Cuando los hijos de Mosíah salieron a sus misiones con los lamanitas, causó una crisis de sucesión para Mosíah (Mosíah 28:1-10). Su solución fue descontinuar el oficio real y transformar el gobierno nefita en un sistema de jueces (Mosíah 29). Entre esta solución y la descripción del problema (Mosíah 28:10), Mormón divagó para explicar que antes de entregar el trono, Mosíah tomo llevó todos los registros en su posesión y los entregó a Alma, hijo de Alma (Mosíah 28:11-20).
Mormón tomó un tiempo para explicar a los lectores que, antes de entregar los registros, Mosíah tradujo “las planchas de oro que el pueblo de Limhi había encontrado”, que son la fuente original para el libro de Éter (Mosíah 28:11; Éter 1:2). Mientras que los lectores del libro de Mosíah no han llegado a leer la historia jaredita, Mosíah como traductor, Mormón y Moroni como compendiadores y quienes guardaban los registros, sabían de esta trágica epopeya demasiado bien.
Justo después de mencionar las veinticuatro planchas de oro, Mormón explicó la solución de Mosíah a su crisis de sucesión. Mosíah dio una serie de justificaciones para la eliminación de la realeza por completo, sin embargo, se ha observado que “la mayor parte de las razones que dio Mosíah a su pueblo no tenía precedentes en la historia nefita”.1 John A. Tvedtnes propone que estas razones fueron “impulsadas por el conocimiento de Mosíah sobre la historia jaredita que recientemente había traducido”.2 Tvedtnes dio varios ejemplos interesantes.
Por ejemplo, Mosíah expresó el temor de que en caso de conferir el reino a alguien además de su heredero, “mi hijo, a quien pertenece el reino, se tornaría a la ira y se llevaría tras sí a una parte de este pueblo,” que conduce al “derramamiento de mucha sangre y de la perversión de las vías del Señor, sí, y destruirían las almas de muchos” (Mosíah 29:7). Este tipo de escenario sucedió varias veces en el registro jaredita.3
Mosíah también apeló a los daños que un rey inicuo puede hacer (Mosíah 29:16-17). Mientras que el rey Noé sirve como un buen ejemplo de esto en la memoria reciente nefita (Mosíah 29:18-19), “esto también es un tema común en el libro de Éter”.4 El hermano de Jared advirtió a los primeros jareditas que la realeza conduciría a la cautividad (Éter 6:22-23), y esto se confirma en varias historias del libro de Éter.5
Mosíah hizo una clara alusión a la saga jaredita al advertir a su pueblo de su destino, si la “voz del pueblo” elige la iniquidad: “entonces es cuando él os visitará con gran destrucción, sí, como hasta aquí la ha mandado sobre esta tierra” (Mosíah 29:27, énfasis añadido). Esto solo podría aludir a los jareditas, a quienes “el Espíritu del Señor había dejado de luchar” y por lo tanto, “Satanás se había apoderado completamente de sus corazones” por lo que fueron “destruidos” (Éter 15:19).
Pareciera que varios factores se habían reunido para dejar en la mente de Mosíah la necesidad de abolir la monarquía. Más apremiantemente, sus hijos no estaban disponibles para tomar el trono (Mosíah 28:10), pero otros factores incluyeron la naturaleza cada vez más cosmopolita de Zarahemla, la presión de grupos mulekitas que sentían que la realeza era su derecho y la reciente experiencia de algunos nefitas bajo el régimen del rey Noe.6 Tal vez lo más doloroso, sin embargo, fue su reciente traducción del registro jaredita.
El registro jaredita había llegado a las manos de Mosíah y había sido traducido por el poder de Dios. No podía ignorar sus mensajes y aplicaciones a su propia situación. Este impresionante registro, como un mensaje del cielo, probablemente le llevó a replantearse sus planes. Debido a que el legado jaredita ofreció fuertes advertencias contra los abusos de la realeza y el poder, Mosíah fue influenciado para no dar el trono a alguien que no fuera su heredero aparente. Conociendo como los jareditas se habían olvidado de Dios como su rey celestial también influenció a Mosíah para hacer hincapié en la responsabilidad de todo el pueblo para responder igual e individualmente a Dios de sus pecados (Mosíah 29:38).
¿Por qué podría ser la inclusión de la influencia del material jaredita en Mosíah ser fascinante para los escépticos de hoy? “José Smith no dictó la historia de los Jareditas hasta mucho tiempo después de que él dictara el libro de Mosíah,” Tvedtnes razonó, “por lo que durante ese esfuerzo anterior no pudo haber conocido los detalles históricos de la realeza jaredita”. Tvedtnes concluyó: “Que estos dos registros muy distantes entre sí estén de acuerdo en este tipo de detalles manifiesta la autenticidad del registro de Mosíah de que había traducido el libro de Éter y que estuviera familiarizado de su contenido. También es una prueba más de la consistencia interna del Libro de Mormón”.
Es difícil imaginar a José Smith extrayendo detalles específicos y el resultado final de la historia jaredita que no redactaría hasta más tarde.7 Para Mosíah, con acceso a los registros históricos reales, sin embargo, esto no es un problema. Como Tvedtnes señaló, las formas sutiles de Mosíah parecen basarse en el precedente jaredita e ilustran la consistencia y complejidad del Libro de Mormón. Sin embargo, hay conocimiento aquí más allá del papel de afirmar evidencias. Estas conexiones también explican porqué Mormón interrumpe la narración sobre la crisis de sucesión para relacionar la traducción del registro jaredita.
¿Por qué podría haber querido Mormón que los lectores conocieran esto? El reconocimiento de estos factores agrega peso retórico a la advertencia de Mosíah, uno que el mismo Mormón vio eventualmente entrar en el cumplimiento:
Y si llega la ocasión en que la voz del pueblo escoge la iniquidad, entonces es cuando los juicios de Dios descenderán sobre vosotros; sí, entonces es cuando él os visitará con gran destrucción, sí, como hasta aquí la ha mandado sobre esta tierra. (Mosíah 29:27)
Al ver la base histórica de este consejo de precaución hace que la advertencia de Mosíah sea aún más potente como prevenir a los lectores en los últimos días. Esto no era una amenaza vana, ni tampoco era meramente una hipérbole en una guerra de ideologías. Se basa en el resultado de los acontecimientos históricos reales a los que Mosíah se había familiarizado al traducir el registro jaredita. Como tal, se establece como un testigo y advertencia a los lectores modernos, resaltando la importancia de tomar decisiones correctas colectivamente como sociedad.
John A. Tvedtnes, The Most Correct Book: Insights from a Book of Mormon Scholar (Springville, UT: Horizon, 2003), 180–181.
John A. Tvedtnes, “King Mosiah and the Judgeship,” Insights: A Window on the Ancient World 20, no. 11 (2000): 2; reprinted in Insights: A Window on the Ancient World 23, no. 1 (2003): 2.
1. John A. Tvedtnes, “King Mosiah and the Judgeship,” Insights: A Window on the Ancient World 20, no. 11 (2000): 2; reprinted in Insights: A Window on the Ancient World 23, no. 1 (2003): 2. Estas son publicaciones virtuales idénticas (con solamente una pequeñas diferencias editoriales). Como tal, no se hará ninguna especificación entre los dos en las abreviaciones citadas que siguen. Véase también John A. Tvedtnes, The Most Correct Book: Insights from a Book of Mormon Scholar (Springville, UT: Horizon, 2003), 180–181.
2. Tvedtnes, “King Mosiah and the Judgeship,” 2.
3. Véase Éter 7:4-5, 15-17; 8:2-3; 9:11-12; 10:3, 8-10, 14, 32; 11:4, 15-18
4. Tvedtnes, “King Mosiah and the Judgeship,” 2.
5. Véase Éter 7:5, 7, 17; 8:3-4; 10:14-15, 30-31; 11:9, 18-19, 23; 13:23
6. Para una discusión del contexto político y social tanto de la crisis de sucesión y la solución de esa crisis, véase John W. Welch, The Legal Cases in the Book of Mormon (Provo, UT: BYU Press and the Neal A. Maxwell Institute for Religious Scholarship, 2008), 211–218.
7. Sobre el orden de traducción, véase John W. Welch, “The Miraculous Translation of the Book of Mormon,” in Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, ed. John W. Welch with Erick B. Carlson (Salt Lake City and Provo, UT: Deseret Book and BYU Press, 2005), 113 n.91, 115–117 n.111.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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