Mientras capturaban la ciudad de Teáncum, los lamanitas tomaron muchas mujeres y niños como prisioneros y los sacrificaron a ídolos (Mormón 4:14). Aunque el sacrificio humano probablemente fue practicado en épocas anteriores entre los lehitas, esta es la primera vez que se registró específicamente en el Libro de Mormón.1 Este evento impactante puede venir como una sorpresa desgarradora para el lector. Uno se pregunta por qué alguien cometería un acto tan insensatamente violento. Sin embargo, el sacrificio humano sucedió a menudo en el mundo antiguo.2
El sacrificio de niños tiene una larga tradición en la antigua Mesoamérica; la evidencia más temprana se remonta a los primeros tiempos Olmecas (1600-1000 a. C.), donde se descubrieron fragmentos óseos de varios recién nacidos en un estanque al pie del Cerro el Manatí, en Veracruz, México, que muestran claros señales de que fueron sacrificados y desmembrados.3 De manera similar, en el sitio maya de Colha, Belice, treinta cráneos decapitados fueron depositados en un pozo que data de 800 a 850 d. C. La composición de los restos mostró que eran diez mujeres, diez hombres, diez niños (de seis meses a siete años).4 Además, investigaciones recientes en la Cueva del Terror de Medianoche de Belice han evidenciado 9.566 huesos humanos, fragmentos óseos y dientes que fueron depositados durante los últimos 1.500 años. Se encontró que gran parte de estos huesos eran de niños de 4 a 10 años, mostrando la tendencia creciente del sacrificio de niños desde el Clásico (d. C. 200-1000) hasta el periodo postclásico (d. C. 1000-1697).
En Mesoamérica, a veces se sacrificaba a los niños para honrar a un nuevo rey.5 Y el sacrificio humano no era exclusivo de Mesoamérica. En un lugar llamado Cartago, en el norte de África, a veces se hacía como una garantía de que las empresas de negocios tendrían éxito.6 También parece haber sido común durante los tiempos de apostasía en el antiguo Israel que las personas hicieran que “pasase su hijo o su hija por fuego ante Moloc” (2 Reyes 23:10).7 Esto parece haber sido una forma de sacrificio humano.8 Sin embargo, en el caso de Mormón 4, los lamanitas pudieron haber hecho esto como (1) parte de una ceremonia de entierro para un soldado de alto rango o (2) como una manera de asegurar su victoria en la guerra.
También, las personas eran sacrificadas como parte de ceremonias de entierro de gobernadores para que pudieran servir a sus líderes en la siguiente vida.9 En la antigua ciudad egipcia de Abidos, por ejemplo, se descubrió el cuerpo de un gobernante llamado Dyer, rodeado por cuerpos de mujeres que eran probablemente sus esposas, concubinas o sirvientas.10 Una situación similar se encontró en la antigua ciudad mesopotámica de Ur, donde un gran número de asistentes, tanto hombres como mujeres, habían sido sacrificados y enterrados con la reina sumeria Puabi para acompañarla en la vida futura.11
Prácticas similares se encuentran en la América precolombina.12 En un lugar llamado Cahokia, cerca de St. Louis, el cuerpo de un gobernante fue encontrado rodeado por 53 mujeres que habían sido sacrificadas.13 En la cultura maya, tolteca y teotihuacana, también uno puede ver a mujeres y niños ofrecidos como sacrificios de manera similar. En algunos de estos casos, parece que las personas sacrificadas tenían poca conexión con el líder muerto.14
Por lo tanto, una razón posible por la que los lamanitas pudieron haber sacrificado a las mujeres y a los niños de la ciudad de Teáncum fue porque un lamanita de alto rango (o muchos lamanitas de alto rango) había muerto tomando la ciudad. Esto podría haber llevado a los compañeros de estas personas de alto nivel a matar a las mujeres y a los niños de la ciudad para servir como esposas y sirvientes en la otra vida.
