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KnoWhy #517

¿Qué significa amar a Dios con ‘toda tu mente’?

mayo 30, 2019
KnoWhy #517
"¿Quién dicen los hombres que soy yo?" A través de Recursos del Evangelio
"¿Quién dicen los hombres que soy yo?" A través de Recursos del Evangelio
“Sí, venid a Cristo, y perfeccionaos en él, y absteneos de toda impiedad, y si os abstenéis de toda impiedad, y amáis a Dios con todo vuestro poder, mente y fuerza, entonces su gracia os es suficiente, para que por su gracia seáis perfectos en Cristo; y si por la gracia de Dios sois perfectos en Cristo, de ningún modo podréis negar el poder de Dios”.
Moroni 10:32

El conocimiento

Cuando un intérprete de la ley le preguntó: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?” (Mateo 22:36), Cristo recitó parte de la oración que los judíos hacen a diario, la Shemá: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente” (v. 37). La Shemá es parte de la tradición judía. Su contenido se originó por la época del reinado de Josías y tal vez antes.1 Se afirma que Moisés presentó originalmente el mandamiento a Israel.2 Dios había mandado: “[S]e las repetirás a tus hijos y les hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7). Por lo tanto, la Shemá se recita dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche.3

La respuesta de Cristo al escriba no era reveladora en el sentido de que este mandamiento era nuevo. Lo que fue revelador fue su clasificación de cuán importante era: “Este es el primero y grande mandamiento” (Mateo 22:38; Marcos 12:30). Para establecer más adelante su importancia, este mandamiento también fue revelado a los nefitas en el Libro de Mormón (1 Nefi 17:55)4 y de nuevo fue revelado en esta dispensación por los profetas modernos (DyC 4:2; DyC 59:5). Todos los hijos de Dios deben conocer y comprender este primer y gran mandamiento: amar a Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente.

El Libro de Mormón, como el Nuevo Testamento, nos manda de una manera poderosa a “am[ar] a Dios con todo vuestro poder, mente y fuerza” (Moroni 10:32) y la revelación moderna puede ayudarnos a saber cómo cumplir con este mandamiento.

¿Qué significa amar a Dios?

En la Biblia, la palabra amor no necesariamente se está refiriendo a una respuesta emocional. En los tiempos bíblicos, amar a menudo era utilizado para describir un tipo de lealtad devota, una lealtad en acción, una “devoción de convenio”.5 algunos eruditos han atribuido este gran mandamiento como una directiva temprana para la ley de consagración. Ser leal y tener una “devoción al convenio” es dar de una manera imparcial a Dios. “En resumen, quien ‘ama al Señor su Dios’ será ‘fiel y verídico en todas las cosas’” y guardará sus mandamientos.6 El élder Dieter F. Uchtdorf dijo que “[e]l amor es la medida de nuestra fe, la inspiración de nuestra obediencia y la verdadera altura de nuestro discipulado”.7 Ser un seguidor de Dios es amarlo.

La revelación moderna nos ha enseñado que podemos “hablar en lenguas, tener el don de profecía, entender todos los misterios y poseer toda ciencia, [pero] si no tienen amor, de nada [nos] sirve”.8 El mandamiento de amar a Dios primero había sido dado y como el presidente Ezra Taft Benson explicó que Él “sabía que si verdaderamente lo amábamos, querríamos obedecer todos sus otros mandamientos”.9

¿Qué significa amar a Dios con un toda nuestra mente?

Una manera en la que podemos amar a Dios es “al poner nuestros pensamientos y hechos en armonía con la palabra de Dios”.10 El hacerlo requiere fe, humildad y respeto. En ocasiones puede ser difícil comprometernos con toda nuestra mente “sin reserva” o “conflictos de interés”.11 Los conflictos de interés pueden ser un trabajo, un buen libro, autoconservación, aspiraciones o la familia.12 El élder Dallin H. Oaks enseñó que esencialmente cualquier cosa puede causar un conflicto de interés si lo colocamos por encima de nuestro amor por Dios y nuestra lealtad hacia Él.13 Una manera de combatir los conflictos de interés y centrar nuestra voluntad para servir a Dios es practicar la gratitud: “[Q]uien ama a Dios con toda su mente es quien… busca a Dios en todas las cosas reconociéndolo en todos sus caminos”.14

Aprender a escuchar su voz atentamente por medio de Sus líderes llamados es otra manera en la que podemos dar nuestra mente a Dios y ponerlo en primer lugar entre nuestras prioridades.15 De la misma manera en que al enfocar nuestros pensamientos y nuestra mente a una conversación con un ser querido puede acércanos más a él, al hacer lo mismo con el Señor, escuchando Sus impresiones y dirección, de la misma manera no puede llevar más cerca de Él.

