Poco después de que los nefitas construyeron su primer templo en el Nuevo Mundo y le pidieran a Nefi que fuera su rey, Nefi consagró a sus hermanos Jacob y José como sacerdotes y le pidió a Jacob que se dirigiera al pueblo (2 Nefi 5:16-18, 26; 6:1 –4). El acontecimiento del discurso de Jacob sucedió muy probablemente durante una de las fiestas de otoño prescritas bíblicamente, durante la cual los nefitas habrían coronado formalmente a Nefi como su rey terrenal y habrían convenido lealtad al Señor como su verdadero rey.1 Como parte de su mensaje, Jacob pronunció diez “ayes” que son similares a los Diez Mandamientos (2 Nefi 9:27–38).2
Curiosamente, otro conjunto de Decálogo o Mandamientos, como se les llama en Éxodo 34:27–28, se encuentran en Éxodo 34:14, 17–23, 25–26. Esta lista está más interesada en las prácticas de sacrificio y rituales, aunque los mandamientos 1, 2 y 6 tienen equivalencias en el Decálogo básico en Éxodo 20. En resumen, los mandamientos en Éxodo 34 son los siguientes:
La existencia de estos dos conjuntos de mandamientos relacionados, pero distintos, en el libro de Éxodo, muestra que la lista de mandamientos podría ajustarse con el tiempo o satisfacer las necesidades de las personas en diferentes circunstancias.
Según Moshe Weinfeld, los Diez Mandamientos en Éxodo 20 fueron “el documento base de la comunidad israelita”. Se dieron a Moisés en el Sinaí, “al principio de la historia israelita”, como la base del convenio de Dios con Israel (Éxodo 20:2–17). 3 Por lo tanto, Weinfeld argumenta: “Establecen las condiciones básicas para la inclusión en la comunidad de Israel” y comprenden “la esencia de las demandas de Dios de parte de su pueblo”.4 Como tal, estos mandamientos fueron leídos durante las fiestas israelitas como parte de la renovación de sus convenios con el Señor en el templo.5
De manera similar, los diez “ayes” de Jacob, pronunciados en la ocasión de la fiesta, al principio de la historia nefita, probablemente cumplieron una función comparable para el pueblo nefita. John W. Welch explicó:
Sus “diez ayes” funcionan como el equivalente de un conjunto de diez mandamientos nefitas contemporáneos. Su declaración es un resumen admirable de los valores religiosos básicos de los nefitas, emitidos en una forma totalmente hogareña en el antiguo Israel y en el Cercano Oriente. 6
Y al igual que los mandamientos en Éxodo 34, la lista de Jacob no es simplemente una repetición o “copia irreflexiva de los ideales bíblicos”. En cambio, “los principios de Jacob se han adaptado como una revelación a su pueblo y sus necesidades”.7
Un ejemplo de cómo Jacob adaptó y aclaró inteligentemente el Decálogo original se encuentra en su séptimo “ay”, paralelo al sexto de los Diez Mandamientos: “No matarás” (Éxodo 20:13; Deuteronomio 5:17), mencionado por Jacob como: “¡Ay del asesino que mata intencionalmente !, porque morirá” (2 Nefi 9:35, énfasis agregado).
Hablando de o cerca del tiempo de la coronación de Nefi, “Jacob probablemente pudo no haber comentado sobre la ley de homicidio sin que viniera a su mente que Nefi mató a Labán”.8 De hecho, algunos de los mismos emblemas del reinado nefita, como las planchas de bronce y la espada de Labán, fueron obtenidos por motivo de que Nefi mató a Labán.9 Tal como Welch lo observó, bajo estas circunstancias, “maldiciendo categóricamente a toda persona que asesinara… hubiera sido extremadamente antidiplomático”,10 y, por lo tanto, Jacob habría incluido naturalmente el calificativo “intencionalmente” para distinguir la ley básica de homicidio del caso inusual pero legalmente distinguible de Nefi.
Nefi relató cuidadosamente el incidente de la muerte de Labán con el propósito de mostrar que el Señor deliberadamente lo puso en sus manos, haciendo que sus acciones no fueran premeditadas y defendibles según la ley de Éxodo 21:12-14 (1 Nefi 4).11 Por lo tanto, el que Nefi matara a Labán no fue intencional en el sentido de implicar “deliberación, acecho u otra planeación u odio similares” y no fue culpable según la ley israelita.12 Lo que esto significaba en la práctica era que él y otras personas homicidas estaban autorizados para huir, tomando asilo en una ciudad de refugio o podría huir de la tierra sagrada por completo, que fue lo que Nefi y su familia hicieron.
Como se discutió anteriormente, ambos conjuntos de Diez Mandamientos en el Antiguo Testamento, y también los diez ayes de Jacob en el Libro de Mormón, probablemente funcionaron como “un conjunto de obligaciones básicas concisas dirigidas a todos los miembros de la comunidad israelita [o nefita], conectados por un convenio especial con Dios”.13 En este sentido, estos mandamientos o ayes funcionan de manera similar a las preguntas formuladas por los obispos Santos de los Últimos Días y los presidentes de estaca en las entrevistas bautismales y de recomendación para el templo, que consiste en identificar los estándares básicos por los cuales uno debe vivir para ser un miembro de la comunidad de Santos de los Últimos Días con buena reputación, para ser dignos de entrar en el templo sagrado y hacer ciertos convenios con Dios.
