Después del martirio de Abinadí1 y que Alma padre se escapó al desierto, los lamanitas fueron vistos de nuevo en las fronteras de la tierra de Nefi (Mosíah 19:6). Mientras el rey Noé huyó con muchos de sus hombres (19:11), algunos permanecieron con sus mujeres e hicieron un convenio con los lamanitas, acordando pagar “la mitad de todo lo que poseían” (19:15) con el fin de permanecer en sus tierras. Mientras tanto, al rey Noé le sometieron a una muerte por fuego por algunos de sus hombres que ahora querían regresar con sus esposas a la tierra de Nefi (19:20). Los sacerdotes de Noé, sin embargo, huyeron (19:21), y pronto después secuestraron a 24 doncellas lamanitas “y se las llevaron al desierto” (Mosíah 20:5). El secuestro de estas “hijas de los lamanitas” (20:1) era evidentemente tan escandaloso que su repentina desaparición condujo a una ruptura inmediata en el tratado que se había establecido entre los lamanitas y los nefitas recientemente conquistados (Mosíah 19:25-29).
La ruptura fue tan grave que “trajo una represalia militar contra los nefitas”, con los lamanitas lanzando un ataque al pueblo de Limhi en la ciudad capital de Nefi (Mosíah 20:6-11),2 ya que los lamanitas asumían que estaban involucrados con la desaparición de sus hijas. Comentando sobre este pasaje, S. Kent Brown señaló: “Al final, la decisión del rey [lamanita] de destruir a la colonia nefita debió haberse tomado bajo muchas consideraciones, una de las cuales fue el sentimiento de enojo”.3
Los lectores pueden entender la ira por parte de los lamanitas. No solamente sus hijas fueron víctimas de un delito sexual, sino que los sujetos conquistados parecían levantarse en rebelión. Por otra parte, en el mundo antiguo, incluyendo el antiguo Israel, juramentos y tratados de convenios eran de tal importancia que la ruptura de uno, literalmente podría convertirse en una cuestión de vida o muerte. Dado que romper un convenio bajo juramento en el nombre de Dios era visto como nada menos que una blasfemia, tales juramentos o convenios a menudo eran acompañados con amenazas de maldiciones divinas y temporales (incluyendo la muerte) por quebrantarlos (cf. Éxodo 20:7; Deuteronomio 30:15-20; Ruth 1:16-17; 1 Samuel 20:13; Jeremías 34:18-20; Zacarías 5:1-4; Daniel 9:11).4
De hecho, el lenguaje para hacer un convenio en el hebreo bíblico es literalmente “cortar un convenio” (kārat berît), y por lo general “animales eran sacrificados, o cortados, durante las antiguas ceremonias para hacer convenios en el antiguo Cercano Oriente, con el fin de demostrar gráficamente la penalidad por no vivir de acuerdo con las estipulaciones que fueron juradas por las partes que participaban” (cf. Genesis 15:7–21).5
Esto podría explicar por qué los lamanitas reaccionaron tan fuertemente a lo que ellos creían que había sido la ruptura de un juramento. De hecho, “hicieron avanzar sus ejércitos; sí, hasta el rey mismo marchó a la cabeza de su pueblo; y subieron a la tierra de Nefi para destruir al pueblo de Limhi” (Mosíah 20:7). Como lo explica S. Kent Brown:
En general, cuando un convenio ha sido evidentemente quebrantado, la pregunta es: “¿Cuán flagrante debe ser la violación antes que el soberano pueda legítimamente reunir sus fuerzas militares y atacar al vasallo recalcitrante?” El rey lamanita seguramente vio una serie de fechorías en el secuestro de las mujeres jóvenes. En primer lugar, se trataba de un acto de robo, una clara violación de la ley; las personas que no estaban en un estado de guerra o de tensión nacional. En segundo lugar, cualquier matrimonio que pudiera resultar, por consiguiente, sería ilegal o, por lo menos, muy detestable. En tercer lugar, el secuestro era evidencia, como él percibía el asunto, de la ruptura de promesas solemnes hechas tan solo dos años antes. Pareciera que no tenía más opción que reducir el peso del ejército lamanita sobre la colonia nefita. 6
El que los sacerdotes de Noé cometieran un crimen premeditado es evidente a partir de Mosíah 20:4, donde registra que “se ocultaron y las acecharon” antes del secuestro. “La expresión hebrea traducida ‘al acecho’ generalmente connota premeditación y planificación, lo que implica que los sacerdotes bien pudieron haber conocido el lugar y la costumbre de las mujeres jóvenes de estar allí”.7 Las pistas textuales en el Libro de Mormón por lo tanto apunta a algo más atroz que un simple delito de lujuria cometido por la situación.
