Publicación cruzada de Book of Mormon Resources.

Todos estamos en deuda con Mark Alan Wright, mesoamericanista y miembro de la facultad de BYU, por esta notable visión. Lo publicó en su artículo de 2014 de Axes Mundi en Interpreter y lo compartió con nosotros en su gira por Guatemala en 2015.

Cuando el Salvador se apareció a sus apóstoles en el Viejo Mundo después de su resurrección, les mostró primeramente las marcas de los clavos en sus manos y luego la herida en su costado. Vemos este orden en Juan 20:20, 25, 27. La versión en Lucas 24:39, 40 menciona solo sus manos y sus pies. Sus seguidores en Judea, familiarizados con la ejecución romana por crucifixión, se centraron principalmente en las marcas de las clavos en sus manos y pies.

Cuando el Salvador se apareció a sus discípulos y a otros reunidos en el Templo en la tierra de Abundancia, aproximadamente un año después de su muerte y resurrección en Jerusalén, les mostró su cuerpo herido, pero esta vez, invirtió el orden de las señales de su sacrificio. Se les pidió a los nefitas meter primero las manos en su costado y luego, palpar las marcas de los clavos en sus manos y pies 3 Nefi 11:14, 15. En Mesoamérica, donde el sacrificio humano era a menudo por extracción del corazón, la gente se enfocó principalmente en la herida en su costado.

El Salvador resucitado tenía señales de sacrificio físico significativos tanto para sus seguidores del Viejo como del Nuevo Mundo. Él dijo explícitamente a los nefitas que estas señales los convencerían de que él era “el Dios de toda la tierra” 3 Nefi 11:14.

El magnífico nuevo símbolo de la Iglesia, derivado de la estatua del Christus de Bertel Thorvaldsen de la Iglesia de Nuestra Señora de Copenhague y del diseño del logo de 1995 de McRay Magleby, muestra tanto la herida en el costado del Salvador, como las marcas de los clavos en sus manos y pies.

Un logotipo adecuado para “la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra” DyC 1:30.