El sacrificio infantil en la antigua Mesoamérica también fue visto como un medio para aumentar el estatus del gobernante superviviente.15 Además, los lamanitas pudieron haber sentido que tal sacrificio ayudaría a ganar la guerra persuadiendo a un ídolo a luchar por ellos. En el Antiguo Testamento, el “rey de Moab… tomó a su primogénito, que había de reinar en su lugar, y lo sacrificó en holocausto sobre el muro”. El rey ofreció a su hijo al dios moabita Quemos en medio de la batalla para asegurarse de que ganaría la guerra que estaba peleando (2 Reyes 3:26-27).16 Esto implica que él pensó que el dios lucharía para él. Los lamanitas también pudieron haber sentido que el sacrificio de niños les habría ayudado a ganar.
Otra posibilidad es que los individuos fueron sacrificados para obtener trofeos de guerra de las partes de sus cuerpos, una práctica que prevalecía en la América precolombina del norte, centro y Sur que a menudo coincide con el canibalismo.17 La evidencia arqueológica del canibalismo ha sugerido que los sacrificios infantiles se remontan a los primeros tiempos olmecas (1600-1000 a. C.).18
Una última posibilidad es que los guerreros lamanitas pensaron que los sacrificios ayudarían a que sus cosechas crecieran. Durante el tiempo de guerra, como en Mormón 4, las cosechas fueron destruidas a menudo, causando el hambre.19 Esto significa que la productividad de los cultivos sobrevivientes llegaron a ser aún más importantes. En Mesoamérica, los niños fueron sacrificados durante los tiempos de hambruna porque la gente sentía que esto aumentaría el rendimiento de los cultivos.20
Uno podría preguntarse primero cómo el sacrificio y la idolatría pudieron haber sido practicados por los hijos de Lehi después del glorioso periodo de paz descrito en 4 Nefi. Sin embargo, es probable que cuando Mormón escribió sobre la paz en “toda la tierra” (4 Nefi 1:13) probablemente quiso decir en toda la tierra de los nefitas y los lamanitas.21 Si este fuera el caso, entonces muchas prácticas inicuas e idolatras, incluyendo el sacrificio humano, pudieron haber sido preservadas por los vecinos lehitas y luego reintroducidas en su sociedad.22
De los lamanitas, prácticas similares parecen haberse extendido a los nefitas. Es posible que este capítulo de Mormón fuera escrito aproximadamente al mismo tiempo que Moroni 9, una carta de Mormón a su hijo. Después, los nefitas cometerían crímenes atroces, similares a, pero aún peor que los de los lamanitas (Moroni 9:10). Esto sugiere que tanto los lamanitas como los nefitas permitieron que culturas vecinas negativas los influenciaran.
Esto puede servir como un recordatorio para los lectores modernos del Libro de Mormón que las influencias negativas de las culturas circundantes pueden tener un impacto perjudicial en aquellos que creen en Cristo. Advierte a los lectores que se separen de las influencias negativas que los rodean, algo que los hijos de Lehi fallaron en hacer.
El Libro de Mormón enseña que el derramamiento de sangre inocente está entre los más abominables de todos los pecados (Alma 39:5). Un pueblo que fue bendecido y escogido por Dios desciende a las profundidades de la peor depravación al matar a mujeres y niños inocentes en nombre de falsos dioses. Aunque tales actos parecen deplorables e impensables para muchos, el descenso a tales acciones comienza con un solo paso. Una vez que uno pierde la compañía del Espíritu Santo, es una pendiente resbaladiza para perder “toda sensibilidad” (Moroni 9:20).
El adversario trabaja duro para llevar a los hijos de los hombres a perder toda sensibilidad para que voluntariamente quebranten los mandamientos de Dios. No sólo era el sacrificio de mujeres y niños con lo que quebrantaban los mandamientos de Dios, sino que se burlaban del sacrificio más importante hecho por el Hijo de Dios. Jesucristo se sacrificó para que no tuviéramos que sufrir el mismo destino. El sacrificio del Hijo de Dios fue un sacrificio infinito y eterno23 para romper las ligaduras de la muerte y traer la salvación a los hijos de los hombres.
Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué el Salvador enfatizó su cuerpo resucitado durante la administración de la Santa Cena entre los nefitas? (3 Nefi 18:7),” KnoWhy 211 (septiembre 22, 2017).
Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué debe haber un sacrificio infinito y eterno? (Alma 34:12),” KnoWhy 142 (junio 22, 2016).
Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical & Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 6:81–82.
1. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical & Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 81–82.
2. Para más información sobre el sacrificio humano en el Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central, “¿Por qué debe haber un sacrificio infinito y eterno? (Alma 34:12),” KnoWhy 142 (junio 22, 2017).
3. Ortiz C. Ponciano y María del Carmen Rodríguez, “Olmec Ritual Behavior at El Manatí: A Sacred Space,” en Social Patterns in Pre-Classic Mesoamerica, ed. by David C. Grove y Rosemary A. Joyce (Washington, D.C.: Dumbarton Oaks Research Library and Collection, 1999), 248–249.
4. Virginia Massey, The Human Skeletal Remains from a Terminal Classic Skull Pit at Colha, Belize. Papers of the Colha Project. Vol. 3. Texas Archeological Research Laboratory (Austin, TX: University of Texas Press, 1989).
5. Gardner, Second Witness, 6:81; 4:249–250.
6. Esto parece que se hizo durante el período de tiempo del Libro de Mormón. Véase Lawrence Stager y Samuel R. Wolff, “Child sacrifice in Carthage—Religious Rite or Population Control?” Biblical Archeological Review 10, no. 1 (January/February 1984): 31–51. Véase también Joseph A. Green y Lawrence Stager, “Were living Children Sacrificed to the Gods? Yes,” Archaeology Odyssey 3, no. 6 (November/December 2000): 29, 31.
7. Véase, por ejemplo, Levítico 18:21; Deuteronomio 18:10; 2 Reyes 16:3, entre otros.
8. Mark S. Smith, The Early History of God: Yahweh and Other Deities in Ancient Israel, 2nd ed. (Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans, 2002), 171.
9. Ellen F. Morris, “Sacrifice for the State: First Dynasty Royal Funerals and the Rites at Macramallah’s Rectangle,” en Performing Death: Social Analyses of Funerary Traditions in the Ancient Near East and Mediterranean, ed. Nicola Laneri (Chicago, IL: The University of Chicago, 2007), 17.
10. A. Jeffrey Spencer, Death in Ancient Egypt, 1st edition (Westminster, UK: Penguin Books, 1982), 68, 139.
11. Harriet Crawford, Sumer and the Sumerians, 2nd edition (New York, NY: Cambridge University Press, 2004), 154.
12. Lawrence Conrad, “The Middle Mississippian Cultures of the Central Illinois Valley,” en Cahokia and the Hinterlands: Middle Mississippian Cultures of the Midwest, ed. Thomas E. Emerson y R. Barry Lewis (Urbana, IL: University of Illinois, 2000), 130. Véase también John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 487.
13. El ejemplo más notable de esto data alrededor de 1000 d. C., pero bien pudo haber sido practicado antes de este período en esta área. Véase Timothy R. Pauketat, Ancient Cahokia and the Mississippians (New York, NY: Cambridge University Press, 2004), 88–93.
14. Carlos Serrano Sanchez, “Funerary Practices and Human Sacrifice in Teotihuacan Burials,” en Teotihuacan, Art from the City of the Gods, ed. Kathleen Berrin (San Fransisco, CA: Thames and Hudson, 1993), 113–114. Véase también Vera Tiesler, New Perspectives on Human Sacrifice and Ritual Body Treatments in Ancient Maya Society (New York, NY: Springer, 2007), 506.