Esta historia fue tal vez incluida en el Libro de Mormón por varias razones. Explica el relato posterior de los sacerdotes de Noé y sus descendientes (Alma 25:4, 12; 43:13). Al entender de dónde vienen esos descendientes (de las doncellas lamanitas capturadas) el resto del registro de Mormón sobre las guerras entre nefitas y lamanitas tiene más sentido.
También da a los lectores una visión del papel de la mujer en el Libro de Mormón. Las mujeres no son mencionadas mucho en el Libro de Mormón, pero cuando son mencionadas, son representadas siendo más que un simple apoyo narrativo. Ellas desempeñan un papel activo e importante en la narrativa.8 Esto se ve, por ejemplo, en la forma en que las hijas lamanitas secuestradas más tarde suplicaron por la vida de sus captores (que son llamados “sus maridos”), revelando la compleja dinámica de las relaciones de los personajes (Mosíah 23:31-35).
Por último, se muestra cómo el Libro de Mormón está firmemente arraigado en la cultura bíblica. Incluso los lamanitas parecen haber conservado esta parte honorable de su patrimonio cultural. La dura reacción de los lamanitas por percibir que se quebrantó un juramento, tiene perfecto sentido a la luz de estas prácticas culturales bíblicas de hacer convenios.
S. Kent Brown, “Marriage and Treaty in the Book of Mormon,” in From Jerusalem to Zarahemla: Literary and Historical Studies of the Book of Mormon (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1998), 99–112.
Donna Lee Bowen and Camille S. Williams, “Women in the Book of Mormon,” in The Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992) 4:1577–1580.
John W. Welch, Robert F. Smith, and Gordon C. Thomasson, “Dancing Maidens and the Fifteenth of Av,” in Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City, UT and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1992), 139–142.
1. Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué fue Abinadí torturado con brasas? (Mosíah 17:13),” KnoWhy 96 (29 de abril 2017).
2. S. Kent Brown, “Marriage and Treaty in the Book of Mormon,” in From Jerusalem to Zarahemla: Literary and Historical Studies of the Book of Mormon (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1998), 100.
3. Brown, “Marriage and Treaty in the Book of Mormon,” 103.
4. Menachem Elon, “Oath,” in Encyclopedia Judaica; Bernhard W. Anderson, “Covenant,” in The Oxford Companion to the Bible, ed. Bruce M. Metzger and Michael D. Coogan (New York, NY: Oxford University Press, 1993), 138–139; James McKeown, Ruth, The Two Horizons Old Testament Commentary (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 2015), 28.
5. Matthew B. Brown, The Gate of Heaven: Insights on the Doctrines and Symbols of the Temple (American Fork, UT: Covenant Communications, 1999), 123; Jared T. Parker, “Cutting Covenants,” in The Gospel of Jesus Christ in the Old Testament, ed. D. Kelly Ogden et al. (Provo, UT and Salt Lake City, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, and Deseret Book, 2009).
6. Brown, “Marriage and Treaty in the Book of Mormon,” 103.
7. John W. Welch, Robert F. Smith, and Gordon C. Thomasson, “Dancing Maidens and the Fifteenth of Av,” in Reexploring the Book of Mormon: A Decade of New Research, ed. John W. Welch (Salt Lake City, UT and Provo, UT: Deseret Book and FARMS, 1992), 140.
8. Donna Lee Bowen and Camille S. Williams, “Women in the Book of Mormon,” in The Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow, 4 vols. (New York, NY: Macmillan, 1992) 4:1577–1580.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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