De acuerdo con las profesoras de religión Amy Easton-Flake y Rachel Cope, “Emma Smith estuvo argumentalmente más envuelta en la salida a luz del Libro de Mormón que cualquier otra persona además de José”.1 Ella ayudó a José Smith a obtener las planchas, actuó como su escriba, e incluso sintió y levantó las planchas mientras estaban cubiertas con una tela. En estas diversas capacidades, ella era tanto una participante activa como un testigo íntimo de los eventos milagrosos mientras se desarrollaban. De muchas maneras de las que algunos se pueden dar cuenta, Emma estuvo al lado de su esposo para sacar a luz “las palabras de los que han dormido” (2 Nefi 27:6).
La participación de Emma en obtener las planchas fue aparentemente necesaria y señalada por revelación. De acuerdo con Joseph Knight padre, el ángel Moroni le dijo a José Smith que solamente podría obtener las planchas si llevaba a la “persona adecuada”.2 Por medio de la revelación, José percibió que esta persona era Emma.3 En el día señalado,4 Emma lo acompañó a la orilla del cerro donde las planchas estaban enterradas, después de lo cual José fue solo para extraerlas. Después de que Emma esperó sola por varias horas, José regresó con las planchas “envueltas en su abrigo”, las cuales luego ocultó en el “hueco de un tronco de abedul”.5
Por lo que, mientras Emma en realidad nunca vio las planchas directamente, ella estaba, de acuerdo con las fuentes, señalada divinamente para participar en, y tal vez ser testigo de su obtención. Ella vio a José subir al cerro sin nada en sus manos y luego regresar con un objeto tangible, pero cubierto.6 Al igual que en otras ocasiones reveladoras importantes, José no estuvo solo durante este evento clave de la restauración.7
Emma, habiendo sido una “maestra rural de considerables talentos nativos”,8 fue también el primer escriba de José Smith y pudo haber transcrito más del Libro de Mormón que cualquier otra persona excepto por Oliver Cowdery.9 Es por Emma que aprendemos más acerca de las circunstancias que hacen que la producción del Libro de Mormón sea como un milagro. En otras palabras Emma explicó que “cuando fungía como escriba, [José] dictaba hora tras hora; y cuando regresaban después de comer, o después de las interrupciones, iniciaba donde se había quedado, sin siquiera ver el manuscrito o haberla leído alguna parte de este a él. Esto era algo habitual que hacía”.10
Emma recordó que “estaba sentada en la mesa cerca de él, sentado con su cara metida en su sombrero, con la piedra dentro y dictando hora tras hora sin nada entre nosotros”. Con este conocimiento inmediato y consistente del proceso de traducción, ella insistió que José “no tenía ni el manuscrito o el libro para leerlo” y que “si él tenía algo por el estilo no podría haberlo ocultado”.11 La participación de Emma como escriba fue crucial durante las primeras etapas de la traducción, y sus descripciones ofrecen un conocimiento único sobre cómo este milagro se desarrollaba día tras día.12
El valor de Emma como testigo se refuerza por causa de su interacción física con las planchas.13 Ella informó a su hijo que mientras limpiaban la casa, “levantaba y movía [las planchas cubiertas] cuando barría y limpiaba el cuarto y los muebles”.14 Ella más adelante explicó: “En una ocasión sentí las planchas, mientras estaban en la mesa, trazando su contorno y forma. Parecían ser flexibles como papel grueso, y crujían con un sonido metálico cuando los bordes eran movidos por el pulgar, como uno lo hace algunas veces con el pulgar en los bordes de un libro”.15 Emma estaba tan segura de la realidad de las planchas que nunca intentó “destaparlas para verlas”, a pesar de que tuvo muchas oportunidades para hacerlo.16
La participación de Emma en estas milagrosas actividades, no vinieron sin un gran sacrificio. En primer lugar, ella eligió casarse con José Smith a pesar de que su padre Isaac Hale, “se opuso implacablemente a su noviazgo”.17 Y luego, en el primer año de su matrimonio, ayudó a José a obtener el Libro de Mormón.18 Desde ese momento en adelante, se hicieron muchos intentos para robarle las planchas de oro,19 y la persecución y el peligro continuamente giraban alrededor de sus vidas.20 A pesar de todo eso, Emma permaneció constante y fiel a su esposo y a la sagrada reliquia que él estaba encargado de proteger y traducir.