Mientras escuchamos, también podemos aprender a preocuparnos acerca de las cosas que a Dios le importan. Luego podemos profundizar nuestro amor al aplicar y consagrar nuestros talentos e inteligencia para apoyar a Su obra. El abogado y erudito religioso John W. Welch en una ocasión dijo: “Amamos a Dios con toda nuestra mente al preocuparnos por los problemas que a Él le preocupan [y]… al apegarnos a Su obra, dando lo mejor de nuestra planeación, investigación y solución de problemas”.16 El élder Oaks declaró que al adherirnos y defender los principios de Dios establecidos en el plan de salvación, estamos demostrando nuestro amor a Dios.17

Una manera adicional de amar a Dios con nuestra mente es al estudiar al Salvador. El élder Holland de una manera hermosa testificó: “Después de que generaciones de profetas habían intentado enseñar a la familia del hombre la voluntad y el camino de Dios, por lo general con poco éxito, Él, en Su máximo esfuerzo por permitirnos conocerle, envió a la tierra a Su Hijo Unigénito y Perfecto, creado a Su imagen y semejanza, para que sirviera entre mortales y viviera los rigores de la vida cotidiana.”18 Cuando estudiamos la vida del Salvador y aprendemos de Él, de la misma manera estamos aprendiendo los caminos del Padre y desarrollamos nuestra confianza y amor hacia Él.

Pintura de una mujer lavando los pies de Jesús con lágrimas. Imagen a través de Wikimedia Commons
Pintura de una mujer lavando los pies de Jesús con lágrimas. Imagen a través de Wikimedia Commons

El porqué

En un mundo que compite por nuestra atención, Dios nos ha pedido que lo escojamos a Él al dar con toda nuestra mente—nuestra voluntad, inteligencia, talentos, gratitud, confianza, humildad y lealtad—a Él. Dios nos ama de una manera perfecta y nuestro bienestar eterno está en lo más importante de Su agenda.19 Si somos su prioridad, ¿Por qué no debería ser también la nuestra?

Toda la misión de Cristo aquí en la tierra era enseñarnos el amor que nuestro Padre Celestial tiene por nosotros, Sus hijos. El élder Jeffrey R. Holland enseñó: “La gran verdad es que en todo lo que Jesús vino a hacer y a decir, incluso Su sufrimiento y sacrificio expiatorio, y en eso especialmente, Él nos estaba enseñando quién es y cómo es Dios nuestro Padre Eterno, cuán intensamente se dedica a Sus Hijos en toda época y en toda nación”.20 Y Él continúa diciendo: “Con palabras y con hechos, Jesús intentaba revelarnos y darnos a conocer la verdadera naturaleza de Su Padre, nuestro Padre Celestial. En parte, hizo eso porque en aquel entonces, como ahora, todos debemos conocer a Dios más a fondo para amarle con más fuerza y obedecerle más completamente”.21

El saber que la misión de Cristo era ayudarnos a conocer a nuestro Padre Celestial y Su amor, puede ayudarnos a arrepentirnos y llegar a ser como Él. No solamente esto, sino que “ante cualquier tipo de incertidumbre, el amor nos da el beneficio de la duda”.22 Cuando la incertidumbre se presenta, podemos encontrar refugio en el amor que tenemos en nuestro Dios y confiar en Su amor por nosotros. Podemos practicar diciendo, tal como Nefi le dijo a su padre: “Iré y haré lo que el Señor ha mandado, porque sé que él nunca da mandamientos… sin prepararles una vía” (1 Nefi 3:7). Se nos ha prometido que cuando ponemos a Dios en primer lugar “todo lo demás saldrá bien”.23

A medida que aprendemos a amar a Dios con toda nuestra mente, nos acercamos más a Él y aprendemos de Su amor perfecto por nosotros. El élder Uchtdorf declaró que el amor de Dios “nos dirige y nos alienta a ser más puros y santos; nos inspira a andar en rectitud, no a causa del temor ni la obligación, sino por el deseo sincero de llegar a ser más semejantes a Él, porque lo amamos. Al hacerlo, podemos llegar a ‘nacer otra vez’”.24

Cuando nacemos de nuevo, Él “ilumina [nuestra] mente, como lo hizo con el rey Lamoni. Él hará que [nuestra] mente se expanda, como lo prometió Alma. Él escribirá sus convenios en [nuestra] mente, tal como Jeremías lo prometió… Él bendecirá [nuestro] corazón y mente con paz que sobrepasa todo entendimiento, como Pablo lo aseguró”.25 Tal como Jacob testificó: “[L]evantad vuestra cabeza y recibid la placentera palabra de Dios, y deleitaos en su amor!; pues podéis hacerlo para siempre, si vuestras mentes son firmes” (Jacob 3:2).

