/ KnoWhys

KnoWhy #505

¿Qué hace que la humanidad sea enemiga de Dios?

marzo 21, 2019
KnoWhy #505
"The Rebuke of Adam and Eve", (La reprensión de Adán y Eva) por Charles Joseph Natoire
"The Rebuke of Adam and Eve", (La reprensión de Adán y Eva) por Charles Joseph Natoire
“Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor”
Mosíah 3:19

El conocimiento

Cuando estaba hablando a su pueblo, el rey Benjamín declaró que “el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás” (Mosíah 3:19). Al principio uno podría asumir, por esta declaración, que el Libro de Mormón está sugiriendo que las personas, de alguna manera, son malvadas natural e inherentemente desde su nacimiento. Sin embargo, cuando esta declaración se interpreta en su contexto, llega a ser claro que el rey Benjamín quiso decir exactamente lo contrario: que nuestra confianza en Cristo nos permite regresar a nuestro estado de inocencia infantil.1

Mosíah 3:18, el versículo que lo precede, ayuda a demostrar esto. Comienza afirmando que “el niño que muere en su infancia no perece; mas los hombres beben condenación para sus propias almas“. Esta tragedia autoinfligida sucederá a menos que las personas “se humillen y se vuelvan como niños pequeños, y crean que la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente” (énfasis añadido).

En cambio, si la humanidad es vista como si fuera de alguna manera malvada desde que nace y los niños pequeños, por lo tanto, son malos, no tendría sentido que el rey Benjamín declarara que todos debemos llegar a ser como niños pequeños. De hecho, el versículo 19 apoya aún más la inocencia y pureza de los niños. Declara que la única manera de hacer a un lado al hombre natural es llegar a ser “como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre”. Si el rey Benjamín pensaba que todas las personas eran naturalmente depravadas desde su nacimiento, no tendría mucho sentido para él animar a todos a llegar a ser como niños pequeños.2 De hecho, los versículos 18 y 19 están con la intención de leerse juntos al estar quiásticamente entrelazados.

John W. Welch, Charting the Book of Mormon, tabla 130
John W. Welch, Charting the Book of Mormon, tabla 130

Otro versículo que ayuda a explicar este significado en Mosíah 3:19 es Mosíah 3:11, el cual declara: “Pues he aquí, y también su sangre expía los pecados de aquellos que han caído por la transgresión de Adán, que han muerto sin saber la voluntad de Dios concerniente a ellos, o que han pecado por ignorancia”. La declaración del rey Benjamín (o el ángel) en el v. 19 probablemente no signifique que los mortales lleguen a ser inherentemente pecaminosos debido a la caída de Adán, porque en el versículo 11 ya había declarado que la sangre de Cristo “expía los pecados de aquellos que han caído por la transgresión de Adán”. Por lo que el problema que se menciona en el v. 19 debe involucrar alguna otra manera en la que los mortales llegan a ser enemigos de Dios o se encuentren en un estado “natural” como lo menciona el versículo 19.

De la misma manera, Mosíah 3:16 afirma que “en Adán, o por naturaleza, ellos caen, así también la sangre de Cristo expía sus pecados“. En este versículo la frase “por naturaleza” significa “por nacimiento”, la palabra natural viene del latín natus que significa nacimiento.3 Por lo que, el sentido del v. 16, llega a ser claro: cuando los espíritus nacen como personas mortales comenten pecados, la sangre de Cristo está lista para expiar los pecados al permitir los incentivos del Espíritu Santo y así sucesivamente, como el v. 19 lo acentúa.

De hecho, Mosíah 3:19 expande la idea de que el hombre natural es enemigo de Dios para aplicar las condiciones durante la mortalidad y en la eternidad. Mosíah 3:19 dice que esta condición de ser un “hombre natural” ha existido “desde la caída de Adán [cuando el hombre llega a ser temporal y pecador], y [también existirá infinitamente] para siempre jamas” si no fuera por la expiación de Cristo. La frase “desde la caída de Adán” puede estar más relacionada con el tiempo (refiriéndose al tiempo en que los mortales llegan a ser enemigos de Dios), que en la acusación (lo que hace al hombre natural un enemigo de Dios, es decir, sus propios pecados y no la transgresión de Adán). Debido a que se nos dice cuándo y cómo terminará (es decir, que la expiación de Cristo puede terminar con esta situación solamente cuando dejamos a un lado el hombre natural), podemos comprender mejor la importancia de saber cómo esta situación llega a suceder en primer lugar (es decir, como resultado de nuestros pecados).

Aunque es complicado y sutil, el uso de Pablo de la frase “hombre natural” puede ser con el mismo sentido de la frase del rey Benjamín. En 1 Corintios 2:14, Pablo declara: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (énfasis añadido). Es plausible que el uso de Pablo y el rey Benjamín de la frase hombre natural se remonten a un antiguo entendimiento sobre la mortalidad.

De acuerdo con Eduard Schweizer, la palabra traducida como “natural” viene a enfatizar que los elementos “terrenales, humanos y no espirituales” de la vida son comparados a las partes “celestiales, divinas o espirituales” de la vida.4 De manera similar, para el antiguo filosofo judío Filón, este “hombre natural” es lo que Dios maldijo en Génesis 3:17 cuando dijo que “maldita será la tierra por tu causa”.5 Filón pensaba que la tierra era una representación de lo terrenal o del “hombre natural”, por lo que, cuando Dios maldijo la tierra realmente estaba maldiciendo solamente el lado humano “natural”, pecador y no espiritual.6 Por lo tanto, el “hombre natural” había sido enemigo de Dios, por la maldición de Dios, desde la caída, tal como lo declaró el rey Benjamín, desde un punto de vista diferente.

