La guerra entre los lamanitas y los nefitas fue una realidad perturbadora desde el reinado de Nefi (2 Nefi 5:34; Jacob 1:10; 7:26). Hacia el final de su vida, Jacob escribió sobre las guerras y el derramamiento de sangre causado por los lamanitas, “[p]or tanto, el pueblo de Nefi se fortificó contra ellos con sus armas y con todo su poder, confiando en el Dios y roca de su salvación; por tanto, pudieron ser, hasta el momento, vencedores de sus enemigos” (Jacob 7:25).
Enós “vio guerras … en el transcurso de [sus] días” (Enós 1:24),1 y Jarom dijo que los nefitas en su tiempo “empeza[ron] a fortificar [sus] ciudades” y elaboraron “armas de guerra, sí, la flecha puntiaguda, y la aljaba, y el dardo, y la jabalina” (Jarom 1:7-8).2 Varios de los autores en Omni también mencionaron experiencias de guerra (Omni 1:3, 10, 17, 24).
La evidencia de la arqueología mesoamericana es generalmente consistente con este panorama de guerra a lo largo de este período de tiempo 3 y sugiere que la naturaleza de la guerra estaba cambiando durante ese tiempo. Ross Hassig, un estudioso de la guerra mesoamericana, creía que alrededor del comienzo del siglo IV a. C., comenzó “un período de creciente profesionalismo militar… y las armas especializadas… dominaron la guerra”.4
Hassig también argumentó: “Al mismo tiempo, las fortificaciones crecieron en número y tamaño para contrarrestar la amenaza de los ejércitos emergentes”.5 En 1990, John L. Sorenson documentó una tendencia similar en el registro arqueológico, observando un fuerte aumento en los sitios fortificados entre 400-50 a. C.6 Curiosamente, estas tendencias arqueológicas corresponden bien con lo que menciona Jarom de las fortificaciones de las ciudades nefitas y de hacer armas de guerra entre el año 400-360 a. C. (Jarom 1:5, 13).
Las armas específicas que menciona Jarom también son interesantes. Según Brant A. Gardner, el “catálogo de armas de Jarom incluye las más comunes en Mesoamérica”.7 Aunque la mención de la flecha, dardo y la jabalina puede parecer redundantes,8 inventarios de armas mesoamericanas comunes incluían “dardos, flechas [y] lanzas” cada una como un arma separada con usos ligeramente diferentes.9
Las flechas normalmente las disparan utilizando un arco,10 mientras que los dardos eran proyectiles que se lanzaban utilizando un artefacto llamado átlatl y las lanzas se tiraban con la mano (jabalinas) o se usaban como armas de empuje (lanzas).11 Estos corresponden bien al inventario de Jarom de la “flecha puntiaguda, … y el dardo, y la jabalina”.12
Bajo la amenaza constante de la guerra, los nefitas tuvieron que adaptarse y estar preparados con el propósito de sobrevivir. Por lo que fortalecieron sus ciudades (Jarom 1:7) y desarrollaron nuevas armas (v. 8) y estrategias para satisfacer mejor sus necesidades. La innovación y la mejora constante permitieron el éxito continuo.
Esta situación se repitió a lo largo del Libro de Mormón. Después de una de las peores batallas de la historia lehita en la que decenas de miles de lamanitas y nefitas fueron masacrados (Alma 28:2-6), Moroni preparó a todos sus hombres con petos, escudos de diversos tipos y ropa gruesa, lo cual tomó a sus enemigos desprevenidos (Alma 43:19-20).
No pasó mucho tiempo en que los lamanitas “también se habían preparado con escudos y con petos” y “con vestidos de pieles, sí, vestidos muy gruesos para cubrir su desnudez” (Alma 49:6), pero se decepcionaron al descubrir que Moroni no había estado inactivo, sino que había fortalecido las ciudades de Ammoníah y Noé que una vez habían sido puntos débiles en el sistema de defensa nefita (Alma 48-49).1
Más tarde al enfrentar la amenaza de los ladrones de Gadiantón, los nefitas, bajo el liderazgo y consejo profético, una vez más adaptaron sus estrategias y recursos para enfrentar la única amenaza planteada por las tácticas enemigas (3 Nefi 3:21). Esta vez, el pueblo se reunió por órdenes del gobernador Laconeo y bajo el mando del capitán Gidgiddoni, fortalecieron la resistencia unida en un plan de siete años para eliminar por medio del hambre a los ladrones.