15. Traci Ardren, “Empowered Children in Classic Maya Sacrificial Rites,” Childhood in the Past: An International Journal 4, no. 1 (2011): 133–145.
16. Jueces 11:24 señala que este Dios fue llamado Quemos.
17. Richard J. Chacon y David H. Dye, eds., The Taking and Displaying of Human Body Parts as Trophies by Amerindians (New York, NT: Springer, 2007). Para la toma de partes del cuerpo como trofeos en el Libro de Mormón, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué los siervos de Lamoni presentaron los brazos de sus enemigos (Alma 17:39),” KnoWhy 125 (junio 2, 2017).
18. Ortiz C. Ponciano y María del Carmen Rodríguez, “Olmec Ritual Behavior at El Manatí: A Sacred Space,” en Social Patterns in Pre-Classic Mesoamerica, editado por David C. Grove y Rosemary A. Joyce, pp. 225-254, (Washington, D.C.: Dumbarton Oaks Research Library and Collection, 1999), 248-249. Mormón declara que el canibalismo tomó lugar después de los sacrificios humanos por los lamanitas, específicamente “alimenta[ban] a las mujeres con la carne de sus esposos, y a los niños con la carne de sus padres” (Moroni 9:8). En 1609, el explorador Samuel de Champlain fue testigo de la toma de trofeos de guerra por los hurones, quienes, después de torturar a los cautivos de guerra, cortaron sus partes del cuerpo, pero mantuvieron el cuero cabelludo como un trofeo. De manera similar a lo que describe Mormón, los hurones le dieron trozos del corazón del difunto a su hermano y a los otros prisioneros (véase H. P. Biggar [ed]. The Works of Samuel de Champlain. 6. vol. [Torono: The Camplain Society, 1922-1936], 2:102–103).
19. Alma 62:35 señala que la guerra y el hambre estaban conectados en el Libro de Mormón.
20. En la antigua Mesoamérica, los niños eran vistos como “mágicamente eficaces para que lloviera”. Véase Ardren, “Empowered Children,” 133–145. Véase también A. G. Anda, V. Tielser, V. y P. Zabala, “Cenotes, espacios sagrados y la práctica del sacrificio humano en Yucatán.” Los Investigadores de la Cultura Maya 12, Toma 2 (Campeche: Universidad Autónoma de Campeche, 2004), 228. En el área maya, las excavaciones muestran un gran número de niños sacrificados al dios de la lluvia Maya, presumiblemente para aumentar el rendimiento de las cosechas mediante la petición de las lluvias. Véase Bruce Bower, “Belize Cave Was Maya Child Sacrifice Site,” ScienceNews, April 19, 2016. Para tradiciones similares entre los aztecas, véase Philip. P. Arnold, “Eating Landscape: Human Sacrifice and Sustenance in Aztec Mexico,” en Aztec Ceremonial Landscapes, ed. David Carrasco (Boulder, CO: University of Colorado Press, 1991), 228. Esto parece haber sido hecho durante la época del Libro de Mormón. Véase Thomas Benjamin, The Atlantic World: Europeans, Africans, Indians and Their Shared History (New York, NY: Cambridge University Press, 2009), 13.
21. Brant A. Gardner, Second Witness, 6:17.
22. Para más información sobre esto, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Es posible que la interacción con “otros” pueblos influyera en Nefi para seleccionar ciertos capítulos de Isaías? (2 Nefi 24:1),” KnoWhy 45 (febrero 25, 2017). Para una revisión completa del tema, véase el artículo por Matthew Roper, “Nephi’s Neighbors: Book of Mormon Peoples and Pre-Columbian Populations,” FARMS Review 15, no. 2 (2003): 91–128.
23. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué debe haber un sacrificio infinito y eterno? (Alma 34:12),” KnoWhy 142 (junio 22, 2016).
Traducido por Central del Libro de Mormón
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