Cuando Emma no estaba fungiendo como escriba, a menudo estaba haciendo los quehaceres domésticos necesarios para sobrevivir y la comodidad para aquellos que estaban envueltos activamente en la traducción. Easton-Flake y Cope señalaron, “cuidar de una casa era una ocupación de tiempo completo a principios del siglo XIX en los Estados Unidos, y Emma sin que contratara ayuda, cumplió con esta función necesaria para José y ella misma, así como también en algunas ocasiones para Martin Harris y Oliver Cowdery”.21
También es evidente que Emma estaba profundamente preocupada por el éxito del proyecto de traducción. La pérdida de las 116 páginas22 ocurrió durante el tiempo en que Emma estaba sumamente enferma y apenas había perdido a un bebé en su nacimiento.23 Sin embargo, incluso en su dolor y mala salud, Emma dijo a José: “Me siento tan intranquila… que no puedo descansar y no estaré tranquila hasta que sepa algo acerca de lo que el Sr. Martin Harris está haciendo con [el manuscrito prestado]”.24
Estos detalles ayudan a explicar por qué el Señor escogió a Emma Smith como una “dama elegida” para servir al lado de su esposo (DyC 25:3). Su servicio como escriba fue esencial. Su testimonio como una observadora íntima y participante en sacar a luz el Libro de Mormón es convincente. Y su fidelidad al profeta José Smith y a la veracidad del Libro de Mormón es inspirador. Sorprendida por sus experiencias milagrosas, Emma comentó: “Y, aunque fui una participante activa en las escenas que transcurrieron, y estaba presente durante la traducción de las planchas, y tuve conocimiento de las cosas como pasaron, es maravilloso para mí, ‘una maravilla y un prodigio’, tanto como para cualquier persona”. 25
John W. Welch, “The Miraculous Timing of the Translation of the Book of Mormon“, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, ed. John W. Welch, 2nd edition (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y BYU Press, 2017), 85–120, 141–145.
Amy Easton-Flake and Rachel Cope, “A Multiplicity of Witnesses: Women and the Translation Process”, en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, ed. Dennis L. Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III y Kerry Hull (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 143–153.
Michael Hubbard MacKay y Gerrit J. Dirkmaat, From Darkness unto Light: Joseph Smith’s Translation and Publication of the Book of Mormon (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 1–38, 85–89.
Gracia N. Jones, “My Great-Great-Grandmother, Emma Hale Smith“, Ensign, August 1992, en línea en lds.org.
1. Amy Easton-Flake y Rachel Cope, “A Multiplicity of Witnesses: Women and the Translation Process”, en The Coming Forth of the Book of Mormon: A Marvelous Work and a Wonder, ed. Dennis L. Largey, Andrew H. Hedges, John Hilton III y Kerry Hull (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 143.
2. Dean Jesse, “Joseph Knight’s Recollection of Early Mormon History“, BYU Studies 17, no. 1 (1976): 2.
3. Knight informó que Moroni inicialmente reveló a José Smith que su hermano mayor Alvin fue escogido para acompañarlo a obtener las planchas. Sin embargo, por causa de que Alvin inesperadamente había fallecido, José buscó más conocimiento sobre el asunto durante sus siguientes entrevistas con Moroni. De acuerdo con Knight, “José dijo: ‘¿Quién es la persona correcta?’ La respuesta [de Moroni] fue que él lo sabría. Luego miró en su lentes y encontró que era Emma Hale, la hija del viejo Sr. Hail de Pensylvany, una joven que había visto antes, porque había estado por allí antes conmigo”. Jesse, “Joseph Knight’s Recollection “, 2 (ortografía original retenida). La historia de Knight está respaldada por un recuerdo dado por Katherine Smith Salisbury, la hermana de José Smith. Ella recordó que cuando José preguntó quién debería de acompañarlo al cerro, Moroni explicó: “Lo sabrás cuando la veas”. Kyle R. Walker, “Katharine Smith Salisbury’s Recollections of Joseph’s Meetings with Moroni“, BYU Studies Quarterly 41, no. 3 (2002): 14. Para conocer más con respecto a la afirmación de Willard Chase de que Samuel Lawrence era el que supuestamente sería quien acompañaría a José al cerro, véase Michael Hubbard MacKay y Gerrit J. Dirkmaat, From Darkness unto Light: Joseph Smith’s Translation and Publication of the Book of Mormon (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2015), 7–9.
4. Véase Richard Lyman Bushman, Joseph Smith: Rough Stone Rolling (New York, NY: Knopf, 2005), 59: “El ángel le había mandado a José a ir al cerro el 22 de septiembre. Para ser precisos en su cumplimiento y aún para deshacerse de entrometidos que sabían de la fecha, José escogió ir a Cumorah en plena noche, casi en el momento en que llegó el 22 de septiembre”.