Tal como los nefitas en los tiempos de Jarom, Moroni y Gidgiddoni innovaron e implementaron las últimas tecnologías militares de su época, nuestros hábitos de estudio del Evangelio también deberían adaptarse para utilizar las últimas tecnologías disponibles para mejorar nuestras propias defensas espirituales.
El Adversario está tomando completa ventaja del Internet en sus esfuerzos de tentar a las personas y destruir sus testimonios. Pero el Internet también puede usarse para fortalecer y reforzar la fe personal. No solamente son fáciles de localizar las ediciones digitales de las Escrituras y disponibles en las tablets o teléfonos inteligentes, sino que también hay una gran cantidad de recursos que son proveídos por la iglesia y organizaciones independientes leales.
Los Ensayos sobre Temas del Evangelio proveen un recurso enciclopédico sobre preguntas comunes. La historia de la iglesia en lds.org proporciona una rica variedad de información histórica y ensayos, y Joseph Smith Papers Project hace que las fuentes principales relacionadas con la vida del profeta José Smith estén disponibles en línea. Estudios extensos sobre el Libro de Mormón están disponibles en línea también, y pueden mejorar aún más el estudio de las escrituras.2
El élder M. Russell Ballard enseñó que utilizar estos recursos “por medio de un estudio reflexivo de la doctrina y de la historia, junto con un testimonio ardiente, es el mejor antídoto que tenemos para ayudar a los alumnos a evitar y lidiar con preguntas, dudas y crisis de fe que pudieran afrontar en esta era de información”.3 El élder Ballard también advirtió: “[N]o transmitan rumores para promover la fe o que no tienen fundamento… del pasado”.4
Atrás han quedado los días en los que un alumno hacía una pregunta sincera y el maestro respondía: “¡No te preocupes por eso!” Atrás han quedado los días en los que un alumno expresaba una preocupación sincera y el maestro compartía su testimonio como respuesta para evitar hablar del asunto. Atrás han quedado los días en los que se protegía a los alumnos de la gente que atacaba a la Iglesia.5
Sin embargo, el élder Ballard prometió que a medida que implementamos nuevos recursos y tecnologías, “la combinación del aprendizaje mediante el estudio, la fe y un testimonio puro… produce una conversión verdadera y perdurable”.6 Tal conversión es lo que realmente se necesita para resistir los ataques del adversario y soportar estos tiempos difíciles.
Brant A. Gardner, Traditions of the Fathers: The Book of Mormon as History (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2015), 191–211.
John L. Sorenson, Mormon’s Codex: An Ancient American Book (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2013), 405–417.
John L. Sorenson, Images of Ancient America: Visualizing Book of Mormon Life (Provo, UT: FARMS, 1998), 130–133.
1. >Para más información sobre las innovaciones de Moroni, véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué fue ventaja la edad joven de Moroni? (Alma 43:17)”, KnoWhy 151 (Julio 3, 2017).
2. >El élder M. Russell Ballard enseñó recientemente: “Es importante que conozcan el contenido de esos ensayos [de los Temas del Evangelio]”, e hizo hincapié en que, “[t]ambién deberían familiarizarse con el sitio web de Los documentos de José Smith, con la sección de Historia de la Iglesia en LDS.org y con otros recursos de eruditos fieles SUD”. Élder M. Russell Ballard, “Por el estudio y por la fe”, Liahona, Diciembre de 2016, pág. 28.
3. >Élder Ballard, “Por el estudio y por la fe”, 26.
4. >Élder Ballard, “Por el estudio y por la fe”, 28.
5. >Élder Ballard, “Por el estudio y por la fe”, 28.
6. >Élder Ballard, “Por el estudio y por la fe”, 29.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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