 

Este KnoWhy fue posible gracias a las generosas contribuciones de Arlo y Jackie Luke.

Otras lecturas

Jeffrey M. Bradshaw, “What are the most Cited, Recited, and Misunderstood Verses in Deuteronomy?” FairMormon, 1 de mayo de 2018, en línea en fairmormon.org.

Jeffrey R. Holland, “El primer y grande mandamiento”, Liahona, noviembre de 2012, en línea en lds.org.

John W. Welch, “And with All Thy Mind”, BYU Speeches (30 de septiembre de 2003) accedido en línea en speeches.byu.edu.

 

1. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Cómo es el uso de Deuteronomio en el Libro de Mormón una evidencia para su autenticidad?KnoWhy 428, (18 de septiembre de 2018).
2. Véase Jeffrey M. Bradshaw, “What are the most Cited, Recited, and Misunderstood Verses in Deuteronomy?” FairMormon, 1 de mayo de 2018, en línea en fairmormon.org.
3. Véase Bradshaw, “What are the most Cited, Recited, and Misunderstood Verses in Deuteronomy?” en línea en fairmormon.org.
4. Para conocer escrituras adicionales, véase Jacob 3:1–2; Mosíah 4:8–12; Mosíah 5:13–15.
5. Véase David E. Bokovoy y John A. Tvedtnes, “Love vs. Hate”, en Testaments: Links between the Book of Mormon and the Hebrew Bible (Toelle, UT: Heritage Press, 2003), 193–195. Véase también Jeffrey R. Holland, “El primer y grande mandamiento”, Liahona, noviembre de 2012, en línea en lds.org.
6. Véase Bradshaw, “What are the most Cited, Recited, and Misunderstood Verses in Deuteronomy?” en línea en fairmormon.org.
7. Véase Dieter F. Uchtdorf, “El amor de Dios” Liahona, noviembre de 2009, en línea en lds.org.
8. Véase Joseph B. Wirthlin, “El gran mandamiento”, Liahona, noviembre de 2007, en línea en lds.org.
9. Véase Ezra Taft Benson, “El Señor en primer lugar”, Conferencia General abril de 1988.
10. Véase Uchtdorf, “El amor de Dios”, en línea en lds.org.
11. Véase Bradshaw, “What are the most Cited, Recited, and Misunderstood Verses in Deuteronomy?” en línea en fairmormon.org.
12. Para conocer otra lista de conflictos de interés, véase Dallin H. Oaks, “No tendrás dioses ajenos”, Liahona, noviembre de 2013, en línea en lds.org.
13. Véase Oaks, “No tendrás dioses ajenos”, en línea en lds.org.
14. Véase John W. Welch, “And with All Thy Mind”, BYU Speeches (30 de septiembre de 2003), en línea en speeches.byu.edu.
15. Véase Welch, “And with All Thy Mind”, en línea en speeches.byu.edu.
16. Véase Welch, “And with All Thy Mind”, en línea en speeches.byu.edu.
17. Véase Oaks, “No tendrás dioses ajenos”, en línea en lds.org.
18. Véase Jeffrey R. Holland, “La grandiosidad de Dios”, Liahona, noviembre de 2003, en línea en lds.org.
19. Véase Benson, “El Señor en primer lugar”.
20. Véase Holland, “La grandiosidad de Dios”, en línea en lds.org.
21. Véase Holland, “La grandiosidad de Dios”, en línea en lds.org.
22. Véase Welch, “And with All Thy Mind”, en línea en speeches.byu.edu.
23. Véase Uchtdorf, “The Love of God”, en línea en lds.org.
24. Véase Uchtdorf, “El amor de Dios”, en línea en lds.org. Para conocer más sobre lo que significa “nacer de nuevo”, lea Book of Mormon Central en Español, “¿Qué significa ‘nacer de nuevo’?” KnoWhy 501, (7 de marzo de 2019).
25. Véase Welch, “And with All Thy Mind”, en línea en speeches.byu.edu.

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Referencia a las escrituras

Traducido por Central del Libro de Mormón