Estos conjuntos bíblicos de mandamientos morales también pertenecen a la santidad, dignidad y la fidelidad. El presidente Russell M. Nelson explicó recientemente que el Señor “ha señalado lo que cada persona debe hacer para cumplir con los requisitos a fin de poder entrar en Su santa casa” y enfatizó que “[t]odos los requisitos para poder entrar en el templo están relacionados con la santidad personal”.
Si bien las normas del Señor se mantienen constantes y consistentes, en la conferencia de octubre de 2019, el presidente Nelson anunció que algunas preguntas que se hacen en las entrevistas de la recomendación para el templo “se han revisado… para hacerlas más claras”.14 Tanto la reformulación inspirada de Jacob como la adaptación de los Diez Mandamientos originales en “un conjunto de principios relevantes para su pueblo y sus necesidades y preocupaciones culturales”,15 y la existencia de un segundo conjunto de “diez mandamientos” en Éxodo 34, ilustran que este proceso y la necesidad de aclarar las leyes y normas de Dios por medio de la autoridad de Sus líderes del sacerdocio, dadas a su pueblo al cambiar de tiempos y circunstancias, es antigua y concuerda con los precedentes bíblicos.
Tal como la aclaración de Jacob de que el asesinato intencional es lo que la ley condena, es consistente con la intención original de las leyes de Dios sobre el homicidio a los israelitas (véase Éxodo 21:13-14) y también deja claro cómo es que esa intención original debe comprenderse explícitamente, en los casos que surjan preguntas, de esta manera las actualizaciones y las aclaraciones hechas por los siervos del Señor sobre las preguntas de la recomendación para el templo permanecen consistentes con las normas de Dios sobre dignidad establecidas para entrar al templo en estos días.
Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Jacob declaró tantos ‘ayes’? (2 Nefi 9:27)”, KnoWhy 35 (Febrero 13, 2017).
John W. Welch, “Jacob’s Ten Commandments”, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 69–72.
John W. Welch, “Legal Perspectives on the Slaying of Laban”, Journal of Book of Mormon Studies 1, no. 1 (1992): 119–141.
1. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Se refirió Jacob a las fiestas de otoño de Israel? (2 Nefi 6:4)”, KnoWhy 32 (9 de febrero de 2017). Para obtener más información, véase John S. Thompson, “Isaiah 50–51, the Israelite Autumn Festivals, and the Covenant Speech of Jacob in 2 Nephi 6–10”, en Isaiah in the Book of Mormon, ed. Donald W. Parry y John W. Welch (Provo, UT: FARMS, 1998), 123–150.
2. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué Jacob declaró tantos “ayes”?? (2 Nefi 9:27)”, KnoWhy 35 (13 de febrero de 2017). Para obtener más información, véase John W. Welch, “Jacob’s Ten Commandments”, en Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1992), 69–72. Véase también John W. Welch, “Counting to Ten”, Journal of Book of Mormon Studies 12, no. 2 (2003): 48–49.
3. Moshe Weinfeld, “What Makes the Ten Commandments Different?” Bible Review 7, no. 2 (abril de 1991): 41.
4. Weinfeld, “What Makes the Ten Commandments Different?” 37, 38.
5. Weinfeld, “What Makes the Ten Commandments Different?” 41. Para una explicación más detallada sobre estas ideas, véase Moshe Weinfeld, “The Decalogue: Its Significance, Uniqueness, and Place in Israel’s Tradition”, en Religion and Law: Biblical-Judaic and Islamic Perspectives, ed. Edwin Firmage, Bernard G. Weiss y John W. Welch (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1990), 3–47.
6. Welch, “Jacob’s Ten Commandments”, 72.
7. Welch, “Jacob’s Ten Commandments”, 70.
8. Welch, “Jacob’s Ten Commandments”, 71.
9. Véase Brett L. Holbrook, “The Sword of Laban as a Symbol of Divine Authority and Kingship”, Journal of Book of Mormon Studies 2, no. 1 (1993): 39–72; Brett L. Holbrook, “Sword of Laban as a Symbol of Divine Authority”, en Pressing Forward with the Book of Mormon: The FARMS Updates of the 1990s, ed. John W. Welch y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1999), 93–96; Gordon C. Thomasson, “Mosiah: The Complex Symbolism and Symbolic Complex of Kingship in the Book of Mormon”, Journal of Book of Mormon Studies 2, no. 1 (1993): 21–38.
10. John W. Welch, “Legal Perspectives on the Slaying of Laban”, Journal of Book of Mormon Studies 1, no. 1 (1992): 138.
11. Book of Mormon Central en Español, ¿Fue legal la muerte de Labán realizada por Nefi? (2 Nefi 6:4)”, KnoWhy 32 (24 de noviembre de 2017). Véase también Welch, “Legal Perspectives on the Slaying of Laban”, 119–141; John W. Welch, “Narrative Elements in Homicide Accounts”, Jewish Law Association Studies 27 (2017): 206–238; John W. Welch, “Homicides in the Old Testament and the Book of Mormon”, Clark Memorandum, Fall 2018, 22–35.
12. Welch, “Legal Perspectives on the Slaying of Laban”, 138.
13. Weinfeld, “What Makes the Ten Commandments Different?” 40.
14. President Russell M. Nelson, “Palabras de clausura”, octubre 2019 Conferencia General, en línea en churchofjesuschrist.org?lang=spa.
15. Welch, “Jacob’s Ten Commandments,” 72.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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