A medida que los lectores se encuentran con las frecuentes batallas sangrientas entre los nefitas y los lamanitas, puede ser difícil comprender cuáles fueron los factores que llevaron a estos dos pueblos a conflictos tan frecuentes, culminando con la desaparición de la nación nefita. Cada guerra entre estos grupos probablemente tuvo sus propias causas inmediatas dentro de su contexto histórico, cultural, político y económico.1 Sin embargo, en esencia, la guerra persistente y continua fue impulsada por las diferencias ideológicas generales entre los nefitas y los lamanitas, que se remontan a sus opiniones contradictorias sobre el origen que comparten.
El Libro de Mormón representa principalmente el punto de vista nefita: Lehi fue un profeta inspirado, quien sacó a su familia de Jerusalén poco antes de que fuera destruida y se le aseguró una tierra prometida para su posteridad. Nefi, como el hijo fiel y obediente, fue escogido por el Señor para ser el gobernador y maestro sobre la familia y su pueblo después de que Lehi muriera. Con la ayuda del Señor, Nefi repetida y milagrosamente logró hazañas impresionantes, tales como obtener las planchas de bronce, utilizar la Liahona para obtener alimentos y construir y navegar un barco a través de los océanos, lo cual demostró su posición como el heredero adecuado de Lehi, a pesar de ser el más joven de los hijos de Lehi nacidos en Jerusalén.2
Desafortunadamente, Lamán y Lemuel vieron las cosas de diferente manera y transmitieron una tradición que perpetuaba su perspectiva sobre estos eventos. La comprensión completa de sus puntos de vista es imposible, dado que no hay un registro lamanita disponible directamente hoy en día, pero la tradición lamanita está resumida, desde la perspectiva nefita, en por lo menos cinco lugares en el Libro de Mormón (véase 1 Nefi 16:35–38; 17:17–22; Mosíah 10:12–17; Alma 20:10, 13; 54:16–17, 20–24). 3
Basados en estas pistas, Lamán y Lemuel evidentemente estuvieron de acuerdo con los “judíos de Jerusalén”, creyendo que el pueblo de Jerusalén vivía adecuadamente la Ley de Moisés y rechazaron la veracidad de las revelaciones de Lehi y Nefi.4 En su opinión, observó Richard L. Bushman: “[E]staban viviendo una vida placentera en medio de sus tesoros y cosas valiosas en la tierra de Jerusalén”, y Lehi, apoyado por Nefi, “los separó de estos placeres y los sometió al peligro, la aflicción y el hambre”. En el desierto, “se enfadaban una y otra vez, cada vez que los acontecimientos sacaban a la superficie su agravio fundamental: que los obligaron a sufrir privaciones porque Nefi intentaba gobernarlos”.5
Por lo tanto, Lamán y Lemuel creían que erróneamente “fueron echados de la tierra de Jerusalén a causa de las iniquidades” de Lehi, y que “los ultrajaron en el desierto” y que “fueron agraviados mientras cruzaban el mar” y que Nefi los “habían tratado injustamente mientras se hallaban en la tierra de su primera herencia” y que les “había arrebatado de sus manos el mando del pueblo” y les “había robado” los “anales que estaban grabados en las planchas de bronce” (Mosíah 10:12–16).6 “Desde su perspectiva”, señaló Randal A. Wright, “sintieron que tenían muchas pruebas para respaldar sus quejas. Podían mirar a sus hijos a los ojos y creer que decían la verdad mientras hablaban de las iniquidades de Lehi y Nefi”.7
Sin embargo, por más sinceros que Lamán y Lemuel hubieran podido ser respecto a estos puntos de vista, Bushman ha notado que no podemos “reivindicar a los lamanitas… la historia de los lamanitas sería una historia amarga, de un pueblo obsesionado con sentido perpetuo de privación, perjudicado al principio, como pensaban, y perjudicado para siempre, viviendo para vengarse, con sangre en sus espadas”.8 Wright agregó: “Lamán y sus muchos descendientes pasaron toda su vida enfocándose en lo que perdieron y prestaron poca atención al hecho de que habían sido bendecidos con muchísimo más que todas las riquezas que dejaron en Jerusalén”.9