5. Véase Easton-Flake y Cope, “A Multiplicity of Witnesses”, 143–144. De acuerdo con Martin Harris, José escondió las planchas “en un viejo techo de roble negro que estaba vacío”. John W. Welch, “The Miraculous Timing of the Translation of the Book of Mormon“, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, ed. John W. Welch, 2nd edition (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y BYU Press, 2017), 87. En realidad José no llevó las planchas a su casa en ese momento porque no tenía una “cubierta apropiada o un lugar seguro para guardarlos”. MacKay y Dirkmaat, From Darkness unto Light, 6.
6. Emma también acompañó a José cuando regresó a Palmyra a obtener las planchas donde las había escondido. Véase Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, Page 1, bk. 5, en línea en josephsmithpapers.org.
7. Para una visión general de estos eventos reveladores, los testigos que participaron, y los documentos que ayudan a verificar su realidad, véase Welch, “The Miraculous Timing of the Translation“, vii–xii.
8. Véase Richard Lloyd Anderson, Investigating the Book of Mormon Witnesses (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 1981), 5.
9. Easton-Flake y Cope, “A Multiplicity of Witnesses”, 144. Véase también, Book of Mormon Central en Español, “¿Cuán importante fue Oliver Cowdery para sacar a luz el Libro de Mormón? (2 Nefi 27:9)“, KnoWhy 270 (14 de diciembre de 2017).
10. “Last Testimony of Sister Emma“, The Saint’s Herald 26, no. 19 (1 de octubre de 1879): 290.
11. “Last Testimony of Sister Emma“, 289–290.
12. Véase Book of Mormon Central en Español, “¿Por qué surgió el Libro de Mormón como un milagro? (2 Nefi 27:23)“, KnoWhy 273 (19 de diciembre de 2017); Book of Mormon Central en Español, “¿Se necesitaban las planchas para traducir el Libro de Mormón? (Mosíah 1:6)”, KnoWhy 366 (23 de mayo de 2018).
13. Emma fue solo uno de muchos que tuvieron tales encuentros con las planchas y los otros artefactos. Para más información sobre este tema, véase Kirk B. Henrichsen, compilador, “How Witnesses Described the ‘Gold Plates’“, Journal of Book of Mormon Studies 10, no. 1 (2001): 16–21, 78; Anthony Sweat, “Hefted and Handled: Tangible Interactions with Book of Mormon Objects”, en The Coming Forth of the Book of Mormon, 43–59; Neal Rappleye, “‘Idle and Slothful Strange Stories’: Book of Mormon Origins and the Historical Record“, Interpreter: A Journal of Mormon Scripture 20 (2016): 21–37; Daniel C. Peterson, “Tangible Restoration: The Witnesses and What They Experienced“, 2006 FairMormon Conference presentation, 1–33, en línea en fairmormon.org.
14. Welch, “The Miraculous Timing of the Translation“, 145, doc. 43.
15. “Last Testimony of Sister Emma“, 290.
16. “Last Testimony of Sister Emma“, 290.
17. Gracia N. Jones, “My Great-Great-Grandmother, Emma Hale Smith“, Ensign, Agosto 1992, en línea en lds.org. Véase también, Ryan Carr, “When Emma Met Joseph“, New Era, Octubre 2004, en línea en lds.org.
18. José y Emma se casaron el 18 de enero de 1827 y obtuvieron las planchas el 22 de septiembre del mismo año. Véase Carol Cornwall Madsen, “Smith, Emma Hale“, Encyclopedia of Mormonism, 4 vols., ed. Daniel H. Ludlow (New York, NY: Macmillan, 1992), 3:1321–1326.
19. Véase Andrew H. Hedges, “‘All My Endeavors to Preserve Them’: Protecting the Plates in Palmyra, 22 September–December 1827″, Journal of Book of Mormon Studies 8, 2 (1999): 14–23, 84–85.
20. Véase MacKay y Dirkmaat, From Darkness unto Light, 30–32.
21. Easton-Flake y Cope, “A Multiplicity of Witnesses”, 144.
22. Véase J. B. Haws, “The Lost 116 Pages Story: What We Do Know, What We Don’t Know, and What We Might Know”, en The Coming Forth of the Book of Mormon, 81–102; Susan Easton Black, “Book of Mormon, lost manuscript of (116 pages)”, en Book of Mormon Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2003), 123–124.
23. Easton-Flake y Cope, “A Multiplicity of Witnesses”, 147.
24. Lucy Mack Smith, History, 1844–1845, Page 2, bk. 7, en línea en josephsmithpapers.org.
25. “Last Testimony of Sister Emma“, 290.
Traducido por Central del Libro de Mormón
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