138.
1. John Whitmer reemplazó a Oliver Cowdery, quien, desde la organización de la iglesia en 1830, había mantenido extraoficialmente registros de la iglesia. En la revelación, el Señor explicó que Whitmer había sido llamado a la posición porque “he llamado a Oliver Cowdery a otro cargo” (DyC 47:3).
2. Véase Richard Lyman Bushman, Joseph Smith: Rough Stone Rolling (Nueva York, NY: Knopf, 2005), 233.
3. Véase Howard C. Searle, “Historians, Church”, Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 2:589–592.
4. Véase Matthew McBride, “Las cartas en cuanto al bautismo por los muertos”, en Revelaciones en contexto: Las historias detrás de las secciones de Doctrina y Convenios (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2016), en línea en history.lds.org.
5. Véase Louis Midgley, “The Book of Mormon as Record”, FARMS Review 21, no. 1 (2009): 45–51.
6. Las bendiciones del registro nefita se pueden contrastar con la difícil situación de los mulekitas, cuyo “idioma se había corrompido” y quienes “no habían llevado anales consigo” (Omni 1:17).
7. Para un estudio general de escrituras en planchas de metal en el mundo antiguo, véase William J. Hamblin, “Sacred Writing on Metal Plates in the Ancient Mediterranean”, FARMS Review 19, no. 1 (2007): 37–54; H. Curtis Wright, “Metallic Documents of Antiquity”, BYU Studies Quarterly, 10, no. 4 (1970): 457–477. Véase también, Book of Mormon Central en Español, “¿Qué clase de metal utilizó Nefi para hacer las planchas? (1 Nefi 19:1)”, KnoWhy 22 (Enero 26, 2017).
8. Las planchas menores de Nefi ofrecerían una solución divina a las 116 páginas perdidas por Martin Harris. El élder Kim B. Clark explicó: “Sin el registro de Lehi [que se perdió con las 116 páginas], no habría explicación sobre la familia de Lehi, el viaje a la tierra prometida ni el origen de los nefitas y los lamanitas. En mayo de 1829, el Señor le reveló a José un plan, establecido por siglos, para reemplazar el libro de Lehi con lo que conocemos ahora como las planchas menores de Nefi”. Kim B. Clark, “Tú eres José”, Devocional mundial para jóvenes adultos, 7 de mayo de 2017, en línea en lds.org.
9. Véase John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 187–198. Véase también John L. Sorenson, “Mormon’s Sources”, Journal of the Book of Mormon and Other Restoration Scripture 20, no. 2 (2011): 2–15; Brant A. Gardner, “Mormon’s Editorial Method and Meta-Message”, FARMS Review 21, no. 1 (2009): 83–105; Grant Hardy, Understanding the Book of Mormon: A Reader’s Guide (New York, NY: Oxford University Press, 2010), xv; Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué las genealogías eran importantes para los pueblos del Libro de Mormón? (Jarom 1:1)“, KnoWhy 76 (Abril 6, 2017).
10. Richard G. Scott, “El poder de las Escrituras“, Liahona, noviembre de 2011, 6, en línea en lds.org.
11. Anita Wells, “Bare Record: The Nephite Archivist, The Record of Records, and the Book of Mormon Provenance”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 24 (2017): 116.
12. Véase John W. Welch, “Doubled, Sealed, Witnessed Documents: From the Ancient World to the Book of Mormon”, en Mormons, Scripture, and the Ancient World: Studies in Honor of John L. Sorenson, ed. Davis Bitton (Provo, UT: FARMS, 1998), 391–444; Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué razón se habrá sellado un libro? (2 Nefi 27:10)”, KnoWhy 53 (Marzo 7, 2017).
13. Véase Ezra Taft Benson, “El Libro de Mormón: La [piedra] clave de nuestra religión”, Liahona, Octubre 2011, en línea en lds.org.
14. Richard G. Scott, “Cómo obtener revelación e inspiración en tu propia vida“, Liahona, Mayo 2012, 45, en línea en lds.org. Wilford Woodruff, cuyo diario personal se ha convertido en un registro indispensable de la historia de la iglesia, enseñó de manera similar: “¿No debemos sentir bastante respeto por Dios para hacer un registro de esas bendiciones que Él derrama sobre nosotros y de los actos oficiales que realizamos en Su nombre en esta tierra? Yo creo que sí”. Diario de Wilford Woodruff, febrero 12 de 1862, como se cita en “El diario: ‘De mucho más valor que el oro’”, en Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Wilford Woodruff (Salt Lake City, UT: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 2004), 134.
15. Véase también, Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Dios volverá el corazón de los padres a los hijos? (3 Nefi 25:6)”, KnoWhy 219 (Octubre 4, 2017).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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