Sin embargo, es valioso comprender el punto de vista lamanita, incluso si esa perspectiva es egoísta e históricamente sin fundamento.10 De hecho, cuando Wright se dispuso a investigar el punto de vista lamanita en el Libro de Mormón, “resultó ser una de las cosas más enriquecedoras” que había hecho.11 Wright extrajo varias lecciones de este ejercicio, como:
Bushman también argumentó que es valioso aprender sobre el punto de vista lamanita. “Dado que la forma en que escribimos la historia está estrechamente vinculada a los valores culturales fundamentales, al recuperar la perspectiva lamanita, obtenemos una visión más clara de las dos culturas y, como resultado, una comprensión más profunda de la religión nefita”.13
Según Bushman, la “historia de los lamanitas” enseña a los lectores “las terribles consecuencias de malinterpretar el pasado”. Bushman detalló:
Los lamanitas entendieron su pasado nacional erróneamente, y por eso interpretaron mal su propósito como nación. Su historia les enseñó que habían sido perjudicados y que era su destino corregir ese error mediante una guerra implacable contra los nefitas. La tradición incorrecta de sus padres fue la causa del esfuerzo malgastado, el sufrimiento incalculable y los ríos de sangre.14
Aunado a eso, la saga en curso entre los nefitas y los lamanitas revela que, si bien “a veces tendremos que defendernos con la fuerza”, en ocasiones “la defensa con armas no terminará con las guerras”.15 Los lamanitas finalmente regresaron con fuerza una y otra vez hasta que lograron aniquilar a los nefitas por completo. En cambio, Bushman señaló a los hijos de Mosíah, quienes se propusieron convencer a los lamanitas de la falsedad de sus tradiciones al convertirlos al evangelio de Jesucristo (Alma 17:9; 24:7; 25:6). Si bien reconocieron que su misión “no puso fin permanentemente a las guerras lamanitas”, señaló Bushman, “los hijos de Mosíah mostraron cómo lograr la paz, mediante la conversión a Cristo y la historia correcta de la fundación de la nación”.16
Del mismo modo, en los tiempos modernos, preservar y proteger una visión correcta del pasado es crucial. Mantener y consultar los registros contemporáneos de los eventos fundacionales que han sobrevivido son pasos necesarios para transmitir una comprensión precisa del pasado. Además, reconocer y cultivar el Espíritu de Dios da vida a la historia de cualquier nación o pueblo. Tal como Alma aprendió por su servicio devoto que “la predicación de la palabra… [podía tener] un efecto más potente en la mente del pueblo que la espada” (Alma 31:5 ). De hecho, la clave para una paz mundial duradera se encuentra en última instancia en el Evangelio de Jesucristo.
Neal Rappleye, “The Deuteronomist Reforms and Lehi’s Family Dynamics: A Social Context for the Rebellions of Laman and Lemuel”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 16 (2015): 87–99.
Randal A. Wright, The Book of Mormon Miracle: 25 Reasons to Believe (Springville, UT: Cedar Fort, 2014), 59–73.
Richard L. Bushman, “The Lamanite View of Book of Mormon History”, en By Study and Also by Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley on the Occasion of His Eightieth Birthday, 2 vols., ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 2:52–72.
Noel B. Reynolds, “The Political Dimension in Nephi’s Small Plates”, BYU Studies 27, no. 4 (1987): 15–20.
1. Véase el gráfico en Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué hay tantos capítulos de guerra en el Libro de Mormón?(Alma 49: 9)”, KnoWhy 157 (11 de julio, 2017) sobre algunos de los detalles contextuales inmediatos de las diversas guerras nefitas y lamanitas. Véase también John W. Welch, “Why Study Warfare in the Book of Mormon?” en Warfare in the Book of Mormon, ed. Stephen D. Ricks y William J. Hamblin (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 6–15. Brant A. Gardner, Traditions of the Fathers: The Book of Mormon as History (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2015), 312–316 provee algunas observaciones de las probables causas contextuales de las guerras en Alma y Helamán.