Alma 26:21, el único otro pasaje en el Libro de Mormón que utiliza la frase hombre natural, también podría ayudar a explicar este significado. Dice: “Y he aquí, hermanos míos, ¿qué hombre natural hay que conozca estas cosas? Os digo que no hay quien conozca estas cosas sino el compungido” (énfasis añadido). Si el hombre natural no puede conocer las cosas de Dios, pero el compungido puede saber de estas cosas, entonces parece razonable suponer que el “hombre natural” es cualquier persona que es, en particular, impenitente o no está arrepentido, como se mencionó anteriormente. Una persona llega a ser enemigo de Dios cuando cede a las tentaciones y sigue sus inclinaciones caídas para transgredir, para ignorar las cosas espirituales y entonces continua en un estado pecaminoso.

El porqué

Cuando la declaración del rey Benjamín acerca del hombre natural se lee en su contexto, el Libro de Mormón deja claro que las personas no nacen de alguna manera siendo malas. Es importante saber que el Libro de Mormón asegura que Dios no ha enviado a ningún ser humano a este mundo y que lo haya hecho malvado simplemente por su existencia. El “hombre natural” es cualquier hombre o mujer que no se arrepienta o no está, en otras palabras, “compungido”, como se afirma de una manera poderosa en Alma 26. Nuestras tendencias o capacidades para pecar naturalmente nos dejan en un estado pecaminoso y malvado, lo cual es antitético para Dios. Pero si resistimos y hacemos a un lado esas inclinaciones o consecuencias impías, podremos vencer ser controlados por esas influencias y no llegar a ser enemigos de Dios.

Nada de esto significa que toda la humanidad es necesariamente de alguna manera oponente de Dios o antitética para Él. Es ennoblecedor saber que todas las personas, que están intentando hacer lo mejor y arrepentirse cuando cometen errores, no son enemigas de Dios, simplemente son hijos de Dios, tratando de sobrevivir una vida en un mundo a veces implacable. Rechazar las tendencias pecaminosas que tenemos, como el Libro de Mormón nos alienta que lo hagamos, nos permitirá “hacer a un lado al hombre natural y llegar a ser santos” por medio de la expiación de Jesucristo.7

Si entonces nos sometemos “al influjo del Santo Espíritu”, podemos llegar a ser como “un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre”. Al hacerlo, podemos dejar a un lado el “hombre natural” que experimentamos todos dentro de nosotros mismos como consecuencia de nuestros errores. De esta manera, como el rey Benjamín concluye: “Cristo, el Señor Dios Omnipotente, pueda sellaros como suyos, a fin de que seáis llevados al cielo, y tengáis salvación sin fin, y vida eterna mediante la sabiduría, y poder, y justicia, y misericordia de aquel que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra” y, por lo tanto, llegar a ser más como nuestro Padre Celestial, quien “es Dios sobre todo” (Mosíah 5:15).8

 

Este KnoWhy fue posible gracias al generoso apoyo de The Welch Family Trust.

Otras lecturas

John W. Welch, “Parallelism and Chiasmus in Benjamin’s Speech“, en King Benjamin’s Speech: “That Ye May Learn Wisdom”, ed. John W. Welch y Stephen D. Ricks (Provo, UT: FARMS, 1998), 352.

Neal A. Maxwell, “King Benjamin’s Manual of Discipleship“, Ensign (Jan 1992).

Robert L. Millet, “The Natural Man: An Enemy to God“, en Mosiah, Salvation Only Through Christ, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr., The Book of Mormon Symposium Series, Volume 5 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1991), 139–159.

 

1. Para conocer varias perspectivas sobre este tema, véase Robert L. Millet, “The Natural Man: An Enemy to God“, en Mosiah, Salvation Only Through Christ, ed. Monte S. Nyman y Charles D. Tate Jr., The Book of Mormon Symposium Series, Volume 5 (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 1991), 139–159; Rodney Turner, “The Great Conversion”, en The Book of Mormon, Part 1:1 Nephi to Alma 29, ed. Kent P. Jackson, Studies in Scripture, Volume 7 (Salt Lake City, UT: Desert Book, 1987), 217–218.
2. La estructura quiástica de este pasaje también apoya esta interpretación, al enlazar frases en el v. 18 con las frases correspondientes en el v. 19. Véase John W. Welch, “Parallelism and Chiasmus in Benjamin’s Speech“, en King Benjamin’s Speech: “That Ye May Learn Wisdom”, ed. John W. Welch y Stephen D. Ricks (Provo, UT: FARMS, 1998), 352. Véase también John W. Welch, “Chiasmus in the Book of Mormon“, en Chiasmus in Antiquity: Structures, Analyses, Exegesis, ed. John W. Welch (Hildesheim, GER: Gerstenberg Verlag, 1981; reimpreso en Provo, UT: Research Press, 1999), 208.
3. Véase Noah Webster, American Dictionary of the English Language (1828), s.v., “Nature”. En línea en webstersdictionary1828.com. Véase también Oxford English Dictionary (1971), s.v., “Nature”, 41–42.
4. Theological Dictionary of the New Testament, ed. Gerhard Friedrich (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1971), 9:661.
5. Theological Dictionary, 9:661.
6. Theological Dictionary, 9:661.
7. Para conocer más sobre esto, véase Neal A. Maxwell, “King Benjamin’s Manual of Discipleship“, Ensign, enero de 1992, en línea en lds.org.
8. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo se puede vencer al hombre natural? (Mosíah 3:19)“, KnoWhy 311, (13 de febrero de 2018).

Otros formatos

Compartir

Pinterest
Facebook
Twitter

Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón