Mientras que Alma y Amulek fueron encarcelados en Ammoníah, “la tierra se estremeció fuertemente” causando que “los muros de la cárcel se partier[an] en dos y cayer[an] al suelo” (Alma 14:27). Milagrosamente, Alma y Amulek se salieron ilesos, pero los detractores fueron muertos por “los muros [que se] habían caído”. Mientras tanto, Mormón reportó que el pueblo de Ammoníah “habiendo oído un gran estruendo, llegaron corriendo en multitudes para saber la causa” (v. 29).
Es probable que algún tipo de terremoto divinamente oportuno causara que las paredes de la prisión cayeran y que hubiera un gran ruido que la gente escuchó. “Aparentemente”, explicó Brant A. Gardner, “el milagroso medio de liberación fue un terremoto particularmente violento: ‘tembló poderosamente’”. Que tal evento pudiera suceder se ilustra en un interesante paralelo que Gardner señaló: “El 4 de febrero de 1976, un terremoto en Chiquimula, Guatemala, demolió una prisión donde ‘los criminales que estaban en la cárcel escaparon casi por milagro’”.1
Los terremotos son causados por líneas de falla, y diferentes tipos de líneas de falla causan varios tipos de terremotos. Los terremotos también tienen diferentes niveles de intensidad, medidos en lo que se llama la escala de Mercalli. Esta escala se divide en 12 niveles, en la que los niveles más altos indican terremotos más intensos.2 Según Jerry Grover, un geólogo profesional, el colapso de los muros de la prisión requeriría al menos un terremoto de nivel 8 en la escala de Mercalli.3
El “gran estruendo” mencionado en Alma 14:29 pudo haber sido el ruido del terremoto, o tal vez el sonido de los muros colapsando.4 Sin embargo, si los terremotos eran una incidencia común en las tierras del Libro de Mormón,5 ésto difícilmente merecerían que el pueblo reaccionara así, ya que “llegaron corriendo en multitudes para saber la causa” del ruido. Por lo tanto, Grover sugirió que era una característica peculiar, única de un tipo de terremoto específico.
Grover propuso: “Un fenómeno que ha sido identificado históricamente como un ‘estampido subterráneo’ es lo que se indica aquí”. Los estampidos subterráneos ocurren en lo que se llama “megaterremotos”. Estos “son eventos en los que la falla de ruptura se rompe más rápido de lo que ciertas ondas sísmicas pueden viajar,” rompiendo así la barrera sísmica de sonido creando un estampido sónico”. Grover señaló: “Estos terremotos se han observado casi exclusivamente en fallas de deslizamiento debido a velocidades de rotura más altas que se producen con fallas transformantes”.6
Un resultado importante que emerge del análisis geológico de esta narración es que los eventos descritos son geológicamente posibles. Nada en la historia es improbable basado en información histórica y geológica acerca de los terremotos. Esto incluye el milagro de ver a Alma y Amulek salir de las ruinas de la prisión. Como se mencionó anteriormente, incluso identifica potencialmente el tipo de terremoto involucrado con un alto grado de especificidad.
Si Jerry Grover está en lo correcto, entonces Ammoníah debe estar cerca de una línea de falla, en un área donde ocurren terremotos de nivel 8 (o más altos). Tal detalle agrega otro requisito que los geógrafos del Libro de Mormón pueden usar para acortar la lista potencial de ubicaciones para Ammoníah. Dada la falta de consenso sobre la geografía del Libro de Mormón, factores adicionales que ayudan a aclarar el panorama son más que bienvenidos.7
Considerando los factores científicos naturales involucrados también aclara cómo Dios trabaja. Los milagros no siempre son acontecimientos extraordinarios e inexplicables. En cambio, Dios a menudo utiliza los fenómenos naturales sincronizados oportunamente para lograr sus propósitos. Por ejemplo, algunos eruditos bíblicos argumentan que las plagas del Éxodo siguieron una cadena natural de acontecimientos.8
Aprender y entender la ciencia detrás de los milagros no tiene por qué hacerlos menos milagrosos. Los Santos de los Últimos Días y otros cristianos modernos a menudo ven milagros en eventos de otra manera ordinarios que ocurren en el momento justo. El milagro es a menudo cuestión de tiempo, lo extremo o severidad de lo ocurrido, o la forma en que el resultado cumple los propósitos del Señor. Cuando las personas sienten el toque de Dios en sus vidas, es cuando un milagro ha ocurrido.
Aun si el terremoto de Alma y Amulek fue un fenómeno natural, los detalles importantes siguen siendo notables y milagrosos. Todos los captores de Alma y Amulek mueren en el colapso de la prisión, mientras que Alma y Amulek salen milagrosamente ilesos. Además, la estampida supersónica del megaterremoto creó un ruido particular que juntaron “por multitudes” a las personas para contemplar el poder inspirador de Dios en la preservación de Alma y Amulek. No solo este terremoto creó un medio para el escape de Alma y Amulek, sino que creó una oportunidad para que demostraran su función como verdaderos mensajeros de Dios.
Neal Rappleye, “‘The Great and Terrible Judgments of the Lord’: Destruction and Disaster in 3 Nephi and the Geology of Mesoamerica,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 15 (2015): 143–157.
Alonzo L. Gaskill, Miracles of the Book of Mormon (Springville, UT: Cedar Fort, 2015), 179–188.
Jerry D. Grover Jr., Geology of the Book of Mormon (Vinyard, UT: self-published, 2014), 198–201; 214–216.
Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical & Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:241–242.
1. Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical & Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 4:241, 242.
2. Para una revisión de los diferentes tipos de fallas y los terremotos que causan, véase Jerry D. Grover Jr., Geology of the Book of Mormon (Vinyard, UT: self-published, 2014), 57–62; sobre la escala Mercalli, véase p. 63.
3. Grover, Geology of the Book of Mormon, 201.
4. Alonzo L. Gaskill, Miracles of the Book of Mormon (Springville, UT: Cedar Fort, 2015), 181 propuso que “el temblor no se sintió fuera de la prisión”.
5. Gardner, Second Witness, 4:241, señaló: “Mesoamérica es bien conocida por sus frecuentes terremotos”.
6. Grover, Geology of the Book of Mormon, 200.
7. Grover, Geology of the Book of Mormon, 198–201 compara estos requisitos con el modelo mesoamericano de Sorenson, y encuentra que Ammoníah se encuentra en una ubicación ideal. Otros modelos mesoamericanos (pp. 214-216) fallan en este requisito. Para un resumen conveniente de los criterios de Grover y cómo algunos modelos mesoamericanos se comparan, véase Neal Rappleye, “‘The Great and Terrible Judgments of the Lord’: Destruction and Disaster in 3 Nephi and the Geology of Mesoamerica,” Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 15 (2015): 143–157. Todavía queda trabajo por hacer para determinar si modelos no mesoamericanos pueden satisfacer este y otros criterios, que Grover describió a lo largo de su libro.
8. Véase James K. Hoffmeier, Israel in Egypt: The Evidence for the Authenticity of the Exodus Tradition (New York, NY: Oxford University Press, 1997), 146–149; K. A. Kitchen, On the Reliability of the Old Testament (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans, 2003), 249–254.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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