2. Véase Noel B. Reynolds, “The Political Dimension in Nephi’s Small Plates”, BYU Studies 27, no. 4 (1987): 15–37. Véase también Noel B. Reynolds, “Nephi’s Political Testament”, en Rediscovering the Book of Mormon: Insights You May Have Missed Before, ed. John L. Sorenson y Melvin J. Thorne (Provo, UT: FARMS, 1991), 220–229.
3. Mientras se discutía sobre Mosíah 10:12–17, Brant A. Gardner, Second Witness: Analytical and Contextual Commentary on the Book of Mormon, 6 vols. (Salt Lake City, UT: Greg Kofford Books, 2007), 247–248 advierte que a pesar de que esto pretende mostrar el punto de vista lamanita, aún debe manejarse con cuidado, ya que en última instancia se deriva de fuentes nefitas y traiciona claros estereotipos nefitas (aunque, en Second Witness 4:314 Gardner reconoce que Mosíah 10:12–17 es el mejor resumen de la tradición lamanita). También se deben considerar otras precauciones similares al tratar la mayoría de los otros pasajes (por ejemplo, 1 Nefi 16:35–38; 17:17–22 y Alma 20:10, 13). Hay una importante excepción en Alma 54:16–17, 20–24, que es una fuente primaria de Ammarón, el rey lamanita. Aunque Ammarón era zoramita de nacimiento y políticamente un nefita la mayor parte de su vida, había adoptado completamente la ideología lamanita cuando se convirtió en el rey lamanita. Ammarón confirma los detalles centrales de la tradición lamanita representados en las fuentes nefitas.
4. Véase Neal Rappleye, “The Deuteronomist Reforms and Lehi’s Family Dynamics: A Social Context for the Rebellions of Laman and Lemuel”, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 16 (2015): 87–99.
5. Richard L. Bushman, “The Lamanite View of Book of Mormon History”, en By Study and Also by Faith: Essays in Honor of Hugh W. Nibley on the Occasion of His Eightieth Birthday, 2 vols, ed. John M. Lundquist y Stephen D. Ricks (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y FARMS, 1990), 2:58. Para un resumen de los puntos clave sobre la opinión lamanita, véase Reynolds, “Political Dimension”, 15–20.
6. Las planchas de bronce, junto con otros emblemas, como la espada de Labán y la Liahona, tenían un significado simbólico relacionado con la legitimidad de la autoridad espiritual y política. Por lo tanto, el hecho de que Nefi tomara estos objetos habría estado directamente relacionado con la visión lamanita de que les robó “su derecho de gobernar, cuando justamente les pertenecía” (Alma 54:17). Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué los nefitas conservaron algunos artículos como ‘tesoros nacionales’? (Mosíah 1:6)”, KnoWhy 557 (16 de abril, 2020).
7. Randal A. Wright, The Book of Mormon Miracle: 25 Reasons to Believe (Springville, UT: Cedar Fort, 2014), 64.
8. Bushman, “Lamanite View”, 70.
9. Wright, Book of Mormon Miracle, 72.
10. Evidentemente, los lamanitas no tenían a la mano los registros de sus comienzos como nación, y su historia oral podría ser manipulada para servir a los programas políticos actuales. Siendo más diligentes, los historiadores podrían haber evitado algo de su guerra y mala voluntad.
11. Wright, Book of Mormon Miracle, 60.
12. Wright, Book of Mormon Miracle, 73 incluye estos tres puntos junto con varios otros destacando las lecciones que aprendió de la lectura del Libro de Mormón con el punto de vista lamanita en mente.
13. Bushman, “Lamanite View”, 52.
14. Bushman, “Lamanite View”, 71.
15. Bushman, “Lamanite View”, 71.
16. Bushman, “Lamanite View”, 69–70.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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